1.
Pamela es la reina
pelo rosa y piel morena.
Sebastián y los otros
la aman.
Ella y su desdén
adentro del vestidito blanco
en el segundo estante
muestran
las piernas abiertas
sin agujero.
Sentados todos a la mesa
Pamela sirve té de mentira
en tacitas de plástico
y conduce la charla
como una dama.
2.
La brasa de un cigarrillo
cae
en un descuido de mamá
quema
el pie derecho de la Flaca.
Yo lloro las otras se ríen
la Flaca llora mamá se aflige
le echa la culpa al gin tonic y
promete tejerle unos zapatitos
al crochet.
Todos sabemos que no hay solución:
sólo yo querré a la Flaca renga
perderá la corona de princesa
con que Niño Valor la ungiera
dos meses atrás
su carrera de top model
en ascenso
se trunca
sus sueños de bailarina de tap
se rompen como espejitos.
Mamá le habla a la Flaca:
no es tan tremendo, dice,
una amiga suya, cuenta,
perdió el útero y los ovarios,
a su cuñada
le extirparon un pecho
y sigue enumerando
mutilaciones varias
que asustan a la Flaca
y también a mí
que agradezco que nunca traiga
sus conocidas a casa.
Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.
Tras las pisadas de aquellos que dormitan entre jirones de cartón
Hay historias invisibles y anónimas de quienes nunca fueron siquiera, una esquela en el periódico.
Aquellos que se hundieron en el barro tan silenciosamente como un suspiro a oscuras,
Desafían los sombreros de copa, aún estando ciegos y mudos.
Comen entrañas de nada, beben frío.
Se perforan los músculos y engañan al tiempo.
Ellos, en silencio, bajo el puente, lo saben.
Sus cadáveres en descomposición servirán, quizá, para alimentar las flores que adornarán el pelo de las hijas de otros.
Voy por el camino hacia la ciudad de las grandes migraciones, acosada, inmóvil, maníaca...
Voy por el camino hacia la ciudad de las grandes migraciones, acosada, inmóvil, maníaca.
Qué se puede esperar de esta efervescencia de granito,
con calles por donde se desliza la brusquedad de las estaciones y de los cielos inmensos.
Ha sido construida a fuerza de imaginación sobre la página en blanco. Oh ciudad,
qué secreto te aguarda, qué tesoro te alimenta como una llama bajo la chimenea.
De algún modo, el sol forma parte de tu albañilería y prolonga tu desgaste.
Todo el suelo del Mercadona lleno de rotos esquemas (de señoras respetables)
Cuando den flores los cuernos del ciervo
dejaré de quererte.
Gloria Fuertes
Te explicaré este amor paranormal,
el raro equilibrio que nos tiene
aferradas a sucias necesidades
que escandalizan
a educados caballeros
y avergüenzan
a las señoras bien.
Es por eso que se nos abren las bocas
sin quererlo
y se nos escapan unas enormes palabras
anunciando la sal, el cuello,
el tibio abrazo de las lenguas.
Las familias respetables nos miran
desde la oscuridad y el fondo abisal,
son feos y terribles peces ciegos
que velan preocupados por las apariencias.
Y yo,
que con una mano te recobro,
te devuelvo a la forma primera,
al barro esencial, al edén bollero.
Voy siempre más allá,
desafío la ley que llevas impresa en la piel
y tiro recto
hacia las piernas.
El que más claro ardió fue el cabello de mi amada vespertina:
a ella le envié el féretro de madera más liviana.
Lo rodean las olas, como la cama de nuestros sueños en Roma,
lleva una peluca blanca como yo y habla ronco:
habla como yo cuando doy un paso a los corazones.
Sabe una canción francesa de amor que yo cantaba en otoño,
cuando me demoraba en viajes por el país de la tarde y escribía cartas en la mañana.
Una hermosa barca es el féretro, tallado en la madera de los
sentimientos.
También yo viajé sangre abajo en él cuando era más joven que tu ojo.
Ahora tú eres joven como un pájaro muerto en la nieve de marzo,
ahora llega hasta ti y canta su canción francesa.
Sois livianos: dormís mi primavera hasta que acaba.
Yo soy más liviano:
canto ante extraños.
Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.
Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo
El deseo de Balthus no se concretó. El blanco de la ropa
interior de la niña le recordó la primera nevada de su infancia:
corría por el campo resplandeciente tras una codorniz herida.
El ave no podía elevarse, arrastraba sus patas dejando
una caligrafía interrumpida. Cuando la alcanzó, yacía muerta
en la nieve. Visitó todos los días del invierno
el sarcófago de hielo.
Un día de calor el cuerpo de la codorniz desapareció.
Balthus maldijo las primaveras. Y a la muchacha.
Aquel día él se levantó romántico
y quiso dejarme algo
especial.
Se pintó los labios con mi carmín
y dejó en un papel la silueta de un
beso.
Cuando vi la nota,
le imaginé en calzoncillos,
con los dientes sucios
y mi carmín
fucsia
en los labios.
Tu voz era una bebida que yo sorbía silencioso
ante las miradas asombradas
un pájaro de luz
salió de tu cuerpo transparente
pájaro de luz
instante que revolotea
a una velocidad vertiginosa
atravesando calles y calles
persiguen tu cuerpo que huye
¿cuándo podrás alejar a la jauría enloquecida?
desamparada
te has destrozado al caer
los restos de tu cuerpo se arrastran por todos los rincones
del mundo
ah un día renacerás tú
la transparente
única, inconfundible
levemente inclinada , nunca caída
rodeada de impenetrable silencio
avanzando tu pie frágil entre la vacilante monotonía
ah un día renacerá tu risa
tu risa de pájaro transparente
tu risa herida.
Debería describir las bellas flores
que coronan tu cabeza de joven ninfa
pero ese es ya un camino demasiadas veces recorrido,
y sin embargo si pudiera desvelar un pensamiento tuyo
verdaderamente delicado
más allá de las palabras circunstanciales
que dedicas a preguntar a esta hora suave de la tarde.
Y leo que en el año 1959
un poeta estaba tendido sobre la hierba
tirando piedras al río,
entonces sería junio como ahora
y en esa época cuando yo tenía un año
acaso mi madre me tendiese bajo una encina escuchando el zumbido del campo
mientras ella extendía ropa recién lavada sobre la hierba.
Cuando pienso que ella podía estar exultante de felicidad aquel día
y que los sentimientos son más amplios que las palabras
y que ahora mi madre son sus huesos en un nicho entre dos altos cipreses,
vuelvo a hablar de las guirnaldas que adornan tu pelo
como a una bella estatua pública
que se piensa incorruptible en el tiempo
y yo bebo el elixir de infinitud con que me sirves un agua tónica.
