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Comentarios

  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    La Saeta
    ¡Oh, la saeta, el cantar
    al Cristo de los gitanos,
    siempre con sangre en las manos,
    siempre por desenclavar!
    ¡Cantar del pueblo andaluz,
    que todas las primaveras
    anda pidiendo escaleras
    para subir a la cruz!
    ¡Cantar de la tierra mía,
    que echa flores
    al Jesús de la agonía,
    y es la fe de mis mayores!
    ¡Oh, no eres tú mi cantar!
    ¡No puedo cantar, ni quiero
    a ese Jesús del madero,
    sino al que anduvo en el mar!
    Antonio Machado
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Cerrar podrá mis ojos la postrera
    sombra que me llevare el blanco día,
    y podrá desatar esta alma mía
    hora a su afán ansioso lisonjera;
    mas no, de esotra parte, en la ribera,
    dejará la memoria, en donde ardía:
    nadar sabe mi llama la agua fría,
    y perder el respeto a ley severa.
    Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
    venas que humor a tanto fuego han dado,
    medulas que han gloriosamente ardido:
    su cuerpo dejará no su cuidado;
    serán ceniza, mas tendrá sentido;
    polvo serán, mas polvo enamorado.
    Francisco de Quevedo
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    A LA MUERTE DE RUBÉN DARÍO


    Si era toda en tu verso la armonía del mundo,
    ¿dónde fuiste, Darío, la armonía a buscar?
    Jardinero de Hesperia, ruiseñor de los mares,
    corazón asombrado de la música astral,

    ¿te ha llevado Dionysos de su mano al infierno
    y con las nuevas rosas triunfantes volverás?
    ¿Te han herido buscando la soñada Florida,
    la fuente de la eterna juventud, capitán?

    Que en esta lengua madre la clara historia quede;
    corazones de todas las Españas, llorad.
    Rubén Darío ha muerto en sus tierras de Oro,
    esta nueva nos vino atravesando el mar.

    Pongamos, españoles, en un severo mármol,
    su nombre, flauta y lira, y una inscripción no más:
    Nadie esta lira pulse, si no es el mismo Apolo,
    nadie esta flauta suene, si no es el mismo Pan.

    firma0am.gif
    Antonio Machado, 1916
  • GaltzagorriGaltzagorri Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2011
    Nire aitaren etxea
    Nire aitaren etxea

    defendituko dut.
    Otsoen kontra,
    sikatearen kontra,
    lukurreiaren kontra,
    justiziaren kontra,
    defenditu
    eginen dut
    nire aitaren etxea.
    Galduko ditut
    aziendak,
    soloak,
    pinudiak;
    galduko ditut
    korrituak,
    errenteak,
    interesak,
    baina nire aitaren etxea defendituko dut.
    Harmak kenduko dizkidate,
    eta eskuarekin defendituko dut
    nire aitaren etxea;
    eskuak ebakiko dizkidate,
    eta besoarekin defendituko dut
    nire aitaren etxea;
    besorik gabe,
    sorbaldik gabe,
    bularrik gabe
    utziko naute,
    eta arimarekin defendituko dut
    nire aitaren etxea.
    Ni hilen naiz,
    nire arima galduko da,
    nire askazia galduko da,
    baina nire aitaren etxeak
    iraunen du
    zutik.

    Gabriel Aresti

    La casa de mi padre
    Defenderé
    la casa de mi padre.
    Contra los lobos,
    contra la sequía,
    contra la usura,
    contra la justicia,
    defenderé
    la casa
    de mi padre.
    Perderé
    los ganados,
    los huertos,
    los pinares;
    perderé
    los intereses,
    las rentas,
    los dividendos,
    pero defenderé la casa de mi padre.
    Me quitarán las armas
    y con las manos defenderé
    la casa de mi padre;
    me cortarán las manos
    y con los brazos defenderé
    la casa de mi padre;
    me dejarán
    sin brazos,
    sin hombros
    y sin pechos,
    y con el alma defenderé
    la casa de mi padre.
    Me moriré,
    se perderá mi alma,
    se perderá mi prole,
    pero la casa de mi padre
    seguirá
    en pie.


