¿Qué dirás esta noche, pobre alma solitaria?
¿Qué dirás, corazón marchito hace tan poco,
A la bella, a la buena, a la adorada
Bajo cuya mirada floreciste de nuevo?
El orgullo emplearemos en cantar sus alabanzas;
Nada iguala el encanto de su poder sobre ti,
Su carne espiritual tiene divino perfume,
Y nos visten con purísimas ropas sus ojos.
En medio de la noche y de la soledad,
O a través las calles, de gentío rodeado,
Danza como una antorcha su fantasma en el aire.
A veces habla y dice: "Yo soy la bella y ordeno
Que, por amor a mí, no améis sino lo bello;
Soy el ángel guardián, la musa y la madona".
Las aguas del abismo Donde me enamoraba de mí mismo
Francisco de Quevedo
Sueño que escribo y mientras sueño
Escribo este poema
Sueño que soy niño todavía
Y que mi hermana viste noche y día
Una muñeca de cabellos rubios
Sueño una abuela dormida en una silla
Y mi hermano mayor en bicicleta
Sigo soñando que escribo
O quizás escribo cuando sueño
O sueño mientras escribo
O quizás soy viejo y mi pasado
Es un telón que sube y baja sin reposo
Un incesante torbellino de átomos azules
Que mi corazón y mi cabeza no comprenden
Pero yo veo siempre a mi hermana
Vistiendo una muñeca de cabellos rubios
Una abuela dormida en una silla
Y mi hermano mayor en bicicleta
Sueño que escribo pero quizás
No sueño y ni siquiera duermo
Y no hay ninguna hermana vistiendo
Una muñeca de cabellos rubios noche y día
Ninguna abuela dormida en una silla
Ningún hermano mayor en bicicleta
Sino tan sólo yo que escribo
Y que soy niño todavía
Sino tan sólo yo que escribo
Y que soy niño todavía
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
I
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Hoy pasó un águila
sobre mi cabeza,
lleva en sus alas
la tormenta,
lleva en sus garras
el rayo que deslumbra y aterra.
¡Oh, águila!
Dame la fortaleza
de sentirme en el lodo humano
con alas y fuerzas
para resistir los embates
de las tempestades perversas,
y de arriba las cóleras
y de abajo las roedoras miserias.
Pasó un búho
sobre mi frente.
Yo pensé en Minerva
y en la noche solemne.
¡Oh, búho!
Dame tu silencio perenne,
y tus ojos profundos en la noche
y tu tranquilidad ante la muerte.
Dame tu nocturno imperio
y tu sabiduría celeste,
y tu cabeza cual la de Jano
que, siendo una, mira a Oriente y Occidente.
Pasó una paloma
que casi rozó con sus alas mis labios.
¡Oh, paloma!
Dame tu profundo encanto
de saber arrullar, y tu lascivia
en campo tornasol, y en campo
de luz tu prodigioso
ardor en el divino acto.
(Y dame la justicia en la naturaleza,
pues, en este caso,
tú serás la perversa
y el chivo será el casto.)
Pasó un gerifalte. ¡Oh, gerifalte!
Dame tus uñas largas
y tus ágiles alas cortadoras de viento
y tus ágiles patas
y tus uñas que bien se hunden
en las carnes de la caza.
Por mi cetrería
irás en giras fantásticas,
y me traerás piezas famosas
y raras,
palpitantes ideas,
sangrientas almas.
Pasa el ruiseñor.
¡Ah, divino doctor!
No me des nada. Tengo tu veneno,
tu puesta de sol
y tu noche de luna y tu lira,
y tu lírico amor.
(Sin embargo, en secreto,
tu amigo soy,
pues más de una vez me has brindado,
en la copa de mi dolor,
con el elixir de la luna
celestes gotas de Dios…)
Pasa un murciélago.
Pasa una mosca. Un moscardón.
Una abeja en el crepúsculo.
No pasa nada.
La muerte llegó.
Solía escribir con su dedo grande en el aire: «¡Viban los compañeros! Pedro Rojas», de Miranda de Ebro, padre y hombre, marido y hombre, ferroviario y hombre, padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.
Papel de viento, lo han matado: ¡pasa! Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa! ¡Abisa a todos compañeros pronto!
Palo en el que han colgado su madero, lo han matado; ¡lo han matado al pie de su dedo grande! ¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!
¡Viban los compañeros a la cabecera de su aire escrito! ¡Viban con esta b del buitre en las entrañas de Pedro y de Rojas, del héroe y del mártir! Registrándole, muerto, sorprendiéronle en su cuerpo un gran cuerpo, para el alma del mundo, y en la chaqueta una cuchara muerta.
Pedro también solía comer entre las criaturas de su carne, asear, pintar la mesa y vivir dulcemente en representación de todo el mundo. Y esta cuchara anduvo en su chaqueta, despierto o bien cuando dormía, siempre, cuchara muerta viva, ella y sus símbolos. ¡Abisa a todos compañeros pronto! ¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!
Lo han matado, obligándole a morir a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel que nació muy niñín, mirando al cielo, y que luego creció, se puso rojo y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.
Lo han matado suavemente entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez, a la hora del fuego, al año del balazo y cuando andaba cerca ya de todo.
