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Comentarios

  • MedeaMedea Miguel de Cervantes s.XVII
    editado julio 2011
    juancho escribió : »
    Burla de la vida

    La vida empieza entre lágrimas y caca,
    luego viene la mu, con mama y coco,
    síguense las viruelas, baba y moco,
    y luego llega el trompo y la matraca.

    En creciendo, la amiga y la sonsaca;
    en ella embiste el apetito loco;
    en subiendo a mancebo, todo es poco,
    y después la intención peca en bellaca.

    Llega a ser hombre, y todo lo trabuca;
    soltero sigue toda perendeca;
    casado se convierte en mala cuca.

    Viejo encanece, arrúgase y se seca;
    llega la muerte, y todo lo bazuca,
    y lo que deja paga, y lo que peca.

    Francisco de Quevedo

    También me encanta :cool::cool:
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    Codiciada, prohibida,
    Codiciada, prohibida,
    cercana estás, a un paso, hechicera.
    Te ofreces con los ojos al que pasa,
    al que te mira, madura, derramante,
    al que pide tu cuerpo como una tumba.
    Joven maligna, virgen,
    encendida, cerrada,
    te estoy viendo y amando,
    tu sangre alborotada,
    tu cabeza girando y ascendiendo,
    tu cuerpo horizontal sobre las uvas y el humo.
    Eres perfecta, deseada.
    Te amo a ti y a tu madre cuando estáis juntas.
    Ella es hermosa todavía y tiene
    lo que tú no sabes.
    No sé a quién prefiero
    cuando te arregla el vestido
    y te suelta para que busques el amor.
    Jaime Sabines
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    poema para destruir de inmediato sobre la poesía la infancia y otras metamorfosis

    damas y caballeros
    las ventanas abiertas
    ya no dan al cielo
    como hace tanto tiempo
    ni la pálida luna
    que todos conocimos
    alumbra el corazón
    de los pastores
    una pared muy alta
    de cemento ciertamente
    y una columna de humo
    ocupan el lugar
    que antes ocupaban
    la pálida luna
    leopardiana
    y la retama
    los burgueses dicen
    es horrible
    la municipalidad
    no defiende nuestra luna
    nuestro cielo
    nuestras nubes
    pero yo no comprendo
    no comprendo francamente
    cuántas veces me despierto a medianoche
    con los bolsillos llenos
    de centellas
    y es tan grande mi alegría
    que se despiertan los vecinos
    con un balde de agua fría
    considerando un peligro
    el mismo cielo encendido
    y mi alegría
    pero repito
    no comprendo
    quién fundó la luna
    sobre roma
    fabricó también el humo
    el cemento y la mierda
    perdonen la grosería
    en cuanto al cielo
    y a la luna
    o la retama
    ¿cómo pueden reclamar
    lo que nunca han conocido
    sino en los pálidos versos
    de un pálido poeta?
    pero si las ventanas abiertas
    ya no dan al cielo
    ni a la pálida luna
    estas puertas son en cambio
    las misteriosas puertas
    que dan a otras puertas
    (recuerdo los veranos
    de mi infancia en el perú
    recuerdo una puerta de madera
    un grupo de caballos empapados
    y la luz de un lamparín
    en el ocaso
    recuerdo todavía
    un viejo loro adormecido
    en una silla
    dos o tres caballos más
    bajo la lluvia
    y un plato de frijoles
    en la mesa
    pero no recuerdo bien
    a qué hora
    un torbellino de ceniza
    me arrebató todo eso
    y cayó la puerta de madera
    cayó la luz del lamparín
    y otra puerta de cristal
    se abrió enseguida
    hace millares de años
    yo crucé esa puerta
    fácilmente
    pero en mi corazón
    sucedieron varias cosas
    que no entiendo
    la pelota que yo arrojaba
    al cielo gris de lima
    la puerta que yo había creído
    de madera
    y hasta los mismos huesos
    de mi madre enferma
    se volvieron de turquesa
    el mar brotó del caño roto
    de la cocina
    y desapareció por la ventana
    del comedor
    la luna ni la vi
    y yo
    qué tal idiota
    me puse a llorar de inmediato
    tras de un ramo
    de retama
    luego llegó una tía
    con un rayo en la sortija
    y una inmensa mantilla
    llegaron luego un ruido
    de cascabeles
    y un vecino asustado
    arrastrando una silla
    sólo entonces
    como lo hacía cada día
    mi madre tomó asiento en ella
    y murmuró
    «el café con leche se enfría
    criatura mía
    ¿qué estás esperando?»)
    damas y caballeros
    podéis creerme ahora
    amanecer es horrible
    en estas condiciones
    cada catre de hierro
    es mi condena
    cada silla de madera
    una tortura
    cada puerta que se cierra
    una hecatombe
    pero os repito
    damas y caballeros
    os repito
    cuántas veces
    me despierto a medianoche
    con los bolsillos llenos
    de centellas
    y sin que nadie me descubra
    como es ya mi costumbre
    me pongo a llorar de inmediato
    en la retama
    estornudo sonrío
    y hasta fumo un cigarrillo
    entre las flores
    y es tan grande mi alegría
    que se despiertan los vecinos
    con un balde de agua fría
    puesto que a nadie se le ocurre
    que fumar un cigarrillo
    estornudar sonreír
    o llorar entre las flores
    sea sólo de alegría

