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Confesiones de un Escritor de 39 años (por Carlos Serrano)

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Comentarios

  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    En mi tierra, como en la tuya, es el palo del churreros lo que arde. Es lapsus mío daría mucho que hablar a Freud, ¿ tal vez?


    Carlos, a estas alturas de la vida, hago lo que me llena, lo que me divierte y lo que me alegra la vida. Leer tu diario me divierte.
    Espero comentar otro día tus teorías acerca de la vida. O, tal vez, acerca de "lo "Único".


    Hasta tu siguiente entrada...
  • Gracia GabrielGracia Gabriel Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2014
    Cita:
    CarlosSerrano;237554]Bueno, antes de seguir creo que es justo aclarar que me decidí a experimentar con estas Confesiones gracias a dos compañeros del foro que con su ejemplo me dieron envidia, ellos son Jugo de la Raza con su Diario de un hombre gris y Francesca con su Bitácora


    Excuso decirle, amigo, que hay otro diario en Narrativa:
    "Diario de un adolescente en guerra", sobre las experiencias de mi padre a los 14, en plena Guerra Civil. Era mayor cuando nací - de rebote rebotón- y se dedicó a explicarme su vida, y a leerme las notas que conservaba. Era mágico escucharle narrar y me apena ser un pálido reflejo de su verbo, solamente.


    Bueno... Te perdono por haberme olvidado, porque, salvo Jugo que reivindica mi hilo como algunos la españolidad del Peñón, mi "Diario de..." no es muy conocido.
    Si te dejas caer por ahí, alguna vez, te recibiré con afecto.

    Gracia.
  • jugo de la razajugo de la raza San juan de la Cruz XVI
    editado junio 2014
    Sin duda, debió de ser algo mágico escuchar cómo tu padre te narraba sus vivencias en aquellos momentos tan transcendentales.Pero no dudes de que también hay magia en tus palabras cuando lo recuerdas con tanto amor y tanta Belleza, porque tu Diario es una obra bella, para quien sepa mirar y ver, ver y mirar.Yo lo recomiendo vivamente.

    Hablas de olvido por parte de CarlosSerrano, al citar sólo mi Diario y Bitácora, de Francesca, como diarios que influyeron decidiéndole a escribir sus Confesiones. Probablemente, no te ha leído, pues de haberlo hecho, le habría gustado lo que leyera, tal vez lo habría comentado y habría hablado de la influencia de tres diarios. Pero te leerá, porque le gustan las cosas bellas y bien hechas, al menos las que él considera así.

    Yo a todos recomiendo la lectura de tu Diario, porque en él hay un poco -o un mucho, según se mire- de algunas de las cosas que busca todo buen lector, de las cosas que edifican o educan, añadiría yo (pero ésta ya es una apreciación muy personal, de Jugo).

    Tal vez alguno piense que esto lo digo por ser Gracia para mí alguien muy especial. Es cierto que la confianza, el amor, me facilita el decirlo, a mí, que soy una persona muy tímida.Pero no es cierto que yo elogie indebidamente, a sabiendas. No soy cobista ni adulador. Mi elogio siempre es sincero y caluroso, como debe ser todo elogio. Por supuesto, intentanto evitar la exageración (quizás alguno piense que exagero ensalzando la obra de Gracia. Bueno, ésa será su opinión, no la mía, por supuesto).


    Sinceramente, me encanta el Diario de Gracia. ¡Ya me gustaría ser capaz de narrar como ella lo hace, escribir esos diálogos tan chispeantes, tan vivos, tan reales y tan divertidos! En su Diario, Gracia nos ha contado muchas anécdotas muy, muy divertidas. Sus diálogos son para enmarcarlos. Y las diversas emociones propias de un acontecimiento bélico vividas por un niño y por su familia, participando o no de la guerra en sí, también nos las ha comunicado.


    He hablado de un niño (su padre). El lector atento advertirá que el relato es obra, precisamente, de un niño. Gracia intenta que así sea. Esto deber ser tenido en cuenta, a la hora de juzgar del vocabulario, expresiones, ideas, percepciones, interpretaciones,... Gracia ha intentado comunicarnos una visión infantil del ambiente bélico (esto puede verse conseguido, o así lo veo yo, en muchas de las anécdotas e impresiones del elemento infantil de esa casa o gran familia).Ha querido evitar darnos una obra de adulto (aunque sí para adultos), sobrecargada de cultura. Sobre en qué medida lo haya conseguido, sus lectores podrán opinar, y espero que lo hagan. Es, sin duda, su Diario una obra que merece mucho comentario (yo creo que bueno mayormente).
  • IndefinibleIndefinible Pedro Abad s.XII
    editado junio 2014
    Hola Carlos,

    No me los he leído todos, pero he de decirte que por lo que he visto me pareces un puto crack. ¿Tienes alguna novela publicada?

    Tu estilo me parece algo así como el de una sátira de Bukowski, al que veo que mencionas. Me refiero a una sátira en el buen sentido. Tu prosa es ágil, y creo que ganaría con más puntos y menos comas. Estos textos que has dejado aquí, bien revisados, pueden tener mucho nivel.

    Me gustan tus referencias a la cultura pop. Muy actual.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    Francesca escribió : »

    Carlos, a estas alturas de la vida, hago lo que me llena, lo que me divierte y lo que me alegra la vida. Leer tu diario me divierte.
    Espero comentar otro día tus teorías acerca de la vida. O, tal vez, acerca de "lo "Único".

    Gracias, Francesca, me has tenido toda la noche pensando en lo de la fruta codiciable, que lo sepas. Tengo que escribir algo con ese título...:rolleyes:
    aguaclara escribió : »
    Te animo a que sigas escribiendo. Yo prometo leer todo lo que quieras compartir con nosotros. Y, tras disfrutar de tu último relato me dedicarte esta frase:
    "Siendo niños estábamos agradecidos con lo que nos llenaban los calcetines por Navidad.¿Por qué no agradecimos a Dios que nos llenara los calcetines con nuestros pies?" (Gilbert Keith Chesterton).

    Muchas gracias, Carmen, y gracias por lo de Chesterton. Veo que tienes buen gusto con los autores que citas.
    Gracia Gabriel escribió : »

    Excuso decirle, amigo, que hay otro diario en Narrativa:
    "Diario de un adolescente en guerra", sobre las experiencias de mi padre a los 14, en plena Guerra Civil. Era mayor cuando nací - de rebote rebotón- y se dedicó a explicarme su vida, y a leerme las notas que conservaba. Era mágico escucharle narrar y me apena ser un pálido reflejo de su verbo, solamente.


    Bueno... Te perdono por haberme olvidado, porque, salvo Jugo que reivindica mi hilo como algunos la españolidad del Peñón, mi "Diario de..." no es muy conocido.
    Si te dejas caer por ahí, alguna vez, te recibiré con afecto.

    Gracia.

    Hola, amigo, en mi caso fue mi abuelo quien me contó mil y una historias de la Guerra Civil. En los últimos meses he leido dos grandes volúmenes; uno sobre el Anarquismo en España a principios del Siglo XX y otro sobre el Fascismo político, años 1930-1950

    No conozco tu diario y quizá si en alguna ocasión he pasado de largo es por falta de tiempo y porque los temas referidos a la Guerra Civil me interesan menos que otros (soy de otra generación, a mi me fascina más la Transición, por ejemplo, de la que no dejo de leer libros y más libros.) Espero poder leer tu diario, ya que además lo recomienda Jugo también. Un saludo y gracias, compañero.;)

    Indefinible escribió : »
    Hola Carlos,

    No me los he leído todos, pero he de decirte que por lo que he visto me pareces un puto crack. ¿Tienes alguna novela publicada?

    Tu estilo me parece algo así como el de una sátira de Bukowski, al que veo que mencionas. Me refiero a una sátira en el buen sentido. Tu prosa es ágil, y creo que ganaría con más puntos y menos comas. Estos textos que has dejado aquí, bien revisados, pueden tener mucho nivel.

    Me gustan tus referencias a la cultura pop. Muy actual.

    Pues muchas gracias, compañero. Me has dejado con el ego por las nubes.:D

    Yo prefiero a Henry Miller, Bukowski me aburrió muy pronto. Miller en cambio, aunque solo sea por Trópico de Cáncer sin duda me ha influido. Miller utiliza la lujuria como fuente de creatividad. Al fin y al cabo el sexo es lo que nos trajo al mundo y el sexo es lo que nos puede dar trascendencia en la vida, o sea descendencia. La vida es sexo. Eso Miller lo tuvo muy claro.

    Sobre lo de los puntos y las comas es interesante. Siempre me encuentro con el dilema que planteaba Villena. Frases cortas sinónimo de escritor amateur y pobre. Fraseos largos llenos de comas y paréntesis son cosa de un estilo rico y preciosista. Supongo que estoy en medio...pero creo que comenté en algún lado que no tengo estilo, prefiero probar, experimentar...aunque al final si que parece que hay un fondo muy particular en cada escritor. Cortazar, y creo que me repito, ya dijo eso de "Insiste en tus errores pues son tu personalidad". No creo que se refiera a errores de escritura, si no a lo que la gente considera un error porque quiere enjaularte en lo políticamente correcto o en la ortodoxia o en lo más académico...:rolleyes:

    Si te interesa leer más cosas mías puedes enviarme un privado y te doy el link de descarga directa de mi libro Flores Raras, no es una novela, es una recopilación de lo mejor y lo peor (en relato corto) de mi período 2001-2010 con el añadido de algunas rarezas. Es un PDF de 70 páginas. Una muestra, creo, perfecta de temas y estilos que suelo frecuentar. Y bueno, corto que me estoy poniendo muy pedante...:cool:


    Oye, Nae, todo es cierto, ni lo dudes:D Entre otras cosas si tuviera que inventármelo todo no podría escribir estas confesiones en el poco tiempo que tengo ante el PC. Inventar precisa de más tiempo...eso si, a veces hay que tomarse licencias, porque esto es Literatura, no una recopilación de anécdotas de bar...:D

    Muchas gracias a todos, de corazón.;)
  • IndefinibleIndefinible Pedro Abad s.XII
    editado junio 2014
    CarlosSerrano escribió : »
    Pues muchas gracias, compañero. Me has dejado con el ego por las nubes.:D

    Ya ves, tan sólo he sido honesto.:p
    CarlosSerrano escribió : »
    Yo prefiero a Henry Miller, Bukowski me aburrió muy pronto. Miller en cambio, aunque solo sea por Trópico de Cáncer sin duda me ha influido. Miller utiliza la lujuria como fuente de creatividad. Al fin y al cabo el sexo es lo que nos trajo al mundo y el sexo es lo que nos puede dar trascendencia en la vida, o sea descendencia. La vida es sexo. Eso Miller lo tuvo muy claro.