No soy Benjamín Prado, pero te daré un gustazo.:rolleyes:
UN PROFESOR ES ALGUIEN QUE HABLA EN LOS SUEÑOS DE OTRO
[FONT="](En la tumba de W. H. Auden en Kirchstetten, Austria)[/FONT]
Imagina unos versos. Después, ponte a buscarlos
como si fueran tuyos y estuviesen perdidos;
intenta adivinarles las palabras
como el que huye trata de predecir los pasos
de quienes lo persiguen; y procura que en ellos
se detenga el idioma
igual que el agua
se vuelve hielo para dejarse acariciar.
Que tu poema sepa algo que ignoras;
que no te necesite; que encuentre al mismo tiempo
lo que nadie soñaba y lo que buscan todos;
que cuando ya no estés
oculte que te has ido,
se haga pasar por ti.
No escribas si lo puedes hacer como cualquiera
pero no como tú;
si al repetir
lo que dijeron otros
no dices otra cosa;
si en tus libros no se oyen los libros que leíste,
como en un apellido
se escucha galopar
a los antepasados.
Que tu poema esté a medio camino
entre tú y yo
lo mismo que una estatua
entre el cuerpo y la roca;
que ponga lo intocable en nuestras manos;
que logre que se queden las cosas que se van.
(Eso es lo que me dijo Auden junto a su tumba. Nevaba sobre Kirchstetten, en los Bosques de Viena, y yo soñé que un día alguien pondrá unas rosas debajo de mi nombre y encima de estos versos que escribo para ti.)
Me gustaría gritar de gustazo. Grito, ¡aaaaahhhh!. Gustazo recibido. Gracias, Quinti, me ha encantado el poema (lo he guardado) y el detalle =_= No eres Benjamín Prado, pero tus poemas podrían estar en este hilo tranquilamente, sin desmerecer, junto a los de él...
1. Domingo 12 de septiembre, 1937
Domingo 12 de septiembre, 1937
a las dos de la mañana: nací.
De ahí mis hábitos nocturnos
y el amor a los fines de semana.
Me clasificaron: nena? rosadito.
Boté el rosa hace mucho tiempo
y escogí el color que más me gusta,
que son todos.
Me acompañan tres hijas y dos perros:
lo que me queda de dos matrimonios.
Estudié porque no había remedio
afortunadamente lo he olvidado casi todo.
Tengo hígado, estómago, dos ovarios,
una matriz, corazón y cerebro, más accesorios.
Todo funciona en orden, por lo tanto,
río, grito, insulto, lloro y hago el amor.
No leí la letra chica.
Nadie mencionó que intervinieran mujeres sin alma.
Percibí pronto que se trataba de un asunto turbio.
Me liaron, eso es todo.
Dios me debe un dólar.
El guión se amañó sobre la marcha.
Los actores lloran y beben bourbon sentados en un rincón.
Un fracaso de taquilla: un solo espectador que ríe desde su butaca.
Fuimos estafados: Le puede pasar a cualquiera
Dios me debe un dólar.
Hice, hicimos, lo que de nosotros se esperaba.
Fue cómico y triste. Fue vergonzoso también.
La organización responde con vaguedades y evasivas.
El espectador se partió el pecho pero a mí no me hace gracia.
Dios me debe un dólar.
¿Tan difícil es de entender?
No quiero el cielo:
Quiero mi dinero.
Me encantaba que metieses mi nombre a través de tu garganta… y que lo sacases mojado de entre los dientes para mis oídos llenos de tierra… y me da pena que mi nombre no tenga eses ni erres, porque arrastras las letras como muebles, y frotas mis palabras como palos para el fuego.
Ahora ni frotas estos dedos fríos, ya no buscas que con mi aliento se haga el mar de los irlandeses como hacía… amor… hazme el mar de stephen dédalus y yo tiraba de un beso, hazme el mar de ulises, y era lengua y era ombligo, hazme el mar que nunca tendré delante, y subíamos a los techos para caer como olas viejas. Pesadamente.
Ya no rozas la lengua fría en azul tristeza y apagada, como de náufraga. No mordisqueas la piel para darle sabor al aire, ya no quitas fresa ni nuez del interior de mi pelo, ya no buscas brújula dentro de mi ni echas a caminarme por todas las grietas incluso sabiendo que ya no llaman ni obedecen.
Y qué es esta herida.
Qué es esta herida repetida sobre la piel, cabezarriba, cabezabajo, cabeza machacada y con veneno, cabeza con tiro de cañón oxidado, cabeza descuartizada-boca partida, qué son estos dedos en mi garganta, y este remolino de tripas sacadas fuera del vientre, qué son estas manos atadas a la espalda y esta resignación pegada a mis ojos, qué es esta escena
dolor de cabeza, un intenso y profundo dolor de cabeza resultado del garrafón que sirven en ese garito de música y estética ginesexual
pertenezco a una generación maldita que se ahoga en el puto silencio
que siempre regresa a que le pongan el mismo garrafón que taladra túneles por donde huyen despavoridas las pocas neuronas, las listas, que nos quedan
miro, observo, siempre miro y observo aunque ya nada me llama la atención en esta ciudad que se fotografía a sí misma en un espejo de lluvia heladala veo pasar, me mira y se da la vuelta, me gusta tu nuca tu espalda tu culo, bo, que eres ya un tema recurrente en mi niebla, aunque ya te hayas cansado de mi silencio
admiro la soledad del espacio que conquista tu paso enérgico
que rompe la niebla helada de mis pensamientos
que cae, es un instante, y con ella todo el decorado
desapareces, desaparezco
ya sólo escucho el eco de unos pasos que van generando una niebla discontinua, al ritmo de la respiración, del fumar solitario por unas calles que se hunden en su pasado, el mío,
los pasos que se repiten
todo vallas que delimitan, miradas vacías, risas que extrañan al que una vez creyó que nunca regresaría
siempre pensé que la mierda queda detrás
y nunca miré hacia atrás
siempre pensé que la niebla se iría
pero vino conmigo
alguna vez llegué a pensar que todo tenía su fin
y hoy me encuentro en un puñetero círculo vicioso
donde solo he hecho que perder
sé que lo tengo que hacer
no voy a aguantar mucho más
que algún día sabré qué hostias busco
al romperlo
y leeré en algún libro esa palabra que solucionaba todas mis dudas en otra época
y algo, quizá el brillo en unos ojos,
me regrese la fe
que no entra en la minuta de las putas
No leí la letra chica.
Nadie mencionó que intervinieran mujeres sin alma.
Percibí pronto que se trataba de un asunto turbio.
Me liaron, eso es todo.
Dios me debe un dólar.
El guión se amañó sobre la marcha.
Los actores lloran y beben bourbon sentados en un rincón.
Un fracaso de taquilla: un solo espectador que ríe desde su butaca.
Fuimos estafados: Le puede pasar a cualquiera
Dios me debe un dólar.