    Gabriel Aresti
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Pon en mi pecho, niña, pon tu mano....
    Heinrich Heine
    Pon en mi pecho, niña, pon tu mano.
    ¿No sientes dentro lúgubre inquietud?
    Es que .en el alma llevo un artesano
    que se pasa clavando mi ataúd.
    Trabaja sin descanso todo el día;
    y en la noche trabaja sin cesar;
    que acabes pronto, maestro, mi alma ansía,
    y me dejes en calma descansar.
    Versión de Vicente Huidobro
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Cuando éramos niños
    los viejos tenían como treinta
    un charco era un océano
    la muerte lisa y llana
    no existía.
    luego cuando muchachos
    los viejos eran gente de cuarenta
    un estanque era un océano
    la muerte solamente
    una palabra
    ya cuando nos casamos
    los ancianos estaban en los cincuenta
    un lago era un océano
    la muerte era la muerte
    de los otros.
    ahora veteranos
    ya le dimos alcance a la verdad
    el océano es por fin el océano
    pero la muerte empieza a ser
    la nuestra.
    Mario Benedetti
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    Soneto
    Ese perfume de tu piel que inunda
    los poros de la mía si te abrazo,
    deja en mi sueño el venturoso trazo
    del rosal que, a mi mano se fecunda....
    Otra cosa no soy, si no profunda
    semilla, polen sobre tu regazo,
    estambre de clavel que aprieta el lazo
    que te injerta a mi carne vagabunda...
    Hueles, Amor, igual que los jardines
    de mi Levante moro de azahares....
    Hueles, Amor, a algas de mis mares
    revolcada en la arena entre jazmines...
    Y a nardo, a muerta, a estío en los pinares
    ¡y a la espuma que anuncia a los delfines!
    Rafael Duyos
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    Itaca

    Cuando emprendas tu viaje a Itaca
    pide que el camino sea largo,
    lleno de aventuras, lleno de experiencias.
    No temas a los lestrigones ni a los cíclopes
    ni al colérico Poseidón,
    seres tales jamás hallarás en tu camino,
    si tu pensar es elevado, si selecta
    es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
    Ni a los lestrigones ni a los cíclopes
    ni al salvaje Poseidón encontrarás,
    si no los llevas dentro de tu alma,
    si no los yergue tu alma ante ti.
    Pide que el camino sea largo.
    Que muchas sean las mañanas de verano
    en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
    a puertos nunca vistos antes.
    Detente en los emporios de Fenicia
    y hazte con hermosas mercancías,
    nácar y coral, ámbar y ébano
    y toda suerte de perfumes sensuales,
    cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
    Ve a muchas ciudades egipcias
    a aprender, a aprender de sus sabios.
    Ten siempre a Itaca en tu mente.
    Llegar allí es tu destino.
    Mas no apresures nunca el viaje.
    Mejor que dure muchos años
    y atracar, viejo ya, en la isla,
    enriquecido de cuanto ganaste en el camino
    sin aguantar a que Itaca te enriquezca.
    Itaca te brindó tan hermoso viaje.
    Sin ella no habrías emprendido el camino.
    Pero no tiene ya nada que darte.
    Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
    Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
    entenderás ya qué significan las Itacas.

    Konstantinos Kavafis
  • Ignatius ReillyIgnatius Reilly Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado septiembre 2011
    Corriendo van por la vega
    a las puertas de Granada
    hasta cuarenta gomeles
    y el capitán que los manda.
    Al entrar en la ciudad,
    parando su yegua blanca,
    le dijo éste a una mujer
    que entre sus brazos lloraba:
    «Enjuga el llanto, cristiana
    no me atormentes así,
    que tengo yo, mi sultana,
    un nuevo Edén para ti.
    Tengo un palacio en Granada,
    tengo jardines y flores,
    tengo una fuente dorada
    con más de cien surtidores,
    y en la vega del Genil
    tengo parda fortaleza,
    que será reina entre mil
    cuando encierre tu belleza.
    Y sobre toda una orilla
    extiendo mi señorío;
    ni en Córdoba ni en Sevilla
    hay un parque como el mio.
    Allí la altiva palmera
    y el encendido granado,
    junto a la frondosa higuera,
    cubren el valle y collado.
    Allí el robusto nogal,
    allí el nópalo amarillo,
    allí el sombrío moral
    crecen al pie del castillo.
    Y olmos tengo en mi alameda
    que hasta el cielo se levantan
    y en redes de plata y seda
    tengo pájaros que cantan.
    Y tú mi sultana eres,
    que desiertos mis salones
    están, mi harén sin mujeres,
    mis oídos sin canciones.
    Yo te daré terciopelos
    y perfumes orientales;
    de Grecia te traeré velos
    y de Cachemira chales.
    Y te dará blancas plumas
    para que adornes tu frente,
    más blanca que las espumas
    de nuestros mares de Oriente.
    Y perlas para el cabello,
    y baños para el calor,
    y collares para el cuello;
    para los labios... ¡amor!»
    «¿Qué me valen tus riquezas
    -respondióle la cristiana-,
    si me quitas a mi padre,
    mis amigos y mis damas?
    Vuélveme, vuélveme, moro
    a mi padre y a mi patria,
    que mis torres de León
    valen más que tu Granada.»
    Escuchóla en paz el moro,
    y manoseando su barba,
    dijo como quien medita,
    en la mejilla una lágrima:
    «Si tus castillos mejores
    que nuestros jardines son,
    y son más bellas tus flores,
    por ser tuyas, en León,
    y tú diste tus amores
    a alguno de tus guerreros,
    hurí del Edén, no llores;
    vete con tus caballeros.»
    Y dándole su caballo
    y la mitad de su guardia,
    el capitán de los moros
    volvió en silencio la espalda.
    Jose Zorrilla
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    Poemas de Al Mutamid (1040-1095)