    He leído dos páginas del Trópico de Cáncer, y ya vi por dónde iban los tiros. No lo dejé por nada, sino porque no tengo mucho tiempo de leer últimamente. Sin embargo, lo tengo ahí en mi estantería y algún día lo descubriré. En tan poco ya pude apreciar la apología de lo soez de Miller. jejeje

    Sobre Bukowski, si quisieras darle otra oportunidad, te recomiendo una novela: La senda del perdedor. Es una gran novela y del estilo de las que te gustan, basándome en tu forma de escribir. Ya verás.
    CarlosSerrano escribió : »
    Sobre lo de los puntos y las comas es interesante. Siempre me encuentro con el dilema que planteaba Villena. Frases cortas sinónimo de escritor amateur y pobre. Fraseos largos llenos de comas y paréntesis son cosa de un estilo rico y preciosista.

    Buf, bajo mi punto de vista las frases largas han quedado en su mayoría en el s. XIX... Te lees una novela tipo El retrato de Dorian Gray, ¡y flipas! Para mi gusto es casi ilegible. En mi humilde opinión, y es compartida por un buen número de escritores consagrados modernos, las frases largas son más sinónimo de un texto lento y espeso que otra cosa. La prosa dinámica se basa en frases cuanto más cortas mejor. No tiene nada que ver con la riqueza del texto. Para mi gusto un texto se ve más limpio con frases cortas.

    Remarco que sólo es mi opinión. A mí me gustan autores modernos. Si lees a Welsh, Murakami, Palahniuk, Auster, Follet, Salinger, Coelho, Katzenbach, Stephen King... Puntos, puntos everywhere.

    Paulo Coelho fue criticado por su escritura de frases cortas con esta frase sarcástica: "Frases cortas. Estilo superficial". Paulo contestó a la crítica en su libro El Zahir: "Ni que las frases largas significaran estilo profundo...".

    Es una cuestión de tendencias. En el s. XIX todos los autores escribían con frases cuanto más largas y cuanto más repletas de adjetivos, recargadas e infumables mejor. Ése era el sinónimo de talento.

    Actualmente el sinónimo del talento está en la prosa dinámica y la capacidad de decir más con menos palabras. Es todo una cuestión de épocas. Al menos éste es mi punto de vista, que puede no estar en lo correcto. Pero yo como escritor lo tengo claro: no pongas coma cuando puedas poner punto.
    CarlosSerrano escribió : »
    Si te interesa leer más cosas mías puedes enviarme un privado y te doy el link de descarga directa de mi libro Flores Raras, no es una novela, es una recopilación de lo mejor y lo peor (en relato corto) de mi período 2001-2010 con el añadido de algunas rarezas.

    Por supuesto, lo leeré encantado cuando el tiempo me lo permita.:)
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    Hola de nuevo, Indefinido. Vayamos por partes.

    Ahora que leo mucho a Manuel Machado no puedo sino citar "Yo procuro calcar la línea de mi sentimiento y no me asusto de que salga en el papel una figureja extraña y deforme, porque ese soy yo".

    Sin duda he leído mucha teoría literaria pero de nada sirve, como Machado al final uno es uno mismo y en eso consiste escribir, al menos para él y para mí, en ser uno mismo, que es lo más difícil. Si lees algunos de mis relatos del foro verás que tengo muchos estilos. Unas veces me leeras frases cortas, aplastantes. Otras puro barroquismo.

    Cuando digo que Bukowski me aburrió pronto fue después de leerme casi todo lo publicado! Fue en mi adolescencia. Yo leo mucho y rápido. Con el bueno de Hank el problema es que siempre es lo mismo. Una vez lees un libro suyo ya lo tienes todo, no te sorprende.

    Pero bueno, los gustos son siempre subjetivos (¿Acaso existe la objetividad? ¿Es posible eso?) y a mi me encanta Lovecraft, que es siempre lo mismo!

    Un filósofo, leí el otro día decía que en estética tras siglos de discusión aun nadie se ha puesto de acuerdo en definir qué es la calidad de la belleza, la calidad del arte. ¿Cómo se define eso? ¿Qué parámetros usaremos?:rolleyes:

    Yo leo a autores de frases larguísimas (Borges) y a otros escuetos (¿Dennis Cooper?), no abandero ningún estilo. Pero el pecado del escritor, creo yo, es aburrir. Eso es imperdonable.:D

    Yo que tú leía Trópico de Cáncer, Miller intentó destruir la narrativa de su tiempo y la novela con ese libro. Es sin duda, te guste al final o no, un libro revolucionario. Cualquiera que lo lea se haría escritor. Miller hace que la literatura sea atractiva, sea un oficio deseado. Eso no lo he encontrado en nadie más. Aunque, mira por dónde, él copiaba a Anais Ninn, cuando ella aún no había publicado sus diarios. Así luego Ninn fue acusada injustamente de plagiar a Miller. Que cosas.:rolleyes2:

    Eso si, tengo una filosofía: escribir en primera persona y basarme siempre en experiencias propias...:cool:
  • aguaclaraaguaclara Pedro Abad s.XII
    editado junio 2014
    Me están encantando tus confesiones. Tienes una forma de escribir muy fresca y transmites estupendamente lo que sientes en cada momento. Tus relatos siempre dejan para el final la guinda del pastel que casi siempre es inesperada.
    Éste en particular me ha recordado uno de los momentos más abochornantes de mi vida cuando en plena faena amatoria con un amigo con derecho a roce se me escapó un inoportuno pedo que quitó la magia a toda aquella velada.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    aguaclara escribió : »
    Me están encantando tus confesiones. Tienes una forma de escribir muy fresca y transmites estupendamente lo que sientes en cada momento. Tus relatos siempre dejan para el final la guinda del pastel que casi siempre es inesperada.
    Éste en particular me ha recordado uno de los momentos más abochornantes de mi vida cuando en plena faena amatoria con un amigo con derecho a roce se me escapó un inoportuno pedo que quitó la magia a toda aquella velada.

    Bueno, Carmen, a veces la emoción del momento te juega malas pasadas.:D Lo bueno es reirse de ello con el tiempo. O incluso en ese momento, que es lo mejor.:rolleyes:

    Que envidia me das, amistades con derecho a roce!:o Yo aun espero pasar por esa experiencia...:rolleyes:

    Muchas gracias por tus cumplidos. A ver cuando escribes algo por aquí, que yo te vea bien.:cool:
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    Sigo con las confesiones:


    HAY UN LUGAR EN EL INFIERNO PARA MÍ Y MIS AMIGOS

    Siempre hay tres clases de amigos: los que son buenas personas (y los admiras por ello), los que son ingeniosos (y te fascinan, y los envidias en secreto) y con los que te ríes (que son los que te llevan por el camino de la perdición)

    Ramiro ni era bueno, ni ingenioso ni compartíamos risas. Claro que teníamos cinco años y se puso muy pesado cuando en parvulitos se puso a llorar y no paró hasta que lo pusieron a mi lado (en una escuela católica donde los pupitres eran individuales.) Claro que, supongo, era mejor que Cipri, aquel chico, mayor que yo, con la casa llena de juguetes caros y que un día en la azotea me enseñó un juego que jamás volví a jugar (entonces, es normal, no sabía yo lo que era una felación), al final Cipri, su hermano y su madre se mudaron: su padre había muerto de sobredosis y encima traficaba. Siempre me he preguntado ¿Qué fue de aquellos juguetes tan caros y ansiados por mí? ¿Quién le enseñó a jugar a los juegos de la azotea?

    Juan Úbeda y "Rodri" (Rafael Rodríguez) eran en cambio pura bondad (aunque Rodri si se cabreaba podía romperte la cara casi sin esfuerzo, siempre tuvo pinta de oso grandullón pero bonachón, sólo una vez lo hizo con un macarrilla que se quiso pasar de listo.) Juan y Rodri me acompañaron desde 5º de EGB a 8º y mientras Juan tenía ya aspecto de viejo tranquilo y sabio (casi parecía caminar a cámara lenta) Rodri era un apasionado de los cachorritos de perro (alguno me regaló llevándome a su casa) y los Bollycaos.

    Manolo Gómez en cambio era lo más parecido a un Oscar Wilde que he conocido. Puro ingenio, regusto punk, insolencia seductora. Ya en el instituto, en pleno debate sobre el machismo y los derechos de la Mujer en clase de literatura, el profesor de turno (el chivo le llamábamos, por su barbita infame) viendo que Manolo se partía de risa con su compi de pupitre le dijo (con la intención de dejarle en ridículo ante las chicas): "Manolo, seguro que tú eres de los que piensan que las mujeres están para barren y fregar", a lo que Manolo contestó: "Que va, para eso están los negros" y toda la clase empezo a reir y, lo que es peor, a aplaudir. Muchos profesores trataron de humillar la insolencia de Manolo, todos fracasaron.

