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Kronos y Los Escuadrones del Mal

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  • –¡Pero… ¡Pero es que yo no quise quedarme con los brazos cruzados y mi intención era ir a salvar a mi prometida y a su tripulación! ¡No quería dejarlos a su suerte!

    El rey movió la cabeza y apesadumbrado exclamó:

    –Veo que todavía no estás preparado para casarte con mi hija y para gobernar el reino. Eres peor de inmaduro y de insensato que Zena, y ustedes van a tener qué esperar años para unirse mientras aprenden la Sabiduría del Rey de Reyes.

    Anthar no sabía qué decir, ya que comprendió que era muy probable que Kronos enviara al Almirante Marduk y a su ejército a atacar la Ciudad Imperial como represalia. El rey Bicerofonte lo miró fijamente y sentenció:

    –Tienes prohibido volver a salir en plan de rescate, ya que me has demostrado que no eres digno de confianza. Deja que yo vea qué vamos a hacer, y todo estará bajo la dirección del Rey de Reyes de quien estamos totalmente en sus manos.

    Anthar se alejó totalmente frustrado a su aposento en la parte oeste del Palacio. El rey habló duramente con todos los hombres que lo habían acompañado en su locura y se percató de que también eran unos jóvenes inmaduros e inexpertos.

    –Les prohíbo terminantemente volverlo a acompañar en caso de que él en su terquedad quiera emprender otra tonta odisea, por lo que les ordeno que me avisen si él los quiere engatusar para que regresen otra vez a la Ciudad del Kaos.

    Los jóvenes dijeron que sí, ya que eran las órdenes de su rey, pero en su interior ellos estaban inconformes, ya que consideraban que no habían hecho nada malo al ir y tratar de rescatar a la prometida de su amigo, el príncipe Anthar…

     

    Horas después, el rey Bicerofonte, al mando de un ejército armado y bien adiestrado, llegaron al Planeta XP. La reina Amaltea lo recibió alegre y le entregó en sus manos la Cápsula junto con el Cofre de Oro de Gemas Preciosas.

    Charlaron durante una media hora acerca de todo lo que había sucedido. Ella, al final le insistió:

    –Bicerofonte, estoy dispuesta a poner bajo tu mando a tres escuadrones de guerreras Andrómedas para que peleen a tu lado. No quiero estar sin hacer nada por ti. Déjame luchar, y si lo deseas, también yo iré con ellas.

    –No, Amaltea. No permitiré que descuides tu reino y pongas en peligro a tus mujeres. Mejor te ruego que ustedes nos lleven en sus oraciones ante el Rey de Reyes para que Él nos proteja. Ya hiciste bastante con lo del Cofre.

    ­–Está bien… De todos modos, si lo necesitas, nosotras estamos a tus órdenes. 

     

    Ya de regreso, Bicerofonte llevó el Cofre a las Arcas Reales de la Ciudad Imperial para ser resguardado por un batallón fuertemente armado, el cual estuvo custodiando el Tesoro, tanto de día como de noche.

    Se propuso tomar Sabiduría de lo Alto de su contenido y transmitirlo a su reino, compartirlo con la reina Amaltea, y buscar la dirección del Rey de Reyes por medio de su sabia Palabra para rescatar a la Princesa Zena y sus acompañantes.

    Para ello instauró un tiempo de clamor y ayuno en el cual todos tenían qué pedir la dirección del Rey de Reyes y a la vez se mantuvieron alertas por si alguna nave enemiga o un ejército quisiera acercarse al reino.

    Bicerofonte, al escudriñar la Palabra de Sabiduría del Cofre, se encontró con lo siguiente:

    ‘Confía en el Rey de Reyes con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y ÉL enderezará tus veredas.

    ‘No creas en tu propia sabiduría, honra con respeto y reverencia al Rey de Reyes y apártate de todo mal’…

    El monarca levantó sus ojos al cielo y exclamó:

    –¡Gracias, Rey de Reyes! ¡Esto es lo que haremos! ¡Es la Palabra que necesitábamos en éstos momentos! ¡Vamos a confiar plenamente en ti y tú pelearás nuestras batallas!

    Bicerofonte siguió escudriñando la sabiduría contenida en el Cofre, y pensó:

    –¡Todos unidos clamaremos a ti, y esperaremos en tus promesas! ¡Sé que en tus manos está protegida mi niña y sus tres acompañantes y pronto veremos maravillas!

    Le dijo lo que había leído a la reina Yarah quien se puso muy contenta. A ella le compartió lo siguiente:

    ‘Hijo mío, que no se aparten estas cosas de tus ojos. Guarda la Ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces, irás confiadamente por tu camino y tu pie no tropezará.

    ‘Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

    ‘No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando venga, porque el Rey de Reyes será tu confianza y ÉL preservará tu pie de quedar preso’.

    Yarah se alegró, porque entendió que si obedecía al Rey de Reyes en todo, ÉL iba a ser su amparo y su fortaleza. Esto le sirvió para afianzar más profundamente su fe.

  • Además, el rey encontró un texto de Sabiduría que le compartió a Anthar, quien lo miraba inseguro:

    –Mira, éste es un mensaje para ti: ‘Del hombre son las disposiciones del corazón, mas del Rey de Reyes es la respuesta de la lengua’. Además:

    ‘Confía en el Rey de Reyes con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y ÉL enderezará tus veredas.

    ‘No creas en tu propia sabiduría, honra con respeto y reverencia al Rey de Reyes y apártate de todo mal’…

    ¿Te das cuenta? Sin ÉL nada podemos hacer, por lo que búscalo primero Anthar, y deja de estar jugando al héroe, por lo que confía en el Rey de Reyes y clama a ÉL de corazón.

