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Comentarios

  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Espacio para un sueño


    Escondido repite,
    por cipreses y yedras, un pájaro su canto.
    Celebra la mirada
    una batalla con el tiempo esta tarde de otoño
    incendiada de nieblas. Y pensando en la Historia
    -una nube de polvo en el paisaje,
    las piedras estañadas por los tonos azules
    que ha dejado la lluvia en las almenas- ves derramarse el tiempo.

    En la antigua arquería, los fragmentos
    de una inscripción indescifrable, poco a poco, se han ido convirtiendo
    en pequeños reptiles disecados: belleza aniquilada
    que aún deslumbra a tus ojos. Es el tiempo
    que, como los ríos, huye
    -rehén de sus espejos-, al obsesivo espacio de cuanto no ha vivido.

    Si debemos morir, ¿por qué la vida,
    sobre cualquier lugar de la memoria, continúa esperándonos?

    Aletargados por el sol, decoran el silencio
    cuantos signos contemplas.
    Tan sólo purifica
    la calma vegetal que respiras, el canto del jilguero
    que la enramada oculta. Así habitas su edad
    llena de sufrimiento; la geometría invisible de su música eterna.

    Los malvarreales, centinelas de acequias
    y de ruinas, la claridad de humo
    de esta tarde de octubre, edifican el reino que contemplas.
    No sabes ya si vives,
    o si sueñas o has muerto y no te has dado cuenta. En sus altares
    lo irremediable de la Historia es venerado. Nace de las orillas de un infinito océano
    la luz cansada de cuanto te deslumbra. No otra cosa difunde
    su corazón ahora, que no sea la muerte
    que continúa latiendo.

    Diego Jesús Jiménez
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    [FONT=&quot]TRIPAS [/FONT]
    [FONT=&quot]Como cuando se abre una flor y revela el corazón que no tiene [/FONT]
    [FONT=&quot](Alejandra Pizarnik) [/FONT]


    [FONT=&quot]I [/FONT]


    [FONT=&quot]Los lugares más fríos no son Islandia, ni Siberia, ni Groenlandia. [/FONT]
    [FONT=&quot]Disecciona con la navaja del recuerdo el esternón: sólo hay [/FONT]
    [FONT=&quot]escarcha. [/FONT]


    [FONT=&quot]II [/FONT]


    [FONT=&quot]Ser la otra te posiciona en dos categorías: la superior, cuando eres [/FONT]
    [FONT=&quot]novedad, la inferior, cuando eres comodín. No sé si me valoro lo [/FONT]
    [FONT=&quot]suficiente o me siento muy sola. [/FONT]


    [FONT=&quot]III [/FONT]


    [FONT=&quot]Calidez admitida en besos y abrazos: las palabras, accesorias para [/FONT]
    [FONT=&quot]la excitación. Teatralidad del que reclama piel ajena cuando la [/FONT]
    [FONT=&quot]otra parte de la cama está vacía. [/FONT]


    [FONT=&quot]IV [/FONT]


    [FONT=&quot]Amor: mi nombre en tu boca. Y todo es falso. Opto por callar. El [/FONT]
    [FONT=&quot]silencio es más elocuente: entre tus brazos, sólo siento. [/FONT]


    [FONT=&quot]V [/FONT]


    [FONT=&quot]Besas y golpeas mi pecho. No hay dolor: fina capa de hielo [/FONT]
    [FONT=&quot]recubre un órgano latiendo lentamente, mentiroso. Sólo mis tripas [/FONT]
    [FONT=&quot]son honestas. [/FONT]


    [FONT=&quot]VI [/FONT]


    [FONT=&quot]Mi espalda. Es tuya. Vértebra a vértebra. Nervio a nervio. Soporta [/FONT]
    [FONT=&quot]tu peso. Soporta la hipocresía. Es lo único que puedo ofrecer: no [/FONT]
    [FONT=&quot]quiero entregar un corazón podrido. [/FONT]


    [FONT=&quot]VII [/FONT]


    [FONT=&quot]Cadáveres. Mis huesos, mis músculos, mi piel, son cadáveres en [/FONT]
    [FONT=&quot]tus manos. No hay latidos: soy amor muerto. Soy nada. [/FONT]


    [FONT=&quot]VIII [/FONT]