Pedro Rojas, así, después de muerto se levantó, besó su catafalco ensangrentado, lloró por España y volvió a escribir con el dedo en el aire: «¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignò Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñò el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansiòn que habitò,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Yo no sé lo que es 'el mar'...
'La mar' sí que sé lo que es...
No digáis 'el mar', amigos,
porque 'la mar' es mujer...
Amante del pescador,
amiga del timonel,
esposa que siempre aguarda,
novia y hermana a la vez...
hembra de espuma que tienta
con sus olas en vaivén...,
sirena de blanco nácar
-mitad niña, mitad pez-
que a los hombres de la orilla
les tiende su verde red...
Quienes la llaman 'el mar'
de tierra adentro han de ser,
hombres sin brújula, ciegos
de su gracia, que no ven...
Yo, que he nacido a su vera
y mil veces la crucé,
niño almirante de sueños
en mi barco de papel
y, hombre ya, sobre los buques
gigantes, de ella a través...
Yo, que respiro su brisa
y esclavo soy de su ley,
y he crecido entre sus velas
y morir quiero a sus pies...
Si voy a bordo del verso,
con mi nombre -Rafael-
en el mascarón de proa
de mi mañana y mi ayer...
Si el coral mediterráneo
de sus labios mío fue
y amo sus besos de brea
en el oro de mi piel...
Si he bebido su salitre bajo el sol de los Roger
-de Lauria y de Flor, marinos
en la estela de la Fe...
Si es castigo a sus espaldas
vivir, para mí, y no ver
los cambiantes con que juega
la esmeralda de su tez..
Si esto que siento por ella
como entraña de mi ser
es amor y yo soy hombre,
¿cómo -¡oh, mar!- la nombraré?
Yo no sé lo que es 'el mar'...
'La mar' sí que sé lo que es...
No digáis 'el mar', amigos,
¡porque 'la mar'...es mujer!
Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con sangre se ahonda.
¿ Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina ?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.
No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.
Claridad sin posible declinar.Suma esencia del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud.Limpidez.Claridad.Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.
Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul.Noche clara.Somra clara que vienes.
Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.
Santoral del sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.
Das al placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.
No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.
Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.
Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.
En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.
Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.
Jaime Sabines
pd.:Aqui no hay rima y te puedes ir a la mierda bruja maldita (eso lo digo yo, no Sabines)
[FONT=arial,helvetica]D[/FONT][FONT=arial,helvetica]E tantos hombres que soy, que somos, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]no puedo encontrar a ninguno:[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se me pierden bajo la ropa, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se fueron a otra ciudad.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Cuando todo está preparado [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]para mostrarme inteligente [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]el tonto que llevo escondido [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se toma la palabra en mi boca.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Otras veces me duermo en medio [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]de la sociedad distinguida [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y cuando busco en mí al valiente, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]un cobarde que no conozco [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]corre a tomar con mi esqueleto [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]mil deliciosas precauciones.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Cuando arde una casa estimada [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]en vez del bombero que llamo[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se precipita el incendiario [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y ése soy yo. No tengo arreglo. [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Qué debo hacer para escogerme?[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Cómo puedo rehabilitarme? [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Todos los libros que leo [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]celebran héroes refulgentes [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]siempre seguros de sí mismos:[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me muero de envidia por ellos, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]en los filmes de vientos y balas[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me quedo envidiando al jinete, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me quedo admirando al caballo.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Pero cuando pido al intrépido [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me sale el viejo perezoso, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y así yo no sé quién soy, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]no sé cuántos soy o seremos. [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Me gustaría tocar un timbre [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y sacar el mí verdadero [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]porque si yo me necesito [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]no debo desaparecerme.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Mientras escribo estoy ausente [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y cuando vuelvo ya he partido:[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]voy a ver si a las otras gentes [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]les pasa lo que a mí me pasa, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]si son tantos como soy yo, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]si se parecen a sí mismos [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y cuando lo haya averiguado [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]voy a aprender tan bien las cosas [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]que para explicar mis problemas [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]les hablaré de geografía.[/FONT]
No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a dar me pena,
Aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
Pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
Pienso en mis largos días con mi piel prohibida,
Pienso en mis largos días y,
No pase, por favor, esto es un club.
La nómina está llena.
No hay pieza en el hotel.
El señor ha salido.
Se busca una muchacha.
Fraude en las elecciones.
Gran baile para ciegos.
Cayó el premio mayor en Santa Clara.
Tómbola para huérfanos.
El caballero está en París.
La señora marquesa no recibe.
En fin, y
Que todo lo recuerdo y como todo lo recuerdo,
¿Qué carajo me pide usted que haga?
Además, pregúnteles,
Estoy seguro de que también
Recuerdan ellos.
¿oyes ese ruido?
son ellos
ellos que no dejan de llegar interminables
por los cuatro costados
ojo descolgado babas el pie en el aire
y el ruido feroz que salta de sus manos
y los envuelve como fuego
puertas cerradas ventanas cerradas nadie en la calle
son la cohorte de los apestados los mendicantes
los que hacen sonar entre sus dedos
poemas de amor no atendido
tablillas de San Lázaro
Una luz de jacinto me ilumina la mano
al escribir tu nombre de tinta y cabellera
y en la neutra ceniza de mi verso quisiera
silbo de luz y arcilla de caliente verano.
