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La semilla de Eros

Suara BaalSuara Baal Juan Boscán s.XVI
editado abril 2012 en Otros
La mate porque era mía, nadie osará decirme lo contrario. No, no es machismo. Era mía. Ella toda ella, su alma, su corazón y su cuerpo eran de mi propiedad.
El amor es así, duele, es una rosa llena de preciosas espinas. Hay que plantar la semilla, regalarla, darle calor y cariño, y esperar. Así la conocí. Así empezó esta historia.
Me encontraba en un cálido verano, ayudando a mis padres con el huerto, vivo en la localidad de Lekeitio, salí de allí alguna vez, sabía inglés, tenía estudios, trabajé y viví en San Sebastian, pero odiaba la ciudad y el gentío. Así que regresé allí.
Teníamos una casita a las afueras, con un pequeño huerto, un enorme perro labrador llamado Beltza. Ese día, en que la vi por primera vez, fue mi perdición.
Descansaba apaciblemente en la cafetería en la plaza del pueblo. Un café bien cargado sin azúcar y uno de esos bollos que había comprado en la panadería de la esquina para rematarlo.
Allí descansado en la barra del bar, apoyada en una mano tan delicada digna de una pianista, la vida dio un vuelco cuando la mujer, de apariencia joven y serena se acercó a mí, que no paraba de intentar descifrar los recovecos de sus curvas que se ocultaban en su ropa.
Había tenido novias y amantes antes, pero era ahora cuando de verdad había experimentado no solo el deseo, el flechazo, sino el amor súbito que solo una flecha de Cupido es capaz de otorgar. Un amor, que puede ser peligroso y letal.
La mujer se sentó frente a mí, no pude evitar fijarme en sus ojos, azules, grises, cada matiz, cada surco, su iris, sus pestañas, alargadas, sin maquillar. Su tez de marfil, su cada de tacto seda y aspecto porcelana. Sus labios rosados como sus mejillas. Su pelo azabache largo ondulado.
-¿Eres de aquí verdad? Yo te conozco...estudiaste en mi misma facultad. Bellas artes.
–No la recuerdo, pero...sí que me sonaba su cara.-Estudio sus facciones, simpatía y alegría.
-No me trates de usted, yo si se quién eres, ahora me lo acabas de confirmar, viniste a dar una charla. Un seminario sobre el arte renacentista. Tu explicación de la alegoría de la primavera y la del cuadro de Cupido.-Empieza hablarme de mi tema favorito, el arte, la pintura. Cuando le digo que me dedico a pintar en mis ratos libres, su iris se ensancha.
-Píntame a mí.-Nos miramos a los ojos y la pasión e intensidad de nuestras miradas colisionaron. No hicieron falta palabras, solo buscar un lugar de intimidad donde manifestarla.
Entonces me pidió que la pintara, lo hice. Su cuerpo desnudo me produjo el mayor de los placeres. Retratarlo fue exquisito de mis mejores obras. Lástima...
Hicimos el amor, como Cupido se lo hacía a su amada. Desgraciadamente cometió el error de criticar mi obra. Decir que se la diera, que se marchaba que su novio la estaba esperando.
Por eso la mate, porque era mía, no la iba a dejar escapar. Ahora, yo seré el único que mantenga vivo su recuerdo, en mi corazón y un lienzo de papel.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado abril 2012
    No, pues sí tenía toda la razón en salirse de los chiros y matarla, como asi que haciendo el amor con él y el novio afuera esperándola, no hay derecho:eek::rolleyes:
  • Suara BaalSuara Baal Juan Boscán s.XVI
    editado abril 2012
    una vez una amiga me dijo que hay sirenas por el mundo, preciosas y perfeccta que llevan a los hombres a la mas absoluta desesperacion y no llevan cola, sino vestidos de gran cola...
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado abril 2012
    Eso es verdad, habemos de todo un poquito, pero es que el descaro de la chica, en vez de dejar al otro en su casa y estar tranquila con el pintor, lo lleva y le dice al chico que la estan esperando, creo que al más pintado se le revuelve todo:eek::)
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