¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Mis poemas del alma

1323335373840

Comentarios

  • MedeaMedea Miguel de Cervantes s.XVII
    editado septiembre 2014
    Presencia del otoño

    Debí decir te amo.
    Pero estaba el otoño haciendo señas,
    clavándome sus puertas en el alma.

    Amada, tú, recíbelo.
    Vete por él, transporta tu dulzura
    por su dulzura madre.
    Vete por él, por él, otoño duro,
    otoño suave en quien reclino mi aire.

    Vete por él, amada.
    No soy yo él que te ama este minuto.
    Es él en mí, su invento.
    Un lento asesinato de ternura.


    Juan Gelman
  • MedeaMedea Miguel de Cervantes s.XVII
    editado septiembre 2014
    33

    alguna vez
    alguna vez tal vez
    me iré sin quedarme
    me iré como quien se va
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado septiembre 2014
    A ti la siempre voz, la siempre viva
    Raíz, la siempre voz de mi develo;
    A ti la siempre luz, el siempre cielo,
    Abierto a dura piedra y verde oliva.


    A ti la siempre sangre fugitiva
    De cuanto en ti no halló razón y celo;
    A ti mi siempre verso, el siempre vuelo
    Del torpe corazón y ala cautiva.


    A ti mis pensamientos aguardando
    Antes de amanecer a que amanezca,
    Para montar su guardia a la memoria;


    A ti mis dulces sueños entonando
    Puertas al alba porque no amanezca,
    Y se pierda en la luz tu tierna historia.
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2014
    HIMNO: Por ti las madrugadas y el estiércol, la mentira en la boca y la amenaza. Por ti agachar la cabeza, vender mi nombre y renunciar a los sueños. Por ti el desvelo y la espalda quebrada. Por ti colgar el teléfono, marcar de nuevo y decir, está bien, lo que usted diga. Por ti cosas sucias de las que no me arrepiento. Porque tú me mantienes con vida. La boca que se dibuja cuando estoy a punto de abandonar. Tú, la belleza y el sentido.



    .
    .
    .
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado septiembre 2014
    Conversación

    Los muertos pocas veces libertad
    alcanzáis a tener, pero la noche
    que regresáis es vuestra,
    vuestra completamente.

    Amada mía, remordimiento mío,
    la nuit c’est toi cuando estoy solo
    y vuelves tú, comienzas
    en tus retratos a reconocerme.

    ¿Qué daño me recuerda tu sonrisa?
    ¿Y cuál dureza mía está en tus ojos?
    ¿Me tranquilizas porque estuve cerca
    de ti en algún momento?

    La parte de tu muerte que me doy,
    la parte de tu muerte que yo puse
    de mi cosecha, cómo poder pagártela...
    Ni la parte de vida que tuvimos juntos.

    Cómo poder saber que has perdonado,
    conmigo sola en el lugar del crimen?
    Cómo poder dormir, mientras que tú tiritas
    en el rincón más triste de mi cuarto?

    Jaime Gil de Biedma
  • MedeaMedea Miguel de Cervantes s.XVII
    editado septiembre 2014
    Te espero cuando la noche se haga día,
    suspiros de esperanzas ya perdidas.
    No creo que vengas, lo sé,
    sé que no vendrás.
    Sé que la distancia te hiere,
    sé que las noches son más frías,
    sé que ya no estás.
    Creo saber todo de ti.
    Sé que el día de pronto se te hace noche:
    sé que sueñas con mi amor, pero no lo dices,
    sé que soy un idiota al esperarte,
    pues sé que no vendrás.
    Te espero cuando miremos al cielo de noche:
    tu allá, yo aquí, añorando aquellos días
    en los que un beso marcó la despedida,
    quizás por el resto de nuestras vidas.
    Es triste hablar así.
    Cuando el día se me hace de noche,
    y la luna oculta ese sol tan radiante,
    me siento sólo, lo sé;
    nunca supe de nada tanto en mi vida,
    solo sé que me encuentro muy sólo,
    Y que no estoy allí.
    Mis disculpas por sentir así,
    nunca mi intención ha sido ofenderte.
    Nunca soñé con quererte,
    ni con sentirme así.
    Mi aire se acaba como agua en el desierto,
    mi vida se acorta pues no te llevo dentro.
    Mi esperanza de vivir eres tu,
    y no estoy allí.
    ¿Por qué no estoy allí?, te preguntarás...
    ¿Por qué no he tomado ese bus que me llevaría a ti?
    Porque el mundo que llevo aquí no me permite estar allí,
    porque todas las noches me torturo pensando en ti.
    ¿Por qué no sólo me olvido de ti?
    ¿Por qué no vivo sólo así?
    ¿Por qué no sólo...?

