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Caos

IgnoriaIgnoria Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
editado marzo 2013 en Narrativa
Un día cualquiera.
Nada pretendí aquel día; ninguno de mis actos fue encaminado a conocer la verdad. Ninguna sospecha sobre lo que estaba ocurriendo. Me declaro inocente de haber provocado, sin embargo, el fin.
Una tarde deliciosa para salir a dar un paseo con mi pequeño, llegar hasta el centro y tomar un café al sol en la espaciosa plaza que es médula del pueblo.
Imaginé por experiencias anteriores que el niñito, apenas comenzada, protestaría por la caminata. Pensando en esto, invité a una buena amiga para que, con su hijo, nos acompañara; entre juegos, los críos caminarían entretenidos y sin quejas.
Me conmovió la tristeza con la que ella contestó mi llamada. " No tengo ánimos, he discutido con Juan esta mañana" me relató entre sollozos, pero sin darme detalles. La calmé como supe; noté que ella no tenías ganas de hablar y me despedí cariñosamente con la idea de intentarlo en otro momento.
Se me ocurrió entonces pedirle a mi marido que nos bajara en coche al niño y a mí; así el peque aparecería en la plaza sin cansarse del paseo ya en el recorrido. Pero estaría muy ocupado esa tarde, me dijo; iba a lijar el antiguo mueble que yo pensaba restaurar con su ayuda. Como se lo había pedido tantas veces, hasta me hizo ilusión; le di las gracias con un beso.
Salí con mi chiquito , "hasta donde llegara" pensé, esa tarde cualquiera. El camino era todo cuesta abajo hasta el centro.
En la tercera esquina que rebasamos, la que daba justo paso a la calle donde al fondo vivía mi ahora compungida amiga, me agaché a anudar el cordón de uno de los zapatitos. Arrodillada aún, sin un motivo especial que me hiciera levantar la mirada hacia el final de la costanilla, le vi. Vi llegar a mi marido a la casa donde incontables veces yo había tomado café con ella, compartiendo tantas risas y confidencias.
Me encaminé, temblando mis piernas, hacia el lugar donde todo lo mío terminó, al saberse descubiertos.
Si no se hubiese levantado mi mirada, soltado aquel cordón o realizado aquella llamada; si la tarde no se hubiera presentado tan cálida; si simplemente no me hubiera empeñado en la plaza como destino... aquel día seguiría ajena a la doble traición, quizás para siempre.
No sé distinguir, a pesar de que son términos opuestos, las partes que fueron casualidades de las que fueron causalidades e incluso, a ratos, me parecen describir un amplificado efecto mariposa . Mis acciones tuvieron consecuencias; cada una de ellas iba originando una relación con la siguiente, pero...no era una conexión programada. Como si al apretar el interruptor que enciende la lámpara del salón, se pusiera en marcha en su lugar y por un cortocircuito, azaroso e inexplicable, el aire acondicionado en una tarde cualquiera de invierno. O yo apreté demasiado fuerte el interruptor...
Dejé de pensar en el por qué sucedieron las cosas, y aprendí su para qué; acogiéndome a la famosa teoría, según la cuál el aprendizaje está exento de azar, me hice responsable de mi vida.

Comentarios

  • SinrimaSinrima Miguel de Cervantes s.XVII
    editado marzo 2013
    Hola, niña, ¿qué tal?.

    Me ha gustado tu relato; un trocito de la vida cotidiana de muchas personas puesto al descubierto con una buena prosa que mantiene el interés hasta el final.
    El "porqué" de las cosas que suceden debe ser tenido en cuenta, pero en los asuntos sentimentales, como en tu historia, no hay que bloquearse intentando descifrarlo.Las cosas del corazón no pueden razonarse.Ni siquiera estoy convencida de que pueda hablarse de "traición", aunque duela; si acaso, de cobardía por no dar la cara.
    Tampoco veo el título apropiado:"¿Caos?" El final no es caótico.

    Está bien resuelto en tu relato: "hacerse responsable de la vida de uno mismo".

    Un abrazo, Ignoria. Un placer leerte.
  • IgnoriaIgnoria Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    Sinrima escribió : »
    Hola, niña, ¿qué tal?.

    Me ha gustado tu relato; un trocito de la vida cotidiana de muchas personas puesto al descubierto con una buena prosa que mantiene el interés hasta el final.
    El "porqué" de las cosas que suceden debe ser tenido en cuenta, pero en los asuntos sentimentales, como en tu historia, no hay que bloquearse intentando descifrarlo.Las cosas del corazón no pueden razonarse.Ni siquiera estoy convencida de que pueda hablarse de "traición", aunque duela; si acaso, de cobardía por no dar la cara.
    Tampoco veo el título apropiado:"¿Caos?" El final no es caótico.