    –Sí, su Majestad…

    –Si tú le entregas tu causa en sus manos, te responderá y te dirá lo que vamos a hacer para rescatar a tu prometida. ¿Entendiste? ¡Búscalo primero y te dará la victoria!

    Pero Anthar dudó muchísimo lo que el rey le estaba diciendo. No era porque no creyera en el Rey de Reyes, sino porque su impulsividad y su inmadurez le hacían ver que él podía confiar en sí mismo antes de que en el Altísimo.   

     

    En las mazmorras, el Almirante Marduk fue a ver a la Princesa Zena a su calabozo y la encontró sentada sobre la paja y con mucha tranquilidad reflejada en su rostro.

    –Creo que nuestra Princesita ha de estar en condiciones de hablar después de tres días sin pan ni agua. ¿Verdad?

    –No tengo nada qué decir…

    Marduk esperaba verla desfalleciendo de hambre o de sed, pero la encontró fuerte y serena, como cuando hace tres días la había encerrado. Él continuó:

    –Ahórrate sufrimientos. Dime dónde está el Cofre de Gemas Preciosas y en este momento ordenaré, no que te traigan pan duro y agua, sino carne, verduras, fruta, vino, y una crujiente hogaza de pan.

    –No necesito tu comida…

    Marduk se alteró. Estuvo a punto de tomarla de los cabellos y obligarla con violencia a que confesara, pero se contuvo y salió de la celda, pero antes le dijo:

    –Kronos me ordenó que por ahora no te torturara, pero voy a dejarte otros tres días sin pan ni agua y veremos si tú sigues después con esa actitud prepotente y muy desafiante.

    Zena se volvió a quedar sola. Agradeció en su corazón al Rey de Reyes que el tirano no le hubiera hecho daño. Ella recordó el precioso texto de la Sabiduría que le había dado muchos ánimos:

    ‘Hijo mío, no rechaces la disciplina del Rey de Reyes ni te enojes cuando te corrige.

    ‘Pues el Rey de Reyes corrige a los que ama, tal como un padre corrige al hijo que tanto quiere’…

    Entonces la Princesa clamó en su interior:

    –He aprendido duramente la lección, Rey de Reyes. Yo voy a obedecerte, ya que deseo en el futuro llegar a ser una mujer virtuosa.

    Se quedó pensando tristemente en su padre y su madre, quienes estarían sufriendo por su imprudencia, pero confiaba que pronto el Rey de Reyes iba a socorrerla. Ella lamentaba mucho el no tener más textos de la Sabiduría. Pensó:

    –Voy a preguntarle a Aner cuando me traiga de comer, si sabe más textos que me pueda compartir. ¡Anhelo conocer más consejos del Cofre de Oro de las Gemas Preciosas!…

     

    Cerca de aquí, Marduk interrogaba a Axel y a X-1 y X-2, quienes estaban custodiados por un grupo de sus hombres y por el verdugo Baldo, quien tenía su látigo en sus manos.

    –Más vale que me digan dónde escondió la Princesa el Cofre de las Gemas Preciosas…

    Imperó el silencio. En esa celda se sentía un ambiente de perversidad. Unas sombras escalofriantes recorrían las húmedas paredes. Marduk los miró extrañado y murmuró:

    –No entiendo… Ustedes tres y la Princesa deberían de estar débiles después de tres días sin comer ni beber. ¿Qué es lo que todos ustedes me están ocultando?

    Axel contestó con dignidad y sin intimidarse:

    –La fuerza del Rey de Reyes y Señor de Señores es la que nos mantiene vivos, enteros y fuertes…

    Al escuchar esto, el tirano le soltó tremenda bofetada:

    –¡Aquí no menciones ese nombre! ¡Aquí solo mandan Samael, el rey de la oscuridad y Kronos, el rey de la Ciudad del Kaos! ¡Dime cómo le han hecho para resistir todo este tiempo sin comer ni beber! ¡Responde!

  • Pero los tres siguieron callados. Marduk sentenció:

    –¿De modo que no quieren decir dónde está el Cofre? ¡Baldo, mi fiel verdugo, tú y tus hombres denles otra serie de latigazos a estos tercos y déjenlos otros tres días sin pan ni agua! ¡Veremos quien ríe al último! 

    Desde su oscura y helada celda, Zena sintió que su alma y su corazón se quebrantaban al escuchar los fuertes gritos de su tripulación al recibir los inmerecidos latigazos. Zarak, desde su celda, quitó el tabique para hablar con ella.

    Zena se puso a llorar amargamente y Zarak, quien ya estaba más repuesto, trataba de consolarla. Le dijo que no estaba sola y que confiara plenamente en el Rey de Reyes,  quien muy pronto los iba a sacar de ahí.

    Además, le dijo que contaba con él y con Anes. Los dos iban a ver la mejor manera de ayudarla, por lo que iban a clamar al Altísimo y a orar todo el tiempo por ella y por su tripulación…

    Cerca de ahí, Marduk hablaba con Kronos:

    –No entiendo. Pensé que con tres días sin pan ni agua tanto la Princesa Zena como sus tres acompañantes iban a estar débiles y que me rogarían por comida y bebida, pero los encontré fuertes y siguen en su estúpida negativa.

    Kronos se quedó pensando y exclamó:

    –Los cuatro son jóvenes, con mucho vigor y siempre han estado bien alimentados. Hiciste bien en dejarlos otros tres días sin pan y agua. Esto los debilitará más.                   

    –¡Podemos ahorrarnos toda esa espera si me ordenas que mi verdugo y yo los torturemos hasta que confiesen dónde escondieron el Cofre! ¿Para qué esperar más?