    Mario Benedetti
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2014
    .

    .
    .
    LOS GORRIONES


    Andaban los gorriones,
    entre las mesas
    de la terraza del bar,
    dedicados
    a esa diaria
    y concienzuda tarea
    de colectar migajas de pan
    o cualquier cosa
    comestible
    que caiga al suelo.

    Pero les bastó
    un gesto sencillo
    -batir sus pequeñas alas,
    alzar el vuelo-
    para hacerse
    poesía.

    Qué abismal diferencia
    con este esfuerzo ímprobo
    que supone ahora, aquí,
    dedicarse a fabricar
    este artefacto,
    que apenas si levanta
    sus pesados y metafóricos
    pies del firme.

    Qué diablos
    habremos hecho
    con la vida.

    .
    .
    .
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado septiembre 2014
    Rosa de tiniebla

    Rosa de tiniebla para apagar el llanto
    o para volverlo llanto
    mariposa cegada no sé si por la luz o la lluvia
    mariposa que, tras de la lluvia
    arde como el sol en mi mano.

    Leopoldo María Panero
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado septiembre 2014
    .

    Señoras

    Por las mañanas acostumbro
    a pasar por la cafetería,
    me tomo dos cafés –uno contra mi espalda–
    entre las limpiadoras que se duermen
    sobre su propio desayuno.

    Al otro lado de la barra
    conversan las señoras,
    las dueñas de las tiendas de mi barrio;
    se llaman por teléfono,
    son admiradas por ejecutivos,
    hacen planes para pintarse las uñas.
    Sus ojos no contienen desamparo,
    sus cerebros no se deshacen
    enhebrando palabras, ni átomos, ni perlas.
    Las sigo y compro el Marie Claire,
    las imito, finjo que soy respetable
    en la cola del supermercado.

    .
    .
    .
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado septiembre 2014
    A Edith Piaf

    Te han condenado.
    Una oración,
    como limosna insuficiente,
    ha caído
    sobre la tapa de tu féretro.
    Te han condenado, Edith,
    por no querer ser
    la excepción que confirma
    la regla. Porque
    querías,
    tú, gorrión
    de la calle, ser
    la regla. Porque
    intentabas salirte de la calle.
    Te han condenado como
    si Dios no fuese amor. El dedo
    ejemplar
    -una uña sucia, como
    si lo viera- se alzó
    sobre tu frente
    y mostró al mundo
    que sólo esa limosna- por sí acaso…-
    merecías.

    De nuevo a la intemperie.
    Esta vez ” a la calle”
    te han dicho.
    A la calle amarilla
    de los muertos, sin Senas,
    sin flores, sin guitarras.

    Pero tú, Edith, sonreirás.
    Tuviste ya tu infierno
    al borde de la cuna: sabes
    lo que un niño criado con alcohol.
    Edith, mystère Piaf, rezabas
    no al morir, al cantar;
    y sin saber por qué,
    por quién acaso. Ahora
    es cuando cantas en la inmensa calle
    de Dios, alegremente,
    Edith, mystére Piaf.

    Julia Uceda
  • NeguNegu Fray Luis de León XVI
    editado octubre 2014
    III

    Bésale las piernas a la poesía
    aunque diga que no que aquí nos pueden ver.
    Bésale las palabras, hurga su lengua hasta
    que abra los brazos y diga ¡Santo Dios!
    o hasta que santodios abra los brazos de escándalo.
    Bésale a la poesía a la loba
    aunque diga que no que hay mucha gente que aquí
    nos pueden ver. Bésale las piernas las palabras
    hasta que no de más, hasta que pida más
    hasta que cante.

