Nota de autor.
Apareciendo en varios escritos casi sin darme cuenta, el padre Francisco se ha hecho un hueco en mi mente y en mi corazón. El personaje es una mezcla de mis experiencias en un colegio religioso de pequeño y de la educación católica de mis muy devotos padres.
Animado por mi ya amigo Antonio, Cehi, creo este hilo para recopilar pequeños relatos sobre el personaje. Espero que sean amenos y divertidos, a la vez que muestren someramente un tiempo ya pasado, aunque a penas lo sitúo unos cuarenta años atrás.
Procedo a poner los dos que había publicado ya en el foro por si se le han pasado a alguien.
Saludos franciscanos
Comentarios
MIRADAS FURTIVAS
Mientras el pecador rezaba sus plegarias a cambio del perdón divino, miraba a el padre Francisco que regaba los geranios del jardín de la parroquia.
Aquella tierra estaba encharcada, por que el sacerdote observaba a la joven vecina, en la azotea contigua, tendiendo la ropa.
La joven, mientras tendía la sábana desgastada, miraba a la anciana que caminaba calle arriba, con dos bolsas de pesadas viandas. A veces algunas de ellas le daba.
La anciana mientras caminaba, miraba al pecador, rezando. Intentando saber quien era.
Cuando de repente se escuchó un grito:
-¿Y TU, QUE MIRAS?
Y entonces, asustados, todos miraron hacia abajo y siguieron con sus que haceres.
La guerra fría
Las cosas que mas fastidiaban al padre Francisco eran:
1- Pasar por delante del burdel del pueblo, donde a veces las meretrices le miraban con burla y hasta un día se ganaron una reprimenda a voces del irascible sacerdote.
2- Tener que visitar a su joven médica, que hasta se atrevía a regañarle por comer o beber tal o cual cosa y que delante de la cual tuvo hasta que desvestirse una vez.
3- Lo peor de todo era pasar por delante de “la casa del pueblo”. El caserón, típico de la arquitectura andaluza, era donde el partido socialista había establecido su sede local y donde lógicamente se encontraba a veces con su enemigo natural, Pablo Cuevas, el candidato socialista a la alcaldía.
Los días que el encuentro se producía, al padre Francisco le sudaban hasta las manos, el lunes por ejemplo el rifirrafe ocurrió a media mañana:
_Buenos días padre, no olvide usted decirle a su jefe, el papa, que Jesucristo predicaba la pobreza con el ejemplo, no viviendo rodeado de riquezas y lujos.
_Buenos días, Don Pablo, lo haré, pero recuerde usted que su doctrina socialista se basa en repartir las posesiones en igualdad. Lo digo por el edificio que tienen ustedes como sede y el coche oficial.
Lo peor no era ese enfrentamiento constante. Lo peor era, cuando tras varios días, el encuentro no se producía y el padre Francisco se iba sin jugar su particular partida de reproches.
Fran (Acuarelista), este hilo va ser un pelotazo. No se te olvide irme liquidando mi comisión por cada capítulo, poca cosa, solo el 99% de los beneficios
- Padre Francisco, vengo a confesarme.
_ Dime, hija mía.
_ Hice el amor con el cura párroco de otro pueblo.
_ Mal hecho, hija mía, tú sabes que tu parroquia es esta.
https://www.forodeliteratura.com/f/discussion/31110/chistes-de-todos-los-colores#latest
Qué estará tramando el Padre Francisco, que está muy callado.
Como ya ha empezado el buen tiempo, me da que el padre Francisco anda tras historias nuevas en la playa de "La Barrosa", Chiclana de la Frontera (Cádiz)
Un saludete
Eso, eso, cómprale ideas a Ferreiro91 (Nacho) y no se las pague, que a mí me debe un pastón por comprarme ideas y todavía no he recibido ni un céntimo.
Pues que te las pague él, así nos ahorramos trámites interminables 😆
Decían que el padre Francisco se había liado con la profesora de lengua, que les habían visto besándose en los baños. Yo no lo creí. También decían que de joven fue boxeador en su pueblo y que en su cuarto colgaban sus viejos guantes, un trofeo y una foto de un joven Francisco muy atlético. Eso si me lo creí.
Así que cuando aquella pandilla de niños tiznados y churretosos, comandada por el temido Paquito “El terror”, le amenazó, no tenían ni idea del problema en el que se estaban metiendo. Eran otros tiempos. Esos niños morenos y sucios, de la zona norte de nuestra ciudad, nos tenían atemorizados. Les rehuíamos nada más verles y ni se nos ocurría ir a su barrio, en el cerro de Santa Ana. Pero ese día nos habían acorralado a mi amigo Manolo y a mi en la Alameda, junto al colegio. Cuando se disponían a darnos una paliza apareció el padre Francisco. Vestía vaqueros y camisa blanca remangada en los antebrazos. Al hablar con ellos no parecía un sacerdote:
-¿Que tramáis, churretes?. Estos niños son mis alumnos, así que dejadles en paz u os las veréis conmigo... y no os conviene. No volveré a advertiros.
-Viejo, vete de aquí o te damos una paliza a ti también, !panzudo!.