    Malévolamente, Kronos le respondió:

    –Vamos a dejar pasar estos otros tres días. Verás que después de seis días sin comer ni beber, hasta la persona más fuerte se derrumba y nos van a decir todo lo que queramos. Dejemos las torturas para después, no seas impaciente.

    Frustrado, Marduk abandonó el aposento del rey de la Ciudad del Kaos. Zena, en su celda, comía silenciosamente lo que Aner le había llevado y en una celda cercana el cheff atendía a sus compañeros de las heridas de los látigos.

    Axel, X-1 y X-2 soportaron con valentía las curaciones y Aner les dejó comida. Silenciosamente se alejó de ahí…

     

    Esa noche, Zena estaba clamando al Rey de Reyes cuando comenzó a vibrar la corona que tenía en su cabeza. Esto la desconcertó.

    Extrañada, vio que era el dispositivo con el cual ella envió la Cápsula al Planeta XP. El rey Bicerofonte había creado un avanzado sistema de comunicación telepática por medio de ese aparato. Asombrada lo vio vibrar.

    El rey no lo había usado antes para poder comunicarse con ella, ya que nunca antes lo había probado, además de que en esos días tremendos que siguieron a su desaparición, el monarca no se acordó de ese novedoso sistema.

    Fueron días en los que su mente estaba ‘en blanco’ y al estar en su Aposento Privado hablando con el Rey de Reyes, ÉL le recordó el dispositivo y que tenía qué probarlo por primera vez.

    Fue la reina Zarah quien lo intentó, de corona a corona, ya que ella tenía un dispositivo igual. Zara se había vuelto a poner su corona y Claramente ‘escuchó’ a su madre:

    –¡Zena, hija mía! ¡Dime si me oyes! ¡Tu padre ideó la manera de comunicarnos! ¿Estás bien…?

    –¡Mamá! ¡Sí, soy yo. Soy Zena y estoy en una celda…!

    Las dos platicaron durante un tiempo y la Princesa la puso al tanto de todo lo ocurrido. Al final, Zena, llorando, le pidió perdón a sus padres. Bicerofonte estaba al lado de su esposa. Le dijeron que el Rey de Reyes la iba a liberar.

    Zarah le dijo que por medio de los dispositivos le iba a compartir Proverbios y Sabiduría del Cofre de las Gemas Preciosas, que ya tenían en su poder, para que se fortaleciera en la Palabra del Rey de Reyes.

    La Princesa Zena siguió platicando con su madre en lo que el rey se dirigió a su trono, ya que había llegado un visitante que tenía algo muy importante qué decirle.

    El recién llegado le dijo, muy angustiado:

    –Rey Bicerofonte, perdone que me haya tardado en llegar para decirle la noticia. De la impresión me enfermé y vine apenas me sentí un poco mejor.

    El monarca se quedó perplejo al escucharlo. El hombre continuó y se le notaba el nerviosismo:

    –¡Lo que pasó fue horrible! ¡Un terrible acontecimiento que no me he podido arrancar de la mente!

    –¿Qué sucedió? ¿De qué me estás hablando?...

  • El hombre se estremeció al responder con voz trémula:

    –¡Lo hicieron pedazos! ¡Le cortaron la cabeza, sus dos brazos y ambas piernas! ¡Al final le sacaron los intestinos y los regaron en el piso!

    –¿De quién estás hablando? ¿A quién descuartizaron? ¡Dime…! ¡Responde…!

    –Fue… Fueron el Almirante Marduk, su verdugo Baldo y sus escuadrones del mal los que hicieron esta espantosa carnicería…

  • Diganme en sus comentarios si les está gustando lo que están leyendo. Esto me animará a continuar subiendo más capítulos.
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    Diganme en sus comentarios si les está gustando lo que están leyendo. Esto me animará a continuar subiendo más capítulos.

    En mi caso, lo único que he hecho es echarle una ojeada, pero estoy recopilando todos los capítulo en PDF, para después leer la historia entera. ¿Cuántos faltan?

    :)
      
  • Faltan tres. Llevo la mitad, mi estimado Antonio.
  • antonio chavezantonio chavez Miguel de Cervantes s.XVII
    Faltan tres. Llevo la mitad, mi estimado Antonio.

    Seguimos en contacto

     :)
     
  • Tu prosa es ágil y vas derecho al punto. Es un relato que me va gustando mucho y ansío por ver el final.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Yo sigo enganchada :)
  • Mis amigos @gary_d_crowley y @amparo bonilla, les agradezco infinitamente sus palabras y me alegra mucho que les esté gustando mi novela.
    Ya estoy avanzando el cuarto capítulo (de seis que calculo que tendrá) y si no alcanzo a acabarlo hoy, lo subiré mañana sin falta.

  • Capítulo Cuatro.- Anthar intenta rescatar a Zena

    El recién llegado estaba sumamente nervioso. Tratando de poner en orden sus ideas y sus torpes palabras, trató de explicarse más coherentemente:

    –Me llamo Half, amigo y mensajero de Ghiorzo. Él me envió a la Ciudad Imperial para decirle, rey Bicerofonte, que estaba a punto de morir, ya que su vida estaba llegando a su fin. Quería que fuera a recoger el Cofre de Gemas Preciosas.

    El monarca se quedó sin saber qué decir ni qué pensar en ese momento. Half prosiguió:

    –Ghiorzo me envió a buscarlo y cuando llegué aquí, me recibió su hija, la Princesa Zena. Me dijo que usted se había ausentado para cumplir unos deberes reales en otra parte del Universo, pero que ella recogería el Cofre.

    Nervioso, Bicerofonte preguntó:

    –¡No me digas que mi fiel criado se lo dio así, sin más ni más! ¡No, no lo puedo creer!