    Jorge Eduardo Eielson
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    Saber sin estudiar
    Nicolás Fernández de Moratín
    Admiróse un portugués
    de ver que en su tierna infancia
    todos los niños en Francia
    supiesen hablar francés.
    «Arte diabólica es»
    dijo, torciendo el mostacho,
    «que para hablar en gabacho,
    un fidalgo en Portugal
    llega a viejo, y lo habla mal;
    y aquí lo parla un muchacho.»
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado julio 2011
    Disyuntiva

    La tentación se llama amor
    o chocolate.
    Es mala la adicción.
    Sin paliativos.
    Si algún médico, demonio o alquimista
    supiera de mi mal,
    cosa sería
    de andar toda la vida por curarme.
    Pues tan sólo una droga,
    con su cárcel,
    del olvido me salva de la otra.
    Y así, una vez más, es el conflicto:
    O me come el amor,
    o me muero esta noche de bombones.

    Juana Castro
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    Oda a la vida retirada
    Fray Luis de León
    ¡Qué descansada vida
    la del que huye el mundanal ruido
    y sigue la escondida
    senda por donde han ido
    los pocos sabios que en el mundo han sido!
    Que no le enturbia el pecho
    de los soberbios grandes el estado,
    ni del dorado techo
    se admira, fabricado
    del sabio moro, en jaspes sustentado.
    No cura si la fama
    canta con voz su nombre pregonera,
    ni cura si encarama
    la lengua lisonjera
    lo que condena la verdad sincera.
    ¿Qué presta a mi contento,
    si soy del vano dedo señalado,
    si en busca de este viento
    ando desalentado
    con ansias vivas, con mortal cuidado?
    ¡Oh monte, oh fuente, oh río!
    ¡Oh secreto seguro, deleitoso!
    Roto casi el navío
    a vuestro almo reposo,
    huyo de aqueste mar tempestuoso.
    Un no rompido sueño,
    un día puro, alegre, libre quiero;
    no quiero ver el ceño
    vanamente severo
    de quien la sangre ensalza o el dinero.
    Despiértenme las aves
    con su cantar sabroso no aprendido,
    no los cuidados graves
    de que es siempre seguido
    el que al ajeno arbitrio está atenido.
    Vivir quiero conmigo,
    gozar quiero del bien que debo al cielo
    a solas, sin testigo,
    libre de amor, de celo,
    de odio, de esperanzas, de recelo.
    Del monte en la ladera
    por mi mano plantado tengo un huerto,
    que con la primavera,
    de bella flor cubierto,
    ya muestra en esperanza el fruto cierto.
    Y como codiciosa
    por ver y acrecentar su hermosura,
    desde la cumbre airosa
    una fontana pura
    hasta llegar corriendo se apresura.
    Y luego sosegada,
    el paso entre los árboles torciendo,
    el suelo de pasada
    de verdura vistiendo,
    y con diversas flores va esparciendo.
    El aire el huerto orea
    y ofrece mil olores al sentido,
    los árboles menea
    con un manso rüido
    que del oro y del cetro pone olvido.
    Ténganse su tesoro
    los que de un falso leño se confían:
    no es mío ver el lloro
    de los que desconfían
    cuando el cierzo y el ábrego porfían.
    La combatida antena
    cruje, y en ciega noche el claro día
    se torna, al cielo suena
    confusa vocería,
    y la mar enriquecen a porfía.
    A mí una pobrecilla
    mesa de amable paz bien abastada
    me basta, y la vajilla
    de fino oro labrada
    sea de quien la mar no teme airada.
    Y mientras miserable
    mente se están los otros abrasando
    con sed insacïable
    del no durable mando,
    tendido yo a la sombra esté cantando
    A la sombra tendido,
    de hiedra y lauro eterno coronado,
    puesto el atento oído
    al son dulce, acordado
    del plectro sabiamente meneado.
  • MedeaMedea Miguel de Cervantes s.XVII
    editado julio 2011
    Cómo me gusta la poesía mística, este poema me parece de los más bonitos de Lope

    ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
    ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
    que a mi puerta cubierto de rocío
    pasas las noches del invierno escuras?

    ¡Oh cuánto fueron mis entrañas duras,
    pues no te abrí! ¡Qué extraño desvarío,
    si de mi ingratitud el hielo frío
    secó las llagas de tus plantas puras!

    ¡Cuántas veces el Ángel me decía:
    "Alma, asómate agora a la ventana,
    verás con cuánto amor llamar porfía"!

    ¡Y cuántas, hermosura soberana,
    "Mañana le abriremos", respondía,
    para lo mismo responder mañana!
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado julio 2011
    Hombres necios que acusáis...

    Hombres necios que acusáis
    a la mujer sin razón,
    sin ver que sois la ocasión
    de lo mismo que culpáis:

    si con ansia sin igual
    solicitáis su desdén,
    ¿por qué queréis que obren bien
    si la incitáis al mal?

    Combatís su resistencia
    y luego, con gravedad,
    decís que fue liviandad
    lo que hizo la diligencia.

    Parecer quiere el denuedo
    de vuestro parecer loco
    el niño que pone el coco
    y luego le tiene miedo.

    Queréis, con presunción necia,
    hallar a la que buscáis,
    para pretendida, Thais,
    y en la posesión, Lucrecia.