Un Apolo de hueso borra el cauce inhumano
donde mi sangre teje juncos de primavera,
aire débil de alumbre y aguja de quimera
pone loco de espigas el silencio del grano.
En este duelo a muerte por la virgen poesía,
duelo de rosa y verso, de número y locura,
tu regalo semeja sol y vieja alegría.
¡Oh pequeña morena de delgada cintura!
¡Oh Perú de metal y de melancolía!
¡Oh España, o luna muerta sobre la piedra dura!
Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
quizá mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas por donde venía la ardiente cólera.
Yo respondo: por todas partes se oía llanto,
por todas partes nos cercaba un muro de olas negras.
Iba a ser la poesía
una solitaria columna de rocio?
Tenía que ser un relampago perpetuo.
Yo os digo:
mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podra dormir;
mientras los mendigos lloren de frio en la noche,
mi corazón no sonreirá.
Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
Hay cosas mas altas
que llorar el amor de tardes perdidas:
el rumor de un pueblo que despierta,
eso es mas bello que el rocío.
El metal resplandeciente de su cólera,
eso es mas bello que la luna.
Un hombre verdaderamente libre,
eso es mas bello que el diamante.
Porque el hombre ha despertado,
y el fuego ha huido de su carcel de ceniza
para quemar el mundo donde estuvo la tristeza.
Bien, Sor Juana y Menzies son una buena combinación, veamos... fragmentos de "sentimientos de ausente", de nuevo para Menzies
Sentimientos de ausente
Amado dueño mío,
Escucha un rato mis cansadas quejas,
Pues del viento las fío,
Que breve las conduzca a tus orejas,
Si no se desvanece el triste acento
Como mis esperanzas en el viento.
Óyeme con los ojos,
Ya que están tan distantes los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis gemidos;
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
Óyeme sordo, pues me quejo muda.
[...]
Mas ¿cuándo ¡ay gloria mía!
Mereceré gozar tu luz serena?
¿cuándo llegará el día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo tu voz sonora
herirá mis oídos delicada,
y el alma que te adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirte con amante prisa
saldrá a los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz hermosa
revestirá de gloria mis sentidos?
¿y cuándo yo dichosa,
mis suspiros daré por bien perdidos,
teniendo en poco el precio de mi llanto?
Que tanto ha de penar quien goza tanto.
¿Cuándo de tu apacible
rostro alegre veré el semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma inexplicable?
Que mal se ceñirá a lo definido
Lo que no cabe en todo lo sentido.
Ven, pues, mi prenda amada,
Que ya fallece mi cansada vida
De esta ausencia pesada;
Ven, pues, que mientras tarda tu venida,
Aunque me cueste su verdor enojos,
Regaré mi esperanza con mis ojos.
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras tú te sonríes preparando[/FONT] [FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mi muerte en lo lejano de tu sueño[/FONT] [FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]JUAN RAMÓN JIMÉNEZ[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras llamas por teléfono[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y otros te contemplan.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras tocas con la mano derecha[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El Concierto en Sol para la mano izquierda[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras observas el film[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con indiferencia no estudiada.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras paseas la playa[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con las joyas de este Invierno.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras la mitad de tu nombre[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Basta para alejar el mal.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras vives sin preguntarte,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras oyes tus canciones,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Yo escribo, extrañando.[/FONT]
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.
Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara,
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.
Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina,
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.
Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.
A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.
Muere lentamente quien no viaja,
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.
Muere lentamente quien destruye su amor propio,
quien no se deja ayudar.
Muere lentamente quien se transforma en esclavo del habito, repitiendo todos los días los mismos senderos,
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.
Muere lentamente quien evita una pasión
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaidos.
Muere lentamente quien no cambia de vida cuando está insatisfecho con su trabajo o su amor,
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Ariesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!
Atribuido incorrectamente a Pablo Neruda. Desconozco quien sea el verdadero autor
Mi padre fue muy bueno: me donó su alegría
Ingenua; su ironía
Amable: su risueño y apacible candor.
¡Gran ofrenda la suya! Pero tú, madre mía,
Tú me hiciste el regalo de tu suave dolor.
Tú pusiste en mi alma la enfermiza ternura,
El anhelo nervioso e incansable de amar;
Las recónditas ansias de creer; la dulzura
De sentir la belleza de la vida, y soñar.
Del ósculo fecundo que se dieron dos seres
-El gozoso y el triste- en una hora de amor,
Nació mi alma inarmónica; pero tú, madre, eres
Quien me ha dado el secreto de la paz interior.
A merced de los vientos, como una barca rota
Va, doliente, el espíritu; desesperado no.
La placidez alegre poco a poco se agota;
Mas sobre la sonrisa que me dio el padre, brota
De mis ojos la lágrima que la madre me dio.
Pongo el oído atento al pecho,
Como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
Y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
Decir por qué será.
Si empezara a decirlo con fantasmas
De palabras y engaños al azar,
Llegaría, temblando de sorpresa,
A inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
Que te quería ya!