Llevaban tiempo detrás de nosotros y ahora que nos tenían, no querían dejarnos escapar. Paquito no era muy alto pero ya tenía el cuerpo de un hombre joven. Se acercó al sacerdote amenazante con los puños cerrados. Sus amigos les rodearon. El padre Francisco sin decir nada, más rápido que un rayo, le soltó dos guantazos al chaval que restallaron en toda la alameda y hasta eco hicieron en el edificio del otro lado de la calle. A Paquito se le aflojaron las piernas y cayó de rodillas sentándose en el suelo con las manos en la cara y las orejas rojas como dos tomates maduros. Sus amigos retrocedieron amedrentados.
Mientras nos íbamos con nuestro salvador, miré atrás, de reojo y me dio un poco de lástima ver como levantaban sus amigos al maltrecho Paquito “El terror”.
Fin
¡No tenía coo... nes ni na el padre Francisco! No lo amedrantaba ni Dios (bueno, perdón, un respeto, que se supone que Dios es su Jefe)
Fran, la imagen que has escogido es la perfecta para este relato, que es de su Segundo Jefe, supuestamente, y que tampoco se anda con chiquitas, como buen hispano que es.
Estas historietas del vasco padre Francisco se van animando.
No pares, sigue, sigue... (¡ojo, no vayamos a liarla!) contándonos andanzas de este peculiar, tirando a singular, miembro de la curia eclesiástica.
Buen relato @Acuarelista 😁
La garganta se le secó de repente al padre Francisco, cuando entró en la taberna el padre Eleuterio, el párroco de la iglesia de la Salle. Eleuterio miró de soslayo a la mesa de Francisco y emitió un leve saludo que parecía más una absolución desganada. Se dirigió a la mugrienta barra y pidió una copa de vino fino de Jerez.
Nuestro amigo, que jugaba su habitual partida de póker se tensó como un arco, estiró su cuello a un lado y a otro, como hacen los boxeadores antes de un combate. Siguió jugando con semblante serio hasta que su amigo saturnino le dijo:
-Padre, va usted, que se está quedando dormido!
-Cállate de una vez y enseña esas malditas cartas!
Tiraron las cartas enérgicamente sobre la vieja mesa de madera. Los naipes, objeto de todas las miradas, traían malas noticias para Francisco. El full de sotas y corazones de Saturnino superaba sobradamente a su modesta pareja de diamantes.
Eleuterio, de lado y con la copa en los labios, esbozó una leve sonrisa. Francisco, agarrado a la mesa, permaneció inmóvil mientras Saturnino, divertidamente recogía las todas las monedas de la mesa, diciendo:
-Más suerte la próxima vez, padre. Se ve que su jefe no ha venido hoy a ayudarle.
Eleuterio no pudo contener la risa y escupió el buche de fino que tenía en la boca riendo efusivamente sobre la barra. Después se disculpó sonriendo, pagó y se marchó apresuradamente.
Francisco, como una estatua, estaba calculando mentalmente a donde iría a golpearse exactamente la cabeza de Saturnino cuando le soltara el GUANTAZO que tenía en la recámara de la mano derecha. Según los cálculos, iría a dar con el quicio de madera de la ventana. Demasiado llamativo, habría sangre y ya sabemos que es muy escandalosa. Si le atizaba con la izquierda, que era su brazo débil, iría al centro de la tasca, al pegajoso suelo. Una caída tampoco era buena idea, Saturnino, era capaz de dar con la cara, en vez de soltar las monedas y poner las manos.
Francisco respiró hondo. Saturnino pudo sentir ese aire en sus manos y como oliendo el peligro, se retiró rápidamente y tras despedirse y pagar se marchó.
Bautista, el tabernero, que se había percatado de lo sucedido, dijo:
-Padre Francisco, tómese otra caña, invita la casa.
-No Bautista, ponme un whisky doble, que tengo que hablar con mi jefe.
FIN
Frente al olmo, colgaban aún las cuerdas donde en su infancia había un columpio que a el le parecía enorme pero que en realidad estaba apenas a dos metros de altura como máximo. Vio claramente, como si pasara ahora mismo, el caserón nuevo, el jardín cuidado, sus padres en el porche y a él mismo en el columpio, empujado por su hermano mayor. El aire movía sus cabellos rubios y finos, hoy blancos y ásperos.
Le volvió a invadir aquella felicidad que le hizo erizar los bellos de los brazos y sonreír. Entonces, su hermano, a petición suya, le empujó mas fuerte. Francisco cayó sobre una piedra y se abrió una herida en la cabeza que requirió varios puntos de sutura. El sacerdote entrecerró los ojos, se tocó la cicatriz en la nuca, ya apenas perceptible y tras una leve pausa suspiró y continuó su paseo.
FIN
El padre Francisco no tiene mal perder, lo que no soporta es el cachondeo que le sigue después al perder, y si ese cachondeo viene de una sotana rival...pues eso, el guantazo está ya fuera de lista espera.
Como no está acostumbrado al fracaso, se planteó hablar muy seriamente con su jefe, con alcohol de alto grado de por medio.
Va por buen camino
¿No era vasco?
En ese caso, yo soy portugués pero nací en Triana