    Ramón Palomares tenía 28 años, era informático y con su cuerpo frágil, sus gafitas y su temprana calvicie estaba fuera de lugar en Ceuta, haciendo el Servicio Militar conmigo. Era una de las mejores personas que he conocido. Una vez, ante la sorpresa de todos, le arrestaron cuando estábamos en plena instrucción y se lo llevaron al calabozo. ¿El delito? Devolver tarde el Tartufo de Moliere (!!), fue toda una injusticia. Mientras los demás éramos arrestados por emborracharnos, drogarnos, llevar las botas sucias o cagarnos en la madre del Sargento de turno, él fue arrestado por leer, por cultivarse, por ser el único que usó la pobretona y cutre biblioteca del 30 Regimiento de Artillería de Ceuta. Tenían que haberle dado un premio. Pero no, en la España siempre rancia y paleta lo arrestaron. Pero ya que importa, sólo recuerdo de aquellos meses con él ir a tomar juntos un café (y a mí no me gusta el café, pero él se merecía aquella cortesía) tranquilamente para hablar de nuestras lejanas novias, de literatura, de filosofía...ah, que tardes aquellas. Mientras nuestros compañeros investigaban lo baratas que eran las putas del puerto (míticos llegaron a ser los bajísimos precios de aquella hetairas, precios, según decían, inversamente proporcionales al número de ladillas que criaban) nosotros nos deleitábamos intercambiando reflexiones sobre Freud, Jung y algunas ficciones de Borges. No era extraño, cuando me destinaron a la frontera, que ante cualquier discusión de orden moral o material los compañeros acabaran diciendo eso de "Pregúntale a Carlos, que lee libros". Que grandes chavales.


    Quiqui, con quien más ha durado la íntima amistad (y cuya hermana, Mónica, siempre me fascinó, no en vano es una de mis mejores amigas), siempre recordaré aquella tarde que fui a su casa (yo debía tener entre 24 y 25 años), llamé al portero automático, me abrió, subí y entrando en el piso de sus padres me lo encontré sentado en el suelo de su habitación bebiendo de una botella de whisky. Resultaba que aquella chica a la que perseguía desde hace semanas por un pub de moda le había dejado claro que no quería nada con él y estaba desolado. Me senté en frente, le arrebaté la botella y me eché un trago (Dios, como quemaba el maldito whisky, ¿Os he dicho ya que odio el alcohol?), luego, supongo que para consolarle pero también para desahogarme, le quise confesar algo: "Tio, estoy enamorado de mi prima de 16 años y estoy sufriendo como un perro". Quiqui me miró de repente interesado. Estaba claro que aquella tarde nos íbamos a terminar la botella, llorar nuestras penas y compartir dolores mientras sonaban los Alice In Chains (Would?, No Excuses y demás joyitas)

    Pepe y Paco, no hace falta dar apellidos, fueron dos de mis mejores colegas de instituto. Junto con los demás nos lo pasamos de puta madre entre chistes guarros y futbolines. Con el tiempo Pepe y Paco acabaron como funcionarios y casándose con sus novias de instituto. Para la sociedad burguesa ellos habían triunfado (o sea, que yo había fracasado) porque tenían su propia casa, su mujer, sus hijos, su cochazo y todo eso que suena tan aburrido y tedioso. Un día Pepe, llevándome en su reluciente BMW, me comentó que estaba dándole vueltas a lo de acostarse con cierta compañera de trabajo. Me quedé sorprendido, ingenuo de mi, él que lo tenía todo (una mujer pelirroja, un cochazo, una casa ya pagada) estaba llorando sobre mi hombro. A Paco le pasó algo parecido, pero eso se veía venir. También tenía dos críos, una mujer peluquera y la vida resuelta y sin embargo, caminando por la calle me empieza a preguntar sobre prostitutas, como si yo fuera un experto. Le estaba dando vueltas a acabar con sus frustraciones sexuales, que por confidencias anteriores ya venían de lejos, de la época de novios. El siguiente fin de semana tenía pensado irse de putas y por fin hacer algo que de verdad le gustase en la cama (o por lo menos hacer algo, que siempre estaba a dieta)

    Pensando ya a solas, me preguntaba cómo mis queridos colegas habían llegado a eso, pero revisando los años que he sido testigo de sus vidas no era tan extraño. Aun recuerdo en las vísperas de la boda de Pepe cuando tenía muchas dudas. En realidad no quería casarse pero su familia y la de su novia eran ya prácticamente solo una y romper con eso era exponerse a la ex-comulgación y el destierro familiar. Paco en cambio creo que le tenía más miedo a la soledad. Al fin y al cabo Maite, su mujer, era la única chica con la que había salido, la única que le había hecho caso y no quería arriesgarse a comprobar que quizá no habría otra disponible para él ahí fuera, en el frío mundo de la sociedad de masas.

    Miedo a estar solo, miedo a no encontrar a una chica con quien compartir la vida, miedo a que la familia piense que eres raro, que a ver cuando te casas, que sientes cabeza, que te conviertas en otro borrego con una vida familiar aburrida, una vida sexual frustrante y un futuro tan poco excitante como las nuevas bragas color carne de tu mujer.

    El miedo, eso que siempre nos impide hacer lo que queremos, que nos impide ser felices, ser nosotros mismos. Miedo al qué dirán los demás y miedo a no saber vivir tu vida como tú realmente quieres...

    Algunas personas descubren que ese miedo se puede superar, pero lo hacen cuando ya es demasiado tarde. Acaban separados o divorciados a los 50 años y quieren aprovechar, ahora, todo el tiempo perdido. Pero eso no se puede recuperar, ahí está la tragedia. Solo se vive una vez y no hay nada peor que llegar a cierta edad y darse cuenta de que has desperdiciado tus mejores años por dar gusto a los demás (a tu familia, a la sociedad, a un trabajo nada creativo)

    Regreso a la azotea de mis cinco años, a Cipri. Yo de rodillas y eĺ de pie, indicándome lo que tenía que hacer (porque las felaciones no se hacen solas, no señor.) Sólo recuerdo una frase "Si sabe a meado, escupe". Y recuerdo que escupí un par de veces, la verdad. Pienso que Cipri debió de ser una persona que aprovechó el tiempo. Que hizo siempre lo que quiso. Yo durante mucho tiempo fui el niño de rodillas, haciendo siempre lo que le mandaban. Pero en un momento dado eso se acabó. Que la vida son dos días y no me voy a pasar uno y medio llorando. Que sólo tenemos una oportunidad y hay que aprovecharla. Que será difícil, si, pero el que no arriesga no gana. Entonces, se acerca una chica, muy tierna, muy bonita. Y ya no tengo miedo. La saludo, la sonrio...y me acerco. "Eres muy bonita ¿quieres que tomemos un vaso de caracoles?" Y no, no quiere. Pero que importa. Soy libre, ya no tengo miedo. Ella está por ahí, esperándome. No sabremos que haremos, si nos casaremos, si tendremos hijos, si nos iremos a Italia. No hay planes, no hay futuro. Solo queremos un poquito de amor y mucho cariño, y que nuestros corazones decidan en cada momento cómo viviremos la vida. Ella espera, lo sé. En alguna parte. Y no la quiero hacer esperar más...
  • aguaclaraaguaclara Pedro Abad s.XII
    editado junio 2014
    Tu relato me ha hecho recordar también a algunas de esas amistades fugaces que todos hemos tenido en algún momento. Siento envidia de aquella gente que tiene una amistad que le dura toda la vida, lamentablemente no es mi caso y sea por una u otra razón mis amistades siempre han durado poco.
    Pero quiero aprovechar para recordar a una de las que mejor recuerdo me ha dejado: Javier.
    Javier era mi compañero de pupitre en COU. Era de esas personas que siempre te dicen las verdades. Un día me dijo: Tu defecto, Carmen, es que siempre te gusta ser el centro de atención en todas las reuniones. Y tengo que reconocer que tenía razón.
    Me enamorisqué de Javier que se pasaba la clase dibujando cerditos en el pupitre, pero cerditos que parecían personas, como Peggy la de los teleñecos, pero mucho más encantadores.
    Javier y yo siempre estábamos juntos, pero un día, inesperadamente, desapareció en el recreo con Eduardo, que era un chico alto y bien parecido con unos padres con dinero que además eran del Opus.
    Desde aquel día, Javier ya no fue el mismo. Siguió sentándose a mi lado en clase y dibujando cerditos pero ya no compartíamos esas largas charlas sobre la vida y el futuro.
    Años más tarde, cuando ya habíamos perdido el contacto, una amiga común me dijo que Javier había salido del armario y tenía pareja fija, un hombre, por supuesto. Y siempre me he preguntado si abrió la puerta de ese armario justo aquel día en el recreo en que desapareció con Eduardo.
    Gracias por ayudarme a recordarle.
  • SinrimaSinrima Miguel de Cervantes s.XVII
    editado junio 2014
    ¡Pero, Carlos, ¿aún andas con estas confesiones?! Escribes de forma amena y relatas comportamientos reales; se ve que has tenido y tienes una vida agitada aderezada con anécdotas cotidianas.
    Con tanta confesión...¿no temes la penitencia?

    Saludos.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    Sinrima escribió : »
    ¡Pero, Carlos, ¿aún andas con estas confesiones?! Escribes de forma amena y relatas comportamientos reales; se ve que has tenido y tienes una vida agitada aderezada con anécdotas cotidianas.
    Con tanta confesión...¿no temes la penitencia?

    Saludos.