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado. Ya no compartirás la clara luna Ni los lentos jardines. Ya no hay una Luna que no sea espejo del pasado,
Cristal de soledad, sol de agonías. Adiós las mutuas manos y las sienes Que acercaba el amor. Hoy solo tienes La fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente) Sino lo que no tiene y no ha tenido Nunca, pero no basta ser valiente
Para aprender el arte del olvido. Un símbolo, una rosa, te desgarra y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Hay tantas otras cosas en el mundo; Un instante cualquiera es más profundo Y diverso que el mar. La vida es corta
Y aunque las horas son tan largas, una Oscura maravilla nos acecha, la muerte, ese otro mar, esa otra flecha Que nos libra del sol y de la luna
Y del amor. La dicha que me diste Y me quitaste debe ser borrada; Lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo me queda el goce de estar triste, Esa vana costumbre que me inclina Al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Comentarios
¿Qué dirás esta noche, pobre alma solitaria?
¿Qué dirás, corazón marchito hace tan poco,
A la bella, a la buena, a la adorada
Bajo cuya mirada floreciste de nuevo?
El orgullo emplearemos en cantar sus alabanzas;
Nada iguala el encanto de su poder sobre ti,
Su carne espiritual tiene divino perfume,
Y nos visten con purísimas ropas sus ojos.
En medio de la noche y de la soledad,
O a través las calles, de gentío rodeado,
Danza como una antorcha su fantasma en el aire.
A veces habla y dice: "Yo soy la bella y ordeno
Que, por amor a mí, no améis sino lo bello;
Soy el ángel guardián, la musa y la madona".
Charles Baudelaire
la estación, el lugar, el mes, la hora
y el país, en el cual su encantadora
mirada encadenóse al alma mía.
de entregarme a ese amor que en mi alma mora,
y el arco y las saetas, de que ahora
las llagas siento abiertas todavía.
el nombre de mi amada; y mi tormento,
mis ansias, mis suspiros y mi llanto.
pues la ensalzan, y, en fin, mi pensamiento,
puesto que ella tan sólo lo comparte.
Donde me enamoraba de mí mismo
Francisco de Quevedo
Escribo este poema
Sueño que soy niño todavía
Y que mi hermana viste noche y día
Una muñeca de cabellos rubios
Sueño una abuela dormida en una silla
Y mi hermano mayor en bicicleta
Sigo soñando que escribo
O quizás escribo cuando sueño
O sueño mientras escribo
O quizás soy viejo y mi pasado
Es un telón que sube y baja sin reposo
Un incesante torbellino de átomos azules
Que mi corazón y mi cabeza no comprenden
Pero yo veo siempre a mi hermana
Vistiendo una muñeca de cabellos rubios
Una abuela dormida en una silla
Y mi hermano mayor en bicicleta
Sueño que escribo pero quizás
No sueño y ni siquiera duermo
Y no hay ninguna hermana vistiendo
Una muñeca de cabellos rubios noche y día
Ninguna abuela dormida en una silla
Ningún hermano mayor en bicicleta
Sino tan sólo yo que escribo
Y que soy niño todavía
Y que soy niño todavía
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una
luna que no sea espejo del pasado,
cristal de soledad, sol de agonías.
Adiós las mutuas manos y las sienes
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes
la fiel memoria y los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente
para aprender el arte del olvido.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta
y aunque las horas son tan largas, una
oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que nos libra del sol y de la luna
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada;
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
¡Sublime! Gracias Juancho por compartirlo.
sobre mi cabeza,
lleva en sus alas
la tormenta,
lleva en sus garras
el rayo que deslumbra y aterra.
Dame la fortaleza
de sentirme en el lodo humano
con alas y fuerzas
para resistir los embates
de las tempestades perversas,
y de arriba las cóleras
y de abajo las roedoras miserias.
sobre mi frente.
Yo pensé en Minerva
y en la noche solemne.
¡Oh, búho!
Dame tu silencio perenne,
y tus ojos profundos en la noche
y tu tranquilidad ante la muerte.
y tu sabiduría celeste,
y tu cabeza cual la de Jano
que, siendo una, mira a Oriente y Occidente.
Pasó una paloma
que casi rozó con sus alas mis labios.
Dame tu profundo encanto
de saber arrullar, y tu lascivia
en campo tornasol, y en campo
de luz tu prodigioso
ardor en el divino acto.
pues, en este caso,
tú serás la perversa
y el chivo será el casto.)
Pasó un gerifalte. ¡Oh, gerifalte!
y tus ágiles alas cortadoras de viento
y tus ágiles patas
y tus uñas que bien se hunden
en las carnes de la caza.
irás en giras fantásticas,
y me traerás piezas famosas
y raras,
palpitantes ideas,
sangrientas almas.
¡Ah, divino doctor!
No me des nada. Tengo tu veneno,
tu puesta de sol
y tu noche de luna y tu lira,
y tu lírico amor.
tu amigo soy,
pues más de una vez me has brindado,
en la copa de mi dolor,
con el elixir de la luna
celestes gotas de Dios…)
Pasa una mosca. Un moscardón.
Una abeja en el crepúsculo.
No pasa nada.
La muerte llegó.
(1937)
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas»,
de Miranda de Ebro, padre y hombre,
marido y hombre, ferroviario y hombre,
padre y más hombre. Pedro y sus dos muertes.
Pluma de carne, lo han matado: ¡pasa!
¡Abisa a todos compañeros pronto!
lo han matado;
¡lo han matado al pie de su dedo grande!
