Esto tiene algo de temática homosexual. Si eres homófobo, no lo leas. Si no, recomiendo altamente que le eches una ojeada
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Andaba al abrigo de la oscuridad. Perdiéndose en su laberíntica mente, en la profundidad de sus cavilaciones, no se daba cuenta de que el tiempo transcurría sin contar con él para nada.
Era tan sólo otro chaval adolescente. Uno raro, al parecer. Porque en ésos momentos no tenía ganas de juerga, ni de borrachera, cuando los de su "condición" le invitaban a ello. No quería ser "uno de ellos", pero, ¿Qué podía hacer? No le era posible cambiar sus ideales a voluntad. Y por más que intentaba excitarse con una revista porno, nada daba resultado.
Era un marica, un maldito homosexual. Nadie le aceptaba por serlo, nadie le creía cuando decía que tampoco quería serlo. Pero la gente "normal" no escucha.
Nadie le escuchó jamás.
Nadie... menos él.
Aquel chico que le destrozó la vida, pero al cual no era capaz de odiar. Sólo podía pensar que de alguna manera, era inevitable. Inevitable pensar en él a todas horas, en sentirse como un cachorro protegido a su lado. Sin pensarlo, sus pies lo habían conducido hasta su casa. Así que, volviendo a maquillarse de inocencia, llamó a la puerta, para saludar fervorosamente a su madre.
- Buenos días, chico -le dijo ella.
- Hola, está hoy usted preciosa. ¿Puedo pasar? -la madre de su amigo se mostraba siempre eufórica de los insólitos modales de aquel muchacho.
- ¡Por supuesto, pasa, pasa!
Ahí estaba, otra vez. Subió las escaleras que conducían a esa tan familiar habitación. Carraspeó, para hacerse oír, ya que no osaba molestar al otro por si estaba haciendo algo.
- Hey, ¿Eres tú? -oyó desde detrás de la puerta.
- Sí -articuló con dificultad.
Su amigo le abrió, dejándole entrar en su guarida. No demasiado desordenada, comparándola con la de cualquier otro de su edad, pero un auténtico desastre para él. Sorteó los mil trastos del suelo para subir a la cama, lo único despejado de todo el cuarto. Como de costumbre, se limitó a quedarse allí quieto, gozando de la confianza y cercanía del otro.
- ¿Y bien? -dijo éste- ¿A qué has venido?
- No sé, no tenía nada mejor que hacer.
Realmente aquellas dos frases eran un rito, el pan de cada día. Porque uno siempre le preguntaba la razón de su visita, y el otro le evadía con patéticas excusas. Pero hoy, éste día, era diferente. Una determinación brillaba en los ojos del chico. Y armado de valor, le preguntó a su consejero:
- ¿Es malo que te guste un chico? -el otro le miró con sorna y diversión.
- ¿Eres uno de ésos?
-¡Yo no soy de esos! -exclamó lleno de frustración y un nudo en el pecho.
-Niño idiota, la cosa no va sobre ser de unos o de otros. Eres un humano, la única especie que es capaz de ir en contra de sus instintos naturales por una idiotez a la que llamamos sentimientos. -sonrió lleno de dulzura.
Comentarios
Un saludo:)
Pero sí, nadie se pregunta por qué pueden sentirse atraídos por otra persona de su mismo género; se limitan a discriminarlos directamente sin buscar una causa...
Me alegro de que, siendo chico (los hombres heterosexuales son el mayor porcentaje de imbéciles que se meten con ellos) puedas verlo de esa manera, Javivierr. ¡Me has dejado una pequeña luz de esperanza! Gracias
Creo que la gente más sensible que comprende lo que mueve las personas a quererse es mucho más benévola al juzgar a la gente poco convencional como por ejemplo los homosexuales.
Realmente los que estan mal no son los que sienten diferente sino los que se creen con derecho a condenar y hacer sufrir a los que no entienden. Esos son los que a mi juicio son reprobables.
Un abrazo.
Y como dice la canción de Tarzán, "Why can't they understand the way we feel? They just don't trust what they can't explain" ("¿Por qué no pueden entender la manera en que sentimos? Ellos simplemente no creen en lo que no pueden explicar")