    –Zena me dijo que se había comunicado con usted y que había dado su autorización. Se fue en la nave MM-427 junto con tres tripulantes. Cuando Ghiorzo la vio y supo que su majestad no había venido, se contrarió muchísimo.  

    Bicerofonte movió la cabeza tristemente. Half continuó:

    –Al principio Ghiorzo no quería entregar el Cofre, pero como la muerte ya lo acechaba, tuvo qué dárselo a Zena, y a regañadientes le indicó que se fuera para poder morir en paz, ya que había llegado su hora.

    El rey suspiró y estaba muy confundido. Él dijo:

    –¡Muchacha tonta e imprudente! ¡A mí no me dijo nada y ahora ella está en manos de Kronos y de Marduk! ¿Qué le pasó a Ghiorzo? ¿A él fue quien lo descuartizaron?

    –Así es… Tenía unos minutos de haber fallecido y yo escuché ruidos en el exterior. Me escapé a tiempo, por una puerta trasera y alcancé a ver que entraba Marduk con su verdugo al que le decía Baldo, junto con sus hombres.

    Half tosió nerviosamente y temblando, prosiguió:

    –Marduk se fue a buscar a la Princesa y Baldo se quedó para… para… ¡Ay, Dios mío! Regresé a la casa una vez que se fueron ellos y sus hombres.

    Bicerofonte se agarró la cabeza desesperado y sin creer lo que estaba escuchando. Sintió que la cabeza le daba de vueltas. Half concluyó diciendo:

    –¡Cuando entré, vi la espantosa carnicería! ¡Ghiorzo estaba decapitado, desmembrado y todos sus intestinos desparramados! ¡Afortunadamente él ya estaba muerto, pero aún así, el bestial verdugo no respetó el cadáver!

    El rey se puso a llorar… Half lo vio apenado y guardó un respetuoso silencio. La tarde estaba triste y una lluvia leve y pertinaz, comenzó a caer en medio de esa tarde gris…

     

    Mientras tanto, la reina Yarah comenzó a enviarle unos textos del Cofre de la Sabiduría. Zena los empezó a escribir en las paredes de su celda con unos trozos de carbón que estaban amontonados en una húmeda esquina.

    Los primeros fragmentos de la Palabra enviada, fueron:

    ‘Hijo mío, no rechaces la disciplina del Rey de Reyes ni te enojes cuando te corrige.

    ‘Pues el Rey de Reyes corrige a los que ama, tal como un padre corrige al hijo que tanto quiere’…

    Ese ya lo tenía, pero aún así lo escribió en la pared para tenerlo presente todo el tiempo. Los demás fueron:

    ‘Confía en el Rey de Reyes con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y ÉL enderezará tus veredas.

    ‘No creas en tu propia sabiduría, honra con respeto y reverencia al Rey de Reyes y apártate de todo mal’…

    Cuando leyó éste proverbio tan hermoso, ella sintió en su corazón una gran paz. El Rey de Reyes le estaba dando la Palabra exacta que necesitaba en esos momentos de angustia. También anotó los siguientes:

    ‘Del hombre son las disposiciones del corazón, mas del Rey de Reyes es la respuesta de la lengua’.

    ‘Hijo mío, que no se aparten estas cosas de tus ojos. Guarda la Ley y el consejo, y serán vida a tu alma, y gracia a tu cuello. Entonces, irás confiadamente por tu camino y tu pie no tropezará.

    ‘Cuando te acuestes, no tendrás temor, sino que te acostarás, y tu sueño será grato.

    ‘No tendrás temor de pavor repentino, ni de la ruina de los impíos cuando venga, porque el Rey de Reyes será tu confianza y ÉL preservará tu pie de quedar preso’.

    ‘Guarda mis mandamientos, y vivirás. Adquiere Sabiduría, adquiere inteligencia. No te olvides ni te apartes de las razones de mi boca. No la dejes, y ella te guardará’.

    Con éstas Gemas de Sabiduría del Rey de Reyes, Zena comenzó a sentirse fortalecida. Le dijo a su mamá:

    –Por favor, compártelos a Anthar para que se fortalezca y para que también le sean de mucha bendición.

    –Sí, hija, así lo haré. He estado descifrando el Tesoro y he descubierto varios pasajes del maravilloso Libro de la Sabiduría. No descansaré hasta extraer todas las gemas que hay en cada uno de sus Proverbios.

    La reina, para no angustiarla, no quiso platicarle la gran tontería que había cometido el príncipe.

    Cuando Aner le llevó de cenar, le compartió todos los textos que había anotado en la pared. Se puso muy contento:

    –Muchas gracias, Zena. Mañana te traeré otros pocos que copié y que tengo anotados en otro papel.

  • Ella comenzó a sentir mucho cariño hacia él y hacia el mutilado Zarak. Su corazón le decía que ellos eran buenos y nobles. Los dos le estaban ayudando de manera sincera y desinteresada y no sabía cómo agradecérselos.

    El cheff se los dio a Zarak, a Axel, a X-1 y X-2 para que se fortalecieran y para que confiaran en el Rey de Reyes y Señor de Señores. No sabían como, pero estaban seguros de que algo iba a pasar y pronto saldrían de ese lugar.

    Esa misma noche, acostada en su cama de paja y con la frazada cubriéndole su cuerpo, Zena repasaba los textos de la Sabiduría, a la vez que agradecida levantaba sus plegarias al Rey de Reyes porque podía comunicarse con su madre.

    Se propuso aprender toda la Palabra del Rey de Reyes y ponerla en obra, ya que la lección estaba siendo muy dura en el calabozo y ahora aspiraba a ser toda una mujer virtuosa.