Hice, hicimos, lo que de nosotros se esperaba.
Fue cómico y triste. Fue vergonzoso también.
La organización responde con vaguedades y evasivas.
El espectador se partió el pecho pero a mí no me hace gracia.
Dios me debe un dólar.
¿Tan difícil es de entender?
No quiero el cielo:
Quiero mi dinero.
Es muy pequeña, las baldosas crujen
y el papel de la pared está sucio.
Los mayores de la familia dicen:
"Todo era feliz antes de la muerte."
Y añaden: "Tienes los muebles muy viejos...
aquí huele mal... comes porquerías..."
Todos ellos se fijan en la casa.
Ni una vez han reparado en mis ojos.
Mi casa es fea, poco acogedora.
No se la enseño a nadie. (Es por vergüenza.)
Primero los cuentos...
Unos relatos magníficos
de princesas idiotas aguardando siglos a quien
la trenza arrojar.
¡Ay, córtala... ya crecerá
y desciende liberada en auténtica fuga!
Después el cine...
Desde la piernita levantada y el beso de puntitas,
-miles de sandeces : te amo, te adoro, no te toco-
hasta las prostitutas cenicientas cinéfilas
que enamoran mercaderes vacías promesas.
¡Ay, deja de soñar con paneles recortados!
¿Qué hombre acomodaría su rostro en posición de
perfecta toma, no te despeino un pelo pero te
vuelve loca con un beso?
Ahora internet...
Koalas verseros por chat,
navegando mentiras de: “soy alto / rubio y bonito”;
“te idolatro, eres magia y hechizo de luna
nocturno”;
aunque resulte un mofletudo y castaño pigmeo,
no toca una teta ni pagando argenta.
Por encantamiento virtual
de ósculo pantalla tecleado
más las pericias de alquimias / Coello
el sapo es transformado en Valentino corsario.
Mañana...
Tal vez, despertemos y afrontemos con una
sonrisa,
esta simple evidencia:
Nosotras necesitamos enamorarnos y ellos
acostarnos.
(Por lo menos al principio, después tamiza el
tiempo)
Lo demás, son historias o versos.
(Y esto lo sé del hombre que me ama, sin falacias ni poemas, en manojos de hechos contundentes, simples y honestos que jamás serán libro o una película / candil / robo de sueños)
[OCULTAR]Mañana, día 1, sería es el cumpleaños de mi madre[/OCULTAR]
Madre
Mañana con el alba, yo me iré, madre mía, mascando mi secreto de sangre y de ironía. Pablo Neruda
Madre
será que en tus mejillas
caen las manos de un huracán tendido?
Será que aún soportas la soledad de un niño?
Nace de tu piel el arroyo de mi sangre, Madre,
y camina en tus ojos, de frente en frente,
el dolor de tus espaldas
donde tus hijos aún lloran la tiza y el sueño.
Madre
es en tu sombra el aire del campo
es en tus pasos los caminos que me llevan
hasta detenerme en la semilla del rayo
y soportar la lluvia entre los plátanos del día.
Las fuerzas ebrias te remolcan en domingos ebrios
y quizá el cuerpo nos sacuda al son de la puerta,
chapa amarilla en la mentira,
como la tarde que te sajo el rostro que no fue un beso.
Ten cuidado de tu amor Madre Mía
que ya por mis venas sangra el odio
a las noches que nunca nos cuidaron Mamita.
Pero en las tardes los campos abren el surco
y en tu corazón abres un pecho.
Temprano despertaremos, Madre,
para tener cuidado de las rendijas de la puerta
y aprender a sembrar el aire
y alejar nuestro dolor de la tarde
aunque los vetustos tiempos mueran en tus brazos
me darás un beso Madre.
La primera vez que fui feliz / tenía siete meses / y una mujer / que no conozco / me pasaba el dedo por el filo de la cara / al mismo tiempo que me hablaba / No entendía lo que decía / pero la escuchaba / No era lo mismo que cuando me arrojaban / como una pelota / Estaba bien sujeto / Estaba bien querido / La felicidad olía a lejía / y a colonia de la Casa Gesell.
La segunda vez fue cuando trajeron a Silver / el caballo de El Llanero Solitario / y lo instalaron a orillas del Suquía /debajo de una carpa / El caballo estaba embalsamado/ pero si cerraba los ojos / mientras le pasaba la mano por el pelo / apenas se notaba / La felicidad costaba un peso / Un peso la entrada.
La tercera fue la vez que vi de espaldas / a mi papá y a mi mamá / sentados / después de almorzar/ en la cocina / El llevaba puesto su famoso anillo de ferrocarrilero / y ella lo tenía de la mano / Las ollas / al fuego / murmuraban / La felicidad era tan fugaz / como las burbujas que subían y bajaban / a lo largo de un sifón / azul / de Egea y Sánchez.
A veces / en la Plaza España/ saco una moneda / la tiro para arriba / y digo si sale cara voy a ser feliz / pero la moneda no cae / borda el aire / rebota / se atasca/ se bifurca / y después corre / a lo largo de Chacabuco / Ustedes saben cómo es esa bajada / La felicidad es un racimo de palabras / y después se acaba.
Mañana con el alba, yo me iré, madre mía, mascando mi secreto de sangre y de ironía. Pablo Neruda
.
.
.
No es de Pablo Neruda sino de Juan Parra Del Riego en algunas antologías figura como uruguayo, vivió muchos años en Uruguay pero era peruano.
Dejo el poema completo, que inicia como un poema bastante conocido de Víctor Hugo.
Mañana con el alba
Juan Parra Del Riego
Mañana con el alba, yo me iré, madre mía,
mascando mi secreto de sangre y de ironía.
Sólo quiero partir, irme, no importa dónde.
Mi vida, su alegría, todo aquí se me esconde,
mi corazón ... mis puños ... Yo tenía una fuerza
que esta ciudad astuta, comercial y perversa
la hizo fría y triste ... Mi bastón, mi sombrero,
nada más. El camino como mi alma es lijero.
Y de mejilla (hermana y de pan y carbón
¡mi corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
Maquinista o acróbata, marinero o ladrón
yo partiré mañana, madre mía. Es pasión.
Es instinto este loco deseo de partir.
He sufrido hasta el llanto que no sabe salir.
Mi alma está triste y huérfana, yo no quiero esta cara
de palidez de tísico, esta amargura rara
que mata el fondo vivo de mi ser arbitrario,
vagabundo, humorista, gozoso y visionario.
Poeta de las máquinas, del sol y de la tierra,
yo necesito todos mis nervios con su guerra.
Vivir es ir, pelear, vencer o destrozarse.
Quien lleva más la luz es el que más la esparce.