    La amada

    ¡Oh mi elegida entre todos los seres humanos!
    ¡Oh Estrella! ¡Oh luna!
    ¡Oh rama cuando camina,
    oh gacela cuando mira!
    ¡Oh aliento del jardín, cuando
    le agita la brisa de la aurora!
    ¡Oh dueña de una mirada lánguida,
    que me encadena!
    ¿Cuándo me curaré? ¡Por ti daría la vista y el oído!
    Tu frescor aliviaría
    la oscuridad de mi corazón.
    La noche de tu ausencia es larga
    ¡Que nuestro abrazo de amor sea como el alba!



    Amor onírico

    Te he visto en sueños en mi lecho
    y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada,
    era como si me abrazases y sintieses
    el amor y el desvelo que yo siento,
    es como si te besase los labios, la nuca,
    las mejillas, y lograse mi deseo.
    ¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen
    en sueños, a intervalos, no dormiría más.


    Carta

    Te escribo consciente de que estás lejos de mí,
    y en mi corazón, la congoja de la tristeza;
    no escriben los cálamos sino mis lágrimas
    que trazan un escrito de amor sobre la página de la mejilla;
    si no lo impidiera la gloria, te visitaría apasionado
    y a escondidas, como visita el rocío los pétalos de la rosa;
    Te besaría los labios rojos bajo el velo
    y te abrazaría del cinturón al collar;
    ¡Ausente de mi lado, estás junto a mí!
    Si de mis ojos estás ausente, no de mi corazón.
    ¡Cumple la promesa que nos hicimos, pues yo,
    tú lo sabes, cumplo mi parte!

  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    Condena

    A trabajos forzados me condena
    mi corazón, del que te di la llave.
    No quiero yo tormento que se acabe,
    y de acero reclamo mi cadena.
    Ni concibe mi mente mayor pena
    que libertad sin beso que la trabe,
    ni castigo concibe menos grave
    que una celda de amor contigo llena.
    No creo en más infierno que tu ausencia.
    Paraíso sin ti, yo lo rechazo.
    Que ningún juez declare mi inocencia,
    porque, en este proceso a largo plazo
    buscaré solamente la sentencia
    a cadena perpetua de tu abrazo.

    Antonio Gala Velasco
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Los ultimos de Shaianti y de Ignacio estuvieron realmente espectaculares.

    Si

    Rudyard Kipling

    Si puedes mantener la cabeza cuando todo a tu alrededor
    pierde la suya y por ello te culpan,
    si puedes confiar en ti cuando de ti todos dudan,
    pero admites también sus dudas;
    si puedes esperar sin cansarte en la espera,
    o ser mentido, no pagues con mentiras,
    o ser odiado, no des lugar al odio,
    y -aun- no parezcas demasiado bueno, ni demasiado sabio.

    Si puedes soñar -y no hacer de los sueños tu maestro,
    si puedes pensar -y no hacer de las ideas tu objetivo,
    si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre
    y tratar de la misma manera a los dos farsantes;
    si puedes admitir la verdad que has dicho
    engañado por bribones que hacen trampas para tontos.
    O mirar las cosas que en tu vida has puesto, rotas,
    y agacharte y reconstruirlas con herramientas viejas.