    ¿Qué humor puede ser más raro
    que el que, falto de consejo,
    él mismo empaña el espejo,
    y siente que no esté claro?

    Con el favor y desdén
    tenéis condición igual,
    quejándoos, si os tratan mal,
    burlándoos, si os quieren bien.

    Siempre tan necios andáis
    que, con desigual nivel,
    a una culpáis por crüel
    y a otra por fácil culpáis.

    ¿Pues como ha de estar templada
    la que vuestro amor pretende,
    si la que es ingrata, ofende,
    y la que es fácil, enfada?

    Mas, entre el enfado y pena
    que vuestro gusto refiere,
    bien haya la que no os quiere
    y quejaos en hora buena.

    Dan vuestras amantes penas
    a sus libertades alas,
    y después de hacerlas malas
    las queréis hallar muy buenas.

    ¿Cuál mayor culpa ha tenido
    en una pasión errada:
    la que cae de rogada,
    o el que ruega de caído?

    ¿O cuál es más de culpar,
    aunque cualquiera mal haga:
    la que peca por la paga,
    o el que paga por pecar? (esta es mi estrofa preferida :D)

    Pues ¿para qué os espantáis
    de la culpa que tenéis?
    Queredlas cual las hacéis
    o hacedlas cual las buscáis.

    Dejad de solicitar,
    y después, con más razón,
    acusaréis la afición
    de la que os fuere a rogar.

    Bien con muchas armas fundo
    que lidia vuestra arrogancia,
    pues en promesa e instancia
    juntáis diablo, carne y mundo.

    Sor Juana Inés de la Cruz
  • MedeaMedea Miguel de Cervantes s.XVII
    editado julio 2011
    Sor Juana, la mejor Onion12.gif


    [SIZE=+1]Al que ingrato me deja, busco amante;[/SIZE]
    [SIZE=+1]al que amante me sigue, dejo ingrata;[/SIZE] [SIZE=+1]
    constante adoro a quien mi amor maltrata;[/SIZE]
    [SIZE=+1]maltrato a quien mi amor busca constante.[/SIZE] [SIZE=+1]

    Al que trato de amor, hallo diamante,[/SIZE]
    [SIZE=+1]y soy diamante al que de amor me trata;[/SIZE]
    [SIZE=+1]triunfante quiero ver al que me mata,[/SIZE]
    [SIZE=+1]y mato al que me quiere ver triunfante.[/SIZE]
    [SIZE=+1]
    Si a éste pago, padece mi deseo;[/SIZE]
    [SIZE=+1]si ruego a aquél, mi pundonor enojo:[/SIZE] [SIZE=+1]
    de entrambos modos infeliz me veo.[/SIZE]
    [SIZE=+1]
    Pero yo, por mejor partido, escojo[/SIZE]
    [SIZE=+1]de quien no quiero, ser violento empleo,[/SIZE]
    [SIZE=+1] que, de quien no me quiere, vil despojo.[/SIZE]
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    Reír llorando

    Juan de Dios Peza
    Viendo a Garrik -actor de la Inglaterra-
    el pueblo al aplaudirlo le decía:
    "Eres el más gracioso de la tierra,
    y más feliz..." y el cómico reía.
    Víctimas del spleen, los altos lores
    en sus noches más negras y pesadas,
    iban a ver al rey de los actores,
    y cambiaban su spleen en carcajadas.
    Una vez, ante un médico famoso,
    llegóse un hombre de mirar sombrío:
    sufro -le dijo-, un mal tan espantoso
    como esta palidez del rostro mío.
    Nada me causa encanto ni atractivo;
    no me importan mi nombre ni mi suerte;
    en un eterno spleen muriendo vivo,
    y es mi única pasión la de la muerte.
    -Viajad y os distraeréis. -¡Tanto he viajado!
    -Las lecturas buscad. -¡Tanto he leído!
    -Que os ame una mujer. -¡Si soy amado!
    -Un título adquirid. -¡Noble he nacido!
    -¿Pobre seréis quizá? -Tengo riquezas.
    -¿De lisonjas gustáis? -¡Tantas escucho!
    -¿Qué tenéis de familia? -Mis tristezas.
    -¿Vais a los cementerios? -Mucho... mucho.
    -De vuestra vida actual ¿tenéis testigos?
    -Sí, mas no dejo que me impongan yugos:
    yo les llamo a los muertos mis amigos;
    y les llamo a los vivos, mis verdugos.
    Me deja -agrega el médico- perplejo
    vuestro mal, y no debe acobardaros;
    tomad hoy por receta este consejo
    "Sólo viendo a Garrik podréis curaros".
    -¿A Garrik? -Sí, a Garrik... La más remisa
    y austera sociedad le busca ansiosa;
    todo aquel que lo ve muere de risa;
    ¡Tiene una gracia artística asombrosa!
    -¿Y a mí me hará reír? -¡Ah! sí, os lo juro;
    Él sí; nada más él; más... ¿qué os inquieta?
    -Así -dijo el enfermo-, no me curo:
    ¡Yo soy Garrik!... Cambiadme la receta.
    ¡Cuántos hay que, cansados de la vida,
    enfermos de pesar, muertos de tedio,
    hacen reír como el actor suicida,
    sin encontrar para su mal remedio!
    ¡Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
    ¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
    porque en los seres que el dolor devora
    el alma llora cuando el rostro ríe!
    Si se muere la fe, si huye la calma,
    si sólo abrojos nuestra planta pisa,
    lanza a la faz la tempestad del alma
    un relámpago triste: la sonrisa.
    El carnaval del mundo engaña tanto,
    que las vidas son breves mascaradas;
    aquí aprendemos a reír con llanto,
    y también a llorar con carcajadas.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    Palabra de guerrillero