    Creo que ya estoy cumpliendo bastante penitencia:D Muchas gracias, Sinrima, la verdad es que con cada "confesión" que he publicado siempre he pensado que era peor que la anterior, uno nunca está contento del todo, como cantaba Prince "El hombre solo es feliz cuando se muere":rolleyes:
    aguaclara escribió : »
    Tu relato me ha hecho recordar también a algunas de esas amistades fugaces que todos hemos tenido en algún momento. Siento envidia de aquella gente que tiene una amistad que le dura toda la vida, lamentablemente no es mi caso y sea por una u otra razón mis amistades siempre han durado poco.
    Pero quiero aprovechar para recordar a una de las que mejor recuerdo me ha dejado: Javier.
    Javier era mi compañero de pupitre en COU. Era de esas personas que siempre te dicen las verdades. Un día me dijo: Tu defecto, Carmen, es que siempre te gusta ser el centro de atención en todas las reuniones. Y tengo que reconocer que tenía razón.
    Me enamorisqué de Javier que se pasaba la clase dibujando cerditos en el pupitre, pero cerditos que parecían personas, como Peggy la de los teleñecos, pero mucho más encantadores.
    Javier y yo siempre estábamos juntos, pero un día, inesperadamente, desapareció en el recreo con Eduardo, que era un chico alto y bien parecido con unos padres con dinero que además eran del Opus.
    Desde aquel día, Javier ya no fue el mismo. Siguió sentándose a mi lado en clase y dibujando cerditos pero ya no compartíamos esas largas charlas sobre la vida y el futuro.
    Años más tarde, cuando ya habíamos perdido el contacto, una amiga común me dijo que Javier había salido del armario y tenía pareja fija, un hombre, por supuesto. Y siempre me he preguntado si abrió la puerta de ese armario justo aquel día en el recreo en que desapareció con Eduardo.
    Gracias por ayudarme a recordarle.

    De nada. Vaya, Carmen, en eso de ser el centro de atención en reuniones de amigos... veo que somos igualitos:D Yo por supuesto, como casi todo escritor tengo un ego que me lo piso. Si no no tendría valor de publicar mis tonterias...:rolleyes2:

    Anímate a escribir alguna confesión, seguro que tienes mucho interesante que contar...:rolleyes:
  • Nae SirudNae Sirud Juan Boscán s.XVI
    editado junio 2014
    Aunque no supera lo de la chica asexual ni mucho menos el servicio que hiciste a Eva (la mejor confesión hasta ahora), también resulta divertida, aunque con tantos personajes no puedes dar mucha cancha a todos.

    Ojalá tuviese ese humor para contar algunos de mis casos, pero no lo veo nada claro. Son menos curiosos y menos apropiados.

    Espero que siga, aunque agotes la adolescencia y entres en la presunta madurez. Saludos.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    Nae Sirud escribió : »
    Aunque no supera lo de la chica asexual ni mucho menos el servicio que hiciste a Eva (la mejor confesión hasta ahora), también resulta divertida, aunque con tantos personajes no puedes dar mucha cancha a todos.

    Ojalá tuviese ese humor para contar algunos de mis casos, pero no lo veo nada claro. Son menos curiosos y menos apropiados.

    Espero que siga, aunque agotes la adolescencia y entres en la presunta madurez. Saludos.


    Anímate mujer, siempre pensamos que nuestras cosas no interesan a nadie o que no vale la pena contarlas, pero yo creo que siempre vale la pena hablar de sentimientos. Gracias por tus palabras.

    Sigo con las confesiones:

    EL MACHO MÁS MACHO DE TODOS LOS MACHOS

    En una comida familiar estaba sentado junto a mi Tío, y él junto a su hijo (o sea, mi primo Raúl); y mi primo, que va de ligón y tiene unas 10 novias al mes, le comenta al padre muy entusiasmado que su nueva novia tiene lo de abajo afeitadito, del todo. A lo que mi Tío contesta aburrido y negando con la cabeza "A mi me gustan con el gato echado encima". Tardé unos segundos en entender que quiso decir, luego sonreí. De las pocas veces que he estado de acuerdo con mi Tío.

    Cuando tuve mi primera novia formal (uy, que antiguo suena eso) nos declaramos en un mes de Mayo. No viene al caso contar como sucedió, simplemente sucedió. Lo digo porque cómo era posible que un idiota como yo pudiese tener por primera (y última vez) una chica tan maciza al lado. Lo más curioso, y lo que no se cree nadie, es que nunca fue su físico lo que me atrajo, lo que luego me enamoraría al conocerla. Bien, que más da. Éramos muy jóvenes y cuando salíamos a pasear por la calle yo la cogía de la cintura y la exhibía como un trofeo. Si, así de capullo era. Pero no era para menos: ella tenía una melena azabache rizada muy cordobesa, era delgada y esbelta, la piel clara, la mirada de niña traviesa, la sonrisa dulce y sobre todo un par de melones...Así que paseando por los parques pasábamos junto a otras parejas y la diferencia era evidente. Yo miraba a los otros tíos con aire de superioridad y pensaba "Si, este pedazo de hembra es mía, mírala bien porque es lo único que vas a poder hacer con ella, y ahora vete con tu callo malayo que me estoy poniendo malo, ¡desgraciao!". Me sentía el Macho más Macho de todos los Machos.

    Que tuviera los pechos grandes a mí ni me atraía ni me impresionaba (esto tampoco se lo creía nadie, en fin), de hecho puestos a elegir prefiero siempre algo más pequeñito y coqueto. Pero en la intimidad, por algún estúpido deber de hombre, me sentía en la obligación de adorar aquellas protuberancias: que sería pecado desperdiciar algo tan generoso, que cuántos quisieran estar en mi lugar. Y bueno, que años después no me sorprendiera a mi mismo pensando lo tonto que fui al no disfrutar mejor de aquello que pocas veces, seguro, iba a tener entre manos. Pero lo dicho, me gustaba dar envidia con el asunto del melonar, pero para mi no era de lo más atractivo de su anatomía. O sea, ni como ni dejo comer.

    Cuatro meses más tarde tuvimos que separarnos. Yo tenía un jugoso trabajo fuera de Córdoba y no había más remedio porque la cosa estaba mu mala. Ella me pedía que no me fuera pero por una vez fui adulto y me marché con todo el dolor de mi corazón. Dos meses estuvimos llamándonos todos los días. Pero un día, en una discusión absurda (que ni yo mismo recuerdo ya) decidí que lo mejor era cortar y seguir cada uno por su lado al menos hasta no poder estar juntos algún día. ¿En qué estaría yo pensando? Supongo que estaba agobiado por el trabajo, lejos de todo, solo y deprimido. Yo no quería hacerme daño, ni hacérselo a ella. En fin, que después de esa llamada sólo hubo silencio...Sería a finales de Octubre...

    Llegando la Primavera, y yo trabajando como un cabrón, recibo una tarde una llamada. Es Ella. De nuevo oigo su voz alegre, casi percibo su aliento a chicle de fresa. Me pregunta cómo estoy, yo pregunto cómo está y tras unos minutos de charla intrascendente me suelta la bomba "estoy saliendo con un chico italiano". No sé que más nos dijimos después, yo disimulé y luego, tras colgar, literalmente me tuve que sentar en la cama. Creo que me dio un ataque de ansiedad o algo parecido. Mi niña con un italiano. Yo que creía que estaría echándome de menos o recluida en un convento porque la vida sin mí no tenía sentido.

    Era tontería, una chica como ella siempre está rodeada por 50 buitres que solo merodean alrededor esperando que se quede soltera para atacar. Pero encima era italiano. Creí percibir en su tono que lo que en realidad quería decir es que era como en las películas, o sea, un tipo elegante, simpático y maravilloso amante. Vamos, un semental que ahora mismo la tenía medio desmayada en sus brazos.

    Por primera (y última) vez sentí unos celos tremendos. Me moría por dentro. ¿En qué había estado yo pensando estos meses? ¿Cómo no me dí cuenta de lo mucho que la quería? ¿Puedo realmente haber sido tan idiota?

    Entonces tomé la peor decisión posible: tratar de reconquistarla por todos los medios. Como España fue reconquistada a los moros. Y empecé a llamarla, primero todos los días, luego a todas horas. En el colmo del patetismo una vez lloré pidíendola una oportunidad. La verdad es que yo estaba desconocido. Me daba miedo a mí mismo. ¿Cómo podía ser tan patético? ¿Era yo el mismo que paseaba a su novia cual trofeo por los parques cordobeses sembrando odios y envidias varoniles?

    Me pedía que no la llamara. Vale, conseguí hacerlo, pero sólo porque acababa mi trabajo y regresaba a Córdoba...dispuesto a la Reconquista, claro. Y en cuanto pude, de nuevo era el mes de Mayo, me fui a su casa, pero antes de llegar me la encontré en la calle, aunque ella cambió de acera y me dijo (por señas) que la dejara en paz. Abatido me fui a mi casa caminando muy lentamente, pensando que ella estaría llamando a un juez y pidiendo una orden de alejamiento. Estaba destrozado. Pero más porque me la imaginaba con el italiano...

    Dos días después, cuando decidía si caer en el alcoholismo o peor aún en una toma prolongada de Lorazepam (o Lexatin, o Benzodiacepina) Ella me llama al móvil. Hablamos por teléfono y yo no me lo creía. Decía que al verme, después de todo, había sentido algo. Y entonces quedamos. Nos veríamos. Y sería en un sitio recóndito, apartado. No entendí el misterio pero daba igual. Iba a estar con Ella, de nuevo, por fin.

    Fue muy raro el reencuentro. Fue como aquella vez que nos volvimos a ver tras declararnos por teléfono. Como entonces, Ella, esperaba que yo tomara la iniciativa. La tuve que tomar. Y cuando acabamos con los labios doloridos entonces creí que ya está. Todo arreglado. El río había sido reconducido. España a salvo de los moros... y de los italianos.

    ¡Que va, iluso!. Unos días después me entero que sigue con el italiano, que por eso nos vemos en secreto. Y lo comento con ella. Y ella dice, con mucha dulzura, que no puede cortar con el italiano. Que eso sería una crueldad, que es muy buen chico. Y yo con una cara de perplejidad, que parecía anunciar una inminente embolia, no me puedo creer lo que me dice.