    [FONT=&quot]Mis entrañas se retiran del campo de batalla. Sábanas mojadas: [/FONT]
    [FONT=&quot]banderas blancas para la pecadora. Mi orgullo herido. [/FONT]
    [FONT=&quot]Saboreamos la derrota. Soledad resguardada en lo más hondo de [/FONT]
    [FONT=&quot]mí, masticándome las tripas, remordiendo conciencia enjuagada [/FONT]
    [FONT=&quot]con sudor. [/FONT]


    [FONT=&quot]Aspiro a imposibles.[/FONT]


    [FONT=&quot](“Píldoras de Papel”, próximamente, 2013).[/FONT]
    [FONT=&quot]
    [/FONT]




    [FONT=&quot]DÍA DEL JUICIO FINAL [/FONT]


    [FONT=&quot]A todos los poetas: pegaros un tiro en la sien. [/FONT]
    [FONT=&quot]Hacedle ese gran favor al mundo. [/FONT]

    [FONT=&quot]Despojadle de tanta hipocresía. [/FONT]


    [FONT=&quot](“Yo soy lo que dicen mis manos”, inédito).[/FONT]

    .
    .
    .
    [FONT=&quot]
    [FONT=&quot]Ana Pa[FONT=&quot]tricia Moya (1982-)[/FONT][/FONT]
    [/FONT]
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Zumbó una mosca-al morir yo
    la Quietud en la Sala
    fue cual la Quietud en el Aire-
    de Tormenta entre Ráfagas-

    Los Ojos en torno-estrujados-
    y unidos los Alientos
    para aquel Acto último-en que el Rey
    sea visto-en la Sala

    Luego mis Recuerdos-Signé
    cuál porción de mí sea
    asignable-y en ese instante
    se interpuso una Mosca-

    Torpe-incierto Zumbido-Azul-
    entre la luz-y yo-
    luego no hubo Ventana-y luego
    mi ver y ver cesó

    Emily Dickinson
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Espejo negro

    Dos cuerpos que se acercan y crecen
    y penetran en la noche de su piel y su sexo,
    dos oscuridades enlazadas
    que inventan en la sombra su origen y sus dioses,
    que dan nombre, rostro a la soledad,
    desafían a la muerte porque se saben muertos,
    derrotan a la vida porque son su presencia.
    Frente a la vida sí, frente a la muerte,
    dos cuerpos imponen realidad a los gestos,
    brazos, muslos, húmeda tierra,
    viento de llamas, estanque de cenizas.

    Frente a la vida sí, frente a la muerte,
    dos cuerpos han conjurado tercamente al tiempo,
    construyen la eternidad que se les niega,
    sueñan para siempre el sueño que les sueña.
    Su noche se repite en un espejo negro.

    Juan Luis Panero
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Five o'clock tea

    Pase usted primero,
    beso a usted la mano,
    de ningún modo,
    de ninguna manera.

    Comtesse:
    Votre coeur es un pájaro,
    un tierno pajarito prisionero en la jaula del pecho,
    que suspira de amor por un dulce bigote apasionado,
    porque j'aime,
    tu aimes,
    il aime,
    si olvidasteis que el mar es como un fondo neutro para el flirt,
    si no fuera incorrecto hablaros de la orificada tortilla
    y comparar vuestro traje color de vino
    con un rubí derretido.

    Encantado,
    encantada,
    todos estamos encantados,
    conmovidos,
    gracias,
    de nada.

    ¿Cree usted seriamente que la filosofía es como un cigarrillo
    o unos pantalones de golf?

    Champignon,
    poil de carotte,
    pommes de terre.

    El aire está demasiado puro para mandaros a la merde,
    y yo, Madame, demasiado aburrido.
    Adieu.

    Rafael Alberti
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    Mujeres

    Hay mujeres que tienen la mirada
    repleta de caricias,
    que siembran la ternura con sus manos
    y bordan en espejos de cristal,
    mujeres cuyos nombres
    derrotará el olvido.

    Hay mujeres de arena que pregonan
    su voz en los desiertos,
    que sueñan con oasis diferentes
    y dejan su palabra florecida
    en las playas del tiempo
    sin que nadie comprenda su razón.

    Hay mujeres que sufren
    el desgarro de sensaciones rotas,
    que pagan la osadía de ser libres,
    que mueren defendiendo su verdad
    sin entender por qué nadie ha escuchado
    sus gritos en la noche.

    Hay mujeres anónimas:
    poetas, escritoras,
    esposas maltratadas,
    amigas arco iris,
    hermanas, madres, novias,
    doctoras, alpinistas,
    amantes del amor,
    presas de un sueño o simples compañeras.