    Está bien resuelto en tu relato: "hacerse responsable de la vida de uno mismo".

    Un abrazo, Ignoria. Un placer leerte.

    Hola, queridísima!

    Pues muchas gracias, como siempre.

    Lo del título quizás con razón lo dices; no sé por qué a veces se me vienen a la cabeza los títulos que se me vienen, jaja.
    Efectivamente, el final no es caótico; en parte porque a este caos sentimental lo consideré eso, un orden en potencia.

    Un abrazo :)
  • EduArdoREduArdoR San juan de la Cruz XVI
    editado marzo 2013
    A mí también me ha gustado :) Y estoy muy de acuerdo en lo del título ;)

    Aplicas también el "piensa mal y acertarás", ¿y si no iba a esa casa con mala intención? :p A lo mejor iba a lijarle un antiguo mueble :D
  • DragonDragon Lope de Vega s.XVII
    editado marzo 2013
    Edu, ¿ a lijarle un viejo mueble ?

    Bromas aparte, em ha gustado tu relato, escrito con sencillez hechos cotidianos que pasan por la vida misma.
    Las cosas suceden porque tienen que suceder y las casualidades de la vida, hecen que se unen todas las piezas para formar un puzzle, el cuál termina cuándo juntamos esa última pieza que faltaba, pero que no se encontraba y ..... !!! VOILÁ !!!, la encontramos sin querer.
    Un besote grande, reina.
  • IgnoriaIgnoria Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    EduArdoR escribió : »
    A mí también me ha gustado :) Y estoy muy de acuerdo en lo del título ;)

    Aplicas también el "piensa mal y acertarás", ¿y si no iba a esa casa con mala intención? :p A lo mejor iba a lijarle un antiguo mueble :D

    Para EduArdor:
    Me encaminé, temblando mis piernas, hacia el lugar donde todo lo mío terminó, al saberse descubiertos.
    Con el niño de mi mano, llamé a la puerta. Abrió ella con una sonrisa:
    _ ¡Hola! Qué tal.
    _ Hola, Lali. Dile a mi marido que salga, por favor.
    _ Pero no está aquí.
    Miré hacia el coche de mi ahora exmarido aparcado en su puerta. Bastó para que ella se tapara los ojos con ambas manos, mientras se sentaba en las escaleras, incapaz de mirarme siquiera.
    Entré y me asomé a la sala. Allí estaba de pie con pose forzada.
    _ ¡Hola! He venido un momento a pedirle la lijadora a Lali.
    _ Ahá. Y ¿por qué ella me ha dicho que no estabas?
    Otro que se sienta en la primera silla que encuentra, aturdido, y cierra los ojos.
    Salí, sin haber soltado la mano de mi pequeño en ningún momento, de la casa y de sus vidas.
    Si no hubiera...


    Que gracias, EduArdor. Un saludo.
  • IgnoriaIgnoria Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    Dragon escribió : »
    Edu, ¿ a lijarle un viejo mueble ?

    Bromas aparte, em ha gustado tu relato, escrito con sencillez hechos cotidianos que pasan por la vida misma.
    Las cosas suceden porque tienen que suceder y las casualidades de la vida, hecen que se unen todas las piezas para formar un puzzle, el cuál termina cuándo juntamos esa última pieza que faltaba, pero que no se encontraba y ..... !!! VOILÁ !!!, la encontramos sin querer.
    Un besote grande, reina.

    Gracias, hermosura.

    Realmente sí me cuesta distinguir entre ambos conceptos, casualidad y causalidad en este caso.
    Un beso, camarada : )
  • EduArdoREduArdoR San juan de la Cruz XVI
    editado marzo 2013
    Ignoria escribió : »
    Para EduArdor:
    Me encaminé, temblando mis piernas, hacia el lugar donde todo lo mío terminó, al saberse descubiertos.
    Con el niño de mi mano, llamé a la puerta. Abrió ella con una sonrisa:
    _ ¡Hola! Qué tal.
    _ Hola, Lali. Dile a mi marido que salga, por favor.
    _ Pero no está aquí.
    Miré hacia el coche de mi ahora exmarido aparcado en su puerta. Bastó para que ella se tapara los ojos con ambas manos, mientras se sentaba en las escaleras, incapaz de mirarme siquiera.
    Entré y me asomé a la sala. Allí estaba de pie con pose forzada.
    _ ¡Hola! He venido un momento a pedirle la lijadora a Lali.
    _ Ahá. Y ¿por qué ella me ha dicho que no estabas?
    Otro que se sienta en la primera silla que encuentra, aturdido, y cierra los ojos.
    Salí, sin haber soltado la mano de mi pequeño en ningún momento, de la casa y de sus vidas.
    Si no hubiera...