    Javier Heraud
    (Perú, 1942-1963)


    [FONT=arial,helvetica]Porque mi patria es hermosa [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]corno una espada en el aire, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]y más grande ahora y aun [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]más hermosa todavía, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]yo hablo y la defiendo [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]con mi vida. [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]No me importa lo que digan [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]los traidores, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]hemos cerrado el pasado [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]con gruesas lágrimas de acero. [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]El cielo es nuestro, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]nuestro el pan de cada día, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]hemos sembrado y cosechado [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]el trigo y la tierra, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]y el trigo y la tierra [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]son nuestros, [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]y para siempre nos pertenecen [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]el mar [/FONT]
    [FONT=arial,helvetica]las montañas y los pájaros. [/FONT]
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    Ayer te besé en los labios...
    Pedro Salinas


    Ayer te besé en los labios.
    Te besé en los labios. Densos,
    rojos. Fue un beso tan corto,
    que duró más que un relámpago,
    que un milagro, más. El tiempo
    después de dártelo
    no lo quise para nada ya,
    para nada
    lo había querido antes.
    Se empezó, se acabó en él.

    Hoy estoy besando un beso;
    estoy solo con mis labios.
    Los pongo
    no en tu boca, no, ya no...
    -¿Adónde se me ha escapado?-.
    Los pongo
    en el beso que te di
    ayer, en las bocas juntas
    del beso que se besaron.
    Y dura este beso más
    que el silencio, que la luz.
    Porque ya no es una carne
    ni una boca lo que beso,
    que se escapa, que me huye.
    No.
    Te estoy besando más lejos.
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado julio 2011
    en algún lugar al que nunca he viajado,

    felizmente más allá de toda experiencia,

    tus ojos tienen su silencio:

    en tu gesto más frágil hay cosas que me rodean

    o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.

    tu mirada más fugaz me abrirá facilmente

    aunque me haya cerrado como un puño,

    pétalo por pétalo me abres como la Primavera abre

    (tocando hábil. misteriosamente)

    su primera rosa o si deseas cerrarme,

    yo y mi vida nos cerraremos muy bella,

    súbitamente,

    como cuando el corazón de esta flor imagina

    la nieve cayendo cuidadosa por doquier

    nada que hayamos de percibir en este mundo

    igualala fuerza de tu intensa fragilidad,

    cuya textura me somete con el color de sus campos,

    retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro.

    (no sé qué es lo que en ti cierra y abre,

    sólo algo en mi entiende que la voz de tus ojos

    es más profunda que todas las rosas) nadie,

    ni siquiera la lluvia,

    tiene manos tan pequeñas.


    E. E. Cummings
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado julio 2011
    POESÍA

    Giuseppe Ungaretti

    Los días y las noches
    tocan
    en mis nervios
    de arpa
    vivo de mi alegría
    enferma de universo
    y sufro
    por no saberla
    encender
    en mis
    palabras.

    Sagrado, 28 de noviembre de 1916

    Vida de un hombre, 1977. «Poesías dispersas». Traducción de Giovanni Cantieri.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    El instante

    Jorge Gaitán Durán

    Ardió el día como una rosa.
    Y el pájaro de la luna huyó
    cantando. Nos miramos desnudos.
    Y el sol levantó su árbol rojo
    en el valle. Junto al río,
    dos cuerpos bellos, siempre
    jóvenes. Nos reconocimos.
    Habíamos muerto y despertábamos
    del tiempo. Nos miramos de nuevo,
    con reparo. Y volvió la noche
    a cubrir los memoriosos.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    A Un Gato

    No son más silenciosos los espejos
    Ni más furtiva el alba aventurera;
    Eres, bajo la luna, esa pantera
    Que nos es dado divisar de lejos.
    Por obra indescifrable de un decreto
    Divino, te buscamos vanamente;
    Más remoto que el Ganges y el poniente,
    Tuya es la soledad, tuyo el secreto.
    Tu lomo condesciende a la morosa
    Caricia de mi mano. Has admitido,
    Desde esa eternidad que ya es olvido,
    El amor de la mano recelosa.
    En otro tiempo estás. Eres el dueño
    De un ámbito cerrado como un sueño.

    Jorge Luis Borges
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Presentimiento

    Emily Dickinson


    Presentimiento es esa larga sombra
    que poco a poco avanza sobre el césped
    cuando el sol sus imperios abandona...

    Presentimiento es el susurro tenue
    que corre entre la hierba temerosa
    para decirle que la noche viene.