¡Han matado, a la vez, a Pedro, a Rojas!
a la cabecera de su aire escrito!
¡Viban con esta b del buitre en las entrañas
de Pedro
y de Rojas, del héroe y del mártir!
Registrándole, muerto, sorprendiéronle
en su cuerpo un gran cuerpo, para
el alma del mundo,
y en la chaqueta una cuchara muerta.
entre las criaturas de su carne, asear, pintar
la mesa y vivir dulcemente
en representación de todo el mundo.
Y esta cuchara anduvo en su chaqueta,
despierto o bien cuando dormía, siempre,
cuchara muerta viva, ella y sus símbolos.
¡Abisa a todos compañeros pronto!
¡Viban los compañeros al pie de esta cuchara para siempre!
a Pedro, a Rojas, al obrero, al hombre, a aquel
que nació muy niñín, mirando al cielo,
y que luego creció, se puso rojo
y luchó con sus células, sus nos, sus todavías, sus hambres, sus pedazos.
entre el cabello de su mujer, la Juana Vázquez,
a la hora del fuego, al año del balazo
y cuando andaba cerca ya de todo.
se levantó, besó su catafalco ensangrentado,
lloró por España
y volvió a escribir con el dedo en el aire:
«¡Viban los compañeros! Pedro Rojas».
César Vallejo
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignò Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñò el secreto de la filantropía.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansiòn que habitò,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
tantas represalias, tanto peligro,
resurge en otro el viejo amigo
nunca perdido, siempre reencontrado.
con ojos que contienen la mirada antigua
siempre conmigo un poco tribulado
y como siempre singular conmigo.
sabiendo moverse y conmoverse
y a disfrazar con mi propio engaño.
que sólo se va al ver otro nacer
y el espejo de mi alma multiplica.
Yo no sé lo que es 'el mar'...
'La mar' sí que sé lo que es...
No digáis 'el mar', amigos,
porque 'la mar' es mujer...
Amante del pescador,
amiga del timonel,
esposa que siempre aguarda,
novia y hermana a la vez...
hembra de espuma que tienta
con sus olas en vaivén...,
sirena de blanco nácar
-mitad niña, mitad pez-
que a los hombres de la orilla
les tiende su verde red...
Quienes la llaman 'el mar'
de tierra adentro han de ser,
hombres sin brújula, ciegos
de su gracia, que no ven...
Yo, que he nacido a su vera
y mil veces la crucé,
niño almirante de sueños
en mi barco de papel
y, hombre ya, sobre los buques
gigantes, de ella a través...
Yo, que respiro su brisa
y esclavo soy de su ley,
y he crecido entre sus velas
y morir quiero a sus pies...
Si voy a bordo del verso,
con mi nombre -Rafael-
en el mascarón de proa
de mi mañana y mi ayer...
Si el coral mediterráneo
de sus labios mío fue
y amo sus besos de brea
en el oro de mi piel...
Si he bebido su salitre bajo el sol de los Roger
-de Lauria y de Flor, marinos
en la estela de la Fe...
Si es castigo a sus espaldas
vivir, para mí, y no ver
los cambiantes con que juega
la esmeralda de su tez..
Si esto que siento por ella
como entraña de mi ser
es amor y yo soy hombre,
¿cómo -¡oh, mar!- la nombraré?
Yo no sé lo que es 'el mar'...
'La mar' sí que sé lo que es...
No digáis 'el mar', amigos,
¡porque 'la mar'...es mujer!
Rafael Duyos
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con sangre se ahonda.
¿ Qué lucientes materias duraderas te han hecho,
corazón de alborada, carnación matutina ?
Yo no quiero más día que el que exhala tu pecho.
Tu sangre es la mañana que jamás se termina.
No hay más luz que tu cuerpo, no hay más sol: todo ocaso.
Yo no veo las cosas a otra luz que tu frente.
La otra luz es fantasma, nada más, de tu paso.
Tu insondable mirada nunca gira al poniente.
Claridad sin posible declinar.Suma esencia del fulgor que ni cede ni abandona la cumbre.
Juventud.Limpidez.Claridad.Transparencia
acercando los astros más lejanos de lumbre.
Claro cuerpo moreno de calor fecundante.
Hierba negra el origen; hierba negra las sienes.
Trago negro los ojos, la mirada distante.
Día azul.Noche clara.Somra clara que vienes.
Yo no quiero más luz que tu sombra dorada
donde brotan anillos de una hierba sombría.
En mi sangre, fielmente por tu cuerpo abrasada,
para siempre es de noche: para siempre es de día.
Miguel Hernández
Un abrazo
Santoral del sábado: Betty, Lola, Margot, vírgenes perpetuas, reconstruidas, mártires provisorias llenas de gracia, manantiales de generosidad.
Das al placer, oh puta redentora del mundo, y nada pides a cambio sino unas monedas miserables. No exiges ser amada, respetada, atendida, ni imitas a las esposas con los lloriqueos, las reconvenciones y los celos. No obligas a nadie a la despedida ni a la reconciliación; no chupas la sangre ni el tiempo; eres limpia de culpa; recibes en tu seno a los pecadores, escuchas las palabras y los sueños, sonríes y besas. Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.
