Sospecho que la obra literaria, el libro, es capaz de «eternizar» inacabados tatuajes: un amor, una infancia, una etapa… Tal vez por esto, en tantas ocasiones los escritores sienten una racha de arte en las manos. Sábato pensaba que una de las raíces metafísicas de la obra de arte es la necesidad que el hombre tiene de «eternizar», que el arte nace de la necesidad de expresar y comunicar, pero expresar y comunicar la eternidad es imposible, por lo que el arte sería «una añoranza de la eternidad».
Esa necesidad de las personas de «eternizar» se hace evidente en el lector que entiende la obra literaria como una genuina metáfora. La metáfora escapa a cualquier posibilidad de parcelación o deconstrucción, me refiero a la dificultad de deshacer analíticamente una estructura conceptual.
Giambattista Vico señala que «la metáfora constituye el cuerpo principal de todas las lenguas», un enunciado que, según mi lectura, empuja a los escritores al campo de la magia y el misterio. Imagino al escritor como un ente creador, desplazándose entre «el arte y la razón», entre «la ilusión y la verdad». La diversidad y la acción caracterizan su obra, derivada de corrientes que trabajan de manera sincrónica y anárquica.
Ariel García
Comentarios
Un abrazo, de nuevo gracias.
Con respecto a las metáforas, concuerdo que son el cuerpo principal; pero también los anclajes míticos, las experiencias personales; y la capacidad creadora de retorcer, machacar y crear un lenguaje mutante y vigoroso.
Por poner un ejemplo: la modernización de la lengua inglesa de finales del siglo XIX corrió por cuenta de dos escritores no ingleses y que no tuvieron como lengua madre el inglés: Joseph Conrad y W. H. Hudson.
Saludos, y gran tema.
¡Saludo cordial, amigos!