    Si puedes arrinconar todas tus victorias
    y arriesgarlas por un golpe de suerte,
    y perder, y empezar de nuevo desde el principio
    y nunca decir nada de lo que has perdido;
    si puedes forzar tu corazón y nervios y tendones
    para jugar tu turno tiempo después de que se hayan gastado.
    Y así resistir cuando no te quede nada
    excepto la Voluntad que les dice: «Resistid».
    Si puedes hablar con multitudes y mantener tu virtud,
    o pasear con reyes y no perder el sentido común,
    si los enemigos y los amigos no pueden herirte,
    si todos cuentan contigo, pero ninguno demasiado;
    si puedes llenar el minuto inolvidable
    con los sesenta segundos que lo recorren.
    Tuya es la Tierra y todo lo que en ella habita,
    y -lo que es más-, serás Hombre, hijo.

    Versión de Luis Cremades
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado septiembre 2011
    Hola Juancho, podemos pegar soledades;):p:p:):D
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    amparo bonilla escribió : »
    Hola Juancho, podemos pegar soledades;):p:p:):D


    Tenemos el foro para los dos solitos...
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado septiembre 2011
    si, podiamos jugar a las escondidillas:eek::D:p:)
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    amparo bonilla escribió : »
    si, podiamos jugar a las escondidillas:eek::D:p:)

    Amparo, el tigre por donde anda?

    Yo creo que lo haz dormido

    Para estar a tono te dejo esto:

    LA CASADA INFIEL
    .
    [SIZE=+1]Y que yo me la llevé al río[/SIZE]

    [SIZE=+1]creyendo que era mozuela,[/SIZE]
    [SIZE=+1]pero tenía marido,[/SIZE]
    [SIZE=+1]Fue la noche de Santiago[/SIZE]
    [SIZE=+1]y casi por compromiso.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Se apagaron los faroles[/SIZE]
    [SIZE=+1]y se encendieron los grillos.[/SIZE]
    [SIZE=+1]En las últimas esquinas[/SIZE]
    [SIZE=+1]toqué sus pechos dormidos,[/SIZE]
    [SIZE=+1]y se me abrieron de pronto[/SIZE]
    [SIZE=+1]como ramos de jacintos.[/SIZE]
    [SIZE=+1]El almidón de su enagua[/SIZE]
    [SIZE=+1]me sonaba en el oído[/SIZE]
    [SIZE=+1]como una pieza de seda[/SIZE]
    [SIZE=+1]rasgada por diez cuchillos.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Sin luz de plata en sus copas[/SIZE]
    [SIZE=+1]los árboles han crecido,[/SIZE]
    [SIZE=+1]y un horizonte de perros[/SIZE]
    [SIZE=+1]ladra muy lejos del río.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Pasadas las zarzamoras,[/SIZE]
    [SIZE=+1]los juncos y los espinos,[/SIZE]
    [SIZE=+1]bajo su mata de pelo[/SIZE]
    [SIZE=+1]hice un hoyo sobre el limo.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Yo me quité la corbata.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Ella se quitó el vestido.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Yo, el cinturón con revolver.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Ella, sus cuatro corpiños.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Ni nardos ni caracolas[/SIZE]
    [SIZE=+1]tienen el cutis tan fino,[/SIZE]
    [SIZE=+1]ni los cristales con luna[/SIZE]
    [SIZE=+1]relumbran con ese brillo.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Sus muslos se me escapaban[/SIZE]
    [SIZE=+1]como peces sorprendidos,[/SIZE]
    [SIZE=+1]la mitad llenos de lumbre,[/SIZE]
    [SIZE=+1]la mitad llenos de frío.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Aquella noche corrí[/SIZE]
    [SIZE=+1]el mejor de los caminos,[/SIZE]
    [SIZE=+1]montado en potra de nácar[/SIZE]
    [SIZE=+1]sin bridas y sin estribos.[/SIZE]
    [SIZE=+1]No quiero decir, por hombre,[/SIZE]
    [SIZE=+1]las cosas que ella me dijo[/SIZE]
    [SIZE=+1]la luz del entendimiento[/SIZE]
    [SIZE=+1]me hace ser muy comedido.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Sucia de besos y arena,[/SIZE]
    [SIZE=+1]yo me la llevé del río.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Con el aire se batían[/SIZE]
    [SIZE=+1]las espadas de los lirios.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Me porté como quien soy.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Como un gitano legítimo.[/SIZE]
    [SIZE=+1]Le regalé un costurero[/SIZE]
    [SIZE=+1]grande, de raso pajizo,[/SIZE]
    [SIZE=+1]y no quise enamorarme[/SIZE]
    [SIZE=+1]porque teniendo marido[/SIZE]
    [SIZE=+1]me dijo que era mozuela[/SIZE] [SIZE=+1]cuando la llevaba al río.[/SIZE]