    Durante un par de semanas yo fui "la otra", la Querida, la esposa de marido infiel y mujeriego (entendí perfectamente cómo se sienten esas mujeres!). Pero ella cortó con el italiano, milagro, después de una noche en que el tipo quiso hacerlo en su coche (¡bravo, mi niña!) y ella no tenía ganas de sentirse como una puta de polígono industrial.

    Cuando nos deshicimos del italiano tuvimos una temporada maravillosa, o eso creía yo, de esplendor en la hierba...hasta que apareció otro chico, que había conocido en la discoteca, que la volvía loca porque a ella le gustan los tíos un poco chulos, dominantes, vacilones (o sea, todo lo que yo no era, claro) y me lo contaba con total desfachatez, como si yo fuera su mejor amigo gay o su mejor amiga. Me lo contaba, soñadora, con toda la ilusión del mundo. Yo no salía de mi asombro. Vale, pero entonces...¿A qué venía quedar todos los días conmigo si no me quería? ¿Y esos restregones contra mi entrepierna? Ah, ya, solo era sexo. Vale, creí que eso de ser el juguete sexual de una tía maciza sería más excitante, que uno se siente orgulloso de ser el semental secreto de un pivón. Pero no, me sentía fatal. No tanto porque se fuera con unos u otros sino porque era evidente que no me quería. Ya no había cariño, ni charlas confesionales ni nada de nada. Solo sesiones de sexo puro y duro (que echaría mucho en falta en el futuro, pero claro, cómo adivinarlo) y una sensación de vacío que cada vez se hacía más insostenible...pero se sostenía. Seguía enamorado de ella y agaché la cabeza, no protesté (eso suponía perderla) y seguimos viéndonos. Y Ella también veía al de la discoteca, y alguna vez me lo crucé junto a su casa (que tío más feo, ¿es que le dan morbo los feos?)

    No sé cuanto tiempo duró aquello, bueno, si, duró hasta lo que ella quiso que durara. Hasta que me puse pesado con lo de la exclusividad. Hasta que me puse pesado con un noviazgo formal. Por una vez deseaba la normalidad en mi vida (!!), como le cambia a uno el Amor.

    Un día ya no me llamó, ya no quedamos, ya no hubo más escarceos. Curiosamente luego me enteré de que también había cortado con el de la discoteca casi a la vez. ¿Qué demonios ha pasado?

    Unos años después, nunca perdimos el contacto, ella me envió una invitación a su boda. Se casaba con un cocinero italiano (!) pero no fui. No por venganza ni nada de eso. La sigo recordando con cariño. Simplemente que ya la había compartido bastante y no quería volverla a compartir. Nunca más.
  • aguaclaraaguaclara Pedro Abad s.XII
    editado junio 2014
    No sé si será por que deduzco que pertenecemos más o menos a la misma generación, que todos tus escritos me traen recuerdos de antiguos amores de adolescencia. Aquellos que siempre están plagados de sueños que el tiempo se encarga de romper en pedazos.
    Tal como me pides, algún día me atreveré a escribir sobre mis vivencias, aunque igual no sé hacerlo tan bien como lo haces tú, que consigues trasladarme a otras épocas, llenas de esperanza en el futuro y ganas de cambiar el mundo (¡qué ilusos éramos!). El tiempo se encarga luego de ponernos los pies sobre la tierra. Lo que daría yo por vivir de nuevo mis 20 con lo que sé ahora, que tengo 40...y pico. (sí, que ya sé que suena a tópico, pero es cierto) Y me callo ya que siempre me ando por las ramas y acabo alargándome más que un político cuando comienza diciendo que va a ser breve.
    Te felicito de nuevo, seguiré siendo una de tus lectoras más fieles.
  • pinkipinki Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado junio 2014
    Bueno, Carlos, en esta ocasión apareces como conquistador, aunque haya vaivenes.
    Me encantó cuando describes el orgullo varonil de mostrar el trofeo y las envidias que despierta; muy real.

    :)
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado junio 2014
    aguaclara escribió : »
    No sé si será por que deduzco que pertenecemos más o menos a la misma generación, que todos tus escritos me traen recuerdos de antiguos amores de adolescencia. Aquellos que siempre están plagados de sueños que el tiempo se encarga de romper en pedazos.
    Tal como me pides, algún día me atreveré a escribir sobre mis vivencias, aunque igual no sé hacerlo tan bien como lo haces tú, que consigues trasladarme a otras épocas, llenas de esperanza en el futuro y ganas de cambiar el mundo (¡qué ilusos éramos!). El tiempo se encarga luego de ponernos los pies sobre la tierra. Lo que daría yo por vivir de nuevo mis 20 con lo que sé ahora, que tengo 40...y pico. (sí, que ya sé que suena a tópico, pero es cierto) Y me callo ya que siempre me ando por las ramas y acabo alargándome más que un político cuando comienza diciendo que va a ser breve.
    Te felicito de nuevo, seguiré siendo una de tus lectoras más fieles.

    De mis tiempos de instituto siempre me acuerdo de una canción del grupo La Granja que se hizo popular entonces cuyo estribillo decía:

    Fuimos chicos rebeldes
    de futuro prometedor
    sueños e ilusiones que quedaron en nada
    solo una triste canción...

    No sabía lo profética que iba a ser para muchos!:rolleyes:

    Estoy deseando que te animes a contar tus vivencias, Carmen!:D
    pinki escribió : »
    Bueno, Carlos, en esta ocasión apareces como conquistador, aunque haya vaivenes.
    Me encantó cuando describes el orgullo varonil de mostrar el trofeo y las envidias que despierta; muy real.

    :)

    Bueno, conquistador a la fuerza!:D

    Al final las confesiones más interesantes, pienso yo, son precisamente las del hombre que va de supermacho, todos hemos pasado por eso, creo...:rolleyes:
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Bueno, inspirado por el relato de aguaclara con Alfonso he decidido hacer esta confesión (esto si que es retroalimentarnos el uno al otro:D), que tiene menos humor que de costumbre pero que es una confesión en toda regla...:rolleyes:


    FASCINADO POR LA CHICA BOHEMIA (CONFESIÓN DE UNA INFIDELIDAD)


    Este fin de semana, como de costumbre, me lo pasé devorando literatura. En especial deleitándome con "Sonata de Primavera", de Valle-Inclán que en una de sus deliciosas páginas escribe "En achaques de amor ¿Quién no ha pecado alguna vez?" El libro va de las memorias de un seductor, un Don Juan feo, católico y sentimental (así se define) que, preso de un deseo incontrolable, intenta seducir a una hermosa joven de 20 años que en unos días se va a meter a monja...la prosa modernista es exquisita (tan esteticista como decadente) y tras leer mucho a Manuel Machado y a mi adorado L. A. de Villena estos días atrás lo he disfrutado casi demasiado...

    Pero dejemos la literatura. Es hora de confesarse. Y toca hablar de algo que realmente no pensaba que fuera a traer por aquí: la cuestión de la Infidelidad. Todos nos creemos mejores de lo que somos o finalmente demostramos. Sabemos criticar a los demás, muy bien encima, los mismos pecados que nosotros cometemos pero que olvidamos (muy convenientemente, claro). Uno se cree el ombligo del mundo...hasta que aparece una chica... y en una relación de pareja o lo das todo o estás condenado al fracaso...

    Año 2007, Primavera. Llevo dos años y medio con Rosa, una mujer cinco años mayor que yo, separada y con dos niñas. Todo nos va de fábula. Es la mejor relación que he tenido. Ella es una persona generosa y maravillosa y no sólo conmigo, lo es con todo el mundo. Dice que su defecto es ser muy cabezona, de empeñarse en hacerlo todo a su manera. Compartimos ese defecto así que como en una ecuación se anula el defecto entre nosotros. También es muy cariñosa y una madraza y en fin, todo lo que diga es poco. Pero como cantaba Prince "el hombre parece que no es realmente feliz hasta que se muere". Y yo, en el colmo de la felicidad de una relación poco menos que perfecta conocí a una chica. A una chica por la que me sentí atraído.

    Ni recuerdo su nombre, sé que la llamaban por un curioso diminutivo pero nada, no recuerdo cual pudo ser. ¿Fany? (de Estefanía), no creo, no era eso. La cosa es que aquella Primavera mi amigo Raúl había regresado a Córdoba (el muy bohemio estuvo viviendo en Holanda, China, Estados Unidos...incluso en Australia) y se había buscado una casa compartida en pleno casco histórico cordobés. Allí iba a visitarlo para charlar de literatura, filosofía y hacer bromas sobre su madre (ya sabéis, del tipo "dile a tu madre que anoche se dejó las bragas en mi casa"...seguíamos con las mismas bromas del instituto), también estaba aprendiendo a tocar la guitarra y con un nuevo colega íbamos a hacer un cortometraje, yo me encargaría del guión, claro. Fue entonces cuando la ví pulular por allí, una chica morena de melena corta y algo desaliñada. Otra bohemia. Fui poco a poco sabiendo de ella. Vivía en frente, con su perro, sola y trabajaba atendiendo la barra de un bar de moda en la Plaza de la Corredera (uno de los lugares más pintorescos de la Córdoba antigua) y enseguida sentí que esa chica era alguien especial.

    No fue el físico lo que me atrajo. Era morena como Rosa, pero ahí acababan las semejanzas. Era la perfecta antagonista de mi novia. Tenía un aura especial para mí, quizá porque no había conocido de cerca a una chica como ella, una chica joven (tendría entre 25 y 29, calculaba) con muchas inquietudes, que había sido actriz para algunos cortos, que le encantaba fumar maría, que no parecía muy pendiente de su aspecto y que en fin, vivía como le daba la real gana. Idealizándola incluso podría verla escribiendo poemas sobre su cama con un botellín de cerveza medio vacio al lado y un cigarro entre sus dedos mirando más allá de la pared.