    Versión de Carlos López Narváez
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Cuestión de fe

    José Watanabe

    ¿Cómo sería la luz de la madrugada
    en que Abraham, el hombre de la cerrada fe,
    subió al monte Moriah
    llevando de la mano a su unigénito Isaac?
    Tiene que haber sido una luz hondamente azul
    como la de este amanecer: en aquel azul
    Abraham imaginaba
    la vibrante sangre de su hijo en el cuchillo.
    La sangre vibra más en el azul.
    Lo sé porque mi piel, de tan sola ahora,
    segrega sangre en la palma de mi mano:
    el primer milagro de mi día, o castigo,
    por haber querido subir la cuesta de la montaña
    con una muchacha (más hija que esposa).
    Ella, al primer sol, huyó asustada,
    me negó
    su joven cuerpo para el sacrificio
    y yo no pude demostrarle
    mi fe neurótica a Dios.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Epístola de Amarilis a Belardo
    (fragmento)
    El sustentarse amor sin esperanzas
    Es fineza tan rara, que quisiera
    saber si en algun pecho se ha hallado,
    que las mas veces la desconfianza
    amortigua la llama que pudiera
    obligar con amar lo deseado,
    mas nunca tuve por dichoso estado
    amar bienes posibles,
    sino aquellos que son mas imposibles.
    A estos ha de amar un alma osado.

    Y así quiero hacer una reseña
    De amor dificultoso,
    Que sin pensar desvela mi reposo,
    Amando a quien no veo y me lastima…
    Oí, Belardo tus conceptos bellos,
    Tu dulzura y estilo milagroso, …
    Y admirando tu ingenio portentoso,
    No puedo reportarme
    De descubrirme a ti, y a mí dañarme…
    Y tendré gran disculpa,
    Si el amarte sin verte fuera culpa…
    Oí tu voz Belardo:mas ¿Qué digo?
    No Belardo, milagro han de llamarte,
    Este es tu nombre, el cielo te lo ha dado
    Y Amor, que nunca tuvo paz conmigo…
    Allá deseo en santo amor gozarte,
    Pues acá es imposible poder verte,
    Y temo tus peligros y mis faltas…
    Quiero, pues, comenzar a darte cuenta
    de mis padres y patria y de mi estado
    porque sepas quien te ama y quien te escribe
    bien que ya la memoria me atormenta,
    renovando el dolor, que aunque llorando,
    está presente y en el alma vive…
    Bien pudiera, Belardo, si quisiera
    Engracia de los cielos,
    Decir hazañas de mis dos abuelos
    Que aqueste nuevo mundo conquistaron
    Y esta ciudad también edificaron…
    De padres nobles dos hermanas fuimos
    Que nos dejaron en temprana muerte,
    Aún no desnudas de pueriles paños
    El cielo y una tía que tuvimos,
    Suplió la soledad de nuestra suerte…
    Y estamos juntas, con gran contento
    que un alma que entrambas rige
    sin que haya Tuyo y mío,
    Sino paz amorosa, dulce y tierna .
    Ha sido mi Belisa celebrada,
    Que ése es su nombre, y Amarilis mío…
    Yo he sido a dulces Musas inclinadas,
    Mi hermana aunque menor, tiene mas brío,
    Al fin todas han sido merecidas
    Con alegre himeneo.
    De un joven venturoso…
    Yo siguiendo otro trato,
    Contenta vivo en limpio celibato,
    Con virginal estado
    A Dios con grande afecto consagrado…
    Finalmente Belardo, yo te ofrezco
    Un alma pura a tu valor rendida:
    Acepta el don, que puedes estimarlo;
    Y dándome por lo que merezco,
    Quedará mi intención favorecida…
    Versos cansados ¿Qué furos os lleva
    A ponernos en manos de Belardo?
    Al fin, aunque amarguéis, por fruta nueva
    Os vendrá a probar, aunque sin gana,
    Y verán nuestro gusto bronco y tardo:
    El Ingenio Gallardo,
    En cuya mesa habeis de ser honrados,
    Harán vuestros intentos disculpados :
    Navegad, buen viaje haced la vela
    Guiad un alma que sin alas vuela.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    The meeting
    Katherine Mansfield


    We started speaking,
    Looked at each other, then turned away.
    The tears kept rising to my eyes
    But I could not weep.
    I wanted to take your hand
    But my hand trembled.
    You kept counting the days
    Before we should meet again.
    But both of us felt in our hearts
    That we parted for ever and ever.
    The ticking of the little clock filled the quiet room.
    "Listen," I said. "It is so loud,
    Like a horse galloping on a lonely road,
    As loud as that--a horse galloping past in the night."
    You shut me up in your arms.
    But the sound of the clock stifled our hearts' beating.
    You said, "I cannot go: all that is living of me
    Is here for ever and ever."
    Then you went.
    The world changed. The sound of the clock grew fainter,
    Dwindled away, became a minute thing.
    I whispered in the darkness, "If it stops, I shall die."


    El encuentro

    Empezamos a hablar
    ­Nos miramos; dejamos de mirarnos
    Las lágrimas subían a mis ojos
    Pero no podía llorar
    Deseaba tomar tu mano
    Pero mi mano temblaba.
    No dejabas de contar los días que faltaban
    Para nuestro próximo encuentro
    Pero las dos sentíamos en el corazón
    Que nos separábamos para siempre.
    El tictac del relojito llenaba la habitación en calma­
    Escucha, dije, es tan fuerte
    Como el galope de un caballo en un camino solitario
    Así de fuerte - un caballo galopando en la noche.
    Me hiciste callar en tus brazos
    ­Pero el sonido del reloj ahogó el latido de nuestros corazones.
    Dijiste `No puedo irme: todo lo que vive de mí
    Está aquí para siempre'.
    Después te fuiste.
    El mundo cambió. El ruido del reloj se hizo más débil
    Se fue perdiendo –se tornó minúsculo-
    Susurré en la oscuridad: “Moriré si se detiene”.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Yo diría de vos tan altamente...