    Federico García Lorca
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado septiembre 2011
    jajajaja, gracías por la dedicatoria, pero el tigre anda en otros brazos que no son los mios, :):):p;)
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Mujer y gata


    La sorprendí jugando con su gata,

    Y contemplar causóme maravilla
    La mano blanca con la blanca pata,
    De la tarde a la luz que apenas brilla.

    ¡Como supo esconder la mojigata,
    Del mitón tras la negra redecilla,
    La punta de marfil que juega y mata,
    Con acerados tintes de cuchilla!

    Melindrosa a la par por su compañera
    Ocultaba también la garra fiera;
    Y al rodar abrazadas por la alfombra,

    Un sonoro reír cruzó el ambiente
    Del salón... y brillaron de repente
    ¡Cuatro puntos de fósforo en la sombra!
    Paul Marie Verlaine
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Yo tenía doce años

    Yo tenía doce años; dieciséis ella al menos.

    Alguien que era mayor cuando yo era pequeño.
    Al caer de la tarde, para hablarle a mis anchas,
    Esperaba el momento en que se iba su madre;
    Luego con una silla me acercaba a su silla,
    Al caer de la tarde, para hablarle a mis anchas.
    ¡Cuánta flor la de aquellas primaveras marchitas,
    Cuánta hoguera sin fuego, cuánta tumba cerrada!
    ¿Quién se acuerda de aquellos corazones de antaño?
    ¿Quién se acuerda de rosas florecidas ayer?
    Yo sé que ella me amaba. Yo la amaba también.
    Fuimos dos niños puros, dos perfumes, dos luces.
    Ángel, hada y princesa la hizo Dios. Dado que era
    Ya persona mayor, yo le hacía preguntas
    De manera incesante por el solo placer
    De decirle: ¿por qué?, y recuerdo que a veces,
    Temerosa, evitaba la mirada pletórica
    De mis sueños, y entonces se quedaba abstraída.
    Yo quería lucir mi saber infantil,
    La pelota, mis juegos y mis ágiles trompos;
    Me sentía orgulloso de aprender mi latín;
    Le enseñaba mi Fedro, mi Virgilio, la vida
    Era un reto, imposible que algo me hiciera daño;
    Puesto que era mi padre general, presumía.
    Las mujeres también necesitan leer
    En la iglesia en latín, deletreando y soñando;
    Y yo le traducía algún que otro versículo,
    Inclinándome así sobre su libro abierto.
    El domingo, en las vísperas, desplegar su ala blanca
    Sobre nuestras cabezas yo veía a los ángeles.
    De mí siempre decía: ¡Todavía es un niño!
    Yo solía llamarla mademoiselle Lise.
    Y a menudo en la iglesia, ante un salmo difícil,
    Me inclinaba feliz sobre su libro abierto.
    Y hasta un día, ¡Dios mío, Tú lo viste!, mis labios
    Hechos fuego rozaron sus mejillas en flor.
    Juveniles amores, que duraron tan poco,
    Sois el alba de nuestro corazón, hechizad
    A aquellos niños que fuimos con un éxtasis único.
    Y al caer de la tarde, cuando llega el dolor,
    Consolad nuestras almas -deslumbradas aún-
    Juveniles amores que duraron tan poco.
    Víctor Hugo
  • Ignatius ReillyIgnatius Reilly Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado septiembre 2011
    ¡Fita aquel branco galán,
    olla seu transido corpo!
    É a lúa que baila
    na Quintana dos mortos.
    Fita seu corpo transido
    negro de somas e lobos.
    Nai: a lúa está bailando
    na Quintana dos mortos.
    ¿Quén fire potro de pedra
    na mesma porta do sono?
    ¡É a lúa! ¡É a lúa
    na Quintana dos mortos!
    ¿Quen fita meus grises vidros
    cheos de nubens seus ollos?
    ¡É a lúa! ¡É a lúa
    na Quintana dos mortos!
    Déixame morrer no leito
    soñando con froles dóuro.
    Nai: a lúa está bailando
    na Quintana dos mortos.
    ¡Ai filla, co ar do céo
    vólvome branca de pronto!
    Non é o ar, é a triste lúa
    na Quintana dos mortos.
    ¿Quén brúa co-este xemido
    dímenso boi melancónico?
    ¡Nai: É a lúa, a lúa
    coronada de toxos,
    que baila, e baila, e baila
    na Quintana dos mortos!
    Federico Garcia Lorca ,de sus seis poemas en gallego
  • Ignatius ReillyIgnatius Reilly Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado septiembre 2011


