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Hola!
Llevo un tiempo largo pululando por esta parte del foro y nunca me pude enganchar con ningún grupo de lectura, aunque siempre quise.
Luego de un tiempo me di cuenta de que es porque se suelen elegir libros, y a veces me resulta difícil seguir el ritmo, sobre todo en época de clases. Así que les propongo, a ver si a alguien le interesa, un grupo de lectura de cuentos cortos.
La idea es que las narraciones no se tomen mas de treinta minutos en ser leídas, y que sea fácil conseguirlas en PDF desde internet.
Si les parece propongo el primer cuento a leer, y luego propondremos cuentos entre los que se vayan sumando 
El primero es "Campamento indio", de Ernest Hemingway.
Les dejo un link abajo y les copio el cuento, por las dudas.
Espero se sume mucha gente porque me parece algo interesante 
Saludos!
Comentarios
En la orilla del lago habían preparado otro bote, y dos indios esperaban a su lado.
Nick y su padre se ubicaron en la popa y los indios pusieron la embarcación en movimiento. Uno de ellos remaba. Tío Jorge se sentó en la popa del bote del campamento. El indio joven lo alejó un poco de la orilla y después subió para remar.
Las dos embarcaciones empezaron a navegar en la oscuridad. Nick oyó el ruido de las horquillas del otro bote, más adelante, pues la niebla le impedía verlo. Los nativos remaban con golpes rápidos y violentos. Nick estaba recosta-do, y su padre lo rodeaba con el brazo. Hacía frío en el lago. El indio remaba con todas sus fuerzas, pero el otro bote siempre le llevaba ventaja.
-¿Adónde vamos, papá?- preguntó Nick.
-Al campamento indio. Hay una señora muy enferma.
-¡Ah!- dijo Nick.
El bote del Tío Jorge llegó antes a la otra orilla. Cuando ellos desembarcaron, aquél estaba fumando un cigarro. La oscuridad era completa. El indio joven empujó el bote hacia la playa y Tío Jorge les dio cigarros a los dos remeros.
Después atravesaron una pradera empapada de rocío. El indio joven iba delante con el farol. Pasaron por el monte y siguieron un rastro hasta el camino para el transporte de trozas que volvió hacia las colinas. Allí había más claridad, pues el monte estaba cortado a ambos lados. El guía se detuvo y apagó el farol de un soplido. Finalmente, avanzaron todos por el ancho camino.
Dieron vuelta una curva y apareció un perro ladrando. Más allá se veían las luces de las chozas de los leñadores indios. Unos cuantos perros más salieron al encuentro de los recién llegados. Los dos indios los hicieron regresar a las chozas. En la que estaba más cerca del camino había luz en la ventana, y en la puerta esperaba una anciana con el farol encendido.
Adentro, una india joven yacía en una tarima de madera. Durante dos días trató de dar a luz. Todas las ancianas del campamento la ayudaron. Los hombres, por su parte, iban a fumar al camino, lejos de allí, para no oír los quejidos de la mujer. Estaba gritando cuando Nick y los dos indios entraron detrás de su padre y Tío Jorge. Ella estaba acostada en la tarima inferior. Parecía enorme bajo la colcha. La tarima de arriba la ocupaba su marido, que tres días antes se había cortado un pie con el hacha. Fumaba en pipa. El olor de la habitación apestaba.
El padre de Nick ordenó que pusieran un poco de agua al fuego, y mientras ésta se calentaba habló con el muchacho:
Esta señora va a tener un hijo, Nick.
-Ya lo sé.
-No, no lo sabes -prosiguió el padre-. Escúchame. Está sufriendo los llamados dolores del parto. La criatura quiere nacer y ella quiere que nazca. Todos sus músculos están tratando de que salga la criatura. Eso es lo que ocurre cuando grita.
-Comprendo -asintió Nick.
En ese instante, la mujer lanzó un fuerte quejido.
-¡Oh! ¿Y no puedes darle algo para calmarla, papá? -preguntó el joven.
-No. No tengo ningún anestésico. Pero sus gritos no tienen importancia. No los oigo, porque no tienen importan-cia.
En la tarima superior, el marido se volvió contra la pared.
La mujer que cuidaba el agua indicó al médico que ya estaba caliente. El padre de Nick fue a la cocina y echó la mitad del líquido de la enorme olla en una palangana. En el agua que quedó en la olla puso varias cosas que llevaba envueltas en un pañuelo.
-Esto tiene que hervir -dijo mientras empezaba a lavarse las manos en la palangana con el pan de jabón que había traído del campamento.
Nick observó atentamente el cuidado con que su padre se restregaba ambas manos. En ese momento volvió a dirigirle la palabra:
-Como verás, Nick, primero tiene que salir la cabeza de la criatura, aunque a veces no ocurre así. Entonces se producen muchos inconvenientes para todos. Quizá tenga-mos que operar a esta mujer. Dentro de un ratito lo sabremos.
Una vez terminado el minucioso lavado, se dispuso a trabajan
-¿Quieres retirar esa colcha, Jorge? Prefiero no tocarla, ahora que tengo las manos bien limpias.