    Mujeres que perdieron la sonrisa,
    mujeres que han ganado la licencia
    de seguir siendo
    siempre
    ellas.

    Porque tú y yo sabemos que hay mujeres
    como tú y como yo que están buscando
    poder nacer personas
    simplemente.


    Nieves Álvarez

    .
    .
    .
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado octubre 2014


    Para Elsa, poco antes de partir
    por César Calvo Soriano
    (Fragmentos)

    Porque vivo hace siglos en el aire
    Como
    un
    trapecio
    vacío
    yendo y viniendo
    de lo que he sido a lo que no seré



    Porque cruzo los días como un puñal la cara del que huye,
    como lápiz sin dueño sobre el papel en blanco
    Porque escribo estas líneas no solamente con mi vida
    sino con el jadeo de todos los fantasmas que me amaron

    de todos los fantasmas que murieron y renacieron
    con el rostro vuelto a una feroz desolación,
    culpándome
    Porque con culpa escribo, con el lento rumor de tus ropas
    cayendo en la penumbra de Ginebra, cuando aún era tiempo
    y los relojes ignoraban el peligro, sus agujas
    como el abrazo de un náufrago en la dichosa
    profundidad,
    mi boca persiguiendo tu vientre en el silencio que
    precede a los incendios
    y las almohadas húmedas y los ojos que ya no veré
    nunca
    girando en los espejos y en la noche infinita:
    ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
    Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
    En todo cuerpo que mis manos conduzcan
    a la hoguera,
    en todo cuerpo que mis manos alejen de la orilla,
    tú seas el reverso de esa inútil victoria,
    la única copa que no desdeñe después del vino fúnebre

    Nada puede aprisionar el viento sino la libertad
    Nada sino la libertad podría rodearnos ahora
    y hacerte comprender que estuve solo
    porque la intemperie no cabía en aquel cuarto sórdido
    que tú insistes en llamar país, doce millones de rostros
    pegados a los muros de un Orden repudiable y desleído
    Porque yo he recorrido las colinas de Francia

    y he visto en el estruendo verde,
    en la delicadeza desbocada de junio
    he visto un niño lejano y eternamente dormido
    bajo un río de sangre
    Y he cruzado el Pont Neuf con los ojos vueltos
    al turbio origen del destello …..
    Los días pasan por tu rostro como una cicatriz oscura
    Ayúdame a prescindir de esos fantasmas que amo y que destruyo
    y mis dedos te palpan con la voracidad de un ciego
    en la noche
    Me había olvidado de la noche
    me había olvidado de algo tan simple y verdadero
    como beber un vaso de agua, levantarme en la sombra
    de los cuartos prestados,
    dejar correr el tiempo todavía entre sueños
    y luego despertarme con la sed en tu cuello
    Me había olvidado que la vida también está hecha
    de todos estos ínfimos, esos heroicos acontecimientos
    que se cumplen a tientas
    entre un cuerpo desnudo y otro cuerpo desnudo,
    entre el cauce del río y el vaso de la boca
    Me había olvidado de escribir simplemente
    como quien bebe o ama, sin que el Olimpo se me suba a la cabeza
    Me había olvidado que un poema se prepara con minuciosa alegría
    como un regalo que ya nadie espera,
    y se moldea con urgencia
    y violencia, con irrepetible,
    con irremediable ternura,
    como hacerle el amor a una mujer que va a morir mañana

    Me había olvidado que te vas a morir mañana
    Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
    Me había olvidado que me voy a morir mañana
    que no pide nada sino un poco de camino …..
    pero que yo no me dé cuenta …..
    que no husmee tu mano
    me había olvidado
    el receloso animal que me habita…..
    …ayúdame a no olvidarte
    y la pesada piedra que me amarra hacia el fondo
    sea una pompa de jabón, las alas de un dulcísimo castigo
    Ayúdame a ser el caminante que no pide nada
    sino un poco de camino,

    un tronco de sombra junto al fuego
    Pero que yo no me de cuenta,
    que no husmee tu mano el receloso animal que me habita
    el desolado animal que me habita en la noche
    y en el día
    deja abierta la puerta para que tú regreses o me vaya

    Ayúdame a quedarme cuando me encuentre lejos
    cuando me encuentre lejos de la memoria
    que me devuelves sin proponértelo
    como quien llena un vaso de agua simple
    y en el gesto de su mano extendida caben todos los mares …..