    Juan y Margot, dos ángeles hermanos
    Que embellecen mi hogar con sus cariños
    Se entretienen con juegos tan humanos
    Que parecen personas desde niños.

    Mientras Juan, de tres años, es soldado
    Y monta en una caña endeble y hueca,
    Besa Margot con labios de granado
    Los labios de cartón de su muñeca.

    Lucen los dos sus inocentes galas,
    Y alegres sueñan en tan dulces lazos;
    El, que cruza sereno entre las balas;
    Ella, que arrulla un niño entre sus brazos.

    Puesto al hombro el fusil de hoja de lata,
    El kepis de papel sobre la frente,
    Alienta el niño en su inocencia grata
    El orgullo viril de ser valiente.

    Quizá piensa, en sus juegos infantiles,
    Que en este mundo que su afán recrea,
    Son como el suyo todos los fusiles
    Con que la torpe humanidad pelea.

    Que pesan poco, que sin odios lucen,
    Que es igual el más débil el más fuerte,
    Y que, si se disparan, no producen
    Humo, fragor, consternación y muerte.

    ¡Oh, misteriosa condición humana!
    Siempre lo opuesto buscas en la tierra;
    Ya delira Margot por ser anciana,
    Y Juan, que vive en paz, ama la guerra.

    Mirándoles jugar me aflijo y callo:
    ¿Cuál será sobre el mundo su fortuna?
    Sueña el niño con armas y caballo,
    La niña con velar junto a la cuna.

    El uno corre de entusiasmo ciego,
    La niña arrulla a su muñeca inerme,
    Y mientas grita el uno: Fuego! fuego,
    La otra murmura triste: Duerme, duerme.

    A mi lado ante juegos tan extraños
    Concha, la primogénita, me mira:
    ¡Es toda una persona de ses años
    Que charla, que comenta y que suspira!

    ¿Por qué inclina su lánguida cabeza
    Mientras deshoja inquieta algunas flores?
    ¿Será la que ha heredado mi tristeza?
    ¿Será la que comprende mis dolores?

    Cuando me rindo del dolor al peso,
    Cuando la negra duda me avasalla,
    Se me cuelga del cuello, me da un beso,
    Se le saltan las lágrimas y calla.

    Sueltas sus trenzas claras y sedosas,
    Y oprimiendo mi mano entre sus manos,
    Parece que medita en muchas cosas
    Al mirar cómo juegan sus hermanos.

    Margot, que canta en madre transformada,
    Y arrulla a un hijo que jamás se queja,
    Ni tiene que llorar desengañada,
    Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja.

    Y este guerrero audaz de tres abriles
    Que ya se finge apuesto caballero,
    No logra en sus campañas infantiles
    Manchar con sangre y lágrimas su acero.

    ¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!
    Amo tus goces, busco tus cariños;
    Cómo han de ser los sueños de los hombres,
    Más dulces que los sueños de los niños!

    ¡Oh, mis hijos! No quiera la fortuna
    Turbar jamás vuestra inocente calma,
    No dejéis esa espada ni esa cuna:
    ¡Cuando son de verdad, matan el alma!

    Juan de Dios Peza
  • DragonDragon Lope de Vega s.XVII
    editado septiembre 2011
    Antes que llamara y la carne me abriese,
    que mis líquidas manos golpearan en el vientre,
    yo, que era entonces informe como el agua
    que formaba el Jordán junto a mi casa
    era hermano de la hija de Mnetha
    y hermana del gusano que gestaba la vida.

