Parar el tiempo con la memoria. Qué extraño soñar que somos jóvenes y despertarnos teniendo cincuenta años. El tiempo. Todo se contiene en ese reloj de cocina al que miro atónita, mientras, a las tres de la madrugada, intento placar mis demonios con una taza humeante de manzanilla. Mis manos se aferran a ella para parar el mundo que gira vertiginosamente en el universo infinito. Parar. Parar el tiempo. Los segundos que transcurren se llevan mi aliento, mi alma. Qué bello era dormir y soñar hasta que como un resorte de reloj, se me han abierto los ojos de golpe. Soñaba que era jóven, cuando los amores colegiales te encendían las mejillas y te robaban el aire sin dejarte respirar. Qué extraño ha sido despertar, el sueño y el recuerdo esfumados, y volver al peso de la obscuridad sobre mi cuerpo supino. Después de haberme levantado y de haberme paseado y revisado la cocina que bien conozco, sin esperanza ya de volver a coger sueño, me he sentado por fin delante de esta taza y de este reloj. Dejo que la manzanilla fluya por mi garganta, y lave suavemente el agrio sabor de la añoranza, en tanto que el reloj me acuna con su cantilena inexorable.
Parar el tiempo con la memoria. Qué extraño soñar que somos jóvenes y despertarnos teniendo cincuenta años. El tiempo. Todo se contiene en ese reloj de cocina al que miro atónita, mientras, a las tres de la madrugada, intento placar mis demonios con una taza humeante de manzanilla. Mis manos se aferran a ella para parar el mundo que gira vertiginosamente en el universo infinito. Parar. Parar el tiempo. Los segundos que transcurren se llevan mi aliento, mi alma. Qué bello era dormir y soñar hasta que como un resorte de reloj, se me han abierto los ojos de golpe. Soñaba que era jóven, cuando los amores colegiales te encendían las mejillas y te robaban el aire sin dejarte respirar. Qué extraño ha sido despertar, el sueño y el recuerdo esfumados, y volver al peso de la obscuridad sobre mi cuerpo supino. Después de haberme levantado y de haberme paseado y revisado la cocina que bien conozco, sin esperanza ya de volver a coger sueño, me he sentado por fin delante de esta taza y de este reloj. Dejo que la manzanilla fluya por mi garganta, y lave suavemente el agrio sabor de la añoranza, en tanto que el reloj me acuna con su cantilena inexorable.
No se podía expresar mejor. Parar el tiempo con la memoria... Así es como yo me siento a veces. Joven por fuera aún, pero mis cuarenta tacos ya me pesan, quizás más por dentro y por lo vivido. Y es que son tantos los que no están y muchos recuerdos los que añora mi alma. Y es que estos relojes nunca se detienen, y avanzan tan deprisa.....
Tu reflexión es impecable, y me ha calado hondo. Gracias.
Gracias también a Shaianti por la música.
Que hermosa canción de Ismael Serrano. " Como pasa el tiempo... seremos otros, seremos más viejos..
Que corto se me hace el viaje...
Y cuando por fin me observe en tu espejo, espero al menos que me reconozcas..."
Soñaba que era joven, cuando los amores colegiales te encendían las mejillas y te robaban el aire sin dejarte respirar...
Me ha encantado esta parte.
Un relato muy nostálgico, lleno de recuerdos. Una persona necesita sus recuerdos, aunque algunas veces puedan no ser gratificantes... creo que te lo escribí ayer.
Al parecer, a medida que pasa el tiempo más a menudo se despierta uno en mitad de la noche y más dificil se hace volver a dormir...
La campanada rompió en mil pedazos mi dulce sueño
Parar el tiempo con la memoria, que bien expresado, ese tiempo al que antes apurábamos, corríamos con él, nunca pasaba lo suficientemente rápido para nosotros y ahora, tratamos de detenerlo, más lento, por favor... Parar el tiempo con la memoria, retener todavía un poco más el dulce sabor del recuerdo de lo que ayer pensamos que era poco y hoy descubrimos que era mucho, antes de volver a sentir el sabor amargo que nos deja el saber que los minutos se nos van deslizando como arena entre los dedos...
¡Memoria, devuélveme mi tiempo...!, ¡Que inspirador y sugerente resulta tu texto, Shaianti, gracias!
Me ha gustado mucho, Shai, se me había pasado sin haberlo leído, pero gracias a los últimos comentarios he podido descubrir este pequeño relato con el que es inevitable sentirse identificado.
Parece como si bajaramos por una pendiente, un tobogán con caidas, casi llanos, con meandros, con paradas fantasmas, para acto seguido seguir la cadencia del lento descenso. Como es inevitable mirar al pasado.