    No sé que me pasó pero empecé a no dejar de pensar en ella, en querer saber más, estaba seguro que tras esa pinta dejada de la mano de Dios y esa seguridad en sí misma había en potencia una chica fascinante. Bueno, de hecho ya me resultaba fascinante. Cada vez que iba a ver a Raúl ella aparecía o ya estaba con él. Y yo, que siempre soy muy activo y ocurrente, de pronto me quedaba sin nada ingenioso que decir y prefería observarla, todo lo que pudiera.

    Siempre me pasa; una chica me gusta y empiezo a hacer el tonto, a tropezar, a meter la pata, a decir inconveniencias. Un día, estando en el bar donde ella trabajaba, solté, sin saber por qué, una insinuación sexual, ella me miró boquiabierta y yo creo que me puse más rojo que un tomate porque no solo estábamos nosotros dos, también Raúl y otro amigo. No estaba siendo yo, la chica me tenía atontado. Y ya digo, no era algo físico. Es que nunca había dado con alguien como ella.

    Otro día, sin venir a cuento, ella me tira por encima los restos de una limonada y se ríe. Yo sentado en el sillón miro a Raúl con sorpresa. En el fondo empiezo a pensar que le gusto. Y siento ese orgullo tonto del macho que recibe respuesta de la hembra. Y es que nunca estuve a solas con ella, siempre estaba Raúl y otros acompañándonos. Bueno, solo estuve una vez a solas con ella, en la azotea, una calurosa tarde de verano que ya avanzaba sin remedio hacia el crepúsculo. Raúl bajó a por unas cervezas o a por algo. Ella y yo solos, sentados muy cerca, mirando desde la baranda de hierro el Guadalquivir adornado de pájaros...y estuvimos hablando. No recuerdo de qué hablábamos, pero era uno de esos momentos en que compartes con alguien alguna reflexión muy personal.

    No sé si duró un par de meses aquella fascinación, quizá tres, no lo sé. Tampoco recuerdo en qué momento me dije que estaba haciendo el tonto, o peor aún, que estaba siendo un cabronazo. Tenía una chica fantástica y yo aquí tonteando con otra que por lo poco que sabía no le llegaba ni a la suela de los zapatos a Rosa. Simplemente estaba fascinado por una chica de vida bohemia, que no parecía tener futuro y que le importaba una mierda. A mí todo eso me parecía tan atractivo que simplemente la admiraba. Era eso.

    Cuando Raúl se marchó una temporada al pueblo a ayudar con no se qué a su padre dejé de ir por allí, por el casco histórico. Si, hubiera bastado cualquier excusa tonta para pasarme por casa de la chica o por el bar donde trabajaba. Hubiera sido sencillo. Y realmente lo deseaba. Pero no sabía muy bien qué pasaría. Lo que me impidió seguir explorando esos sentimientos hacia la chica bohemia fue que me sentía tan hijo de puta por estar pensando en otra,... me venía la imagen de Rosa en casa con las niñas, con su perrito Tango...Tenía todo lo que podía desear un hombre y sin embargo estaba perdiendo el tiempo con ensoñaciones bohemias. Con, quizá, una fantasía típica de escritor. Con tener una aventura con una chica salvaje que me atraía como la polilla al fuego.

    Y cuando tenía fantasías sexuales con la chica bohemía me obligaba a pensar en Rosa. Y me sentía tan mal...ni podía perdonarme aquel pecado. Fui secretamente compensando a Rosa, fui más cariñoso que nunca, más atento, la abrazaba con más fuerza comprobando que todo lo que Rosa me ofrecía y que me hacía sentir, no se podía ni comparar con el arrebato idealizado de una aventura con una chica la mar de interesante. Sobre todo no podía permitir hacerle daño a Rosa, que tan buena y tan honesta siempre había sido, que me había dado tanto, que me abrió la puerta de su casa...no se podía pagar aquello con una infidelidad tan tonta. Yo no estaba enamorado de la chica bohemia. Simplemente me fascinaba conocer a esa otra chica que parecía, encima, que me hacía un poco de caso (nunca supe si sabía que tenía novia, nunca lo mencioné y tampoco sé si se lo comentaría Raúl)

    Raúl tardó mucho en volver del pueblo y perdimos el contacto. Meses después me encontré con la chica bohemia en el centro, junto a El Corte Inglés. Sería ya otoño porque la recuerdo perfectamente con una cazadora muy chula. Se alegró mucho de verme y nos saludamos con mucho cariño. Estuvimos un rato hablando, como dos amigos que realmente se alegraban de verse y de volver a sentir lo mismo que hace unos meses. Eso interpreté yo. Estaba guapísima, encantadora, tan simpática. Pensé que realmente yo le gustaba, que de haber querido hubiera pasado algo entre nosotros. Cuando nos despedimos ella me dijo que teníamos que vernos, que la llamara para quedar, y quizá invitar a Raúl que había vuelto.

    Nunca la llamé, ni quedé con ella ni me la volví a encontrar. Nunca le dije a Rosa nada de aquello. Pensé que para qué hacer daño. Destruí las páginas de mi Diario que hablaban de la chica bohemia y en estos años pocas veces me he acordado de ella pero siempre que la recuerdo hay dos sentimientos que tengo: uno sobre la fascinación que ejercía sobre mí, otro mucho más intenso y doloroso, que era el haber cometido una infidelidad por mucho que no hubiera habido sexo ni siquiera una conversación impropia.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    (Continúa mi confesión)

    Siempre he sentido que aquello fue una infidelidad en toda regla. Siempre me sorprendo recordándolo cuando pienso que son los demás hombres unos cabritos cuando engañan a sus chicas. Lo dije al principio: nos creemos mejores de lo que somos o demostramos. Yo creo que hice bien en no contárselo a Rosa. Era hacer daño sin motivo. Aunque siempre tuve muchas ganas de decírselo, de confesar, porque la conciencia me torturaba y con Rosa siempre he sido muy sincero, igual que ella conmigo, y no serlo entonces me parecía que convertía nuestra relación en una farsa y yo de una relación sobre todo quiero que sea real, auténtica, de verdad. No puedes estar con una persona si no lo das todo. Si no te das de verdad, tal como eres. ¿De qué sirve mentir, fingir, aparentar ser lo que no eres, mejor de lo que eres?

    Yo a Rosa la quería por lo que era, por lo que demostraba. Yo también quería que ella me quisiera por lo que yo era, con mis defectos, mis errores. Puedo meter la pata, pero no mentir. Pero creí que no contándole aquello le haría menos daño que contándoselo. Supongo que de haber seguido juntos habría terminado contándoselo. Será la espinita que siempre llevaré clavada. Pues aun hoy me costaría contárselo. Confesar. Quizá tras escribir esto ha llegado la hora. Porque supongo que ya no hay peligro de hacer daño, al menos no tanto...
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Me ha gustado el giro de tu Diario en el capítulo sobre tus amigos.


    No voy a mostrarme pacata o mojigata, y no me molesta que se hable o se escriba sobre sexo, pero dicen que hasta lo bueno cansa. La variedad, con lo bien que tú escribes, es algo que me agrada. A mí, por supuesto, que no - tal vez- al resto de los lectores.


    Esa manera de descubriros me parece valiente. Pero mi mente susurra: " y ,también, arriesgada". Creo que yo recurro a mis personajes para expresar mis deseos, mis inquietudes y mis temores.¿ Se trata, entonces, de un artificio? No lo creo, pues intento ser sincera, aunque narre hechos que yo no he vivido. Quizás, mi capacidad de empatía con otros me ayuda a poder narrar lo que nunca viví con cierta - cruzó los dedos- verosimilitud.
    Este recurso me da la libertad de no exponerse desnuda delante de mis lectores en el Foro.


    Entretanto, sigo leyendo tu Diario, divirtiéndose contigo en tus peripecias y te digo:


    - Salut, mon copain!
  • evilaroevilaro Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado julio 2014
    Estoy disfrutando tus confesiones...

    Muy amenas.

    Saludos

    Emilio
  • ArroyoArroyo Juan Boscán s.XVI
    editado julio 2014
    Hola, Carlos. Vengo poco por el foro últimamente, pero he ido leyendo tus confesiones y me he divertido. No obstante, como te dice Francesca,entrar en otra faceta de la vida de los personajes, renovaría el interés por este diario.

    Por las confesiones, te pongo de penitencia una semana de abstinencia y cuatro "padrenuestros".

    Saludos.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Francesca escribió : »
    Me ha gustado el giro de tu Diario en el capítulo sobre tus amigos.


    No voy a mostrarme pacata o mojigata, y no me molesta que se hable o se escriba sobre sexo, pero dicen que hasta lo bueno cansa. La variedad, con lo bien que tú escribes, es algo que me agrada. A mí, por supuesto, que no - tal vez- al resto de los lectores.


    Esa manera de descubriros me parece valiente. Pero mi mente susurra: " y ,también, arriesgada". Creo que yo recurro a mis personajes para expresar mis deseos, mis inquietudes y mis temores.¿ Se trata, entonces, de un artificio? No lo creo, pues intento ser sincera, aunque narre hechos que yo no he vivido. Quizás, mi capacidad de empatía con otros me ayuda a poder narrar lo que nunca viví con cierta - cruzó los dedos- verosimilitud.
    Este recurso me da la libertad de no exponerse desnuda delante de mis lectores en el Foro.


    Entretanto, sigo leyendo tu Diario, divirtiéndose contigo en tus peripecias y te digo:


    - Salut, mon copain!

    Gracias, Francesca, comentas algo muy interesante. Yo hoy he leído un precioso poema de sinrima en el foro que termina así:

    Miedo a mostrarnos desnudos
    frente a la desnudez del otro,
    para ser mutuamente comprendidos.