    Ayúdame a quedarme cuando yo haya pasado
    cuando yo haya pasado sobre el papel en blanco
    como un cuchillo por el rostro
    de estos días
    en donde tú ya eres
    la sonrisa que insiste cuando los labios cesan

    El mar se abrirá entonces
    y ha de pasar en medio
    de las olas
    ese
    niño
    indefenso
    y en su mano nosotros como el último fósforo.




  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Horas

    11.30 p.m.
    Durísima la luna. Igual que tú, tan lejos.
    Suéñame, te digo, como te sueño aquí,
    hasta que los dos sueños se conviertan en fuego,
    hasta que mi aliento sea el tuyo,
    hasta que respiremos cada uno
    por la boca del otro. La luna
    asoma, llena y sorda. No estás
    al otro lado del teléfono y sólo
    por un hilo de sueño podré hablarte.

    Paz y fuerza me habitan. Entro
    con pies descalzos en el lecho.
    Estás hecha de espumas, estás
    hecha de nubes, estás hecha de luz.

    Compartamos los sueños.

    10.30. a.m.
    Moles de nieve, quietas, perturbadas
    apenas por la luz. Nada conmueve
    al resplandor, arriba. El cielo está
    desnudo. El vértigo está aquí,
    adentro, en la conciencia.
    La nube derretida es piedra densa.
    Más en calma este mar de vapores
    que las nieves deshechas en la cumbre.
    Allá la roca dura, el hielo, la nostalgia.

    Un techo largo aquí, de plomo,
    lagunas sólidas de plomo.

    Yo viajo lentamente, encima de un gran
    mar, blanco y sin sangre. El mundo
    tiembla, abajo. Un segundo después,
    la vida será otra. Nada más frágil
    que este valle de nubes, arriba
    del Atlántico. La rotación insomne
    de la tierra, el calor implacable,
    el viento cruel, el simple y lento
    tránsito del tiempo, la más ligera
    sombra, destruirán el paisaje.
    Nadie podrá volver hasta este
    sitio. Baja el avión y el valle
    no se altera. Atrás, horas atrás,
    queda el desierto techo sin fronteras.

    Pongo mi pie en la tierra, entro
    en la sombra. El tiempo se estremece.

    8.30 p.m.
    Sé que voy a morir. Lo sé de cierto.
    He vivido como si la muerte fuera
    un recuerdo lejano. Pero tú has hecho
    que la luz se prolongue en la alcoba.
    ¿Esa piel que tocaba en el sueño
    era la tuya? Era en verdad la piel
    amada de tu cuerpo entero.
    Has hecho que renazca.

    La luz, el cielo, el mundo
    eran tiniebla. Pero viniste tú,
    como nacida desde una piedra de fuego.
    Llegaste como un pájaro súbito,
    como un rayo de espuma. Semejabas
    un espejo de soles, un mar de luz
    que me envolvía. Amanecí. El sueño
    era desnudo campo compartido.
    Soñaba que te ahogaba
    con mi aliento de hombre.
    Iguales ambos sueños, te soñaba
    como si mi cerebro anidara en tu cráneo,
    como si el territorio de los sueños
    fuera el débil territorio de una sangre común.

    Tú te abrías como el mar,
    para tragarme. Como la nube blanca,
    envolviéndome, como la tierra negra.
    El sueño era verdad. Entrábamos en él,
    como por un espejo. Salíamos desde él,
    como a través de una puerta de viento.
    Mis ojos eran tuyos. Tus ojos me miraban
    en la penumbra blanca de la alcoba.
    Despertar o dormir era lo mismo.
    Vivíamos vidas iguales, a un lado
    y otro de la muerte, el amor era el mismo
    de un lado y otro de la vida.

    Te besé hasta la dicha, te mordí
    hasta la muerte. Granada
    fue tu boca,
    tamarindo
    tus labios.
    Compartimos el sueño.

    Jaime Labastida
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Principio y fin

    Puede ser que te digas: "El verano que viene
    quiero volver a Italia", o: "El año que hoy empieza
    tengo que aprovecharlo; con un poco de suerte
    acabaré mi libro", y también: "Cuando crezca
    mi hijo, ¿qué hare yo sin el don de su infancia?".
    Pero el verano próximo, en verdad, ya ha pasado;
    terminaste hace muchos años el libro aquel
    en el que ahora trabajas; tu hijo se hizo un hombre
    y siguió su camino, lejos de ti. Los días
    que vendrán ya vinieron. Y luego cae la noche.
    A la vez respiramos la luz y la ceniza.
    Principio y fin habitan en el mismo relámpago.