Luego, cuando comenzó a operar, Tío Jorge y tres indios sujetaron a la mujer, que en una ocasión mordió a Tío Jorge en el brazo, haciéndole exclamar.
-¡India perra de porquería!
Y el indio que remó su bote lanzó una carcajada. Nick sostenía la palangana al lado de su padre, que tardó largo rato. Finalmente, sacó la criatura, le dio una palmada para hacerla respirar y la entregó a la anciana.
-Mira, es un niño, Nick. ¿Qué opinas, como practi-cante?
-Que está muy bien -dijo Nick, mirando hacia otro lado para no ver lo que hacía el padre.
-Así. Eso es -dijo éste poniendo algo en la palanga-na.
Nick apartó la mirada de nuevo.
-Ahora hacen falta varias puntadas. Haz lo que te parezca, Nick. Si quieres mirar, mira, y si no, no. Voy a coser la incisión anterior.
Nick no observó la operación. Ya había perdido toda curiosidad...
Su padre terminó, incorporándose. Tío Jorge y los tres indios también se pusieron de pie. Nick llevó la palangana a la cocina.
Tío Jorge se miró el brazo, y el indio joven sonrió al recordar la escena del mordisco.
-Te pondré un poco de peróxido, Jorge -le dijo el médico.
Luego se inclinó sobre la mujer, muy pálida y quieta y con los ojos cerrados. Había perdido el sentido.
-Volveré por la mañana -explicó el doctor, ponién-dose de pie-. La enfermera de San Ignacio llegará aquí a mediodía con todo lo que necesitamos.
Se sentía muy alegre y locuaz, igual que los jugadores de fútbol reunidos en el vestuario después del partido.
-Esto es como para publicarlo en el boletín médico, Jorge -manifestó-. ¡Imagínate! ¡Hacer una operación cesá-rea con una navaja y coser la herida con hilo de tripa! ¡Casi nada!
Tío Jorge estaba apoyado contra la pared. Seguía mirándose el brazo.
-¡Oh! No hay duda de que eres un gran hombre -afirmó.
-Ahora hay que echarle un vistazo al orgulloso padre. Generalmente, son los que más sufren en estas pequeñas tragedias. Aunque debo reconocer que se portó bastante bien.
Pero al retirar la colcha que cubría la cabeza del indio sacó la mano mojada. Entonces subió al borde de la tarima inferior y miró la otra con la ayuda del farol. El nativo yacía con la cara hacia la pared. Un tajo de oreja a oreja atravesaba su garganta. La sangre formaba un charco en la parte del lecho hundida por el cuerpo. La cabeza descansaba sobre el brazo izquierdo, y la navaja abierta estaba encima de las frazadas.
-Hazlo salir a Nick, Jorge -dijo el doctor.
Pero no hubo necesidad de hacerlo, pues Nick, desde la puerta de la cocina, pudo ver la tarima cuando su padre, farol en mano, echó hacia atrás la cabeza del indígena.
Empezaba a aclarar cuando regresaron al lago por el camino de los leñadores.
-Estoy arrepentídísimo de haberte traído, Nickie -dijo su padre. Ya había desaparecido el regocijo que sucedió a la operación-. Ha sido algo espantoso, poco conveniente para ti.
-¿Y las mujeres siempre sufren tanto cuando dan a luz? -preguntó Nick.
-No, esto ha sido algo excepcional, muy excepcional.
-¿Y por qué se suicidó él, papá?
-No sé, Nick. No habrá podido aguantar lo que ocurrió, supongo.
-¿Se suicidan muchos hombres en casos como éste?
-No muchos, Nick.
-¿Y las mujeres?
-Es raro.
-¿No se suicidan nunca?
-¡Oh! Sí. A veces lo hacen.
-Papá...
-¿Qué?
-¿Adonde fue Tío Jorge?
-Volverá enseguida.
-¿Se sufre mucho al morir, papá?
-No, creo que no. Nick, depende...
-Luego se sentaron en el bote: Nick en la proa, y su padre remando. El sol ya se asomaba por las colinas. Un róbalo saltó y formó un círculo en el agua. Nick introdujo la mano en el líquido, que estaba tibio no obstante el severo frío matinal.
A esa hora temprana, en el lago, sentado en la popa del bote, mientras su padre remaba, Nick tuvo la completa seguridad de que nunca moriría...
Link: http://letras-uruguay.espaciolatino.com/aaa/hemingway/campamento_indio.htm
un saludo amigos
El primero podría ser "El genio (diablo) en la botella", un relato muy cortito que se lee enseguida y podría comentarse a partir del lunes 5.
El segundo cuento que propongo es "Historia de una mentira", con unas páginas mas que el anterior, pero tampoco demasiado extenso. Para comentar a partir del jueves 8.
Si la cosa cuaja, podrían ir añadiéndose mas cuentos se éste u otros autores. Me gustaría leer algun cuento de Jack London, de Dostoievsky, Chejov, kipling o cualquier otro autor que se proponga.
Alguien se anima?