    Jorge Boccanera
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    .

    El comediante


    Un sudario manchado, un traje de segunda mano
    de harapos y de sedas, un disfraz

    (The Velvet Underground)


    Es cierto que los hombres se disfrazan
    para acercarse más a la verdad.

    Vi la piel del incendio derramarse
    como un río de algas,
    y supe que los cuerpos calcinados
    conservan su sonrisa en la ceniza.

    Siempre recuerdo las miradas huecas,
    los gestos delatores, el perfume
    que renuncia a los párpados
    para volverse sólido y antiguo.

    La condición humana es una mueca.

    Yo vi cómo unas manos escarbaron la tierra
    para encontrar un agua del color de su alma,
    y vi cómo se hundían bajo su propia arena.

    Soporté la mirada de este mundo
    y rompí a carcajadas cada velo.

    Había comprendido la broma de la vida.


    Raúl Quinto (Cartagena, 1978-)

    .
    .
    .
    .
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado octubre 2014


    AMO, AMAS...

    Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
    el ser y con la tierra y con el cielo,
    con lo claro del sol y lo oscuro del lodo:
    amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

    Y cuando la montaña de la vida
    nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
    amar la inmensidad que es de amor encendida
    ¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

    Rubén Darío

    Otro abrazo para ti estimadísima amiga Negu :-O





  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Notas para un fado

    intervalo: un hombre viejo, viejo
    aferrado a un papel
    repasa su letra
    la punta del zapato
    se acerca y se aleja del piso
    marca el ritmo, ya no marca
    insinúa, en parte ha perdido
    el control del cuerpo, lo que queda
    entre el piso y su pie
    ¿es ese el espacio entre las cosas
    que Cage pedía no olvidar?
    el hombre viejo avanza
    lento en su estar
    un poco desprendido del entorno
    se aferra al micrófono, sonríe
    hasta que encuentra
    el compás del canto
    a veces se le va una frase o la voz,
    nosotros con pies firmes sobre el suelo firme de la taberna
    en cada silencio le soplamos la letra,
    todavía creemos en la necesidad de completar.

    Silvina López Medin
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    .


    DESNUDO


    O quam tristis et afflicta
    fuit illa benedicta

    Mater Unigeniti.


    Entra un hombre en el claustro. Otro más
    escoge el hábito de monje austero
    para mirar a Dios desde su celda,
    o para huir del orbe y sus horrores;
    para verle de frente, cara a cara,
    o no enfrentarse al rostro que reprocha el espejo.
    Viene con humildad, que le conviene,
    pues busque lo que busque, la soledad es honda
    y hondo daña, si no halla pronto algún
    sentido. Entra un hombre y en el claustro
    un silencio recoge su llegada
    con respeto y recelo, obligada cautela:
    trae consigo el barro de la ciénaga,
    lodos de callejuelas tenebrosas,
    fangos de su flaqueza y de su culpa
    aunque en su pecho habite un hombre bueno.
    Se despojó de harapos y pecados
    al franquear el patio, su mugriento vestido,
    como si aquello que nos cubre fuera
    la verdadera piel de nuestra carne
    y no el disfraz, igual que el perfil es tan sólo
    la mitad de una máscara. Aun desnudo,
    en su mirada hay tormento y mácula,
    brasas de su pasado, cicatrices recientes.
    Estos son los pilares que sustentan
    el convento, los árboles del patio,
    sus lustrosos manzanos condenados,
    igual que los arriates mimados de verónicas
    se abonaron de estiércol. Los leones
    rugen en las arcadas mientras gorjean aves
    coronando los ábacos, hambrientos
    corazones, gargantas lastimadas
    de voces serafines que no pueden vivir
    aquí en la tierra, y se alzan en un coro
    que si merece el cielo, no le mueve a piedad.