No engañas a nadie, eres honesta, íntegra, perfecta; anticipas tu precio, te enseñas; no discriminas a los viejos, a los criminales, a los tontos, a los de otro color; soportas las agresiones del orgullo, las asechanzas de los enfermos; alivias a los impotentes, estimulas a los tímidos, complaces a los hartos, encuentras la fórmula de los desencantados. Eres la confidente del borracho, el refugio del perseguido, el lecho del que no tiene reposo.
Has educado tu boca y tus manos, tus músculos y tu piel, tus vísceras y tu alma. Sabes vestir y desvestirte, acostarte, moverte. Eres precisa en el ritmo, exacta en el gemido, dócil a las maneras del amor.
Eres la libertad y el equilibrio; no sujetas ni detienes a nadie; no sometes a los recuerdos ni a la espera. Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.
En el lugar en que oficias a la verdad y a la belleza de la vida, ya sea el burdel elegante, la casa discreta o el camastro de la pobreza, eres lo mismo que una lámpara y un vaso de agua y un pan.
Oh puta amiga, amante, amada, recodo de este día de siempre, te reconozco, te canonizo a un lado de los hipócritas y de los perversos, te doy todo mi dinero, te corono con hojas de yerba y me dispongo a aprender de ti todo el tiempo.
Jaime Sabines
pd.:Aqui no hay rima y te puedes ir a la mierda bruja maldita (eso lo digo yo, no Sabines)
[FONT=arial,helvetica]D[/FONT][FONT=arial,helvetica]E tantos hombres que soy, que somos, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]no puedo encontrar a ninguno:[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se me pierden bajo la ropa, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se fueron a otra ciudad.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Cuando todo está preparado [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]para mostrarme inteligente [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]el tonto que llevo escondido [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se toma la palabra en mi boca.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Otras veces me duermo en medio [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]de la sociedad distinguida [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y cuando busco en mí al valiente, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]un cobarde que no conozco [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]corre a tomar con mi esqueleto [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]mil deliciosas precauciones.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Cuando arde una casa estimada [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]en vez del bombero que llamo[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]se precipita el incendiario [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y ése soy yo. No tengo arreglo. [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Qué debo hacer para escogerme?[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Cómo puedo rehabilitarme? [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Todos los libros que leo [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]celebran héroes refulgentes [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]siempre seguros de sí mismos:[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me muero de envidia por ellos, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]en los filmes de vientos y balas[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me quedo envidiando al jinete, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me quedo admirando al caballo.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Pero cuando pido al intrépido [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]me sale el viejo perezoso, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y así yo no sé quién soy, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]no sé cuántos soy o seremos. [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Me gustaría tocar un timbre [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y sacar el mí verdadero [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]porque si yo me necesito [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]no debo desaparecerme.[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]Mientras escribo estoy ausente [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y cuando vuelvo ya he partido:[/FONT]
[FONT=arial,helvetica]voy a ver si a las otras gentes [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]les pasa lo que a mí me pasa, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]si son tantos como soy yo, [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]si se parecen a sí mismos [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]y cuando lo haya averiguado [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]voy a aprender tan bien las cosas [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]que para explicar mis problemas [/FONT]
[FONT=arial,helvetica]les hablaré de geografía.[/FONT]
Pablo Neruda
No me dan pena los burgueses vencidos.
Y cuando pienso que van a dar me pena,
Aprieto bien los dientes, y cierro bien los ojos.
Pienso en mis largos días sin zapatos ni rosas,
Pienso en mis largos días sin sombrero ni nubes,
Pienso en mis largos días sin camisa ni sueños,
Pienso en mis largos días con mi piel prohibida,
Pienso en mis largos días y,
No pase, por favor, esto es un club.
La nómina está llena.
No hay pieza en el hotel.
El señor ha salido.
Se busca una muchacha.
Fraude en las elecciones.
Gran baile para ciegos.
Cayó el premio mayor en Santa Clara.
Tómbola para huérfanos.
El caballero está en París.
La señora marquesa no recibe.
En fin, y
Que todo lo recuerdo y como todo lo recuerdo,
¿Qué carajo me pide usted que haga?
Además, pregúnteles,
Estoy seguro de que también
Recuerdan ellos.
Nicolás Guillén
¿oyes ese ruido?
son ellos
ellos que no dejan de llegar interminables
por los cuatro costados
ojo descolgado babas el pie en el aire
y el ruido feroz que salta de sus manos
y los envuelve como fuego
puertas cerradas ventanas cerradas nadie en la calle
son la cohorte de los apestados los mendicantes
los que hacen sonar entre sus dedos
poemas de amor no atendido
tablillas de San Lázaro
Rosella di Paolo
A Carmela la peruana
Una luz de jacinto me ilumina la mano
al escribir tu nombre de tinta y cabellera
y en la neutra ceniza de mi verso quisiera
silbo de luz y arcilla de caliente verano.
Un Apolo de hueso borra el cauce inhumano
donde mi sangre teje juncos de primavera,
aire débil de alumbre y aguja de quimera
pone loco de espigas el silencio del grano.
En este duelo a muerte por la virgen poesía,
duelo de rosa y verso, de número y locura,
tu regalo semeja sol y vieja alegría.
¡Oh pequeña morena de delgada cintura!