    A doña María de Mendoza

    Yo diría de vos tan altamente
    que el mundo viese en vos lo que yo veo,
    si tal fuese el decir cual el deseo.
    Mas si fuera del más hermoso cielo,
    acá en la mortal gente,
    entre las bellas y preciadas cosas,
    no hallo alguna que os semeje un pelo,
    sin culpa queda aquel que no os atreve.
    El blanco, el cristal, el oro y rosas,
    los rubís, y las perlas, y la nieve,
    delante vuestro gesto comparadas,
    son ante cosas vivas, las pintadas.
    Ante vos las estrellas,
    como delante el sol, son menos bellas.
    El sol es más lustroso,
    mas a mi parescer no es tan hermoso.
    ¡Qué puedo, pues, decir, si cuanto veo,
    todo ante vos es feo!
    Mudaos el nombre, pues, señora mía:
    vos os llamad beldad, beldad María.

    Gutierre de Cetina
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Los Motivos del Lobo
    El varón que tiene corazón de lis,
    alma de querube, lengua celestial,
    el mínimo y dulce Francisco de Asís,
    está con un rudo y torvo animal,
    bestia temerosa, de sangre y de robo,
    las fauces de furia, los ojos de mal:
    ¡el lobo de Gubbio, el terrible lobo!
    Rabioso, ha asolado los alrededores;
    cruel, ha deshecho todos los rebaños;
    devoró corderos, devoró pastores,
    y son incontables sus muertes y daños.
    Fuertes cazadores armados de hierros
    fueron destrozados. Los duros colmillos
    dieron cuenta de los más bravos perros,
    como de cabritos y de corderillos.
    Francisco salió:
    al lobo buscó en su madriguera.
    Cerca de la cueva encontró a la fiera
    enorme, que al verle se lanzó feroz
    contra él. Francisco, con su dulce voz,
    alzando la mano,
    al lobo furioso dijo: --¡Paz, hermano
    lobo!" El animal contempló al varón de tosco sayal;
    dejó su aire arisco,
    cerró las abiertas fauces agresivas,
    y dijo: --"¡Está bien, hermano Francisco!"
    "¡Cómo! --exclamó el santo--. ¿Es ley que tú vivas
    de horror y de muerte?
    ¿La sangre que vierte
    tu hocico diabólico, el duelo y espanto
    que esparces, el llanto
    de los campesinos, el grito, el dolor
    de tanta criatura de Nuestro Señor,
    no han de contener tu encono infernal?
    ¿Vienes del infierno?
    ¿Te ha infundido acaso su rencor eterno
    Luzbel o Belial?"
    Y el gran lobo, humilde: --"¡Es duro el invierno,
    y es horrible el hambre! En el bosque helado
    no hallé qué comer; y busqué el ganado,
    y en veces comí ganado y pastor.
    ¿La sangre? Yo vi más de un cazador
    sobre su caballo, llevando el azor
    al puño; o correr tras el jabalí,
    el oso o el ciervo; y a más de uno vi
    mancharse de sangre, herir, torturar,
    de las roncas trompas al sordo clamor,
    a los animales de Nuestro Señor.
    ¡Y no era por hambre, que iban a cazar!"
    Francisco responde: --"En el hombre existe
    mala levadura.
    Cuando nace, viene con pecado. Es triste.
    Mas el alma simple de la bestia es pura.
    Tú vas a tener
    desde hoy qué comer.
    Dejarás en paz
    rebaños y gente en este país.
    ¡Que Dios melifique tu ser montaraz!"
    --"Está bien, hermano Francisco de Asís".
    --"Ante el Señor, que todo ata y desata,
    en fe de promesa tiéndeme la pata".
    El lobo tendió la pata al hermano
    de Asís, que a su vez le alargó la mano.
    Fueron a la aldea. La gente veía
    y lo que miraba casi no creía.
    Tras el religioso iba el lobo fiero,
    y, baja la testa, quieto le seguía
    como un can de casa, o como un cordero.
    Francisco llamó la gente a la plaza
    y allí predicó.
    Y dijo: --"He aquí una amable caza.
    El hermano lobo se viene conmigo;
    me juró no ser ya vuestro enemigo,
    y no repetir su ataque sangriento.
    Vosotros, en cambio, daréis su alimento
    a la pobre bestia de Dios". --"¡Así sea!",
    contestó la gente toda de la aldea.
    Y luego, en señal
    de contentamiento,
    movió testa y cola el buen animal,
    y entró con Francisco de Asís al convento.
    Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo
    en el santo asilo.
    Sus bastas orejas los salmos oían
    y los claros ojos se le humedecían.
    Aprendió mil gracias y hacía mil juegos
    cuando a la cocina iba con los legos.
    Y cuando Francisco su oración hacía,
    el lobo las pobres sandalias lamía.
    Salía a la calle,
    iba por el monte, descendía al valle,
    entraba a las casas y le daban algo
    de comer. Mirábanle como a un manso galgo.
    Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo
    dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo,
    desapareció, tornó a la montaña,
    y recomenzaron su aullido y su saña.
    Otra vez sintióse el temor, la alarma,
    entre los vecinos y entre los pastores;