    Juan Carlos Friebe (Granada, 1968-)

    .
    .
    .
  • MoreauMoreau Anónimo s.XI
    editado octubre 2014
    Soy
    Jorge Luis Borges

    Soy el que sabe que no es menos vano
    que el vano observador que en el espejo
    de silencio y cristal sigue el reflejo
    o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

    Soy, tácitos amigos, el que sabe
    que no hay otra venganza que el olvido
    ni otro perdón. Un dios ha concedido
    al odio humano esta curiosa llave.

    Soy el que pese a tan ilustres modos
    de errar, no ha descifrado el laberinto
    singular y plural, arduo y distinto,

    del tiempo, que es uno y es de todos.
    Soy el que es nadie, el que no fue una espada
    en la guerra. Soy eco, olvido, nada.
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    EL MUSGO EN LA BOCA



    I

    Primero la inquietud y el lenguaje, el enigma como punto de partida y llegada.

    Está luego el testimonio de lo que se ve, el horror de lo visto,
    la repetición del tiempo del crimen,
    el sucio lenguaje estratégico del capitán loco, la nave a la deriva,
    y el otra vez cómo narrar la pequeña calavera que rueda bajo la ventana,
    la sonrisa del verdugo.

    Escribir este funesto tiempo que ya fue antes es enloquecer.

    Golpéate el rostro con tu pequeño puño y despierta,
    el mar devuelve a la playa las cabezas cortadas de las palabras,
    las vísceras de animales desconocidos, cuadros rotos, hachas.

    Donde estuvimos otra vez estamos, la nuestra es una historia de fantasmas.


    II



    El tiempo, como un instante de musgo,
    húmeda la tierra dentro de las bocas de los comensales,
    como si fueran gruesos topos excavando en la noche,
    exponiendo su ceguera como garantía dialéctica de su nada.

    Y siempre, siempre, el desconocido muerto sobre la mesa,
    su desamparo en medio de las viandas, los licores y el humo de los puros.

    El testimonio de los forenses parece un pequeño tratado surrealista
    al estilo Marcel Duchamps.
    La invisibilidad del muerto se firma ante notario, los diccionarios callan.
    La vida sigue indigna escribiendo la sacrosanta historia a nivel de los establos.

    Veo el futuro reflejado en los asnos mi querido Sherlock Holmes,
    el tiempo es un rebuzno pero no me rindo,
    yo al muerto le conozco y gritaré su nombre,
    tendrán que ver los comensales el cadáver ahí, despojado de todo
    junto a nuestros platos, nuestras cucharas, y nuestra falta de misericordia.




    Julia Otxoa (San Sebastián–Guipúzcoa, 1953-)

    .
    .
    .
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Nocturno de Malá Strana (Poema de amor)

    Ha crecido la hierba
    en las piedras de esponja del viejo cementerio,
    y el olvido,
    que levanta sus flores por las enredaderas,
    todo lo nombra, en todo se incorpora.

    La gente que corría se esconde en los portales
    y un silencio de plástico
    golpea los carteles y los lápidas.

    Las torres grises, agujas de ceniza,
    son también la advertencia,
    el barro de los ríos,
    todo lo que dejé,
    las traiciones que ahora me condenan
    a esta ciudad de esquinas invisibles,
    de llantos que no pueden contenerse,
    ya todo el mundo llora el amor que perdí
    y el humo que se dispersa
    y el viento sopla a ráfagas
    arrastrando el otoño,
    llevándose lo último que quedaba de ti.

    Fernando Valverde
  • juanchojuancho Francisco de Quevedo s. XVII
    editado octubre 2014


    NO TAN ALTO



    DE cuando en cuando y a lo lejos
    hay que darse un baño de tumba.

    Sin duda todo está muy bien
    y todo está muy mal, sin duda.

    Van y vienen los pasajeros,
    crecen los niños y las calles,
    por fin compramos la guitarra
    que lloraba sola en la tienda.

    Todo está bien, todo está mal.

    Las copas se llenan y vuelven
    naturalmente a estar vacías
    y a veces en la madrugada,
    se mueren misteriosamente.

    Las copas y los que bebieron.