¡Oh Perú de metal y de melancolía!
¡Oh España, o luna muerta sobre la piedra dura!
Federico García Lorca
Tal vez mañana los poetas pregunten
por qué no celebramos la gracia de las muchachas;
quizá mañana los poetas pregunten
por qué nuestros poemas
eran largas avenidas por donde venía la ardiente cólera.
Yo respondo: por todas partes se oía llanto,
por todas partes nos cercaba un muro de olas negras.
Iba a ser la poesía
una solitaria columna de rocio?
Tenía que ser un relampago perpetuo.
Yo os digo:
mientras alguien padezca,
la rosa no podrá ser bella;
mientras alguien mire el pan con envidia,
el trigo no podra dormir;
mientras los mendigos lloren de frio en la noche,
mi corazón no sonreirá.
Matad la tristeza, poetas.
Matemos a la tristeza con un palo.
Hay cosas mas altas
que llorar el amor de tardes perdidas:
el rumor de un pueblo que despierta,
eso es mas bello que el rocío.
El metal resplandeciente de su cólera,
eso es mas bello que la luna.
Un hombre verdaderamente libre,
eso es mas bello que el diamante.
Porque el hombre ha despertado,
y el fuego ha huido de su carcel de ceniza
para quemar el mundo donde estuvo la tristeza.
Manuel Scorza
[OCULTAR](Venga, querías Sor Juana, no?)[/OCULTAR]
Ya que para despedirme,
dulce idolatrado dueño,
ni me da licencia el llanto
ni me da lugar el tiempo,
háblente los tristes rasgos,
entre lastimosos ecos,
de mi triste pluma, nunca
con más justa causa negros.
Y aun ésta te hablará torpe
con las lágrimas que vierto,
porque va borrando el agua
lo que va dictando el fuego.
Hablar me impiden mis ojos;
y es que se anticipan ellos,
viendo lo que he de decirte,
a decírtelo primero.
Oye la elocuencia muda
que hay en mi dolor, sirviendo
los suspiros, de palabras,
las lágrimas, de conceptos.
Mira la fiera borrasca
que pasa en el mar del pecho,
donde zozobran, turbados,
mis confusos pensamientos.
Mira cómo ya el vivir
me sirve de afán grosero;
que se avergüenza la vida
de durarme tanto tiempo.
Mira la muerte, que esquiva
huye porque la deseo;
que aun la muerte, si es buscada,
se quiere subir de precio.
Mira cómo el cuerpo amante,
rendido a tanto tormento,
siendo en lo demás cadáver,
sólo en el sentir es cuerpo.
Mira cómo el alma misma
aun teme, en su ser exento,
que quiera el dolor violar
la inmunidad de lo eterno.
En lágrimas y suspiros
alma y corazón a un tiempo,
aquél se convierte en agua,
y ésta se resuelve en viento.
Ya no me sirve de vida
esta vida que poseo,
sino de condición sola
necesaria al sentimiento.
Mas, por qué gasto razones
en contar mi pena y dejo
de decir lo que es preciso,
por decir lo que estás viendo?
En fin, te vas, ay de mi!
Dudosamente lo pienso:
pues si es verdad, no estoy viva,
y si viva, no lo creo.
Posible es que ha de haber día
tan infausto, funesto,
en que sin ver yo las tuyas
esparza sus luces Febo?
Posible es que ha de llegar
el rigor a tan severo,
que no ha de darle tu vista
a mis pesares aliento?
Ay, mi bien, ay prenda mía,
dulce fin de mis deseos!
Por qué me llevas el alma,
dejándome el sentimiento?
Mira que es contradicción
que no cabe en un sujeto,
tanta muerte en una vida,
tanto dolor en un muerto.
Mas ya que es preciso, ay triste!,
en mi infeliz suceso,
ni vivir con la esperanza,
ni morir con el tormento,
dame algún consuelo tú
en el dolor que padezco;
y quien en el suyo muere,
viva siquiera en tu pecho.
No te olvides que te adoro,
y sírvante de recuerdo
las finezas que me debes,
si no las prendas que tengo.
Acuérdate que mi amor,
haciendo gala de riesgo,
sólo por atropellarlo
se alegraba de tenerlo.
Y si mi amor no es bastante,
el tuyo mismo te acuerdo,
que no es poco empeño haber
empezado ya en empeño.
Acuérdate, señor mío,
de tus nobles juramentos;
y lo que juró la boca
no lo desmientan tus hechos.
Y perdona si en temer
mi agravio, mi bien, te ofendo,
que no es dolor, el dolor
que se contiene atento.
Y adiós; que con el ahogo
que me embarga los alientos,
ni sé ya lo que te digo
ni lo que te escribo leo.
Cómo te quiero Juana, cómo te quiero Juana!!!
Sentimientos de ausente
Amado dueño mío,
Escucha un rato mis cansadas quejas,
Pues del viento las fío,
Que breve las conduzca a tus orejas,
Si no se desvanece el triste acento
Como mis esperanzas en el viento.
Óyeme con los ojos,
Ya que están tan distantes los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis gemidos;
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
Óyeme sordo, pues me quejo muda.
[...]
Mas ¿cuándo ¡ay gloria mía!
Mereceré gozar tu luz serena?