!Mañana ya os veré, cielos altos y plenos,
estaciones queridas, noche loca de truenos,
(cae una lluvia súbita de temporal. . . helado
de frío en una puerta miro el juego encantado
de los grandes relámpagos, ¡el pampero! ¡oh, frescura!
cruza llena de chispas, de fuerza y de locura
una locomotora ... ) Mañana yo os veré
amigos de las luces últimas del café.
Puerto de las calientes guitarras populares.
(Llegan tres marineros y una mujer. . . cantares
remotos ... Una súbita carrera de tambores
derrama una matchicha de frutas y de flores.
Y pasa la pareja movida como el mar,
¡trenza de sangre y alma! ¡trompo de luz! ¡altar!)
¡Mañana ya os veré mar de los grandes cielos
que lavan las heridas de los hombres. . . pañuelos
de los adioses finos. ¡Mar donde el corazón
hae más pura su alta y solitaria pasión!
¡Qué concordancias fuertes de mi ser con las cosas!
Mi alma se lanza en, todas sus ruedas misteriosas.
¡Qué salvajes y !frescas serenatas de luna!
Mis versos van sonando mi cálida fortuna.
Porque mañana, madre, mañana, madre mía,
me iré en el alba pura cuando se rompa el día.
Dulce Támesis, discurre en calma, hasta que termine mi canción.
T.S.Eliot
Me niego a la mala poesía,
a lo sublime,
a la voraz precocidad del sexo,
a lo que no trasciende.
Me niego al bullicio del mar,
a la luna no vista en mi cielo,
a las estrellas de mar que no tengo,
a las voces que hay en mis oídos,
al llanto de Pizarnik,
a la locura de Panero,
a las Flores del mal de Baudelaire,
al vanguardismo llorón de Neruda.
Prefiero el balazo en Roque Dalton,
o hasta una canción de Silvio cantada por Café Tacuba.
Lo tradicional aburre.
Aburren los mismos callejones,
los sonidos.
Si fuese posible desaparecerlo todo.
¿Qué me queda entonces?
Yo asumo la idea de visitar la tierra baldía de Eliot
y me dedico a perfeccionar mi muerte.
No al estilo Plath o Storni.
Me niego a lanzarme al mar con dos piedras en las manos,
a ser la loca del muelle.
No es de Pablo Neruda sino de Juan Parra Del Riego en algunas antologías figura como uruguayo, vivió muchos años en Uruguay pero era peruano.
Es usté una enciclopedia con patas. Considéreme su aprendiz. Mil gracias.
.........................
BOLERO DEL AMOR MATEMÁTICO
Si te escribo cartas de amor y boleros
es amor la consecuencia matemática
de toda la espera, toda la distancia,
una ecuación amor, la desnuda fórmula
que lejos de métodos, reglas y formas
desemboca en positiva desazón.
Posiblemente amor por ser el amor
la trágica ecuación de segundo grado,
entonces tú en incógnita te conviertes,
derivada, integral, número entero.
Dime cómo podré, cómo elevaré
amor, todo tu amor de raíz al cuadrado.
Quizá se tratase de no conjugar,
amor mío, esa fiel regla de tres,
se tratase de escapar por la tangente,
dividir tus partes, dividir mis partes,
y restar por no poder multiplicarte,
por no hacer un hoy por ti, mañana por mí.
Y seré bolero, pura matemática,
un número quebrado en todas tus cartas,
quebrado en la espera, quebrado en distancia,
para poder olvidar amor tus áreas.
Dime cómo podré, cómo olvidaré
las sábanas paralelas de tu cama.
Querida incógnita, la equis de mi amor,
polinomio de mi vida y de las tardes
que escribo, cuando añoro tus cosenos
y teorizo el signo igual de cada beso,
invento el factor común de tu recuerdo
con el signo aproximado de un abrazo.
Si te escribo cartas de amor y boleros
es amor solamente para decirte
cómo esta pobre ecuación se hace tan nuestra,
que por aritmética, no admite error:
que mis días si llegan se hacen más largos,
se elevan al cuadrado cuando no estás.
No penetre su templo quien no ame la geometría
Platón
Soy mujer
Redonda como el universo
Pirámide que desconoce sus secretos
Triangular en algunas partes
con hipotenusas perfectas y calculables
por cualquiera de mis lados.
Soy mujer
Cuadrada y terca cuando de vos se trata
Pentagonal cuando planeo
la más secreta de mis armas
Soy mujer
Lineal
la distancia más corta
entre tu todo y tu nada
Ahora que puedo ver tu soledad
comprendo el equilibrio de las piedras,
tu paso lento por las avenidas
y la prisa en la tarde
cruza los soportales.
Pasa tu soledad por las calles de Pátzcuaro,
sostiene las estatuas
sobre tiempo dormido.
La vida que sucede en los susurros,
que se aparta en voz baja,
evita el desenlace que persiguen tus pies.
Los alacranes tienen
afiladas sus pinzas y el veneno
es tiempo vulnerable,
tierra en el empedrado,
esperanzas tendidas junto al fuego
o escarcha inoportuna.
Es todo cuanto debes.
Esta lluvia de pájaros
que destrozan sus huesos contra el suelo
sucede en tus poemas.
Yo sé que no es posible.
Vimos tu soledad como una casa en ruinas
pendiente del aviso de los desprendimientos.
No sé si ese eras tú
o una parte de ti
que la muerte no había invitado a su cena.
Comentarios
Pamela es la reina
pelo rosa y piel morena.
Sebastián y los otros
la aman.
Ella y su desdén
adentro del vestidito blanco
en el segundo estante
muestran
las piernas abiertas
sin agujero.
Sentados todos a la mesa
Pamela sirve té de mentira
en tacitas de plástico
y conduce la charla
como una dama.
2.
La brasa de un cigarrillo
cae
en un descuido de mamá
quema
el pie derecho de la Flaca.
Yo lloro las otras se ríen
la Flaca llora mamá se aflige
le echa la culpa al gin tonic y
promete tejerle unos zapatitos
al crochet.
Todos sabemos que no hay solución:
sólo yo querré a la Flaca renga
perderá la corona de princesa
con que Niño Valor la ungiera
dos meses atrás
su carrera de top model
en ascenso
se trunca
sus sueños de bailarina de tap
se rompen como espejitos.
Mamá le habla a la Flaca:
no es tan tremendo, dice,
una amiga suya, cuenta,
perdió el útero y los ovarios,
a su cuñada
le extirparon un pecho
y sigue enumerando
mutilaciones varias
que asustan a la Flaca
y también a mí
que agradezco que nunca traiga
sus conocidas a casa.
Selva Almada, (1973-)
.
.
.
Porque he muerto de amor algunas veces
sé que hoy estás muriendo de amor y sólo quieres
respirar el perfume del naranjo anochecido.
Porque he naufragado de amor algunas veces
y he sido gris, y ola y mar y marinero
en busca del sabor amargo de la tierra.