    Hemos crecido tanto que ahora
    no saludamos al vecino
    y tantas mujeres nos aman
    que no sabemos cómo hacerlo.

    Qué ropas hermosas llevamos!
    Y qué importantes opiniones!

    Conocí a un hombre amarillo
    que se creía anaranjado
    y a un negro vestido de rubio.

    Se ven y se ven tantas cosas.

    Vi festejados los ladrones
    por caballeros impecables
    y esto se pasaba en inglés.
    Y vi a los honrados, hambrientos,
    buscando pan en la basura.

    Yo sé que no me cree nadie.
    Pero lo he visto con mis ojos.

    Hay que darse un baño de tumba
    y desde la tierra cerrada
    mirar hacia arriba el orgullo.

    Entonces se aprende a medir.
    Se aprende a hablar, se aprende a ser.
    Tal vez no seremos tan locos,
    tal vez no seremos tan cuerdos.
    Aprenderemos a morir.
    A ser barro, a no tener ojos.
    A ser apellido olvidado.

    Hay unos poetas tan grandes
    que no caben en una puerta
    y unos negociantes veloces
    que no recuerdan la pobreza.
    Hay mujeres que no entrarán
    por el ojo de una cebolla
    y hay tantas cosas, tantas cosas,
    y así son, y así no seran.

    Si quieren no me crean nada.

    Sólo quise enseñarles algo.

    Yo soy profesor de la vida,
    vago estudiante de la muerte
    y si lo que sé no les sirve
    no he dicho nada, sino todo.

    Pablo Neruda




  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    BLANCA NIEVES Y LOS ENANITOS


    Pasan años y no crecen. ¿Quién dijo que eran siete? Son cientos, miles, tal vez millones; no logro verlos a todos. Nuestro rey dijo: "Creced y multiplicaos." Pero ellos escucharon sólo la segunda parte del mandamiento: sus oídos son también pequeños. De nada sirve que les eche agua, no logran más que ser semillas. Nos miramos pasar como seres que pertenecen a mundos distintos, o más bien los miro yo, porque ellos tienen que alzar la cabeza y eso es, quién lo duda, más difícil que inclinarla. A veces alguno me llama: "¡Blanca Nieves, Blanca Nieves!" y yo lo subo encima de un árbol y conversamos. Pero terminan por pedirme que los ponga en la tierra: se sienten extraños fuera de su ámbito. En otras ocasiones, yo me agacho y permanezco con ellos un rato, mas acabo por cansarme. ¡Ah, si supiera un conjuro, una palabra mágica que hiciera que aumentaran de tamaño! Pero en el bosque sólo las brujas conocen los hechizos y yo no soy más que una princesa del montón. Últimamente, he pedido a la luna que me convierta en hormiguita. Pero de ella ha salido una voz que me decía: “Blanca Nieves, Blanca Nieves, muchacha ingrata, soy la soledad. ¿Por qué te empeñas en dejarme si en este tiempo soy la única, la única, Blanca Nieves, que se ha puesto a crecer día tras día con tal de estar siempre a tu altura?”.


    Milena Rodríguez Gutiérrez (La Habana, 1971-)

    .
    .
    .
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado octubre 2014
    LA MEGALÓMANA vivir en tu arriba
    vecina cíclope de ojo mirilla
    inscribiendo cuadrados en el círculo
    qué coreografía la de tu planta
    distorsionados vecinos de cabezas inmensas
    lanzados cada día de sus casas
    por la ley de la simple monotonía
    tras ellos tu ojo de inventar conjeturas

    vivir en tu arriba
    gestando agujeros para mirar siempre
    a qué horas de sencillas preferencias
    de hipótesis empíricas de tercer piso
    te lleva la tierna megalomanía

    mirarte en tu arriba
    más allá
    grúas bestiales destrozando bloques que no sabes
    con la silueta todavía
    de escaleras subiendo por la pared intacta
    y una puerta magritte por la que se ve el todo
    ese que nunca percibieron
    tus ojos sin estéreo
    porque más allá del tercero
    el mundo no existía


    MARÍA ELOY-GARCÍA (1972-)



    .
    .
    .
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    El pájaro del lecho del mar

    Un poco antes de morir
    un pájaro sobre una rama me sedujo.
    Narimi me rozó su pluma me rodeó por completo
    con una placenta de mar.