    La reina Yarah también pensaba en su hija y clamaba al Rey de Reyes. Comprendió que por medio de la Sabiduría del Cofre, el Altísimo les indicará lo que tienen qué hacer y cómo ÉL los socorrerá para lograr muy pronto el rescate…

     

    Quien no podía dormir era Anthar, quien decidió que al día siguiente iba a intentar de nuevo rescatar a su prometida. Con ese pensamiento, cuando amaneció fue a hablar con los jóvenes que lo habían acompañado en su primer intento.

    Cuando ellos lo escucharon, estuvieron de acuerdo en que lo iban a acompañar. Esta vez llevarían mejores armas en sus naves para acabar con cuanto enemigo fuera posible. Dos de ellos exclamaron:

    –Nosotros somos autosuficientes. Vamos a demostrarle al rey, a la reina, y a toda la gente, que podemos hacer las cosas mejor y más rápido que ellos.

    –Ahora iremos mucho mejor preparados y en el camino planearemos una estrategia. Seremos más cautelosos y más letales que la primera vez… ¡Ya verán!

    Decidieron partir sigilosamente. En esos momentos no temieron la ira del rey Bicerofonte, e imprudentemente se fueron a preparar sus naves. Estaban seguros que ahora sí iban a obtener una importante victoria.

    El soldado Cyrus, uno de los jóvenes de su tropa, se quedó pensando y estaba un poco indeciso.

    Cyrus había escuchado al rey Bicerofonte y a la reina Yarah platicando esa misma mañana cuando fue a llevarles unos informes.

    El monarca le mencionó a su esposa un pasaje del Libro de la Gran Sabiduría Cósmica del Universo que recordó en esos momentos y que le llamó muchísimo la atención. Dijo:

    –Salomón, el sabio que recopiló el Cofre de Oro de las Gemas Preciosas, había muerto. Su hijo Roboam heredó la corona y en vez de apoyarse en la Sabiduría de los adultos estudiosos de la Palabra, se rodeó de jóvenes inexpertos.

    –Sí, recuerdo ese pasaje. Lo leí cuando teníamos los 66 Libros de la Gran Sabiduría Cósmica del Universo.

    El rey continuó explicándole el sabio Pasaje:

    –Esos muchachos imprudentes fueron los consejeros de  Roboam y lo hicieron tener uno de los reinados más tiránicos con el pueblo, al grado que el reino se dividió después de él.

    ¡Esa afirmación le cayó a Cyrus como un balde de agua helada! Comprendió que eso era precisamente lo que Anthar y todos ellos, estaban a punto de hacer con su rebeldía!

    ¡Se dio cuenta que, cuando el príncipe tuviera el trono, se iba a convertir en un despreciable tirano como Roboam!

    Cyrus no quería caer de la gracia del rey Bicerofonte y atentar contra el Rey de Reyes, por lo que sigilosamente fue a ver al monarca y le contó todo… Le dijo que estaba muy arrepentido por lo que iba a hacer y que lo perdonara.

    Sabiamente, el rey Bicerofonte lo abrazó y le agradeció que le haya avisado. Entonces le ordenó en voz baja:

    –Sube a tu nave como si nada y síguelos a ellos, para no quedar como un soplón. Yo me encargaré de todo lo demás y no te preocupes, ya que a ti no te voy a castigar…

     

    Pronto, salió de nuevo el escuadrón, comandados por Anthar. Surcaron el Espacio y ahora llevaban armas el doble de poderosas que las primeras. Cyrus procuró viajar con su nave al último de la fila para pasar desapercibido.

    La suerte les sonrió, ya que encontraron despejado gran parte de su camino. Hasta se extrañaron de que el Cosmos estuviera vacío. Muy pronto, se encontraron con tres naves del Almirante Marduk que patrullaban cerca de una Luna.

    Se escondieron detrás de aquel satélite, y cuando ellas pasaron muy cerca, todos les hicieron frente usando el factor sorpresa, e hicieron estallar las naves enemigas.

    Llenos de orgullo y de soberbia, se felicitaron y otra vez volvieron a caer en la falsa confianza. Cyrus, para disimular, exclamó: ‘¡Muy bien, escuadrón! ¡Así se hace…!’.

    Todos pensaron que las cosas iban a ser así de sencillas como hasta ahora y comenzaron a creerse invencibles.

  • Pronto se volvieron a acercar a la Zona de Asteroides y en eso, cerca de veinticinco naves los rodearon totalmente. Se dispusieron a defenderse, pero se quedaron pasmados al ver que eran conocidas… ¡Era la flotilla del rey Bicerofonte!

    Anthar se sintió helado al escuchar la potente voz del monarca en el altavoz:

    –¿Qué se supone que estás haciendo, jovencito tonto e imprudente? ¡Te dí la orden de que no intervinieras en éste asunto! ¡Regresa a la Ciudad Imperial con tu escuadrón, que tú y yo tenemos qué hablar muy seriamente!

    Ya en el Palacio, el rey castigó a los jóvenes en unas recámaras custodiadas y sin salir al exterior durante quince días. Tendrían todas las comodidades, pero no iban a poder comunicarse entre ellos ni con nadie.

    A diferencia de los calabozos del Almirante Marduk, ellos sí iban a tener bebida y comida tres veces al día. El castigo solamente era para que en la soledad recapacitaran y que procuraran no volver a cometer el mismo error.

    No iban a recibir un castigo físico, como el siniestro y despiadado verdugo Baldo infligía a sus prisioneros… ¡Con haber perdido la confianza de su rey era más que suficiente!

