Mi pueblo es marineroMi pueblo, que es un pueblo marinero, se encuentra en lo más alto de un rápido talud. Avalanchas de pinos y eucaliptos se deslizan en las laderas hasta la orilla del mar, que salpican los troncos de agua salada.
Durante los inviernos, la lluvia abre profundos cauces en el suelo arcilloso; y durante los veranos, un río de niños merodea por el declive trazando infinitos senderos.
Próximo al faro, que obsequia con su amable luz a los navegantes, cual afectuosa mano, está el acantilado. Las olas levantan surtidores de espuma, socavando incansables las piedras.
Hay e mi pueblo un insólito lugar donde los niños pasábamos horas oyendo el resoplar de los hoyos a cada golpe de agua. Una cueva solitaria y oscura, distante un kilómetro de la playa, estaba poblada, para mí, de fantasmas y brujas.
Durante toda mi vida he sentido un orgullo especial por llevar prendido en el lado más transparente de mis recuerdos la nostalgia de mi pueblo. Risueña, sí, pero dolorosa y acuciante cual rehilete desgarrador
A Chávez LópezSevilla mar 2025