    Eloy Sánchez Rosillo
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    MIRADAS

    Quería mudarme. Osmell no dejaba de salir en todos los sitios en los que podía dejar su sonrisa malvada ahi, fija. Y yo pensaba que Osmell no lo sabía, pero luego me miraba y con los ojos me decía todo.

    Te ves mona cuando te asustas.

    No fue hasta la primera vez que escuché un susurro húngaro en el pasillo. No sabía que era húngaro en ese entonces, claro, pero luego todo se fue haciendo mucho más claro. Me acerqué a su puerta y oí los primeros sollocitos. Yo abrí la puerta y me miró distinto. Como si la sonrisa malvada nunca hubiese existido. Los ojos repitieron despacito eso de ahí en más.

    Ya no te ves mona más nunca.



    Leila Samán es la mejor poeta en narrativa.

    .
    .
    .
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Ahora que la noche me susurra...

    Ahora que la noche me susurra que la noche me susurra que ella y el agua son una misma
    presencia, ahora que la voz del agua vuelve y nos invade, ahora que en esa religión del agua
    he olvidado hablarte y hablarme y por tanto nombrar al mundo y sus gestos, tú deberías
    insistir, para que recuerde decir "tus manos" por ejemplo, o "mi lengua", para que no olvide
    que es con los labios, la lengua y los dientes del origen con los que velamos sobre nuestros nombres, más allá de esa boca asustada, dormida y por todos olvidada, acaso por el recuerdo
    de esa saliva y de esos dientes en tu boca, que lamen con ansiedad tu lengua, para que ella me diga, para que ella descanse conmigo en el agua sin fluido, y no recuerde que el agua y la
    noche son dos ausencias que crecen sobre un mismo nombre.

    Rosa Lentini
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Yo solo sé que
    tú me preguntas
    qué deseo
    No lo sé

    Yo sólo sé
    que sueño
    que el sueño me vive
    y estoy flotando
    en su nube

    Yo sólo sé que
    amo a los hombres
    montañas jardines el mar
    sólo sé que muchos muertos habitan en mí

    Bebo mis
    instantes
    sólo sé
    que es el juego del tiempo
    arriba y abajo

    Rose Aüslander
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    De: "Transito" 1995:

    No llores, amor mío,
    no se nublen tus ojos,
    que voy a andar ligera a tus pies enredada
    y no podrás seguirme cuando llegue a tu pecho.
    Aguárdame en la sombra al final de los árboles.
    Extenderé las alas y volaré hacia ti.
    Penetraré lo oscuro,
    reclamaré del bosque la humedad de tu tronco
    y ya no habrá enemigos pendientes de tu espalda.
    Tienes que estar atento,
    que cuando emprenda el vuelo tendremos el instante,
    el fulgor de las alas,
    y luego vendrá el vértigo del amor más brutal.
    Vendrá un crujir de plumas,
    la sangre, como almíbar,
    y el grito, ya inhumano,
    de la muerte más dulce que hayas imaginado.

    Elsa López
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Estar cansado

    Estar cansado tiene plumas,
    tiene plumas graciosas como un loro,
    plumas que desde luego nunca vuelan,
    mas balbucean igual que loro.

    Estoy cansado de las casas,
    prontamente en ruinas sin un gesto;
    estoy cansado de las cosas,
    con un latir de seda vueltas luego de espaldas.

    Estoy cansado de estar vivo,
    aunque más cansado sería el estar muerto;
    estoy cansado del estar cansado
    entre plumas ligeras sagazmente,
    plumas del loro aquel tan familiar o triste,
    el loro aquel del siempre estar cansado.

    Cernuda
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Siempre, amor

    Siempre, amor:
    Por arriba del beso
    que fué comida de gusanos
    y de la rosa que se pudre,
    cada mañana azul,en la caja del muerto.
    Por arriba mil lunas de este hilo
    de baba que en el suelo
    dejó el molusco pálido;
    por arriba del pan mezclado con ceniza,
    de la mano crispada junto al hierro.
    Siempre,amor... Más allá de toda fuga,
    de toda hiel, de todo pensamiento;
    más allá de los hombres
    y de la distancia y del tiempo.
    Siempre, amor:
    En la hora en que el cuerpo
    se libra de su sombra... Y en la hora
    en que la sombra va chupando el cuerpo...
    Siempre, amor... (¡Y estas dos palabras naúfragas,
    entre alma y piel clavadas contra el viento!)