Mas que cruel, Amparo, yo diría que el relato es "insensible". El padre de Nick no disfruta con el sufrimiento de la mujer sino que dice que no es lo importante. Yo supongo que quiere decir que lo importante es que nazca el niño, aunque es muy fácil pensar que a la mujer no le importaría hacerlo sin dolores:)
¿Qué experiencia le habrá marcado mas a Nick? el parto difícil o el suicidio?
Pues vete tu a saber si la madre repudia a su bebe y lo pone en el río dentro de una cesta:eek:
un saludo a todos y cualquier cosa pueden entrar a mi blog
un saludo
jota jeldres
http://jotageldresescritor.blogspot.com/
Y cómo ves la botella? medio llena o medio vacía?:)
Yo dejaré dentro de un rato mis comentarios sobre el relato de este diablo que no me ha parecido tan maligno...a pesar de la fuerte impresión que dejó a Keawe y a Lopaka cuando pudieron verle durante unos instantes:eek:
A mi me ha parecido un diablo muy benévolo, con mas ventajas que inconvenientes:) Y si su intención para traer esa botella a los humanos era conseguir almas para el infierno...a mi me parece que debería pensar en un método mas rápido!:) Con un diablo así de tonto igual le podríamos engañar, haciendo trampa con la regla de que la botella debe venderse por menos dinero del que costó a su propietario. Cuando no haya moneda de menor valor, el que vende la botella "paga" por que le lleven la botella:) Si cuela, cuela:D
Me pareció muy angustiante para los poseedores de la botella el creer que no se podrían deshacer de ella por lo bajo del precio y más con tantos beneficios, pero eso de tener bienes en la tierra y arder en el infierno cuando se muera, es como para poner cabezón a cualquiera, que calor:eek::)
Pero el diablo no es como lo pintan, este me pareció hasta buena gente, ofrecer tantos beneficios por tener compañía, creo que se sentía como solo:)
Y nos dio un ejemplo de amor desinteresado en estos dos enamorados que no querían que el uno cargara con el diablo por el otro, muy chistoso ese intercambio de ventas ficticias, hasta que llegó el borracho que poco le importaba entregar su alma si a cambio estaba tapado en plata.:)
Si el diablo se siente solo y quiere tener amigos debería empezar por cambiarse el nombre y dejar de llamarse diablo:):) Cada vez que los propietarios de la botella pensaban en él y en el infierno se ponían pálidos. El diablo necesita una buena campaña de publicidad que contrarrestre todas las cosas malas que la gente piensa de él:) Y vete tú a saber...que si mucha gente entra en el infierno, el diablo se harta y acaba echándolos a todos y pensando que "mejor solo, que mal acompañado":)
Novela corta, escrita para el número extraordinario de Navidad de una revista inglesa, en 1884. Su temática se centra en un joven caballero que no se atreve a revelar a su novia ciertos rasgos poco favorecedores de la conducta del padre de ésta, un pintor de vida bohemia. Escrita al año siguiente de publicarse "La isla del tesoro" esta pieza, tan breve como bien escrita, es una pequeña obra maestra. R.L. Stevenson (1850-1894) se aleja aquí de sus habituales temas de aventura y misterio para adentrarse en una historia sentimental de malentendidos e intransigencias tramada con sutil ingenio. Su desenlace encierra una moraleja que destaca la importancia de valores tales como la sinceridad, la comprensión, el perdón y la unidad familiar, todo ello con un fondo de humor que impide abrumar al lector con excesos aleccionadores (Sacado de Cine, Literatura y Vida)
ASí mismo, me gustaría proponer un pequeño cuento de Yukio Mishima titulado "La perla", incluido junto con otros cuentos de este mismo autor en "La perla y otros cuentos":)...Este cuento podría comentarse a partir del mismo domingo 11;)
Yukio Mishima presenta la decadencia de un grupo de mujeres consumistas unidas por el deseo de ocultar su edad pero sin una base sólida en su amistad. La vida superflua de acumular bienes para sentirse prestigiadas es una analogía con la pérdida de los valores tradicionales de la cultura japonesa, que Mishima defendió toda su vida, al punto de morir cometiendo seppukku
Si alguien le apetece proponer un cuento o un relato breve (alrededor de 30 pags como máximo....si es un poco mas no pasa nada) que lo haga durante estos diías hasta el domingo y ya le ponemos día para empezar a comentarlo;)
A Dick también le surge la idea de huir. Es antes de conocer a Esther y después de tener una bronca con su padre. Me ha gustado especialmente la relación entre Dick y su padre porque le plantea un dilema al hijo. Debe un hijo defender a toda costa a un padre aunque se haya equivocado? El padre de Dick se pasa casi toda la historia resentido con su hijo por que éste no ha actuado como esperaba.
El personaje de Peter Van Tromp es divertido aunque sea un caradura. Es un hombre que pasa toda su vida viviendo sin dar golpe y simulando ser un artista. A mi no me parece un personaje tan despreciable como el narrador nos hace ver.
En fin, un drama romántico que no llega a ser un culebrón y que tampoco se vuelve trágico.
Al menos todo tuvo un buen final, aunque eso de tener a un familiar parásito, me da como rasquilla:rolleyes::)