    Que gracias, EduArdor. Un saludo.

    jaja Hacía bien en pensar mal. :D Gracias a ti por esta continuación ;)

    Si, Dragón. Casi acierto con lo de la lija :D
  • Gracia GabrielGracia Gabriel Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    Ignoria escribió : »
    Un día cualquiera.
    Nada pretendí aquel día; ninguno de mis actos fue encaminado a conocer la verdad. Ninguna sospecha sobre lo que estaba ocurriendo. Me declaro inocente de haber provocado, sin embargo, el fin.
    Una tarde deliciosa para salir a dar un paseo con mi pequeño, llegar hasta el centro y tomar un café al sol en la espaciosa plaza que es médula del pueblo.
    Imaginé por experiencias anteriores que el niñito, apenas comenzada, protestaría por la caminata. Pensando en esto, invité a una buena amiga para que, con su hijo, nos acompañara; entre juegos, los críos caminarían entretenidos y sin quejas.
    Me conmovió la tristeza con la que ella contestó mi llamada. " No tengo ánimos, he discutido con Juan esta mañana" me relató entre sollozos, pero sin darme detalles. La calmé como supe; noté que ella no tenías ganas de hablar y me despedí cariñosamente con la idea de intentarlo en otro momento.
    Se me ocurrió entonces pedirle a mi marido que nos bajara en coche al niño y a mí; así el peque aparecería en la plaza sin cansarse del paseo ya en el recorrido. Pero estaría muy ocupado esa tarde, me dijo; iba a lijar el antiguo mueble que yo pensaba restaurar con su ayuda. Como se lo había pedido tantas veces, hasta me hizo ilusión; le di las gracias con un beso.
    Salí con mi chiquito , "hasta donde llegara" pensé, esa tarde cualquiera. El camino era todo cuesta abajo hasta el centro.
    En la tercera esquina que rebasamos, la que daba justo paso a la calle donde al fondo vivía mi ahora compungida amiga, me agaché a anudar el cordón de uno de los zapatitos. Arrodillada aún, sin un motivo especial que me hiciera levantar la mirada hacia el final de la costanilla, le vi. Vi llegar a mi marido a la casa donde incontables veces yo había tomado café con ella, compartiendo tantas risas y confidencias.
    Me encaminé, temblando mis piernas, hacia el lugar donde todo lo mío terminó, al saberse descubiertos.
    Si no se hubiese levantado mi mirada, soltado aquel cordón o realizado aquella llamada; si la tarde no se hubiera presentado tan cálida; si simplemente no me hubiera empeñado en la plaza como destino... aquel día seguiría ajena a la doble traición, quizás para siempre.
    No sé distinguir, a pesar de que son términos opuestos, las partes que fueron casualidades de las que fueron causalidades e incluso, a ratos, me parecen describir un amplificado efecto mariposa . Mis acciones tuvieron consecuencias; cada una de ellas iba originando una relación con la siguiente, pero...no era una conexión programada. Como si al apretar el interruptor que enciende la lámpara del salón, se pusiera en marcha en su lugar y por un cortocircuito, azaroso e inexplicable, el aire acondicionado en una tarde cualquiera de invierno. O yo apreté demasiado fuerte el interruptor...
    Dejé de pensar en el por qué sucedieron las cosas, y aprendí su para qué; acogiéndome a la famosa teoría, según la cuál el aprendizaje está exento de azar, me hice responsable de mi vida.


    ¡¡Me has atrapado en tu relato desde el primer momento. Me identifico con la sencillez y la facilidad con la que te explicas.¡¡¡Me has hecho creerme el relato!!!
    Y el 2º final, ¡¡¡buenísimo!!!! Yo le habría hecho a los dos la pedicura con una lijadora profesional.