"Hay atardeceres melancólicos que traen aromas,
olores de otro tiempo mirando al horizonte y al pasado..."
Parar el tiempo con la memoria. Qué extraño soñar que somos jóvenes y despertarnos teniendo cincuenta años. El tiempo. Todo se contiene en ese reloj de cocina al que miro atónita, mientras, a las tres de la madrugada, intento placar mis demonios con una taza humeante de manzanilla. Mis manos se aferran a ella para parar el mundo que gira vertiginosamente en el universo infinito. Parar. Parar el tiempo. Los segundos que transcurren se llevan mi aliento, mi alma. Qué bello era dormir y soñar hasta que como un resorte de reloj, se me han abierto los ojos de golpe. Soñaba que era jóven, cuando los amores colegiales te encendían las mejillas y te robaban el aire sin dejarte respirar. Qué extraño ha sido despertar, el sueño y el recuerdo esfumados, y volver al peso de la obscuridad sobre mi cuerpo supino. Después de haberme levantado y de haberme paseado y revisado la cocina que bien conozco, sin esperanza ya de volver a coger sueño, me he sentado por fin delante de esta taza y de este reloj. Dejo que la manzanilla fluya por mi garganta, y lave suavemente el agrio sabor de la añoranza, en tanto que el reloj me acuna con su cantilena inexorable.
¡Claro que no, Zaratustra! Este escrito lo incluí después en un capítulo de un trabajo más extenso, donde la protagonista se despierta de madrugada tras una discusión feroz con su marido y antes de plantear con él su ruptura definitiva. Lo buscaré por aquí y lo pondré a la vista. En él queda más clara su visión añorante y resignada.
Shai, qué te puedo decir que no te haya dicho ya en tantos otros textos tuyos. Me encanta tu estilo, tus descripciones, tu tempo... Puedo escuchar el silencio de la noche y ese reloj recordando a la protagonista que el tiempo continúa. Deberías plantearte juntar todos esos relatos tuyos e intentar publicarlos (ya sé que no es fácil, pero el no ya lo tienes)
Y sí, uno se aliena al quedar entre el paso inevitable del timpo real y el curso del deseo propio, de la conservación. Y más allá queda lo que no vuelve, y que, de repente, por esas cosas de las representaciones propias de cada quien, tal vez, nunca existió. Todo se revuelve dentro y queda un gusto así, agrio. Muy bueno lo tuyo Shaianti, en forma y contenido. Saludos.
Comentarios
Para ti Shaianti,
http://www.youtube.com/watch?v=SdE5F6UlpAM
Tan real como la vida misma. Buen relato.
Así es como yo me siento a veces. Joven por fuera aún, pero mis cuarenta tacos ya me pesan, quizás más por dentro y por lo vivido. Y es que son tantos los que no están y muchos recuerdos los que añora mi alma. Y es que estos relojes nunca se detienen, y avanzan tan deprisa.....
Tu reflexión es impecable, y me ha calado hondo. Gracias.
Que hermosa canción de Ismael Serrano.
" Como pasa el tiempo... seremos otros, seremos más viejos..
Que corto se me hace el viaje...
Y cuando por fin me observe en tu espejo, espero al menos que me reconozcas..."
Me ha encantado esta parte.
Un relato muy nostálgico, lleno de recuerdos. Una persona necesita sus recuerdos, aunque algunas veces puedan no ser gratificantes... creo que te lo escribí ayer.
Es verdad, los recuerdos quedan para siempre.
rompió en mil pedazos
mi dulce sueño
Parar el tiempo con la memoria, retener todavía un poco más el dulce sabor del recuerdo de lo que ayer pensamos que era poco y hoy descubrimos que era mucho, antes de volver a sentir el sabor amargo que nos deja el saber que los minutos se nos van deslizando como arena entre los dedos...
¡Memoria, devuélveme mi tiempo...!, ¡Que inspirador y sugerente resulta tu texto, Shaianti, gracias!
[FONT="]Parar. Parar el tiempo. Los segundos que transcurren se llevan mi aliento, mi alma.[/FONT]
Jenofonte, tu comentario valoriza, llenándolo de poesía, mi relato.
Parece como si bajaramos por una pendiente, un tobogán con caidas, casi llanos, con meandros, con paradas fantasmas, para acto seguido seguir la cadencia del lento descenso. Como es inevitable mirar al pasado.
"Hay atardeceres melancólicos que traen aromas,
olores de otro tiempo mirando al horizonte y al pasado..."
Un abrazo, Shai