Porque sé lo que es vivir desnudo en el invierno
sin otra visión que mi delirio y de repente
como de amor morir entre unos brazos.
Porque he muerto de amor algunas veces
entre fuentes de agua cristalina y arrayanes
sé que estás muriendo de amor, amiga mía,
como muere el azahar cuando amanece.
Antonio José Mialdea
No es que le falte
el sonido,
es que tiene
el silencio.
Fina García Marruz
Tras las pisadas de aquellos que dormitan entre jirones de cartón
Hay historias invisibles y anónimas de quienes nunca fueron siquiera, una esquela en el periódico.
Aquellos que se hundieron en el barro tan silenciosamente como un suspiro a oscuras,
Desafían los sombreros de copa, aún estando ciegos y mudos.
Comen entrañas de nada, beben frío.
Se perforan los músculos y engañan al tiempo.
Ellos, en silencio, bajo el puente, lo saben.
Sus cadáveres en descomposición servirán, quizá, para alimentar las flores que adornarán el pelo de las hijas de otros.
Garikoitz Gómez Alfaro (1988-)
.
.
.
Voy por el camino hacia la ciudad de las grandes migraciones, acosada, inmóvil, maníaca.
Qué se puede esperar de esta efervescencia de granito,
con calles por donde se desliza la brusquedad de las estaciones y de los cielos inmensos.
Ha sido construida a fuerza de imaginación sobre la página en blanco. Oh ciudad,
qué secreto te aguarda, qué tesoro te alimenta como una llama bajo la chimenea.
De algún modo, el sol forma parte de tu albañilería y prolonga tu desgaste.
Esdras Parra
(de señoras respetables)
Cuando den flores los cuernos del ciervo
dejaré de quererte.
Gloria Fuertes
Te explicaré este amor paranormal,
el raro equilibrio que nos tiene
aferradas a sucias necesidades
que escandalizan
a educados caballeros
y avergüenzan
a las señoras bien.
Es por eso que se nos abren las bocas
sin quererlo
y se nos escapan unas enormes palabras
anunciando la sal, el cuello,
el tibio abrazo de las lenguas.
Las familias respetables nos miran
desde la oscuridad y el fondo abisal,
son feos y terribles peces ciegos
que velan preocupados por las apariencias.
Y yo,
que con una mano te recobro,
te devuelvo a la forma primera,
al barro esencial, al edén bollero.
Voy siempre más allá,
desafío la ley que llevas impresa en la piel
y tiro recto
hacia las piernas.
Txus García (Tarragona, 1974-)
.
.
.
El que más claro ardió fue el cabello de mi amada vespertina:
a ella le envié el féretro de madera más liviana.
Lo rodean las olas, como la cama de nuestros sueños en Roma,
lleva una peluca blanca como yo y habla ronco:
habla como yo cuando doy un paso a los corazones.
Sabe una canción francesa de amor que yo cantaba en otoño,
cuando me demoraba en viajes por el país de la tarde y escribía cartas en la mañana.
Una hermosa barca es el féretro, tallado en la madera de los
sentimientos.
También yo viajé sangre abajo en él cuando era más joven que tu ojo.
Ahora tú eres joven como un pájaro muerto en la nieve de marzo,
ahora llega hasta ti y canta su canción francesa.
Sois livianos: dormís mi primavera hasta que acaba.
Yo soy más liviano:
canto ante extraños.
Paul Celan
Abre tus ojos de barro
tus ojos de cielo y de noche interrumpida
tus ojos de alfombra, tus ojos pisoteados
ábrete a la luz y ala sombra y a los vientos
a la sombra negra que arrojan los cuerpos.
Árbol de la ceguera, de las muertes,
camino de las desapariciones,
marchas hacia los ojos abiertos del tiempo
hacia el agua pura del instante que corre
cuando te detienes te tornas invisible
cuando andas te destruyes
sólo eres la sombra de la idea de ser
pero con el hueco de tu mano ves todo
por el hueco de tu mano te derramas,
cuerpo ávido de caricias de atmósferas,
mil veces impasible, mil veces tierno
pero finalmente absorbido por la nada
que corroe lentamente el agua del tiempo
Aldo Pellegrini
El deseo de Balthus no se concretó. El blanco de la ropa
interior de la niña le recordó la primera nevada de su infancia:
corría por el campo resplandeciente tras una codorniz herida.
El ave no podía elevarse, arrastraba sus patas dejando
una caligrafía interrumpida. Cuando la alcanzó, yacía muerta
en la nieve. Visitó todos los días del invierno
el sarcófago de hielo.
Un día de calor el cuerpo de la codorniz desapareció.
Balthus maldijo las primaveras. Y a la muchacha.
Natalia Litvinova
Aquel día él se levantó romántico
y quiso dejarme algo
especial.
Se pintó los labios con mi carmín
y dejó en un papel la silueta de un
beso.
Cuando vi la nota,
le imaginé en calzoncillos,
con los dientes sucios
y mi carmín
fucsia
en los labios.
BEGOÑA PAZ (A Coruña, 1965-)
.
.
.
Tu voz era una bebida que yo sorbía silencioso
ante las miradas asombradas
un pájaro de luz
salió de tu cuerpo transparente
pájaro de luz
instante que revolotea
a una velocidad vertiginosa
atravesando calles y calles
persiguen tu cuerpo que huye
¿cuándo podrás alejar a la jauría enloquecida?
desamparada
te has destrozado al caer
los restos de tu cuerpo se arrastran por todos los rincones
del mundo
ah un día renacerás tú
la transparente
única, inconfundible
levemente inclinada , nunca caída
rodeada de impenetrable silencio
avanzando tu pie frágil entre la vacilante monotonía
ah un día renacerá tu risa
tu risa de pájaro transparente
tu risa herida.
Aldo Pellegrini
Debería describir las bellas flores
que coronan tu cabeza de joven ninfa
pero ese es ya un camino demasiadas veces recorrido,
y sin embargo si pudiera desvelar un pensamiento tuyo
verdaderamente delicado
más allá de las palabras circunstanciales
que dedicas a preguntar a esta hora suave de la tarde.
Y leo que en el año 1959
un poeta estaba tendido sobre la hierba
tirando piedras al río,
entonces sería junio como ahora
y en esa época cuando yo tenía un año
acaso mi madre me tendiese bajo una encina escuchando el zumbido del campo
mientras ella extendía ropa recién lavada sobre la hierba.
Cuando pienso que ella podía estar exultante de felicidad aquel día
y que los sentimientos son más amplios que las palabras
y que ahora mi madre son sus huesos en un nicho entre dos altos cipreses,
vuelvo a hablar de las guirnaldas que adornan tu pelo
como a una bella estatua pública
que se piensa incorruptible en el tiempo
y yo bebo el elixir de infinitud con que me sirves un agua tónica.