    colmaba el espanto los alrededores,
    de nada servían el valor y el arma,
    pues la bestia fiera
    no dio treguas a su furor jamás,
    como si tuviera
    fuegos de Moloch y de Satanás.
    Cuando volvió al pueblo el divino santo,
    todos lo buscaron con quejas y llanto,
    y con mil querellas dieron testimonio
    de lo que sufrían y perdían tanto
    por aquel infame lobo del demonio.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Francisco de Asís se puso severo.
    Se fue a la montaña
    a buscar al falso lobo carnicero.
    Y junto a su cueva halló a la alimaña.
    --"En nombre del Padre del sacro universo,
    conjúrote --dijo--, ¡oh lobo perverso!,
    a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal?
    Contesta. Te escucho".
    Como en sorda lucha, habló el animal,
    la boca espumosa y el ojo fatal:
    --"Hermano Francisco, no te acerques mucho...
    Yo estaba tranquilo allá en el convento;
    al pueblo salía,
    y si algo me daban estaba contento
    y manso comía.
    Mas empecé a ver que en todas las casas
    estaban la Envidia, la Saña, la Ira,
    y en todos los rostros ardían las brasas
    de odio, de lujuria, de infamia y mentira.
    Hermanos a hermanos hacían la guerra,
    perdían los débiles, ganaban los malos,
    hembra y macho eran como perro y perra,
    y un buen día todos me dieron de palos.
    Me vieron humilde, lamía las manos
    y los pies. Seguía tus sagradas leyes,
    todas las criaturas eran mis hermanos:
    los hermanos hombres, los hermanos bueyes,
    hermanas estrellas y hermanos gusanos.
    Y así, me apalearon y me echaron fuera.
    Y su risa fue como un agua hirviente,
    y entre mis entrañas revivió la fiera,
    y me sentí lobo malo de repente;
    mas siempre mejor que esa mala gente.
    y recomencé a luchar aquí,
    a me defender y a me alimentar.
    Como el oso hace, como el jabalí,
    que para vivir tienen que matar.
    Déjame en el monte, déjame en el risco,
    déjame existir en mi libertad,
    vete a tu convento, hermano Francisco,
    sigue tu camino y tu santidad".
    El santo de Asís no le dijo nada.
    Le miró con una profunda mirada,
    y partió con lágrimas y con desconsuelos,
    y habló al Dios eterno con su corazón.
    El viento del bosque llevó su oración,
    que era: "Padre nuestro, que estás en los cielos..."
    [París, diciembre de 1913]
    Ruben Darío
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    BELLA,
    como en la piedra fresca
    del manantial, el agua
    abre un ancho relámpago de espuma,
    así es la sonrisa en tu rostro,
    bella.
    Bella,
    de finas manos y delgados pies
    como un caballito de plata,
    andando, flor del mundo,
    así te veo,
    bella.
    Bella,
    con un nido de cobre enmarañado
    en tu cabeza, un nido
    color de miel sombría
    donde mi corazón arde y reposa,
    bella.
    Bella,
    no te caben los ojos en la cara,
    no te caben los ojos en la tierra.
    Hay países, hay ríos
    en tus ojos,
    mi patria está en tus ojos,
    yo camino por ellos,
    ellos dan luz al mundo
    por donde yo camino,
    bella.
    Bella,
    tus senos son como dos panes hechos
    de tierra cereal y luna de oro,
    bella.
    Bella,
    tu cintura
    la hizo mi brazo como un río cuando
    pasó mil años por tu dulce cuerpo,
    bella.
    Bella,
    no hay nada como tus caderas,
    tal vez la tierra tiene
    en algún sitio oculto
    la curva y el aroma de tu cuerpo,
    tal vez en algún sitio,
    bella.
    Bella, mi bella,
    tu voz, tu piel, tus uñas
    bella, mi bella,
    tu ser, tu luz, tu sombra,
    bella,
    todo eso es mío, bella,
    todo eso es mío, mía,
    cuando andas o reposas,
    cuando cantas o duermes,
    cuando sufres o sueñas,
    siempre,
    cuando estás cerca o lejos,
    siempre,
    eres mía, mi bella,
    siempre.
    Pablo Neruda
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Llénalo de amor

    Siempre que haya un hueco en tu vida,
    llénalo de amor.
    Adolescente, joven, viejo:
    siempre que haya un hueco en tu vida,
    llénalo de amor.
    En cuanto sepas que tienes delante de ti un tiempo baldío,
    ve a buscar al amor.
    No pienses: "Sufriré".
    No pienses: "Me engañarán".
    No pienses: "Dudaré".
    Ve, simplemente, diáfanamente, regocijadamente,
    en busca del amor.
    ¿Qué índole de amor?
    No importa.
    Todo amor está lleno de excelencia y de nobleza.
    Ama como puedas, ama a quien puedas, ama todo lo que puedas...
    pero ama siempre.
    No te preocupes de la finalidad de tu amor.
    Él lleva en sí mismo su finalidad.
    No te juzgues incompleto porque no responden a tus ternuras:
    el amor lleva en sí su propia plenitud.

