—Yo no le tengo miedo a los fantasmas..., sino lo que son capaz de hacer.—
El cielo estaba despejado, la luna brillaba con todo su esplendor, era tan hermosa, y las estrellas como pequeños diamantes centellaban desde los lejos, y el viento soplaba con suavidad acariciándome la cara, era un paz extrañamente agradable, aunque interrumpida por la mirada furtiva, pero penetrante de mi acompañante nocturno, que no se atrevía a decir nada por el miedo de recibir la respuesta esperada pero macabra, además por sus movimientos torpes adivinaba que tenía dudas. La mirada fija en la luna, es lo que trataba de hacer, ignorarlo, evitar chocar las miradas con él, y lo hacía porque no tenía ganas de responder a sus preguntas, además era muy probable que no supiera la respuesta de muchas, por eso simplemente me limitaba a ver el gran farol que iluminaba la noche y tratar de calmarme y encontrar paz, deseando con todas mis fuerzas que se fuera, que se marchara y me dejara en paz con sus súplicas, y cuando ya pensé que lo estaba logrando sentí como una mano helada se posaba sobre la mía y como un escalofrío recorría todo mi cuerpo haciendo que me volteara con rapidez y un terror profundo, pero, lo que me horrorizó no fue encontrarme con la sorpresa de que no había nadie, sino sentir la presencia, palpable, de alguien que solo debería atormentarme en sueños.
Comentarios
Seguramente será que soy un incrédulo, o, más bien un escéptico, pero yo no creo en absoluto en eso de los fantasmas, más allá de que sean figuras irreales e incorpóreas, dentro de la mitología.
Ya es luctuoso el hecho de que se te muera un familiar allegado como para hacer bromas sobre esto de los fantasmas, pero, discúlpame jefa, hay algo en mí que se niega a creer en esas figuras irreales. No obstante, me lo voy a creer porque cuentas tú el caso de tu difunta sobrina, incluso con detalles...
Está dando para mucho este hilo tuyo de fantasmas
Un saludo cordial