    Yo que era sordo ante la primavera y el verano,
    que no sabía los nombres de la luna y el sol,
    ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne,
    aunque existía sólo en forma de infusorio,
    veía las plomizas estrellas, el martillo lluvioso
    que mi padre balanceaba en su cúpula.

    Conocía el mensaje del invierno,
    los dardos del granizo y la nieve pueril
    y el viento era mi hermana pretendiente;
    en mí saltaba el viento, el rocío infernal;
    y mis venas fluían con los climas de oriente;
    antes que me engendraran supe el día y la noche.

    Antes que me engendraran ya por cierto sufría;
    el potro de tortura de los sueños
    enroscaba mi osamenta de lirio
    en una cifra viva,
    la carne era cortada para cruzar los bordes
    de las horcas en cruces sobre el hígado
    y las zarzas de los cerebros estrujados.

    Mi garganta conocía la sed antes de la estructura
    de vena y piel alrededor del pozo
    donde palabras y agua se entremezclan
    sin pausa alguna, hasta pudrir la sangre,
    mi corazón conocía el amor, mi vientre el hambre;
    al gusano yo olía entre mis propias heces.

    Después el tiempo envió a mi mortal criatura
    a derivar o ahogarse en los océanos
    habituados a la aventura de la sal
    en las mareas que jamás tocan las orillas.
    Yo que era rico, me hice más rico aún
    sorbiendo poco a poco el vino de los días.

    Nacido del espectro y la carne, no era espectro
    ni hombre, sino espectro mortal.
    Y luego me abatió la pluma de la muerte.
    Fui mortal hasta el último suspiro prolongado
    que llevó hacia mi padre
    el mensaje de su agónico cristo.

    Tú que te inclinas en la cruz y el altar
    acuérdate de mí y apiádate de Aquel
    que mi carne y mi sangre tomó por armadura
    y llegó a traicionar el vientre de mi madre.
  • DragonDragon Lope de Vega s.XVII
    editado septiembre 2011
    Perdón por lo de arriba,me equivoqué en la fuente y no me di cuenta.Lo vuelvo a poner,para que podáis leerlo sin sufrir la vista.
  • DragonDragon Lope de Vega s.XVII
    editado septiembre 2011
    Antes que llamara y la carne me abriese,
    que mis líquidas manos golpearan en el vientre,
    yo que era entonces informe como el agua
    que formaba el Jordán junto a mi casa
    era hermano de la hija de Mnetha
    y hermana del gusano de gestaba la vida.

    Yo que era sordo ante la primavera y el verano,
    que no sabía los nombres de la luna y el sol,
    ya sentía el latido bajo la armadura de mi carne
    aunque sólo existía en forma de infusorio,
    veía las plomizas estrellas,el martillo lluvioso
    que mi padre balanceaba en su cúpula.

    Conocía el mensage del invierno,
    los dardos del granizo y la nieve pueril,
    y el viento era mi hermana pretendiente;
    en mi saltaba el viento,el rocío infernal;
    y mis venas fluían con los climas de oriente;
    antes que me engendraran,supe el día y la noche.

    Antes que me engendraran ya por cierto sufría;
    el potro de tortura de los sueños
    enroscaba mi osamenta de lirio
    en una cifra viva,
    la carne era cortada para cruzar los bordes
    de las horcas en cruces sobre hígados
    y las zarzas de los cerebros estrujados.

    Mi garganta conocía la sed de antes de la estructura
    de vena y piel alrededor del pozo
    donde palabras y agua se entremezclaban
    sin pausa alguna,hasta pudrir la sangre
    mi corazón conocía el amor,mi vientre el hambre,
    al gusano yo olía entre mis propias heces.

    Después el tiempo envió a mi mortal criatura
    a derivar o a ahogarse en los óceanos
    habitiados a la aventura de la sal
    en las mareas que jamás tocan las orillas.
    Yo que era rico,me hice más rico aún
    sorbiendo poco a poco el vino de los días.

    Nacido el espectro y la carne,no era espectro
    ni hombre,sino espectro mortal.
    Y luego me abatió la pluma de la muerte.
    Fuí mortal hasta el último suspiro prolongado
    que llevó hacia mi padre
    el mensage de su agónico cristo.

    Tú que te inclinas en la cruz y el altar
    acuérdate de mi y apiadate de Aquél
    que mi carne y mi sangre tomó por armadura
    y llegó a traicionar el vientre de mi madre.