    Dulce María Loynaz
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Adiós

    Despedida
    pura nunca existe
    ¿me oyes, recuerdo?
    Olvido, tú sepultarás en polvo
    de rencor los impulsos más brillantes,
    pero el viento de la inmensidad
    que se arrodilla ante los hombres
    te despojará las joyas que fueron
    vivas,
    y resucitaremos, Cristo boreal,
    pisoteando la cruz, sobre las ciénagas
    que la niebla esparció en la conciencia
    agrietada de la Historia Universal.

    Amanecer que vuela sobre las alas
    de un Espíritu más Santo
    que se hace yo en nosotros.
    Pasado, serás futuro
    continuo en mi presente eterno.

    Ilia Galán
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado octubre 2014
    Día

    El sol se enreda en mis pestañas,
    y tú asistes al rito cotidiano del agua y del espejo,
    henchido, vaporoso, con tu rostro esculpido de sueño
    y de deseo,
    como si fueras a un congreso de dioses azulados,
    o al territorio de esperma del poeta.
    El día danza complaciente y tu garganta sin sonido
    como un espejo mágico, brindando el sí desnudo a mí
    pregunta.
    Tú buscas incansable el color de mi tristeza,
    el agua matutina entre mis dedos,
    el control de la luz sobre mi cuerpo,
    las horas que se yerguen como caballos musicales.
    Yo palpo mi deseo tirada como una fruta seca
    y me interno entre los fragmentos que va
    dejando el día.
    La ruta de cigarras fluye circundada de atardecidos cantos.

    Orietta Lozano
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    EL INVIERNO, DE NUEVO

    La hierba del solar ha crecido con fuerza.
    No ha habido un solo día de este otoño
    en que los elementos
    le hayan dado la espalda.

    Desde aquí puedo verla. Es un regalo
    frente al dolor inerte de los muros.
    El viento, el sol, las nubes, le han sido favorables
    (también ellos, con su espalda de sombra).

    En esta edad anómala y terrible,
    pienso en mi amor;
    se parece a esta hierba.



    Juan Antonio Bernier
    (Córdoba, 1976-)

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Amor

    Me dolerás todavía muchas veces.
    Iré apartando sueños
    y tú estarás al fondo de todos mis paisajes.
    Tú con tu misterio
    y tu extraña victoria.
    Amor, ¿quién te ha dado esa fuerza de pájaro,
    esa libre arrogancia
    de mirar las estrellas por encima del hombro?
    ¿Quién eres que destruyes
    mi corazón y puedo, sin embargo, existir?
    ¿Se vive en la muerte? Se vive
    con el alma en desorden y la carne
    desmoronándose en el vacío?
    Nunca te tuve miedo
    y, sin embargo, ahora te rehuyo
    porque eres como un dios que me hace daño
    cada vez que me mira.
    Abandonaré todo lo que me estorba,
    todo lo que dificulta la huida
    y escaparé por la noche adelante,
    temerosa de ti, temerosa
    de esta grandeza que intuyo,
    de este fulgor, de este cielo
    que palpita en tus manos abiertas.
    Me dolerás todavía muchas veces
    y cada vez me extasiaré en mi daño.

    Susana March
  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Horarios nocturnos

    Acostado a tu lado, oigo los trenes.
    Cruzan mi frente sus fugaces luces
    rasgando el horror tibio de esta noche.
    La pausa de silencio me deja una luz roja,
    una nota sobre este pentagrama
    de cables y de vías oscuras y brillantes.
    Acostado a tu lado,
    oigo cómo se alejan con el ruido más triste.
    Quizá me he equivocado no subiendo a uno de ellos.
    Quizá el último acierto
    sea -abrazado a ti-
    dejar pasar los trenes en la noche.

    Joan Margarit
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    PAISAJE DE LA MULTITUD QUE SNIFA.
    “Mi vaca tiene un trozo por la sangre
    de paisaje comido.”

    Leonidas G. Montoto.