    En el despacho privado del rey Bicerofonte, el monarca, a solas, lo increpó de manera severa. Con la cabeza agachada él recibió el airado regaño:

    –¡No es posible, Anthar! ¡Volviste a exponer de manera tonta tu vida y las de tus compañeros! ¡Ya no sé qué voy a hacer contigo, pues tu imprudencia e insensata manera de ser están complicando más el problema que estamos viviendo!

    Él no tenía palabras para excusarse. El rey prosiguió:

    –¡Eres muy inmaduro! ¡No te veo con la capacidad de gobernar un reino! ¡Si sigues comportándote en esta forma, va a ser muy difícil que acceda a que te cases con mi hija! ¡No eres capaz ni de dirigir sabiamente tu propio destino!

    –¡Es que ya quiero rescatar a Zena y a su tripulación! Por ella lo hice, su majestad! ¡Está bien dejar nuestra causa en las manos del Rey de Reyes, pero nosotros tenemos qué poner algo de nuestra parte! ¡No todo se resolverá solo!

    Bicerofonte apretó los puños y logró controlarse. Lo miró fijamente y respirando profundamente, sentenció con una voz mucho más calmada:

    –¡Te hace falta entregar completamente tu vida al Rey de Reyes, ya que no entiendes que los tiempos del Altísimo no son nuestros, por lo que tenemos qué confiar totalmente en ÉL, quien peleará nuestras batallas justo en su tiempo!

    –¡Pe…! ¡Pero… pero…!

    El monarca señaló a la alfombra y exclamó:

    –¿Tú quieres hacer algo activamente para rescatar a mi hija? ¡Dobla tus rodillas y clama al Rey de Reyes de día y de noche! ¡Las más difíciles batallas se ganan de rodillas y con un corazón contrito y humillado! ¡Esa será ahora tu lucha!

    Para poner en obra todo lo dicho por el rey Bicerofonte, Anthar fue llevado y encerrado en una torre alta donde iba a tener las mismas comodidades que su tropa, pero él estaría veinte días custodiado y sin nadie con quien hablar.

    Bicerofonte confiaba que la soledad y el encierro haría que Anthar buscara sinceramente del Rey de Reyes. Además le dio un papel donde habían varios Proverbios del Cofre de la Sabiduría, para que la Palabra obrara en su corazón.

    Además, en todo ese tiempo de castigo, él y sus amigos estaban obligados a que diariamente y por unas horas, iban a permanecer en el Aposento Privado del rey mientras que el monarca les iba a leer pasajes del Cofre de la Sabiduría.

    A Cyrus, Bicerofonte no lo castigó. Para no mostrar un favoritismo, lo dejó en una recámara pero con más libertades que a Anthar y el resto de la tropa. También oiría la Palabra del Rey de Reyes en el Aposento Privado con los demás…

     

    Esa misma tarde, Aner le llevó a la princesa Zena, junto con sus alimentos, otros pasajes copiados del Cofre de las Gemas Preciosas que había anotado en otro papel. Ella le dio un cariñoso y suave beso en la mejilla y le dijo:

    –¡Te lo agradezco muchísimo, Aner! ¡Te quiero mucho, ya que tú eres un verdadero ángel del Rey de Reyes! ¡ÉL me puso en mi camino a ti y a Zarak! ¡Ustedes me han dado los ánimos y la fortaleza para seguir adelante!

    –No te preocupes y come tranquila, pero el verdadero refrigerio será cuando la Palabra del Rey consuele y acaricie tu corazón. Te veré hasta la noche.

    Los pasajes que el papel tenía escritos, eran:

    ‘Bienaventurado el hombre que halla Sabiduría y el hombre que adquiere entendimiento’.

    ‘Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu’.

    ‘El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio e insensato va camino al desastre en su vida’.

    ‘Encomienda al Rey de Reyes tus obras y todos tus pensamientos serán afirmados’.

    ‘Saber aceptar un consejo de alguien que nos ama nos puede llevar hacia la victoria que anhelamos’...

    Ella los anotó en las paredes de su celda. Después de comer, agradeció al Rey de Reyes su Palabra y clamó a él con su corazón agradecido, a la vez que reflexionaba sobre todos los pasajes que Aner le había compartido.

  • Esa noche, el Cheff le trajo su cena y no tuvo tiempo de platicar mucho con ella, ya que le tenía qué llevar su comida a Zarak, a Axel y a X-1 y X-2, debido a que había oído que los guardias iban a hacer una ronda por los calabozos.

    Cuando terminó sus alimentos se sintió inspirada por esos últimos versículos que Aner le había dado y por medio del dispositivo que estaba en su corona, se comunicó con la reina Yarah, a quien le dijo:

    –Estoy bien, mamá. Aner me trajo de comer y de cenar. Él me compartió estos textos del Cofre de Gemas Preciosas que te acabo de enviar. Por favor, dáselos a Anthar, ya que siento que el Rey de Reyes le dará un mensaje de Sabiduría.

    Sus padres estaban enterados de todo y de quienes eran Aner y Zarak. Zena quiso que Yarah le prestara por unos momentos su corona a Anthar para hablar con él y así darle ánimos. Al principio, ella opuso un poco de resistencia.

    Pero el amor de madre pudo más y escabulléndose sin que la vieran fue hasta la torre donde habló con Anthar. Él, al escuchar la voz de su prometida por medio de la corona, se puso a llorar como un niño y exclamó:

    –¡Zena, mi Zena! ¿Eres tú…?

    –Sí, soy yo. Deja de angustiarte y pon toda tu confianza en el Rey de Reyes quien me sacará pronto de aquí. Acabo de enviarte unos textos del Cofre de Gemas Preciosas que mi mamá te va a entregar… ¡Busca la Sabiduría del Altísimo!