    Yo con la edad he comprendido, como pura filosofía de vida, que si uno no se muestra como es al final te pasas la vida fingiendo, torturado por no poder ser tú mismo, por agobiarte con lo de qué pensarán los demás. Es difícil, muy difícil no dejarse presionar por los demás, por la sociedad, las costumbres...Obviamente llega un punto en que o eres tú mismo o la vida te devora.

    Leer las Confesiones de San Agustín me ayudó a escribir mis confesiones, porque si San Agustín se dedica en gran parte del libro a hablar de sexo y lujuria (hasta cuenta la vez que le pillo su padre masturbándose en el baño:D) cómo no iba a hablar yo de lo que a todo hombre, en mayor o menor medida, le obsesiona, le influye y acaba complicando su existencia. Solo hay que leer un poco de literatura clásica para darse cuenta de las aberraciones a que se sometían los seres humanos durante toda la vida para reprimir su sexualidad, sus deseos, lo que es natural en el ser humano. No intento justificar el exceso de sexo en mis escritos (y no me refiero solo a estas confesiones, claro), nada más lejos de mi intención;... es comentar, explicar que la vida, en el fondo, es sexo. No me refiero a pura lujuria y deseo carnal, sino al componente cromosomático. A XX y XY, a lo que en definitiva somos y nos hace ser como somos. Durante siglos el sexo ha sido considerado algo a ocultar, a reprimir, a tergiversar. Cuánta pobre gente ha sufrido por el miedo al sexo, por la falta de información, de libertad a expresarse. Luego llegó Henry Miller y puso patas arriba la literatura con Trópico de Cáncer, donde por fin un hombre se expresaba como un hombre, con sus virtudes y sus defectos, pero real y natural. Obviamente el libro fue censurado y Miller tuvo que ganar más de 50 juicios para verlo editado en su propio país.

    Durante muchos años yo le daba la vuelta a la cuestión, no ya como hombre, como ser humano, si no como escritor: es decir, ¿debo reprimir el sexo en mis escritos? ¿Debo fingir que soy más elegante, más casto, más refinado de lo que en realidad soy? Luis Antonio de Villena, escritor y poeta, me ayudó mucho a superar mis miedos. "El morbo es una gran fuente de inspiración". Eso me recordaba a Miller "La lujuria es el más potente motor de creatividad" y Antonio Machado que predicaba que uno tenía que escribir lo que sentía, aunque resultara algo deforme y feo, porque eso es ser uno mismo, aceptarse, feo o bello.

    Precisamente la confesión sobre mis amigos la escribí cansado yo mismo de lo que había escrito ya, temiendo repetirme...fue un error íntimo, porque uno no debe escribir lo que sea conveniente o lo que sepa que va a ser mejor aceptado o lo que crea que no va a escandalizar. Uno debe escribir lo que siente, en cada momento. Por eso en mi última confesión prescindí del toque de humor porque no era un tema que para mí tuviera demasiada gracia. Inspirado por el relato de aguaclara escribí lo que en ese momento sentía.

    Pienso que mis confesiones mayormente serán, quien sabe, una mezcla de sexo y humor, porque eso mismo me define, así soy yo, no voy ni quiero ocultarlo. Me gusta escribir para expresarme. Otros disfrutan inventando mundos y personajes, muchos prefieren la reflexión abstracta...todo es válido, cada uno escoge su camino. Una vez escribí un ensayo sobre literatura, comentando que lo último en lo que debe pensar un escritor es en el lector, en agradarle, en mostrarse como cree que espera el lector. Eso, claro, es trasladable a la vida real. Todos queremos caer bien y disimular nuestras faltas. Como dice el poema de sinrima, todos somos actores en el día a día. La sociedad es así de hipócrita, necesita ocultar lo que cree feo y exaltar lo que cree virtuoso.

    No veremos a Rajoy hablando de sexo o al Felipe VI. No les conviene. Parecen seres asexuados, como pretenden ser los sacerdotes, por ejemplo. En la sociedad muchos creen que el sexo perjudica, que su imagen relacionada con ello no es una buena imagen, una imagen que se espere de ellos. Y sin embargo pocas cosas son más importantes en la vida que el sexo y pocas cosas son peor entendidas y explicadas que el sexo. Casi toda la historia de la humanidad se ha movido por sexo y ha sufrido por ello.

    En fin, empiezo a desvariar. Me estoy cansando de hablar de sexo.:D Pero es que el tema es más importante de lo que parece. Hemos sufrido muchas décadas, siglos, milenios, de represión. Parafraseando a Morrissey el sexo es real y natural.

    Afortunadamente cuando me canso del sexo me queda la filosofía, la música, el cine...pero acaso ¿No todos esos artes también están impregnados de sexo? ¿No es Platón un gran lujurioso al igual que su amado Sócrates? ¿No es Jennifer López puro fuego en el escenario? ¿No es Hugh Jackman lo más excitante que se ha visto en una peli de Hollywood?

    Al final todo es sexo, creo yo. No sexo de ir a la cama. No sexo recreativo. Sino puro deseo, motor de la creatividad, lujuria que nos hace suspirar por alguien, amor que nos hace escribir poesía, caricias que nos hacen estremecernos y desde luego tener hijos, que de momento, sigue siendo la reproducción sexual la mejor manera...aunque un día quizá hasta nos quiten eso en pos de la higiene y la sanidad. La Iglesia Católica siempre odió el sexo, que a fin de cuentas nos lo regaló Dios. Pero hay un filósofo que me explicó el miedo al sexo: porque el deseo es incontrolable y a la gente hay que controlarla...para manejarla.

    El sexo libera...por eso es peligroso. El poder nos quiere reprimidos y controlados. Pero bueno, hacemos lo que podemos, por liberarnos del yugo.

    Y si, Francesca, a veces hasta lo bueno cansa. La gente ya no va a votar. Se cansa de la democracia. Luego nos quejamos. Alguien dijo es normal que los políticos nos lleven a donde no queremos...puesto que les dejamos hacer y deshacer a su antojo porque somos perezosos para involucrarnos...en lo político. La transición fue excitante...la llegada de la Democracia. Pero lo bueno cansa. Y lo malo aún más.

    Bueno, corto, que esto acaba siendo otra confesión.:D

    Gracias, Francesca, fíjate si tu comentario me ha hecho pensar...y he escrito mis pensamientos espontáneamente aquí! Escritura automática...solo lo revisaré por si he puesto hacer sin hache.:rolleyes:
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Arroyo escribió : »
    Hola, Carlos. Vengo poco por el foro últimamente, pero he ido leyendo tus confesiones y me he divertido. No obstante, como te dice Francesca,entrar en otra faceta de la vida de los personajes, renovaría el interés por este diario.

    Por las confesiones, te pongo de penitencia una semana de abstinencia y cuatro "padrenuestros".

    Saludos.

    Muchas gracias, Arroyo, y haré penitencia, más aún!:rolleyes2:

    evilaro escribió : »
    Estoy disfrutando tus confesiones...

    Muy amenas.

    Saludos

    Emilio

    Me alegra que las disfrutes, Emilio. Un saludo también para ti.;)
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado julio 2014
    Con los padrenuestros es suficiente, no hace falta tanta abstinencia, se te pueden atorar las neuronas:D:)
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Carlos,
    Me encanta como escribes. Al principio sólo me divertías, pero ahora hay algo más. Estas confesiones, tu sentido del humor, tus monólogos ( atentamente escuchados por mí, te lo aseguro) y tus reflexiones están empezando a interesarme realmente.


    Hay algo en lo que te alabo:


    Eres humilde, pues encajas con la misma elegancia los aplausos que las críticas. Chico, yo soy de las que te aplauden. Por ahora... Hablo en broma.


    En cuanto a tu reflexión acerca del sexo: es cierto que yo me pasé conteniéndome parte de mi vida, y ésta casi me pasa de largo. Y de repente, el deseo explota, como una granada. Puede hacerlo como una granada bélica o como el fruto del granado. Hay que elegir. Puedo decir, que en su momento, elegí teñir mis labios , mis manos y mi cara con el jugo rojo de esa fruta, y lo saboree con fruición. Nunca me arrepentiré de haberme comido la vida a mordiscos.
    Me parece preciosa tu reflexión acerca del deseo. El deseo me mueve cada día a levantarme de la cama: cuando hundo mi nariz en el cuello de mi hija, que huele a pan recién hecho; cuando mis ojos se llenan de lágrimas porque soy amada por el mejor hombre del mundo , un hombre a quien deseo con ansia; deseo de belleza que me hace escuchar música, mirar cuadros o crear con mis manos...


    Yo no soy mujer que se limite a satisfacer ardores y picores... Siempre he buscado algo más. Y lo he encontrado, por fin , " en mi dorada madurez", porque siento dolor y vacío cuando él no me llena con su cuerpo, porque él hace que me sienta joven y deseable.
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    "Me encanta cómo escribes", por supuesto.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Francesca escribió : »
    Carlos,
    Me encanta como escribes. Al principio sólo me divertías, pero ahora hay algo más. Estas confesiones, tu sentido del humor, tus monólogos ( atentamente escuchados por mí, te lo aseguro) y tus reflexiones están empezando a interesarme realmente.


    Hay algo en lo que te alabo:


    Eres humilde, pues encajas con la misma elegancia los aplausos que las críticas. Chico, yo soy de las que te aplauden. Por ahora... Hablo en broma.


    En cuanto a tu reflexión acerca del sexo: es cierto que yo me pasé conteniéndome parte de mi vida, y ésta casi me pasa de largo. Y de repente, el deseo explota, como una granada. Puede hacerlo como una granada bélica o como el fruto del granado. Hay que elegir. Puedo decir, que en su momento, elegí teñir mis labios , mis manos y mi cara con el jugo rojo de esa fruta, y lo saboree con fruición. Nunca me arrepentiré de haberme comido la vida a mordiscos.
    Me parece preciosa tu reflexión acerca del deseo. El deseo me mueve cada día a levantarme de la cama: cuando hundo mi nariz en el cuello de mi hija, que huele a pan recién hecho; cuando mis ojos se llenan de lágrimas porque soy amada por el mejor hombre del mundo , un hombre a quien deseo con ansia; deseo de belleza que me hace escuchar música, mirar cuadros o crear con mis manos...