¿cuándo llegará el día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿cuándo veré tus ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo tu voz sonora
herirá mis oídos delicada,
y el alma que te adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirte con amante prisa
saldrá a los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz hermosa
revestirá de gloria mis sentidos?
¿y cuándo yo dichosa,
mis suspiros daré por bien perdidos,
teniendo en poco el precio de mi llanto?
Que tanto ha de penar quien goza tanto.
¿Cuándo de tu apacible
rostro alegre veré el semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma inexplicable?
Que mal se ceñirá a lo definido
Lo que no cabe en todo lo sentido.
Ven, pues, mi prenda amada,
Que ya fallece mi cansada vida
De esta ausencia pesada;
Ven, pues, que mientras tarda tu venida,
Aunque me cueste su verdor enojos,
Regaré mi esperanza con mis ojos.
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mi muerte en lo lejano de tu sueño[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]JUAN RAMÓN JIMÉNEZ[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras llamas por teléfono[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Y otros te contemplan.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras tocas con la mano derecha[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]El Concierto en Sol para la mano izquierda[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras observas el film[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con indiferencia no estudiada.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras paseas la playa[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Con las joyas de este Invierno.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras la mitad de tu nombre[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Basta para alejar el mal.[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras vives sin preguntarte,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Mientras oyes tus canciones,[/FONT]
[FONT=Verdana, Arial, Helvetica, sans-serif]Yo escribo, extrañando.[/FONT]
Luis Hernández
Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría.
Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.
Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.
Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río,
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.
Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.
Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.
Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.
Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.
Por el cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.
Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.
MIGUEL HERNÁNDEZ
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre,
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria,
San Silvestre.
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión;
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para
Salomón.
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur;
y colgada sobre el pecho resplandece la divina
Cruz del Sur.
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero?
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco
del Arquero.
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar;
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno
y le cubre los riñones el vellón azul del mar.
Como un hogar humilde que se apaga.
Quedan algunas brasas.
Hace llorar de lástima.
Hoja marchita y negra en cada rama!
Lejos, la sombra del amor te aguarda.
quien no lee, quien no escucha música,
quien no halla encanto en si mismo.
quien no se deja ayudar.
quien no cambia de rutina,
no se arriesga a vestir un nuevo color
o no conversa con desconocidos.
Y su remolino de emociones,
Aquellas que rescatan el brillo en los ojos
y los corazones decaidos.
Quien no arriesga lo seguro por lo incierto
para ir detrás de un sueño,
quien no se permite al menos una vez en la vida huir de los consejos sensatos…
¡Vive hoy! - ¡Haz hoy!
¡Ariesga hoy!
¡No te dejes morir lentamente!
¡No te olvides de ser feliz!
Desconozco quien sea el verdadero autor
Ingenua; su ironía
Amable: su risueño y apacible candor.
¡Gran ofrenda la suya! Pero tú, madre mía,
Tú me hiciste el regalo de tu suave dolor.
El anhelo nervioso e incansable de amar;
Las recónditas ansias de creer; la dulzura
De sentir la belleza de la vida, y soñar.
-El gozoso y el triste- en una hora de amor,
Nació mi alma inarmónica; pero tú, madre, eres
Quien me ha dado el secreto de la paz interior.
Va, doliente, el espíritu; desesperado no.
La placidez alegre poco a poco se agota;
Mas sobre la sonrisa que me dio el padre, brota
De mis ojos la lágrima que la madre me dio.
Como, en la orilla, el caracol al mar.
Oigo mi corazón latir sangrando
Y siempre y nunca igual.
Sé por qué late así, pero no puedo
Decir por qué será.
De palabras y engaños al azar,
Llegaría, temblando de sorpresa,
A inventar la verdad:
¡Cuando fingí quererte, no sabía
Que te quería ya!
Ya no compartirás la clara luna
Ni los lentos jardines. Ya no hay una
Luna que no sea espejo del pasado,
Adiós las mutuas manos y las sienes
Que acercaba el amor. Hoy solo tienes
La fiel memoria y los desiertos días.
Sino lo que no tiene y no ha tenido
Nunca, pero no basta ser valiente
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
Un instante cualquiera es más profundo
Y diverso que el mar. La vida es corta
Oscura maravilla nos acecha,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
Que nos libra del sol y de la luna
Y me quitaste debe ser borrada;
Lo que era todo tiene que ser nada.
Esa vana costumbre que me inclina
Al sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Jorge Luis Borges
[OCULTAR]No ves que no, estúpida?? ¬¬[/OCULTAR]
Jacob
Noche a noche combato con el ángel,
y llevo impresas las forzudas manos
y hay zonas de dolor por mis costados.
Tiemblo al nacer la noche de la tarde,
y entra sed de cuchillo por mis flancos,
y ando confuso y temeroso ando.
Quiere correr a consunción mi sangre
y aunque sé que en su busca me deshago,
otra vez lo persigo y lo reclamo.
Bajo las contorsiones del gigante,
aúllo a veces -oh enemigo blanco-
y dentro de mí mismo estoy cantando.
¡Oh sombra musculosa, oh nube grave!
Derrótame una vez para que caiga,
o de una vez rómpeme el pecho y ábreme
entre los dos reflejos de tu espada.
Alfonso Reyes