    Siempre que haya un hueco en tu vida,
    llénalo de amor.


    poema de Amado Nervo
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Vieja canción inglesa
    Alphonse de Lamartine

    I dare not ask a kiss

    Ni un beso... ni siquiera una sonrisa
    he de pedirte yo.
    Con la dicha de un beso de tus labios
    no ha soñado jamás mi corazón.
    ¿Sabes tú lo que quiero, lo que ansío
    en mi amoroso afán?
    Sólo besar el aire embalsamado
    que con tus alas te besó al pasar.


    Versión de Ismael Enrique Arciniegas
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Soneto

    Dante Alighieri

    Amor brilla en los ojos de mi amada,
    y se torna gentil cuando ella mira:
    donde pasa, todo hombre a verla gira
    y a quien ve tiembla el alma enamorada.

    Anochece si esconde su mirada,
    y por volverla a ver todo suspira:
    ante ella la soberbia huye y la ira;
    bellas, honrad conmigo a mi adorada.

    Feliz mil veces quien la ve y la siente;
    al nacerle el alma al punto empieza
    todo humilde pensar, toda dulzura,

    y no sabe, almirarla sonriente,
    si en ella se excedió naturaleza,
    o el milagro gentil tanta hermosura.


    Versión de: Alejandro Araoz Frazer
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Al Dios desconocido
    Autor: Federico Nietzsche


    Una vez más, anclado en el presente
    Y lanzando mis miradas al futuro,
    Vuelvo, en soledad, a elevar mis manos
    Hacia Ti, a quien me acojo,
    A quien solemnemente he dedicado
    Altares en el corazón, en lo más hondo
    De él, para que en todo tiempo
    Tu voz vuelva a llamarme.

    Sobre ellos arde,
    Profundamente inscrita, esta palabra
    AL DIOS DESCONOCIDO.

    Soy tuyo, aunque el mal, hasta este momento
    Haya venido atenazando mi espíritu;
    Soy tuyo... y los lazos percibo
    Que en lucha tiran de mí hacia arriba,
    Y, aunque quisiera huir,
    Me fuerzan a servirte.

    ¡Quiero conocerte, desconocido!
    Que tocas en lo profundo de mi alma,
    Que cual tormenta recorres mi vida.
    Inconcebible, Tu afín a mí;
    Quiero conocerte y...
    Siempre servirte.
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    Me canso de ser hombre



    Sucede que me canso de ser hombre.
    Sucede que entro en las sastrerías y en los cines
    marchito, impenetrable, como un cisne de fieltro
    navegando en un agua de origen y ceniza.
    El olor de las peluquerías me hace llorar a gritos.
    Sólo quiero un descanso de piedras o de lana,
    sólo quiero no ver establecimientos ni jardines,
    ni mercaderías, ni anteojos, ni ascensores.
    Sucede que me canso de mis pies y mis uñas
    y mi pelo y mi sombra.
    Sucede que me canso de ser hombre.
    Sin Embargo sería delicioso
    asustar a un notario con un lirio cortado
    o dar muerte a una monja con un golpe de oreja.
    Sería bello
    ir por las calles con un cuchillo verde
    y dando gritos hasta morir de frío
    No quiero seguir siendo raíz en las tinieblas,
    vacilante, extendido, tiritando de sueño,
    hacia abajo, en las tapias mojadas de la tierra,
    absorbiendo y pensando, comiendo cada día.
    No quiero para mí tantas desgracias.
    No quiero continuar de raíz y de tumba,
    de subterráneo solo, de bodega con muertos
    ateridos, muriéndome de pena.
    Por eso el día lunes arde como el petróleo
    cuando me ve llegar con mi cara de cárcel,
    y aúlla en su transcurso como una rueda herida,
    y da pasos de sangre caliente hacia la noche.
    Y me empuja a ciertos rincones, a ciertas casas húmedas,
    a hospitales donde los huesos salen por la ventana,
    a ciertas zapaterías con olor a vinagre,
    a calles espantosas como grietas...

    Pablo Neruda
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado agosto 2011
    No te rindas, aún estás a tiempo
    De alcanzar y comenzar de nuevo,
    Aceptar tus sombras,
    Enterrar tus miedos,
    Liberar el lastre,
    Retomar el vuelo.
    No te rindas que la vida es eso,
    Continuar el viaje,
    Perseguir tus sueños,
    Destrabar el tiempo,
    Correr los escombros,
    Y destapar el cielo.
    No te rindas, por favor no cedas,
    Aunque el frío queme,
    Aunque el miedo muerda,
    Aunque el sol se esconda,
    Y se calle el viento,
    Aún hay fuego en tu alma
    Aún hay vida en tus sueños.
    Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
    Porque lo has querido y porque te quiero
    Porque existe el vino y el amor, es cierto.
    Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
    Abrir las puertas,
    Quitar los cerrojos,
    Abandonar las murallas que te protegieron,
    Vivir la vida y aceptar el reto,
    Recuperar la risa,
    Ensayar un canto,
    Bajar la guardia y extender las manos
    Desplegar las alas
    E intentar de nuevo,
    Celebrar la vida y retomar los cielos.
    No te rindas, por favor no cedas,
    Aunque el frío queme,
    Aunque el miedo muerda,
    Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
    Aún hay fuego en tu alma,
    Aún hay vida en tus sueños
    Porque cada día es un comienzo nuevo,
    Porque esta es la hora y el mejor momento.
    Porque no estás solo, porque yo te quiero.
    Mario Benedetti
    No te rindas
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