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“ … pliegues de la muerte andaban sobre cojines de plata,
y a llanto juagaba el aire y a llanto la madrugada;
“ … sobre los vados del río, abierto el pecho a navaja,
ensangrentado el silencio, dejó la vida en el agua …”.
“ … se despertaron los ecos profundos de la mañana,
temblaron los lechos-madres, los mirtos y la retama …”.
“ … un paréntesis de asombro cruzó estremecido en llamas,
montando las doce yeguas que paren potros de nácar …”.
“ … bajo un diluvio de pena, cuando es la luna naranja,
rasgó el rocío las venas por entre juncos y zarzas …”.
“ … dejadlo que meza lirios y cante por las cascadas,
dejadlo velar los puentes, dejadlo solo en la calma …”.
“ … como purísima amante – tules negros, cara blanca –
la soledad en sus claustros, descalza, lloraba al alba …”
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Antonio Justel/Orión de Panthoseas
… amarte
es mi pan blanco y negro;
perderte,
la última reliquia de mi alma y vida;
… ando con tu aliento entre mi aliento,
con tu mirada en la mía,
y no, no podrán arrancarme de las manos tu amor
ni las cruces ni la muerte;
seré estatua fija
sin tiempos ni religiones;
seré polvo sin espacio en el espacio perdido,
o risa, o lamento, o nada;
… pero siempre, siempre,
seré algo que te invoca, te sueña y ama.
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Antonio Justel/Orión de Panthoseas
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