José Cañuelo es poeta cordobés (1958-)
.
.
.
La dulce vida entre la hierba verde
Hay un silencio, abajo, de estatuas destruidas.
Amanece.
la vida como un sueño con tesoros y mapas,
el rocío y su lava de cristal.
Amanece. Recuerdas.
Los caballos rompieron la lluvia con sus cascos;
las torres eran parte de tu sangre,
tu muerte se añadía a las campanas.
En su memoria azul,
río abajo, las aguas te recuerdan ahora;
te apoyas en un muro matizado de hiedra,
el carbón de la vida
sofoca el fuego de tus manos.
No preguntaste entonces quién movía las águilas,
quién juntó las tinieblas y los lobos
quién sembró la semilla del árbol del ahorcado.
Cuando ardía el laurel y se quebraba el hielo.
Cuando tu corazón se asociaba a la escarcha.
Cuando la luz fue parte de la noche.
Cuando el sol extendía su óxido por la arena
alguien te vio dejar,
perdida junto al cisne redondo de la luna,
la dulce vida entre la hierba verde.
Benjamín Prado
Imagina unos versos. Después, ponte a buscarlos
como si fueran tuyos y estuviesen perdidos;
intenta adivinarles las palabras
como el que huye trata de predecir los pasos
de quienes lo persiguen; y procura que en ellos
se detenga el idioma
igual que el agua
se vuelve hielo para dejarse acariciar.
Que tu poema sepa algo que ignoras;
que no te necesite; que encuentre al mismo tiempo
lo que nadie soñaba y lo que buscan todos;
que cuando ya no estés
oculte que te has ido,
se haga pasar por ti.
No escribas si lo puedes hacer como cualquiera
pero no como tú;
si al repetir
lo que dijeron otros
no dices otra cosa;
si en tus libros no se oyen los libros que leíste,
como en un apellido
se escucha galopar
a los antepasados.
Que tu poema esté a medio camino
entre tú y yo
lo mismo que una estatua
entre el cuerpo y la roca;
que ponga lo intocable en nuestras manos;
que logre que se queden las cosas que se van.
(Eso es lo que me dijo Auden junto a su tumba.
Nevaba sobre Kirchstetten, en los Bosques de Viena,
y yo soñé
que un día
alguien pondrá unas rosas debajo de mi nombre
y encima de estos versos que escribo para ti.)
.
.
.
1. Domingo 12 de septiembre, 1937
Domingo 12 de septiembre, 1937
a las dos de la mañana: nací.
De ahí mis hábitos nocturnos
y el amor a los fines de semana.
Me clasificaron: nena? rosadito.
Boté el rosa hace mucho tiempo
y escogí el color que más me gusta,
que son todos.
Me acompañan tres hijas y dos perros:
lo que me queda de dos matrimonios.
Estudié porque no había remedio
afortunadamente lo he olvidado casi todo.
Tengo hígado, estómago, dos ovarios,
una matriz, corazón y cerebro, más accesorios.
Todo funciona en orden, por lo tanto,
río, grito, insulto, lloro y hago el amor.
Y después lo cuento.
Ana María Rodas
Dios me debe un dólar:
He hecho el payaso
y a los payasos se les paga.
Dios me debe un dólar.
No leí la letra chica.
Nadie mencionó que intervinieran mujeres sin alma.
Percibí pronto que se trataba de un asunto turbio.
Me liaron, eso es todo.
Dios me debe un dólar.
El guión se amañó sobre la marcha.
Los actores lloran y beben bourbon sentados en un rincón.
Un fracaso de taquilla: un solo espectador que ríe desde su butaca.
Fuimos estafados: Le puede pasar a cualquiera
Dios me debe un dólar.
Hice, hicimos, lo que de nosotros se esperaba.
Fue cómico y triste. Fue vergonzoso también.
La organización responde con vaguedades y evasivas.
El espectador se partió el pecho pero a mí no me hace gracia.
Dios me debe un dólar.
¿Tan difícil es de entender?
No quiero el cielo:
Quiero mi dinero.
Sergi Puertas (Barcelona, 1971-)
.
.
.
LA TRÁGICA
Me encantaba que metieses mi nombre a través de tu garganta… y que lo sacases mojado de entre los dientes para mis oídos llenos de tierra… y me da pena que mi nombre no tenga eses ni erres, porque arrastras las letras como muebles, y frotas mis palabras como palos para el fuego.
Ahora ni frotas estos dedos fríos, ya no buscas que con mi aliento se haga el mar de los irlandeses como hacía… amor… hazme el mar de stephen dédalus y yo tiraba de un beso, hazme el mar de ulises, y era lengua y era ombligo, hazme el mar que nunca tendré delante, y subíamos a los techos para caer como olas viejas. Pesadamente.
Ya no rozas la lengua fría en azul tristeza y apagada, como de náufraga. No mordisqueas la piel para darle sabor al aire, ya no quitas fresa ni nuez del interior de mi pelo, ya no buscas brújula dentro de mi ni echas a caminarme por todas las grietas incluso sabiendo que ya no llaman ni obedecen.
Qué es esta herida repetida sobre la piel, cabezarriba, cabezabajo, cabeza machacada y con veneno, cabeza con tiro de cañón oxidado, cabeza descuartizada-boca partida, qué son estos dedos en mi garganta, y este remolino de tripas sacadas fuera del vientre, qué son estas manos atadas a la espalda y esta resignación pegada a mis ojos, qué es esta escena
Emma Pedreira Lombardía (A Coruña, 1978)
dolor de cabeza, un intenso y profundo dolor de cabeza resultado del garrafón que sirven en ese garito de música y estética ginesexual
pertenezco a una generación maldita que se ahoga en el puto silencio
que siempre regresa a que le pongan el mismo garrafón que taladra túneles por donde huyen despavoridas las pocas neuronas, las listas, que nos quedan
miro, observo, siempre miro y observo aunque ya nada me llama la atención en esta ciudad que se fotografía a sí misma en un espejo de lluvia heladala veo pasar, me mira y se da la vuelta, me gusta tu nuca tu espalda tu culo, bo, que eres ya un tema recurrente en mi niebla, aunque ya te hayas cansado de mi silencio
admiro la soledad del espacio que conquista tu paso enérgico
que rompe la niebla helada de mis pensamientos
que cae, es un instante, y con ella todo el decorado
desapareces, desaparezco
ya sólo escucho el eco de unos pasos que van generando una niebla discontinua, al ritmo de la respiración, del fumar solitario por unas calles que se hunden en su pasado, el mío,
los pasos que se repiten
todo vallas que delimitan, miradas vacías, risas que extrañan al que una vez creyó que nunca regresaría
siempre pensé que la mierda queda detrás
y nunca miré hacia atrás
siempre pensé que la niebla se iría
pero vino conmigo
alguna vez llegué a pensar que todo tenía su fin
y hoy me encuentro en un puñetero círculo vicioso
donde solo he hecho que perder
sé que lo tengo que hacer
no voy a aguantar mucho más
que algún día sabré qué hostias busco
al romperlo
y leeré en algún libro esa palabra que solucionaba todas mis dudas en otra época
y algo, quizá el brillo en unos ojos,
me regrese la fe
que no entra en la minuta de las putas
Alfonso Rabanal
.