    El príncipe balbuceó bastante nervioso:

    –¡No hay tiempo para leer textos! ¡Voy a ir a liberarte, ya que quiero que estés a mi lado! ¡Verás que con la ayuda del Rey de Reyes acabaré con nuestros enemigos y toda esta pesadilla se habrá terminado!

    –¡No seas tonto, Anthar! ¡Deja de fantasear con tratar de liberarme y dobla tus rodillas todo el tiempo para clamar al Rey de Reyes! ¡El tiene su momento y su manera como me va a liberar, a mí y a mi tripulación!

    Anthar estaba desesperado. La reina lo miraba muy preocupada. Él exclamó:

    –¡Entiende que no me puedo quedar con los brazos cruzados! ¡Tu padre me dio órdenes de no intervenir  y que deje toda la causa al Rey de Reyes, pero siento que estamos perdiendo un precioso tiempo que deberíamos aprovecharlo!

    Zena le leyó el siguiente texto de la Sabiduría Cósmica que le compartió Aner, a la vez que le dijo:

    ‘El de sabio corazón acata las órdenes, pero el necio e insensato va camino al desastre en su vida’.

    –¡Por favor, Anthar, obedece las órdenes de mi padre y sé sabio! ¡Espera el tiempo del Altísimo y no seas insensato, ya que pondrás inútilmente en peligro tu vida!

    Pero el príncipe no entendió razones y se quedó callado por respeto a la reina. Pronto, ella regresó al palacio bastante mortificada y él se quedó en su encierro en la torre, y sumido en profundos pensamientos:

    –No entiendo... ¿Por qué tanta pasividad? El rey y la reina deberían de estar haciendo hasta lo imposible con tal de salvar a su hija. ¿O acaso no sienten nada por ella?

     

    En su celda, la princesa Zena, después de clamar un buen rato al Rey de Reyes, se sintió confortada y durmió en su lecho de paja. Los guardias hicieron su ronda y la vieron descansando tranquila. Se alejaron en total silencio.

    Pero esa misma noche, quien no durmió fue Anthar. Le dio mil y un vueltas al asunto sin hacer caso de lo que Zena le dijo de que esperara en el Rey de Reyes. También Yarah y Bicerofonte se lo habían advertido.

    Estaba tan torpemente obcecado y muy enceguecido en sus tontas ideas que decidió ‘darle una pequeña ayudadita al Altísimo’, regresando con su tropa a la Ciudad del Kaos.

    Al día siguiente, a la hora que el rey Bicerofonte destinó para que estudiaran la Palabra del Rey de Reyes con el Cofre de Gemas Preciosas y en su Aposento Privado. Los guardias los llevaron a una sala donde iban a esperar al monarca.

    Anthar aprovechó para hablar con sus amigos:

    –Nadie nos está vigilando. Vayamos a nuestras naves y acabemos este asunto de una vez por todas.

    Discutieron un breve rato y finalmente el príncipe logró disuadirlos. Cyrus se quedó preocupado. En lo que hablaban, escribió una nota y la dejó sin que se dieran cuenta, sobre el escritorio del rey. Acto seguido, todos salieron silenciosos.

    Salieron de manera tan sigilosa que nadie se dio cuenta que se fueron hasta donde estaban las naves. Las abordaron y se alejaron lo más silenciosamente como pudieron.

    Diez minutos después, entró al Aposento Privado el rey Bicerofonte con el Cofre en sus manos. Lo acompañaba su esposa Yarah y los dos se quedaron muy intrigados al no encontrar en el recinto a Anthar y a los demás jóvenes.

  • Les preguntó a los guardias por qué no los habían traído todavía, pero ellos, bastante extrañados, le dijeron que tenía como veinte o veinticinco minutos que los habían dejado en el Aposento Real.

    Entonces, la reina se percató del mensaje que estaba sobre el escritorio, y exclamó:

    –Mira, aquí está una nota…

    El rey la leyó y se quedó pasmado. La misiva decía:

    Su majestad, de nuevo Anthar convenció a su tropa para salir a rescatar a la Princesa Zena. Tuve qué ir con ellos para no levantar sospechas. Si sus tropas se movilizan, van a darles alcance muy rápido. Atentamente: Cyrus.

    –¡No, no es posible! ¡Van directo al matadero…!

     

    Entre tanto, en el castillo de la Ciudad del Kaos, el Almirante Marduk y su verdugo Baldo, entraron al húmedo calabozo de la Princesa Zena. La vieron sentada en el lecho de paja con una actitud de mucha dignidad y realeza.

    Marduk la miró atentamente y exclamó:

    –Espero que nuestra princesita, después de seis días de no probar agua ni bocado, se haya vuelto más accesible, por lo que te pregunto… ¿Dónde tienes escondido el Cofre de Gemas Preciosas? ¡Dilo y evítate ya tanto sufrimiento!

    Ella lo miró y lo ignoró. Silenciosa, miraba hacia los textos que había escrito en las paredes. El tirano se quedó muy asombrado, ya que ella no tenía ningún indicio de estar sufriendo por la falta de comida ni bebida. Le preguntó:

    –¿Qué has estado haciendo para seguir estando fuerte y entera, después de seis días de no probar alimento? ¡Debes de entender que yo tengo la potestad de dejar que te mueras de hambre si así lo quisiera!

    Zena siguió impeturbable. El verdugo Baldo la miraba con perversos ojos, recorriendo su figura y su inalterable belleza. Ella se dio cuenta de su actitud tan sucia, pero no le hizo ningún caso. El Almirante volvió a preguntar:

    –Mira, no deseo hacerte ningún daño. Solo dime donde tienes el Cofre de Gemas Preciosas y mis hombres te traerán un delicioso banquete para que recuperes tus fuerzas, además de que te liberaré a ti y a tu tripulación… ¡Habla, pues!