    Mi viudo por las noches disuelve su lecho, adónde se ha ido
    el amor de su vida. Mi huérfano se ha marchado lejos
    a descifrar enigmas.
    Esposa niña, tú eres la mujer de los dos, tuyo es mi camisón
    tuyo es su amor. Mi carne se ha consumido.
    Ponedme como sello.

    Amos Oz
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Magulladura

    En la zona se encharca el color, púrpura sin brillo.
    El resto del cuerpo queda desteñido por completo,
    color perla.

    En un foso de roca
    el mar sorbe obsesivo,
    eje del mar entero un solo hueco.

    No mayor que una mosca,
    la marca del destino
    trepa por la pared.

    El corazón se cierra,
    el mar se desliza en retirada,
    los espejos están amortajados.

    Sylvia Plath
  • SarasvatiSarasvati Fernando de Rojas s.XV
    editado octubre 2014
    Soneto de la piedra

    He de volver a la extensión callada
    donde siempre moré, como una yedra
    crispada, sin raíz, con una piedra
    como base y también como almohada.

    Espera. Mi cintura encadenada
    tiene un nardo amarillo que no medra.
    Tengo tan dentro ya de mí la piedra
    que no siento la carne lastimada.

    Espera, espera. Por mi sien doblada
    un niño iba durmiendo y ha varado
    su sueño por las playas de la muerte.

    Como el de una paloma lanceada,
    su grito me salió por el costado,
    trémulo y triste y apretado y fuerte.

    Julia Uceda
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    OCIO









    Bajo un sol de manadas de gacelas

    observo a los barberos a la sombra

    de un inmenso pipal y el rostro enjuto

    del vendedor de lichis y los ojos

    casi cegados de la niña albina.










    El ocio se asemeja a los almuerzos

    a principios de abril en una calle

    con puestos de fritura y a la ropa

    que tiende una muchacha desgarbada.










    Ayuna al sur mi soledad expuesta,

    en el lugar exacto donde embisten los búfalos.






    VERÓNICA ARANDA (Madrid, 1982-)
    .
    .
    .
  • NeguNegu Fray Luis de León XVI
    editado noviembre 2014
    Algunas veces llego
    presuroso, rodeo
    tus rodillas, toco
    tu pelo. ¡Ay Dios, quisiera
    decirte tantas cosas!
    Te compraré un pañuelo,
    seré buen chico, haremos
    un viaje....No sé,
    no sé lo que me pasa.
    Quiero morir así,
    así en tus brazos.

    Jose Agustín Goytisolo



    Felicidades, poeta
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    Hay una monja en mí, muy silenciosa,
    y una puta también y una maestra,
    y soy rara princesa sin su sapo,
    y a ratos la borracha que en la noche,
    y la madre de todos, la olvidada,
    la abuela a la que nunca se visita.

    Hay una idiota en mí, mala persona,
    una celosa infiel, una lagarta,
    y una actriz sin estrella y una diva,
    y hay también una niña que en la noche,
    y hasta una institutriz muy de otro siglo
    y una musa desnuda que posara.


    Macarena Trigo

    .
    .
    .
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado noviembre 2014
    EN EL ARDUO ANIVERSARIO DE UNA BODA