.
.
Me avergüenza mucho enseñar mi casa.
Es muy pequeña, las baldosas crujen
y el papel de la pared está sucio.
Los mayores de la familia dicen:
"Todo era feliz antes de la muerte."
Y añaden: "Tienes los muebles muy viejos...
aquí huele mal... comes porquerías..."
Todos ellos se fijan en la casa.
Ni una vez han reparado en mis ojos.
Mi casa es fea, poco acogedora.
No se la enseño a nadie. (Es por vergüenza.)
Sigo aquí. Aunque me han dejado solo.
Toni Montesinos Gilbert (Barcelona, 1972)
Primero los cuentos...
Unos relatos magníficos
de princesas idiotas aguardando siglos a quien
la trenza arrojar.
¡Ay, córtala... ya crecerá
y desciende liberada en auténtica fuga!
Después el cine...
Desde la piernita levantada y el beso de puntitas,
-miles de sandeces : te amo, te adoro, no te toco-
hasta las prostitutas cenicientas cinéfilas
que enamoran mercaderes vacías promesas.
¡Ay, deja de soñar con paneles recortados!
¿Qué hombre acomodaría su rostro en posición de
perfecta toma, no te despeino un pelo pero te
vuelve loca con un beso?
Ahora internet...
Koalas verseros por chat,
navegando mentiras de: “soy alto / rubio y bonito”;
“te idolatro, eres magia y hechizo de luna
nocturno”;
aunque resulte un mofletudo y castaño pigmeo,
no toca una teta ni pagando argenta.
Por encantamiento virtual
de ósculo pantalla tecleado
más las pericias de alquimias / Coello
el sapo es transformado en Valentino corsario.
Mañana...
Tal vez, despertemos y afrontemos con una
sonrisa,
esta simple evidencia:
Nosotras necesitamos enamorarnos y ellos
acostarnos.
(Por lo menos al principio, después tamiza el
tiempo)
Lo demás, son historias o versos.
(Y esto lo sé del hombre que me ama, sin falacias ni poemas, en manojos de hechos contundentes, simples y honestos que jamás serán libro o una película / candil / robo de sueños)
Rita Gardellini
Madre
mascando mi secreto de sangre y de ironía.
Pablo Neruda
Madre
será que en tus mejillas
caen las manos de un huracán tendido?
Será que aún soportas la soledad de un niño?
Nace de tu piel el arroyo de mi sangre, Madre,
y camina en tus ojos, de frente en frente,
el dolor de tus espaldas
donde tus hijos aún lloran la tiza y el sueño.
Madre
es en tu sombra el aire del campo
es en tus pasos los caminos que me llevan
hasta detenerme en la semilla del rayo
y soportar la lluvia entre los plátanos del día.
Las fuerzas ebrias te remolcan en domingos ebrios
y quizá el cuerpo nos sacuda al son de la puerta,
chapa amarilla en la mentira,
como la tarde que te sajo el rostro que no fue un beso.
Ten cuidado de tu amor Madre Mía
que ya por mis venas sangra el odio
a las noches que nunca nos cuidaron Mamita.
Pero en las tardes los campos abren el surco
y en tu corazón abres un pecho.
Temprano despertaremos, Madre,
para tener cuidado de las rendijas de la puerta
y aprender a sembrar el aire
y alejar nuestro dolor de la tarde
aunque los vetustos tiempos mueran en tus brazos
me darás un beso Madre.
Roger García Clavo
.
.
.
La primera vez que fui feliz / tenía siete meses / y una mujer / que no conozco / me pasaba el dedo por el filo de la cara / al mismo tiempo que me hablaba / No entendía lo que decía / pero la escuchaba / No era lo mismo que cuando me arrojaban / como una pelota / Estaba bien sujeto / Estaba bien querido / La felicidad olía a lejía / y a colonia de la Casa Gesell.
La segunda vez fue cuando trajeron a Silver / el caballo de El Llanero Solitario / y lo instalaron a orillas del Suquía /debajo de una carpa / El caballo estaba embalsamado/ pero si cerraba los ojos / mientras le pasaba la mano por el pelo / apenas se notaba / La felicidad costaba un peso / Un peso la entrada.
La tercera fue la vez que vi de espaldas / a mi papá y a mi mamá / sentados / después de almorzar/ en la cocina / El llevaba puesto su famoso anillo de ferrocarrilero / y ella lo tenía de la mano / Las ollas / al fuego / murmuraban / La felicidad era tan fugaz / como las burbujas que subían y bajaban / a lo largo de un sifón / azul / de Egea y Sánchez.
A veces / en la Plaza España/ saco una moneda / la tiro para arriba / y digo si sale cara voy a ser feliz / pero la moneda no cae / borda el aire / rebota / se atasca/ se bifurca / y después corre / a lo largo de Chacabuco / Ustedes saben cómo es esa bajada / La felicidad es un racimo de palabras / y después se acaba.
Daniel Salzano
No es de Pablo Neruda sino de Juan Parra Del Riego en algunas antologías figura como uruguayo, vivió muchos años en Uruguay pero era peruano.
Dejo el poema completo, que inicia como un poema bastante conocido de Víctor Hugo.
Juan Parra Del Riego
Mañana con el alba, yo me iré, madre mía,
mascando mi secreto de sangre y de ironía.
Sólo quiero partir, irme, no importa dónde.
Mi vida, su alegría, todo aquí se me esconde,
mi corazón ... mis puños ... Yo tenía una fuerza
que esta ciudad astuta, comercial y perversa
la hizo fría y triste ... Mi bastón, mi sombrero,
nada más. El camino como mi alma es lijero.
Y de mejilla (hermana y de pan y carbón
¡mi corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
Maquinista o acróbata, marinero o ladrón
yo partiré mañana, madre mía. Es pasión.
Es instinto este loco deseo de partir.
He sufrido hasta el llanto que no sabe salir.
Mi alma está triste y huérfana, yo no quiero esta cara
de palidez de tísico, esta amargura rara
que mata el fondo vivo de mi ser arbitrario,
vagabundo, humorista, gozoso y visionario.
Poeta de las máquinas, del sol y de la tierra,
yo necesito todos mis nervios con su guerra.
Vivir es ir, pelear, vencer o destrozarse.
Quien lleva más la luz es el que más la esparce.