    Yo no soy mujer que se limite a satisfacer ardores y picores... Siempre he buscado algo más. Y lo he encontrado, por fin , " en mi dorada madurez", porque siento dolor y vacío cuando él no me llena con su cuerpo, porque él hace que me sienta joven y deseable.

    Envidia sana (e insana) me das, Francesca, y me pones un poquito triste (como a todo hombre al que una mujer le dice lo bien que se lo pasa con otro:D)

    En fin, gracias por tus elogios. Lo tienes todo hija, disfrútalo que para eso estan esas cosas tan bonitas de la vida.:cool:
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado julio 2014
    Sigo con mis confesiones:

    DOS OBSESIONES: LITERATURA Y CHICAS (PARTE I)

    Francisco Umbral, en su libro "La Escritura Perpetua" decía eso de "Se es escritor por siempre, o no se es" y luego añadía "se vive para escribir lo vivido". No podría estar más de acuerdo con él.

    A los cuatro años yo ya sabía leer y escribir. No es que fuera un superdotado, es que me enseñó mi Tía Herminia (y yo se lo agradecí, años después, liándome con una de sus hijas, pero eso es ya otra historia), cada Sábado por la mañana, en casa de mis abuelos, después de desayunar con el programa infantil "Sabadabadá" (espero que se escriba así) nos entreteníamos con las cartillas Palau y los Cuadernos Rubio. Creo que ahí empezó todo.

    A los cinco añitos entré en párvulos y me aburría un montón porque era el más listo de la clase, vamos, que sabía ya escribir y leer de sobras, aunque mi punto flaco era la caligrafía (recuerdo a Don Javier, ya terminando la EGB, diciéndome eso de "Serrano, ya tienes media carrera de médico hecha, no hay quien entienda tu letra, macho"). Ya a esa edad devoraba los cuentos troquelados que me compraba mi madre. Caperucita, Pulgarcito...además de los cuentos que me contaba mi madre en la cama, sobre todo me gustaba la Cenicienta. Un tiempo después era mi hermano quien dormía con mis padres y yo ya tenía una cama propia. Pasaba las noches centrado en dos aficiones: intentar contar hasta 1.000 y tocarme cierta parte de la anatomía masculina que daba un gustito así como el estornudar pero mejor.

    Alrededor de los 8 años, en Menorca, empecé mis pinitos como artista de las letras. Un tebeo titulado "El Circo Tachín, Tachón, Tachún" fue mi primera obra y a decir de mi hermano pequeño fue todo un éxito. Luego construí un guiñol e invité a un amigo mío (Jordi, un pelirrojo pecoso de clase) a la primera función. Fue un fracaso, ya entonces empecé a odiar el teatro, odio que aún hoy continua. Y la culpa es de Jordi, por ser tan exigente.

    En el verano de mis 9 años, ya casi al final, regresé a Córdoba. Hasta entonces había sentido miedo por el sexo y dudas sobre mi talento literario. En la capital andaluza me esperaba mi prima Nuria y una biblioteca familiar de lo más suculenta. No tenía aun 10 años cuando leí (cada noche un capítulo) el Cándido de Voltaire. Fue casualidad. Lo elegí de la colección de clásicos del mueble-bar, lo dejé en mi mesita de noche y leía con fervor las aventuras de Cándido, su amada Cunegunda (menudo nombre) y el entrañable filósofo Pangloss. También intercalaba con libros de aventuras, juveniles y tebeos de Mortadelo y Filemón (y qué decir de Don Miki, publicación de la Disney deliciosa)

    Alrededor de los diez añitos yo ya estaba fascinado por mi prima Nuria. Si yo era un chaval obsesionado con el fútbol y acudía a una escuela pública llena de macarras, ella era una niña pija de colegio de monjas con un dormitorio prácticamente alicatado en rosa y que olía a mazapán. Solíamos merendar juntos en casa de mis abuelos tras recogerla de la parada del autobús. Siempre recordaré ese salón barroco, de papel pintado, de gruesas cortinas rojas y mi prima allí, sonriendo, con su uniforme escolar provocando mis entonces inconscientes fantasías fetichistas. ¿Qué pasó entre mi miedo a las chicas menorquinas y aquel furor infantil por las faldas plisadas y los leotardos blancos de mi prima? Lo ignoro, pero Freud sin duda se equivocaba: yo nunca tuve una fase latente de ausencia de sexo. Yo fui, en palabras del propio Freud, un niño polimorfo y perverso (!)

    Ya entonces, con mi mejor amigo Javier (un año mayor y muy alto), compartía la afición a esconder revistas guarras (que encontrábamos por ahí tiradas), fotonovelas verdes (que descubrí en algún armario familiar) y las pelis cerdas que echaban en el Vídeo Comunitario (invento tan ochentero como mágico) después de medianoche y que conseguía piratear con la triste antena de una vieja televisión en blanco y negro, que alguien supuso rota y dejó abandonada en el dormitorio que yo ocupaba en casa de mis abuelos los fines de semana. Siempre he sido mañoso para todo lo que fuera sexo morboso, así que aquel televisor me dio una imagen en blanco y negro y llena de hormigueo del sexo más explícito de mi ingenua vida. Creo que casi me desmayé la primera vez que vi una de aquellas pelis tan...deliciosas.

    Julio Verne, Isaac Asimov...mis lecturas proseguían. Cuando no jugaba al fútbol o pasaba los días enteros de verano tirado en la calle me gustaba ir al Hipermercado a ver la sección de libros y soñar con ahorrar dinero para comprar todos los que me atraían. Cada vez que mi abuela me compraba un libro me pasaba horas acariciándolo, olisqueando la tinta fresca, las páginas nuevas...antes de abrirlo del todo y devorarlo. Si, era también muy fetichista con los libros, aún lo soy.

    Pero en la vida hay algo más que libros, cantaba Morrissey, y ahí entraba mi prima Nuria. Pasaba también muchas horas en su casa, en su habitación, deleitándome con sus juguetes caros (no vi ningún inconveniente en jugar con sus Barbies y su cocina de juguete, molaba un montón), todas las cosas de color rosa que tenía y ese olor, olor a chica que jamás me abandonaría. Yo quería vivir allí, en casa de mis tíos, los que tenían dinero y se permitían todo tipo de lujos (como alquilar 8 o 9 pelis un fin de semana, era la fiebre del video VHS, que tiempos)

    Yo estaba fascinado por aquel piso de lujo, esas moquetas, esos muebles tan suaves y nuevos, esa prima mía que nunca fue guapa de verdad pero que la vestían de una forma que a mí me volvía tonto. Cuántas tarde pasamos, ella y yo, en su dormitorio jugando a "Drácula", un juego que inventé yo y que a ella le encantaba: se trataba de que ella era una pobre aldeana que se escondía de mí, Drácula, que quería chuparle la sangre. Así que cuando la descubría (escondida en su cuarto, normalmente en un armario o debajo de la cama) la perseguía, ella corría riendo, yo la atrapaba, la echaba en la cama y la apresaba de las muñecas. Entonces teníamos un diálogo de lo más tonto, ella se reía, yo me hacía el malo y claro, los dos estábamos deseando que llegara el punto culminante... cuando yo la mordía en el cuello...y ella se moría con las cosquillas. Madre mía, no sé quien disfrutaba más con aquel juego. Al final solo jugábamos al Drácula. Y lo confieso, morderle el cuello no era tan delicioso como oler su piel, su pelo y estar, perdóname Dios, encima de ella restregándome involuntariamente.

    El clímax de mi relación con la prima Nuria fue cierto día en casa de mis abuelos. Algo pasó porque mis Tíos tenían que pasar la noche fuera (no recuerdo que acontecimiento sería...¿algún amigo de la familia agonizando en el hospital? Bendita agonía...) y la prima Nuria se iba a quedar a dormir en casa de mis abuelos...y no solo eso, sino conmigo: EXACTAMENTE, dormiría en mi cama (!!!!) En fin, fue idea de mi abuela (y eso que teníamos una cama-mueble para invitados), yo en cuanto me enteré puse en marcha mi mente de niño polimorfo perverso (bendito también Freud) y di las gracias a un Dios en el cual aún creía.

    Cuando llegó la noche (casi escuchaba a Rod Stewart cantar eso de "Esta noche es la noche, baby") nos pusimos el pijama, nos acostamos, y yo, todo un caballero, me puse a leerle a mi prima un inocente tebeo de "Mortadelo y Filemón". Fue toda una cortesía porque yo tenía muy pocas ganas de leer, solo quería apagar la luz y...que comience la orgía. Ibamos a jugar a Drácula en condiciones, como Dios manda, ¿Quién quiere jugar a los médicos teniendo al lascivo de Drácula pululando por ahí?
    De lo que ocurrió esa noche daré cuenta en mi Autobiografía Póstuma, pero nunca olvidaré, al día siguiente, la cara que puso mi Tía Adela cuando mi abuela le contaba que su hija había dormido conmigo, en mi cama, TODA la noche. Recuerdo la mirada que me echó mi Tía. Quedó claro, aunque en un tenso silencio, que aquella idea ingenua de mi abuela le había sentado como un tiro. Yo puse cara de niño bueno (siempre me dio buen resultado ponerla en caso de apuro) e intenté no sentirme culpable porque mi prima ya no pudiera hacer la Primera Comunión vestida de blanco. La culpa fue de mi abuela, en realidad. Yo solo le llevé la contraria a Freud. Y es que me encanta llevarle la contraria a todo el mundo.
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