Nunca creí en las casualidades. La vida, en ocasiones, tiene preparado para nosotros un destino maquiavélico y sobrecogedor. A veces, cuando uno ve su futuro turbio e incierto cree que son malas rachas, que tal vez la vida dará un giro excepcional y todo será diferente…Eso nunca me sucedería a mi, para entonces yo no sabía que mi destino ya estaba claramente marcado.Vivo sola, en una casa a las afueras de la ciudad. Mi vida transcurre monótonamente, no tengo sueños ni aspiraciones, simplemente me dejo llevar. Nunca me casé y no precisamente por falta de ocasiones, simplemente porque nunca necesité a alguien a mi lado. Mi personalidad solitaria me obliga a divagar horas enteras sobre la vida, las personas y las circunstancias de cada uno. No soy pesimista, nunca me consideré de ese modo, pero un aura de melancolía y malestar se apodera de mi día tras día.Por las noches, las sombras acuden a mi cabeza. Las almas perdidas ofuscan mis pensamientos e invaden mis sueños. Como victima de una novela de terror mi vida se debate entre la realidad y lo surrealista. Nadie me creería si contara los secretos que los espíritus me cuentan. No se trata de prestarles ayuda, que va, ojalá fuera tan sencillo. Ay, si me permitieran escucharlas sin más e intentar satisfacer sus ansias de dejar resuelto lo que en vida no pudieron. Jamás desearé a nadie lo que pasé.A drede, esa es la expresión que más se asemeja a lo que quiero expresar. Adrede iban a por mi, adrede me obligaban a arañarme en sueños y a dejar de respirar unos minutos hasta que mis pulmones no podían más y yo, luchando por mi vida, conseguía una bocanada de aire que me hacía reaccionar y abrir los ojos. Adrede querían acabar conmigo. Porque si, porque se les antojaba divertida la idea de acabar con alguien.Mi locura pasó de ser transitoria a tangible e inevitable ya no sabía dónde empezaba la realidad y el sueño .Día tras día mi mirada perdida y mis ojeras me delataban. El espejo me devolvía una imagen totalmente dantesca.Una fría noche de invierno, las almas decidieron que tenía que unirme a ellas. Hacía ya tiempo que mi suicidio estaba más que anunciado. Tarde o temprano mi pesadilla tenía que acabar, aunque quizás deba decir que todo empezaría de nuevo. Me levanté de la cama y como una autómata me enrosqué una cuerda al cuello, me ahorqué en la sala dónde tantas veces había estado pensando en que quizás, un golpe de suerte haría que mi vida cambiara radicalmente. Hora de la muerte: 2:22h. La maldad existe y nadie está a expensas de ella, quizás tú puedas ser nuestra próxima victima, porque sí, porque a drede iremos a por ti.
Comentarios
estaré esperando, pero yo si puede ser a las 3:33
felicidades
y pareciere que mi historÍa se teje entre esas palabras,
y frenÉtica visiÓn que me advirtiÓ de lo que pasarÍa
que podrÍa uir por un momento
de mi destino nefasto,
y ver por unos instantes largos
lagos de fantasmas,
y de almas sin vida.