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La luz de la luna llena era la tímida iluminación de aquella choza. Tres esterillas; tres almohadas rotas y descosidas; y un par de mantas viejas, conformaban su humilde lecho a ras de suelo.
Aquella cabaña de cinco metros cuadrados, la cual, Yousef, construyó con sus propias manos, no era una casa de ensueño; no obstante, era mucho más de lo que muchos palestinos se podían permitir.
Tras sacarse su ropa de trabajo, el padre de familia se vistió con su vieja túnica blanca, mas, cuando estaba a punto de compartir el lecho con su mujer, algo lo hizo mirar con gesto de pavor hacia la ventana; un nuevo ataque. Aquellos fogonazos de luces danzantes, bailaban al son de su propia banda sonora; sustituyendo la calma de la noche por una canción de muerte con forma de bombas.
Una vez comprobó, y con sumo alivio, que aquellos misiles no ponían en riesgo la vida de su familia; el cabeza de familia se dispuso a ir a la cama, mas, la visión de su niño de cuatro años bloqueó dicho acto.
Aquel pequeño vestía con un pijama blanco de Mickey Mouse, el cual, su padre le había comprado recientemente. Es triste, pero aquel viejo pijama había sido donado por alguna buena familia de occidente, no obstante, la “ONG” que lo había recogido había hecho negocio con él. La felicidad del famoso roedor de Walt Disney contrastaba radicalmente con el gesto de estupefacción de su portador. El niño no podía dejar de mirar hacia la ventana. Su mano derecha estaba posada sobre aquellos labios carnosos, los cuales había heredado de su madre.
—¿Qué ocurre Mohamed? —dijo Yousef, mientras abrazaba al pequeño para intentar desviar su atención; pero no lo consiguió; ya que, sus bellos y enormes ojos seguían clavados en la ventana. Aquellos destellos de terror los hacían brillar como dos soles de primavera.
—¿Qué es eso, papá? —dijo el niño con voz temerosa, a la vez que señalaba hacia aquel fenómeno con su pequeño dedo índice.
Entonces, las lágrimas invadieron los ojos de Yousef, y rápidamente lo abandonaron, pues estas se deslizaron sobre su tez morena para caer sobre la espalda de su niño.
Tras limpiarse las lágrimas, el padre de familia separó el rostro de la pequeña clavícula de su hijo, y mirándolo fijamente a los ojos, le dijo lo siguiente.
—Mi amor, son fiestas de cumpleaños. Así es como los ricos celebran el día en que nacieron...
Ante las palabras de su progenitor, un gesto de duda se apoderó del rostro del pequeño.
—¿De verdad, Papá? —respondió el niño, a la vez que una tímida sonrisa nacía en su expresión.
—Claro hijo. Son fuegos artificiales. Uno por cada año que cumplen.
La felicidad invadió el rostro de Mohamed, y ahora miraba aquellos destellos de horror con admiración. Por otra parte la ira inundó la mente del padre, pues estaba muriendo mucha gente, y en el fondo, no le resultaba agradable tener que mentir y banalizar sobre ello; no obstante, ¿qué demonios iba a hacer?, ¡si tiene cuatro años!
—Yo también quiero, papá. Quiero tener una fiesta de cumpleaños.
—Ya veremos hijo. Duérmete y pórtate bien. Y cuando pueda te prepararé la mejor fiesta del mundo. Ahora vámonos a dormir, porque mañana hay que madrugar —dijo Yousef, a la vez que acariciaba aquellos cabellos azabaches.
De esta forma, padre e hijo se enredaron en aquella manta vieja; y a decir verdad, no tardaron mucho en dormirse, pues la familia estaba acostumbrada a los continuos intercambios de bombas entre Israel y Hamás. Una guerra injusta; un problema sin solución aparente. Un conflicto en el cual ocurre lo de siempre; pobreza y muerte para el pobre, riqueza y vida para el rico.
Comentarios
Pobre crío y pobre padre, como tantos padres e hijos de ese infierno en la Tierra.. El amor y la ternura del progenitor y la significativa inocencia del pequeño vástago, pudieron más que todos aquellos horribles estruendos, hasta quedar ambos dormido. Increíble adaptación a un ambiente verdaderamente hostil. Coincide tu narración con un nuevo recrudecimiento entre los mismos de siempre de Oriente próximo.
La gran ironía de estos interminables enfrentamientos entre Palestina e Israel es que, según la Historia Sagrada, Jesucristo (que los creyentes como yo lo consideramos El Gran Mensajero de la paz) nació en Nazaret (Israel)
Señor Nacho, no solo es usted muy bueno en versos, también en prosa; de hecho, esta historia está magníficamente redactada, destacando los matices de tristeza que arrastra el texto.
Leyendo una noticia sobre el susodicho tema, se me ocurrió esta historia. Espero no haber herido la sensibilidad de nadie, pues no es mi intención.
Por cierto, quisiera añadir un dato en lo referente a los protagonistas, los cuales son musulmanes; y en verdad el musulmán estricto rechaza las celebraciones foráneas(como los cumpleaños). Es por eso que Yousef se refiere a las celebraciones de ellos, de los ricos. Espero no haber metido la gamba en ningún matiz.
🙂
En lo referente al niño, si en sus cuatro años de vida nunca ha visto un bombardeo nocturno, pues se sorprenderá y preguntará. Yo creo que cuatro años es una edad más que buena para eliminar ese tipo de duda.
Me encanta la corrección. Cuando entregué a mi correctora el primer capítulo de mi novela como prueba de lo que se le venía encima, me preguntó cuántas veces lo había revisado porque no había errores. Lógicamente, el resto de la novela tenía algunas cosillas, pero la corrigió en poco tiempo y aplicando la tarifa mínima por el poco trabajo que le dio.
Disfruto aportando mis sugerencias, que sólo son eso, sugerencias. Y gracias por aclararme lo de ONG. Creo que, en lugar de las comillas, puede quedar mejor algo como "supuesta ONG" o "empresa disfrazada de ONG" para que las comillas no lleven a error.
Lo del niño es lógico que te lleve a duda, pues este relato estaba pensado para micro, y aunque al final se me fue de las manos, he de decir que no puedo matizar todo lo que me gustaría. No obstante, te pongo en contexto, y te digo que lo escribí a raíz del último conflicto de Israel con Palestina. Los niños de dichas regiones, seguramente estén acostumbrados a la guerra y al conflicto, pero yo creo que nunca vieron semejantes destellos en la noche, como tampoco creo que presencien tiroteos o explosiones a diario. Aún así, un niño de ese país se asustará mucho menos por una explosión que, por ejemplo, un niño de Londres. En el fondo esa es mi intención, destacar la triste realidad de que hasta los niños tengan a la guerra como algo normal y forme parte de sus vidas. De todas formas, como te dije, esto es lo primero que se me vino a la mente, al final, y contando con sugerencia y alguna pincelada más, lo guardo en un Word y lo envío a algún certamen para probar suerte.
Lo de las comillas me he informado sobre el tema, y un par de páginas comentan que se usan para ironizar.
Gracias @texas ¡un abrazo!