    No podemos esperar no se puede es posible más?
    Mascar glándulas de perro, bocinas de papel, orina, perfidia.
    Negra
    bésame láctea, peca.
    Dame u n p o c o m a s d e p e r f u m e v enad o .
    Mi blanda de cristal, por qué me
    aprietas de vapor bajo tus
    ganas, cierra lapuertaja

    insomnes de débil suerte
    escupidera boulebar son siete
    vamos a
    des g r a n a r h o n d o n a d a m a ña n a . ..
    Huele a pólvora el aire
    l a t e r s u r a d e l a i r e e n l a g a rg a n t a
    raíles súbitos
    alastiza tempranos
    en la red ondulada
    subastas del ánimo
    e n l a s u p e r f i c i e u n l a g o l a m i n a d o



    Jorge Díaz es poeta cordobés (1977-)
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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Es una espiral que, en mí, produce vértigo...

    Es una espiral que, en mí, produce vértigo. Pero acabo por serenarme;
    gruta de la pureza.
    Mi entrega a esta ebriedad franca. Que extendí una sábana de orfandades
    sobre mi poema. Y no sirve comprender. Como en valses espectrales sobre piscinas
    amnióticas. Teatro de delicias. Petirrojo de la felicidad.

    Que mi inteligencia no compre mi sentido. El tacto, el privilegio, las ganas de tirarse.

    Yolanda Castaño
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    [OCULTAR]Elena Medel es una de mis poetas favoritas. Y ni decir tiene que la mayoría de sus lectores somos todas mujeres.[/OCULTAR]

    Árbol genealógico


    Yo pertenezco a una raza de mujeres con el corazón biodegradable.
    Cuando una de nosotras muere
    exhiben su cadáver en los parques públicos, los niños se acercan para curiosear en su garganta de hojalata, se celebran festines con moscas y gusanos, me cae mal porque me hizo sonreír a mí, que soy tan triste.
    A los treinta días exactos de su muerte el cuerpo de esta extraordinaria raza
    se autodestruye, y a las puertas de vuestras casas llaman los restos del alma de las mujeres sobrenaturales,
    chocan contra vuestras paredes, sus empastes y sus uñas agujerean vuestras ventanas
    hasta que sangran nuestras aortas clavadas en la tierra, igual que las raíces.
    Al morir nos abren el estómago, examinan con los dedos su interior, rebuscan entre las vísceras el mapa del tesoro,
    sacan sus dedos negros de todos los poemas que se nos han quedado dentro con los años.

    Un espectáculo.

    Pertenezco a una raza desarrollada más allá de los púlpitos. Soy una de ellas porque mi corazón mancha al tomarlo entre las manos, porque coincide en tamaño con el hueco de un nicho;
    fresco y dulce como el de un animal, chupad mi corazón para que, al morir, sepan que hemos estado juntos.
    Soy una de ellas porque mi corazón será abono. Porque mi sangre, que es la suya, sube y baja por mi cadáver como por escaleras mecánicas;
    porque el fundamento de mi carácter, al descomponerse, se incorpora a una especie salvaje
    que ladra y que hiere y que te lleva a su terreno, que ignora las afrentas, que jamás se extinguirá.


    Elena Medel

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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Deseo

    Aún deseo
    mis antiguos tiempos
    fetales,
    en que fui pez
    opalescente y ciego.
    Mis tiempos de transparencias
    líquidas
    cuando la premonición
    no se aglutinaba en mi garganta,
    y el dolor
    imponente me olvidaba.
    Aún poseo
    el dulce anhelo
    del retorno al líquen,
    al húmedo,
    indefinible origen.

    Carmen Matute
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado noviembre 2014
    Deshielo

    No tengas miedo
    de mirar por mis ojos.

    Me dijo la serpiente.
    Fluye, fluye como la muerte,
    mira cómo mi piel se desprende
    contra la corteza,
    ven, deja que te coma,
    arrastra mis escamas,
    entra.

    Asómate y cae, olvida tus brazos,
    en el agua eres una piedra
    que fluye, fluye como la muerte.
    Ven. Expulsa el aire y la tierra
    del cuerpo y derrámate
    en el camino sin piernas,
    las hojas se pegan a tu piel
    viscosa: ahora eres una
    rama que se desliza.

    Paseas por el bosque envenenado.
    No tengas miedo.

    Parirás un insecto afilado y seco,
    un saltamontes sin forma
    que atraviesa, sin rozarlo, el sendero,
    que sobrevuela las ramas tiernas,
    que se posa en los troncos
    tocados por el rayo.

    No tengas miedo
    de mirar por mis ojos.


    Me dijo la serpiente.

    Tus manos, tus pies son
    una bandada de cigarras que
    asolarán el lago embarrado
    antes de desaparecer entre
    el humo de los enjambres.