    Creo entender lo de "Caos", porque en un momento, una elección - un buen amigo me dijo ayer que la vida consiste en ir eligiendo sin parar- te desmorona tu mundo.
    Pero tu chica es fuerte y es capaz de crear un nuevo Cosmos para ella y para su hijo.¡¡¡Las chicas somos guerreras!!!!
  • LeosLeos Fernando de Rojas s.XV
    editado marzo 2013
    Me ha gustado la forma de presentar algo más común de lo que se dice.Escribes bien, y por eso, un tema que podría resultar ya muy visto, en tu relato resulta ameno.
    El final es más original; no hay insultos, lamentos, desmadre verbal -eso lo dejas a la imaginación del lector- y tu escrito se mantiene equilibrado, sencillo y agradable.

    Saludos.
  • IgnoriaIgnoria Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    Gracia Gabriel escribió : »
    ¡¡Me has atrapado en tu relato desde el primer momento. Me identifico con la sencillez y la facilidad con la que te explicas.¡¡¡Me has hecho creerme el relato!!!
    Y el 2º final, ¡¡¡buenísimo!!!! Yo le habría hecho a los dos la pedicura con una lijadora profesional.

    Creo entender lo de "Caos", porque en un momento, una elección - un buen amigo me dijo ayer que la vida consiste en ir eligiendo sin parar- te desmorona tu mundo.
    Pero tu chica es fuerte y es capaz de crear un nuevo Cosmos para ella y para su hijo.¡¡¡Las chicas somos guerreras!!!!

    Hola, Gracia.

    Que sepas que ya he leído, creo que todo, lo que nos has ido ofreciendo. Espero tener un rato sensato y calmado para poder contarte cuánto me gustan tus textos.

    Muy amable, muchas gracias.
  • IgnoriaIgnoria Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    Leos escribió : »
    Me ha gustado la forma de presentar algo más común de lo que se dice.Escribes bien, y por eso, un tema que podría resultar ya muy visto, en tu relato resulta ameno.
    El final es más original; no hay insultos, lamentos, desmadre verbal -eso lo dejas a la imaginación del lector- y tu escrito se mantiene equilibrado, sencillo y agradable.

    Saludos.

    Leos, buenos días!

    Yo, encantada de amenizar el rato en este caso, tuyo.

    Sabes, eso pensé cuando te leía, que por muy cotidiano que algo pueda resultar para los demás, para el que lo vive es SU vida.

    Eso siempre debería tener un final, como mínimo, único. :)

    Agradecida, un saludo.
  • Gracia GabrielGracia Gabriel Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2013
    gracias, Ignoria,
    lo mío, creo, va para largo.
    Es un proyecto largamente acariciado, deseado, buscado y que , desconozco la razón, se me negaba. Entrar en el Foro y desbloquearme fue todo una.
    Tal vez sea, creo yo, porque me gsta la narración oral, con p´blico y escribir a solas no me "ponía" nada. Eso delonanísmo estético se ve que no me ha funcionado.

    Gracias por el apoyo. Esta noche o mañana os daré la tabarra con un nuevo episodio.
  • GogloshGoglosh Anónimo s.XI
    editado marzo 2013
    Hey. Me agrada la prosa sencilla, sin artificios mas que la alegoría del aire acondicionado. El título y la introduccion me sugirieron algo más fuerte, inusual, más terrible, no se. El cambio hacia lo cotidiano resulta en un interesante efecto...
    Ninguna sospecha sobre lo que estaba ocurriendo. Me declaro inocente de haber provocado, sin embargo, el fin.
    Ahí hay algo mal. Supongo lo que querías decir era "culpable", si no, ese sinembargo resulta contradictorio.
    Tambien estoy de acuerdo con lo del título, precisamente es lo contrario a un caos aquello, las piezas encajan (lo dice el propio cuento) de manera ordenada.
    Hmm y vi que agregaste un diálogo en un comentario posterior. No se si se te olvidó o si lo hiciste despues. El cuento me gusta sin ese diálogo, aprovechando eso de la omisión que tanto predica Hemingway.
  • Me parece desgarrador el final. Debe ser muy traumático que algo así suceda.

    Es un texto bien escrito en general, aunque pondría una pega (aparte de la de las comillas latinas que te he dicho en otro texto). Es inverosimil que dos personas que cometen un acto como ese, queden en una zona donde es probable que la mujer cornuda les encuentre. Es de suponer que, sabiendo que ella se ha ido a pasear al niño, no queden en una cafetería donde se les vea en la calle. Sería más lógico que quedaran cuando ella estuviera trabajando o en una zona en la cual consideraran que ella no se va a acercar por alguna razón. Demasiado imprudente veo que estén en una terraza a la vista de todos, lo que me resulta poco verosímil.

    un saludo
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