!Mañana ya os veré, cielos altos y plenos,
estaciones queridas, noche loca de truenos,
(cae una lluvia súbita de temporal. . . helado
de frío en una puerta miro el juego encantado
de los grandes relámpagos, ¡el pampero! ¡oh, frescura!
cruza llena de chispas, de fuerza y de locura
una locomotora ... ) Mañana yo os veré
amigos de las luces últimas del café.
Puerto de las calientes guitarras populares.
(Llegan tres marineros y una mujer. . . cantares
remotos ... Una súbita carrera de tambores
derrama una matchicha de frutas y de flores.
Y pasa la pareja movida como el mar,
¡trenza de sangre y alma! ¡trompo de luz! ¡altar!)
¡Mañana ya os veré mar de los grandes cielos
que lavan las heridas de los hombres. . . pañuelos
de los adioses finos. ¡Mar donde el corazón
hae más pura su alta y solitaria pasión!
¡Qué concordancias fuertes de mi ser con las cosas!
Mi alma se lanza en, todas sus ruedas misteriosas.
¡Qué salvajes y !frescas serenatas de luna!
Mis versos van sonando mi cálida fortuna.
Porque mañana, madre, mañana, madre mía,
me iré en el alba pura cuando se rompa el día.
Buenos Aires, 1918.
chau chau chauuuu
[/OCULTAR]
El número plural
El amor,
nombre sustantivo,
muy sustantivo,
singular,
su género ni femenino ni masculino,
su género indefenso.
Número plural
los amores indefensos.
El miedo
nombre esencial,
en el principio singular
después plural:
los miedos.
Los miedos
por todo a partir de ahora.
La memoria,
nombre capital de las tristezas,
nombre singular,
simple nombre singular
e invariable.
La memoria, la memoria, la memoria.
La noche,
nombre esencial,
femenino,
singular.
Nombre plural
las noches.
Las noches a partir de ahora.
Kikí Dimulá (Atenas, Grecia, 1931)
T.S.Eliot
Me niego a la mala poesía,
a lo sublime,
a la voraz precocidad del sexo,
a lo que no trasciende.
Me niego al bullicio del mar,
a la luna no vista en mi cielo,
a las estrellas de mar que no tengo,
a las voces que hay en mis oídos,
al llanto de Pizarnik,
a la locura de Panero,
a las Flores del mal de Baudelaire,
al vanguardismo llorón de Neruda.
Prefiero el balazo en Roque Dalton,
o hasta una canción de Silvio cantada por Café Tacuba.
Lo tradicional aburre.
Aburren los mismos callejones,
los sonidos.
Si fuese posible desaparecerlo todo.
¿Qué me queda entonces?
Yo asumo la idea de visitar la tierra baldía de Eliot
y me dedico a perfeccionar mi muerte.
No al estilo Plath o Storni.
Me niego a lanzarme al mar con dos piedras en las manos,
a ser la loca del muelle.
Me niego a todo a todo.
A mí misma, por supuesto.
Karen Valladares (Tegucigalpa, Honduras, 1984)
Es usté una enciclopedia con patas. Considéreme su aprendiz. Mil gracias.
.........................
BOLERO DEL AMOR MATEMÁTICO
Si te escribo cartas de amor y boleros
es amor la consecuencia matemática
de toda la espera, toda la distancia,
una ecuación amor, la desnuda fórmula
que lejos de métodos, reglas y formas
desemboca en positiva desazón.
Posiblemente amor por ser el amor
la trágica ecuación de segundo grado,
entonces tú en incógnita te conviertes,
derivada, integral, número entero.
Dime cómo podré, cómo elevaré
amor, todo tu amor de raíz al cuadrado.
Quizá se tratase de no conjugar,
amor mío, esa fiel regla de tres,
se tratase de escapar por la tangente,
dividir tus partes, dividir mis partes,
y restar por no poder multiplicarte,
por no hacer un hoy por ti, mañana por mí.
Y seré bolero, pura matemática,
un número quebrado en todas tus cartas,
quebrado en la espera, quebrado en distancia,
para poder olvidar amor tus áreas.
Dime cómo podré, cómo olvidaré
las sábanas paralelas de tu cama.
Querida incógnita, la equis de mi amor,
polinomio de mi vida y de las tardes
que escribo, cuando añoro tus cosenos
y teorizo el signo igual de cada beso,
invento el factor común de tu recuerdo
con el signo aproximado de un abrazo.
Si te escribo cartas de amor y boleros
es amor solamente para decirte
cómo esta pobre ecuación se hace tan nuestra,
que por aritmética, no admite error:
que mis días si llegan se hacen más largos,
se elevan al cuadrado cuando no estás.
Alfonso Salazar
.
.
.
No penetre su templo quien no ame la geometría
Platón
Soy mujer
Redonda como el universo
Pirámide que desconoce sus secretos
Triangular en algunas partes
con hipotenusas perfectas y calculables
por cualquiera de mis lados.
Soy mujer
Cuadrada y terca cuando de vos se trata
Pentagonal cuando planeo
la más secreta de mis armas
Soy mujer
Lineal
la distancia más corta
entre tu todo y tu nada
Soy mujer
punto
tal vez de tus referencias.
Marianela Corriols (Estelí, Nicaragua, 1965)
En memoria de Francisco Ruiz Udiel
Ahora que puedo ver tu soledad
comprendo el equilibrio de las piedras,
tu paso lento por las avenidas
y la prisa en la tarde
cruza los soportales.
Pasa tu soledad por las calles de Pátzcuaro,
sostiene las estatuas
sobre tiempo dormido.
La vida que sucede en los susurros,
que se aparta en voz baja,
evita el desenlace que persiguen tus pies.
Los alacranes tienen
afiladas sus pinzas y el veneno
es tiempo vulnerable,
tierra en el empedrado,
esperanzas tendidas junto al fuego
o escarcha inoportuna.
Es todo cuanto debes.
Esta lluvia de pájaros
que destrozan sus huesos contra el suelo
sucede en tus poemas.
Yo sé que no es posible.
Vimos tu soledad como una casa en ruinas
pendiente del aviso de los desprendimientos.
No sé si ese eras tú
o una parte de ti
que la muerte no había invitado a su cena.
Fernando Valverde
Dicen las hijas que hoy no tienen hambre.
Qué inmadura parece la felicidad cuando se sufre. Qué tonto el desamor cuando se alcanza el desencanto.
Las muñecas más bonitas son las muertas.
La mirada inexpresiva del ánima esquiva en la cama del forense. Hoy las niñas dicen
que no tienen hambre.
sus vientres llenos de espacio.
des, pa, cio
[como si comer fuera una cuestión de tiempo]
porque vivir es una cuestión de tiempo.
sus bolsillos llenos de sobres de ketchup:
preparan
la herida como parte del decorado y el silencio
como dogma de fe - estigma
contra lo real.
Adriana Bañares, por favor.
.
.
.