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Podéis verlo como yo.

Miguel Monte RealMiguel Monte Real Gonzalo de Berceo s.XIII
editado enero 2010 en Narrativa
Ahí le veis, encorvado por el peso de los años; en una mano el bastón y en la otra un ramillete de claveles blancos. Ahí le estáis viendo, cómo camina trabajosamente entre el laberinto de mármol, flanqueado por un mar de cruces erguidas y cipreses melancólicos.

Ahí está, ya ha llegado. Mirad cómo se quita el sombrero con respeto; ahora posa su mano en la lápida, y acaricia levemente la inscripción de la fría piedra; cómo quita el polvo, cómo deja a un lado en un pequeño jarrón de barro las flores frescas, sustituyendo las ajadas por el paso del tiempo. Mirad cómo susurra y reza, cómo dispone su frágil cuerpo para acomodarse un rato, a su lado.

No se queja; se ha acostumbrado a visitarla todos los primeros días de noviembre, cuando ya las tardes caen deprisa y el frío cuaja las gotas de lluvia. Al principio fue difícil, después de toda una vida compartida. Cuando ella murió, él se convirtió en un fantasma, y deambulaba entre las cuatro paredes de su casa, esperando encontrarla detrás de las esquinas. La angustia y desesperanza dejó paso al dolor, y un día ese dolor le dejó exhausto, agotado de sombras, llegando la tristeza como un manto que abarcaba todo.

El habla de cómo van las cosas desde que ella no está; habla de sus hijos, de cómo van los nietos; cuenta una por una las historias que le llegan de paso, y se lamenta de no poder afrontar con ella todo lo que le ocurre. Recuerda los buenos y malos momentos que tuvieron que pasar juntos; pero sobre todo echa de menos los largos días en los que parecía que nada pasaba, pero todo ocurría. Esa rutina que los hizo indestructibles, en las que los defectos de cada uno se limaban y ajustaban como piezas sensibles de un gran mecano. Recuerda el principio, cuando todo era pasión y bellos sentimientos. Recuerda también cuando los sentimientos dejaron paso a la férrea voluntad de amar. La rueca de la vida siguió girando, y a partir de ahí, entre alfileres, hicieron una madeja tupida que no se quebró hasta su muerte.

El nunca pudo decirla adiós. Como esta tarde, siempre se despide con un gesto de cariño y la promesa de volver a verla pronto. Podéis ver cómo se levanta y se santigüa; cómo recoge su sombrero y se lo cala hondo, hasta ser de nuevo una sombra que gira sobre sus pasos para recorrer de vuelta el camino que se pierde más allá de este camposanto. Sí, podéis verlo como yo: él sigue amando. Os lo dice aquella que escucha sus oraciones y sabe cómo es su corazón. Os lo dice aquella que no espera, porque ya ha llegado. Os lo dice la que ha muerto y anhela encontrarse de nuevo con él, su amado, antes de vivir para siempre.

Comentarios

  • José RubénJosé Rubén Pedro Abad s.XII
    editado enero 2010
    Bonito tema,bien elegido,bien planteado.Estéticamente perfecto;la verdad,me encantó.Mis felicitaciones.


    JOSÉ
  • marta gmarta g Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2010
    uufffff me has calado hondo,es un texto exquisito,felicidades.
  • bartonbarton Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2010
    Es i-m-p-r-e-s-i-o-n-a-n-t-e, no me lo puedo CREER. Es un tema totalmente nuevo, con esos matices que te hacen aferrarte al texto y seguir leyendo hasta el final, y además al principio no sospechas nada de la narradora. Me ha pillado con la guardia bajada. ¡Extraordinario! Me encanta. Es, sencillamente, un relato genial. Yo por mi parte no le encuentro errores. Gracias, y por favor, sigue escribiendo por aquí ;) Xao.
  • revuerevue Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2010
    Muy hermoso, felicidades Miguel.
  • Miguel Monte RealMiguel Monte Real Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2010
    Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Revue, espectacular tu blog. Barton, exageras y halagas, gracias. Marta...si llega, es algo.. José, la estética.. has llegado a imaginarlo?

    Generosa vuetra bienvenida. Un saludo.
  • serranaserrana Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2010
    A mi también me pareció muy bien planteado. Con un final que sorprende.
    Muy bien escrito.
    Un saludo afectuoso :)
  • isabel veigaisabel veiga Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2010
    No tengo palabras, aunque parezca mentira. Tampoco tengo klínex a mano así que las últimas frases las he leído con dificultad pero con placer. Un texto precioso que no deja adivinar el final, con una descripción sencilla pero precisa, sin rodeos, sin desviar la atención, contado con un sentimiento de cariño que se transmite y se contagia. Enhorabuena.

    PD: gracias por comentar en mi blog. Yo no había leído este relato hasta ahora, se me acumulan. V'sss y Ráfagas.
  • Rude87Rude87 Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2010
    Muy bueno. Te aplaudo.
  • JNMJNM Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2010
    Un ejercicio de estilo perfecto. Eres un poeta. Estéticamente es de 9,95 (no doy el 10 porque me pareció una redundancia "las flores frescas, sustituyendo las ajadas por el paso del tiempo", yo hubiese dicho sólo "sustituyendo las ajadas" ya que se sobreentiende que lo que las estropea es el paso del tiempo, para mi gusto se da por sabido. Pero bueno, esto es una chorrada que en absoluto afecta a un texto redondo como el que has compuesto.

    Muy buen recurso de estilo lo de insistir con "ahí pueden verlo", "ahí lo ven", etc. le da un ritmo muy bueno y no cansa, le da cuerpo al texto y distingue a la voz narrativa dandola entidad.

    Un saludo y felicidades.
  • kira-samakira-sama Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2010
    ¡¡De pie amigos, que su historia le hace merecedor de una ovación!!
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado enero 2010
    Bonita descripción del amor más allá de la muerte, aunque previsible y descontada. No queda claro el yo narrador (ella?). Intuyo también una cierta ironía entre líneas, un pentimento por parte de él.
    Atención a los intransitivos (decirle en vez de "decirla").
  • Miguel Monte RealMiguel Monte Real Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2010
    Excepcional Shaianti:

    Hay personas con un don especial para la comprensión y arquitectura de las palabras. Bucean entre ellas y no desfallecen hasta encontrar tesoros o miserias, luces o imposturas calculadas. Muchos pasamos por delante del escaparate y no nos damos cuenta de lo que una mirada penetrante y entrenada puede llegar a percibir. Escribí el relato un poco antes del día 2 de Nov-(Día de los Fieles Difuntos), por lo que adapté justo el final para ese día, pero no toqué el resto. Esos resquicios de incoherencia son los que notas en el narrador. Esa "intuición" es como para echarse a temblar...

    Un saludo y gracias por tu respuesta crítica.
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