    Dylan Thomas
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    Como no, leí este último tuyo después de haberme dejado las pupilas en el anterior. Ja,ja,ja.
    Gracias por compartirlo Dragon, es muy hermoso.
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado septiembre 2011
    Miré los muros

    Miré los muros de la patria mía,
    si un tiempo fuertes ya desmoronados
    de la carrera de la edad cansados
    por quien caduca ya su valentía.
    Salíme al campo: vi que el sol bebía
    los arroyos del hielo desatados,
    y del monte quejosos los ganados
    que con sombras hurtó su luz al día.
    Entré en mi casa: vi que amancillada
    de anciana habitación era despojos,
    mi báculo más corvo y menos fuerte.
    Vencida de la edad sentí mi espada,
    y no hallé cosa en que poner los ojos
    que no fuese recuerdo de la muerte.

    Francisco de Quevedo
  • pimpapimpa Pedro Abad s.XII
    editado septiembre 2011

    A veces - Ángel González


    Escribir un poema se parece a un orgasmo:
    mancha la tinta tanto como el semen,
    empreña también más en ocasiones.
    Tardes hay, sin embargo,
    en las que manoseo las palabras,
    muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
    les levanto las faldas con mis dedos,
    las miro desde abajo,
    les hago lo de siempre
    y, pese a todo, ved:
    ¡no pasa nada!
    Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo:
    "Lo digo y no me corro".
    Pero él disimulaba.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Canto villano

    y de pronto la vida
    en mi plato de pobre
    un magro trozo de celeste cerdo
    aquí en mi plato

    observarme
    observarte
    o matar una mosca sin malicia
    aniquilar la luz
    o hacerla

    hacerla
    como quien abre los ojos y elige
    un cielo rebosante
    en el plato vacío

    rubens cebollas lágrimas
    más rubens más cebollas
    más lágrimas

    tantas historias
    negros indigeribles milagros
    y la estrella de oriente

    emparedada
    y el hueso del amor
    tan roído y tan duro
    brillando en otro plato

    este hambre propio
    existe
    es la gana del alma
    que es el cuerpo

    es la rosa de grasa
    que envejece
    en su cielo de carne

    mea culpa ojo turbio
    mea culpa negro bocado
    mea culpa divina náusea

    no hay otro aquí
    en este plato vacío
    sino yo
    devorando mis ojos
    y los tuyos


    Blanca Varela
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    Simplifíquenme cuando haya muerto



    Recuérdenme cuando haya muerto

    Y simplifíquenme cuando haya muerto.
    Como los procesos de la tierra
    Despojan del color y de la piel;
    Se llevarán el pelo castaño y los ojos azules
    Y me dejarán más simple que en la hora del nacimiento,
    Cuando sin pelos llegué aullando
    Mientras la Luna aparecía en el frío firmamento.
    Acaso de mi esqueleto,
    Ya tan despojado, un docto dirá:
    "Era de tal tipo y de tal inteligencia", y nada más.
    Así, cuando en un año se derrumben
    Recuerdos específicos, podrán
    Deducir, del largo dolor que soporté
    Las opiniones que sustentaba, quién fue mi enemigo
    Y lo que dejé, hasta mi apariencia
    Pero los incidentes no servirán de guía.
    El telescopio invertido del tiempo mostrará
    Un hombre diminuto dentro de diez años
    Y por la distancia simplificado.
    A través de ese lente observen si parezco
    Sustancia o nada: merecedor
    De renombre en el mundo o de un piadoso olvido,
    Sin dejarse arrastrar por momentáneo enojo
    O por el amor a una decisión,
    Llegando sin prisa a una opinión.
    Recuérdenme cuando haya muerto
    Y simplifíquenme cuando haya muerto.




    Keith Douglas
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado septiembre 2011
    MÚSICA LENTA

    Para que tu entres,
    a veces de tristeza, el corazón se me abre.
    Como una puerta tímida,
    para que tu entres, el corazón se me abre.
    Pero tu no vienes,
    no vuelas más sobre los campos.
    En vano mi corazón se asoma.
    Pasas de largo,
    como si el viento
    soplase sólo para allá.
    Pasa la mañana y no viene la tarde.
    Y el corazón se me cierra,
    como una mano sin nadie, el corazón se me cierra.

    Manuel Scorza
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