    “Después de la primera muerte ya no hay otra”
    Dylan Thomas


    Nuestra generación fue un puñado de hombres solos,
    una pizca de mujeres destruidas,
    un manojo de nadas sin zapatos,
    el racimo de las viñas de la ira.
    Yo que agonizo
    me permito evocarte aunque mi recuerdo
    te cause asco, nena, asco profundo,
    como causa asco la inmunda mermelada que transpiran
    los siempre equivocados porque aman demasiado,
    aunque el credo y el miserere que rezamos siempre
    tú y yo solos en dos noches separadas a sabiendas por nosotros
    -tuyo el creo solo en mí y mío entero el miserable de mí-
    desde entonces dicen
    que nunca nunca se ama demasiado:
    ¿o no será acaso, en lo profundo, lo que nadie puede ver,
    al revés el oscuro latín de lo real?
    Concentrado todo da pavor en el urgente fin de siglo,
    hay que terminarlo de un modo o de otro
    y éste es el fúnebre galán de la fiesta,
    vestido para la fecha que ya
    un cuarto de centuria arranca.
    Lástima, en september love,
    que no fue aquélla ni ésta mi noche de septiembre.
    Una sangrienta primavera baja sobre la noche del suicida
    y la náusea habita desde entonces cada esponsal.
    Creo ver a tu padre muerto con su dedo
    hundir la hondura a donde dio la noche,
    a la loca de tu madre pegándote en la cara
    el monograma indeleble de otra loca en su progenie.
    Creo ver a unos muertos celebrar la boda,
    mi ojo derecho -el que mira al olvido-
    arranca del olvido precoz
    la sonrisa que perfora la vergüenza.
    Mi ojo izquierdo, el que mira a la vejez,
    arruga del futuro, verruga de lo que fue terso,
    se complace en las vísperas anticipando
    tu rostro y el mío entre las llamas
    arder como dos fotografías viejas.
    ¿Fui el fantasma de la noche
    y de las noches luego felices,
    las noches y las tardes
    en que engendraste a tus hijos?
    ¿No fui acaso el olvido y lo reído por los esposos,
    cuando la burla a los que pasaban raudos en el tren,
    un rostro tiznado de furia asomándose
    desde la locomotora, el primero de los que veían
    desnuda a la virgen loca bailar con el idiota?
    Dame al menos ese miserable papel en tu vida,
    el del diario arrugado que se aleja por la ruta
    que lleva a un pueblo de cobardes
    la noticia titular que yo lamento.
    Dime, hoy muda calavera de lo que amé
    hasta la esquina misma del infortunio,
    si yo, que albergo esta pecera de imágenes
    donde hasta cabe Virgilio, no era entonces,
    en la riente oscuridad, entre los labios
    de la muerte que en la florida edad
    todas las señas tienen de la vida,
    sino lo ridículo y eterno donde lo llorado
    llora lo que no ve de sí, ese sí mismo.
    Mátame. Pero no
    de a poco, como la vida.
    De una palabra mátame.
    De una mirada sola.


    LUIS BENÍTEZ es poeta argentino (1956-)



    .
    .
    .
  • QuintiQuinti Juan Boscán s.XVI
    editado enero 2015
    EL CAFÉ DE LA MAÑANA

    Hoy, una vez más, te he hecho café,
    como todos los días.
    Café intenso, aromático y penetrante.
    Y con gesto habitual
    le has dado la bienvenida,
    oliéndolo con los ojos cerrados
    y cuando con satisfacción
    has exhalado el aliento
    me has regalado una sonrisa,
    como todos los días.

    A veces lo quieres dulce, dos cucharadas.
    Otras menos, una única cucharada.
    Muy de vez en cuando amargo, sin azúcar.
    Pero siempre caliente,
    como todos los días.

    Paladeas el sabor del café ayudado
    por una tostada, galleta o pan,
    al final los salpicas todos ellos con aceite
    y la fuerza del café con la vivacidad del aceite
    reafirma el saber estar de tu ser,
    como todos los días.

    Las mañanas pueden empezar
    tristes, apagadas o incluso perezosas,
    y nuestro humor se puede despertar
    con resentimiento o alegre,
    según los acontecimientos de la víspera.
    Pero el café lo tendrás siempre ahí
    igual de intenso, aromático y penetrante,
    del mismo modo que
    se despierta mi amor hacia ti con esa taza.
    Como todos los días.


    Pello Otxoteko Vaquero

    .
    .
    .
  • NeguNegu Fray Luis de León XVI
    editado enero 2015
    Ámbito de la cita a que no llegas;
    la cita a la que acaso vas llegando
    cuando ya no te espero. Hemos perdido
    otra ocasión para morirnos juntos.

    Rubén Bonifaz Nuño
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com