    Entonces nos arrastraremos.
    Baja la cortina y mira
    la ventana oscurecida,
    ya no hay árboles sino
    sombras que podrían ser
    cuerpos en la pradera que
    se enfría.

    Baja los párpados: los cuerpos
    son letras que atrapas
    con tu lengua precisa,
    con mi lengua, y al tragarlas
    nos duplican y hacen pesado
    el camino.
    Las escupimos en cada matojo,
    en cada madriguera.

    El bosque se llena con las voces de los muertos.
    Escucha. Escúchalos.
    La canción sin gargantas penetra
    nuestros poros congelados lejos
    de las últimas cabañas derramo
    la marea quebradiza de tus pasos
    reptando en círculo sobre las ortigas.
    Ven. No tengas miedo
    de mirar por mis ojos.

    Me dijo la serpiente.
    Fluye como la muerte.

    Esther Ramón
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    LA PARTIDA


    A Jennifer Wilson
    Que tanto nos dio a tod@s





    Era tan blanca
    la luz
    en las manos abiertas de tus ojos.
    Tan blanca era…
    Que alejaba yo, la furiosa consumación
    del adiós.
    Un vértigo de cobre
    me decía, me hablaba…
    Me dejaba los labios
    cubiertos de zozobra,
    y el costado,
    arañadamente herido,
    arañadamente extraño,
    con un sol de luto
    en los bordes secos de la boca.
    Sin querer decir
    una palabra,
    sin querer decir vacío,
    sin querer decir ausencia.
    Era tan blanca tu luz,
    tan blanca era…


    ANA PATRICIA SANTAELLA es poeta cordobesa.
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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Carta de un náufrago

    Con el consentimiento de la nieve
    caminaré despacio.

    Alguien habrá que espere junto al fuego
    y yo, que estaré ciega por el frío,
    haré paradas breves,
    sacudiré el paraguas y empezaré de nuevo.

    El único secreto es no sentirse
    inmensamente lleno de verdades.
    No aceptar nunca las invitaciones
    que la neblina
    sugiere al anidar con sus disfraces
    de paisaje feliz, de grandes sueños.

    Alguien habrá que diga, se ha perdido,
    alguien saldrá a buscarme,
    y llevará el calor de una botella
    donde podré mandarte este mensaje.

    Ana Merino
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado noviembre 2014
    El alma

    La voz es clara. Pesa. Como piedras
    Abandonadas en aguas tranquilas, o caídas
    Una tras otra de un muro bajo.
    Quiebra cuanto recuerda.
    No deja señales, pero las conserva.
    Y el silencio que la rodea es una puerta.
    Perforada por la luz. Una prenda
    Que marca los senos, la intimidad
    Entre los muslos. El cuerpo es lo que nos empuja
    Tensándose al avanzar, bailando al alejarse.
    Pero es la voz lo que nos invade. Incluso
    Sin decir nada. Incluso sin decir nada.
    Una y otra vez ausente de sí.

    Tracy K. Smith
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
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    dice la abuela que las ranas atraen la lluvia
    que son signos de felicidad
    que nuestro futuro se puede leer en sus panzas y en las estrellas
    que si ves las estrellas con atención puedes saber el día de tu muerte
    a mí no me gusta ver las estrellas
    les tengo miedo
    ayer al salir de casa vi tres ranas saltado en el patio
    quise atraparlas pero al volver las tres estaban muertas
    dice la abuela que la muerte está en todas partes
    no le creo
    la muerte se esconde en las estrellas
    ayer todas las ranas miraban al cielo con la misma mirada de mi abuela muerta



    Karen Plata (México, 1986-)
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  • estrofaestrofa Garcilaso de la Vega XVI
    editado noviembre 2014
    Se vende todo


    “Lo vendo todo, lo vendo”,

    grita un hombre en el mercado.

    “Vendo tuercas y tornillos,

    cerraduras y candados,

    bombón helado y barquillos,

    alcohol, tiritas y yodo,

    camisas y calzoncillos!

    !De todo, vendo de todo!”



    Se le acerca una clienta:

    “Quiero un bote de silencio,

    medio litro de tormenta,

    cuatro cajas de buen tiempo

    y un kilo de isla desierta.

    Quiero espuma de la playa,

    dos botellas de laguna,

    un racimo de palabras

    y una rodaja de luna”.



    El hombre del puesto se enfada:

    “!No vendo nada de eso!”.

    Y ella se marcha diciendo:

    “Entonces no vende nada…”.


    Pedro Mañas
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