    –No te voy a decir nada…

    Esto hizo enfurecer a Marduk quien, señalando hacia las mazmorras del fondo, sentenció:

    –¿De modo que la señorita no quiere hablar? ¡Si no me dices, entonces le diré a Baldo que se desquite con tus tres acompañantes y que acabe de despellejarlos a latigazos!

    Zena siguió imperturbable. Sintió que las lágrimas se le iban a salir, pero resistió, ya que no deseaba que ese par de seres tan despreciables la vieran llorar… Siguió en silencio. Baldo sugirió, a la vez que no dejaba de mirarla:

    –¡Déjame darle unos cuantos azotes! ¡Verás cómo va a hablar y hasta se va a humillar ante ti, Marduk! ¡Ahora voy a despojarla de sus ropas y esa blanca piel se va a enrojecer!

    –No, espera… Yo mismo podría sacarle a la fuerza la verdad, pero Kronos me dijo que si ella se obstinaba en no confesar, que la dejáramos otros tres días sin pan ni agua. ¡Si después todavía sigue así, la dejaré totalmente en tus manos!

    El siniestro verdugo sonrió siniestramente al escuchar esas últimas palabras. Su apariencia era la de un chacal que estaba a punto de caer sobre su indefensa presa…

    Marduk se dio cuenta de los textos de la Palabra del Rey de Reyes que estaban escritos en la pared y entendió de dónde la Princesa estaba sacando su fuerza y su entereza. Furioso, ordenó a sus hombres que trajeran agua helada.

    –En la Ciudad del Kaos está terminantemente prohibido escribir y mucho menos nombrar las Palabras del enemigo de Kronos y de nuestro amo Samael… ¡Borremos esto!

    Acto seguido arrojaron los baldes contra las paredes y las palabras escritas con carbón se escurrieron, dejando los textos ininteligibles. Zena miró esto con angustia. El tirano se alejó con sus hombres, diciendo:

    –El agua helada que escurrió, dejará el piso más frío. La princesita sufrirá al pisar con los pies desnudos y esto la va a acabar de ablandar y de someter…

     

    En el Espacio Sideral, Anthar y su pequeño escuadrón volvieron a pasar por el mismo camino. Él encabezó en una formación en ‘V’ invertida el viaje. El papel de los textos se le salió del bolsillo de su chamarra. Lo vio y leyó:

  • ‘Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu’.

     Pero no hizo caso. Se lo volvió a guardar en su bolsillo y pensó, moviendo la cabeza, altiva y orgullosamente:

    –No hay tiempo de tratar de descifrar textos… ¡Rey de Reyes, si estás con nosotros, ayúdanos por favor!

    Volvieron a encontrar el camino despejado. Avanzaron sin saber que dieciocho naves enemigas los tenían en la mira y esperaban que se acercaran confiadamente.

    En esta ocasión, pasaron desapercibidas en los radares, por lo que los jóvenes siguieron su trayecto hacia la trampa mortal. Su inexperiencia y tonta imprudencia no les permitió ver que se dirigían hacia su propia muerte.

    Una vez que llegaron a un punto cerca de la Zona de Asteroides, de pronto se escuchó el zumbante disparo de un rayo... Puesto en máxima alerta, Anthar exclamó:

    –¡Cuidado! ¡Nos están atacando!... ¡Prepárense para repeler el peligro y abran fuego!

    De pronto, las dieciocho naves aparecieron en el cielo y dispararon. Al ver la enorme superioridad numérica, todos se aterraron y Anthar gritó:

    –¡Todos de nuevo a la Zona de Asteroides! ¡Ahí vamos a perderlos como la vez pasada! ¡Luego escaparemos en la nube de polvo cósmico! ¡Rápido!

    Pero los enemigos adivinaron la maniobra y no dejaron que avanzaran hacia esa dirección. Fueron cerrando la pinza y empezaron a disparar. Las naves del príncipe y su gente, hicieron giros y piruetas desesperadas para librar los rayos.

    Un enemigo disparó y el rayo cimbró la nave XL-846 de Anthar, que ante el fuerte impacto, se rompieron varias piezas internas que hirieron al príncipe y la sangre brotó de su cuerpo.

    Unos segundos después, la nave explotó salvajemente:

    –¡¡¡BROOOMMMMM…!!!

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Bien, serà que murio el principe? es màs terco que una mula. B)
  • La semana que viene verás qué pasó con él. Vienen las sorpresas, mi amiga.
  • CAPÍTULO UNO.- La Persecución y Captura de la Princesa Zena 

           –¡Allá va!... ¡Todos hagan un círculo y acorrálenla!

    La pequeña nave MM-427 atravesó el Espacio como un rayo. Detrás de ella nueve naves enemigas la seguían muy de cerca… La persecución era intensa.

    El Almirante Marduk crujió los dientes y alzando su puño en señal de victoria, esbozó una siniestra sonrisa al ver desde su escotilla a la MM-427 que se alejaba.

    Satisfecho, él ordenó de inmediato:

    –¡La Princesa Zena no tiene escapatoria! ¡Rodéenla y no le hagan daño a su nave, ya que necesito entregarla viva!

    La MM-427 efectuó una parábola entre la oscuridad del Espacio, tratando de esquivar los cercanos disparos de varias naves que, con intensos rayos rojos y amarillos trataban solo de amedrentar a sus tripulantes.

    A bordo de la pequeña y escurridiza nave sus tripulantes se encontraban en un estado de máxima alerta. El piloto Axel estaba bañado en sudor por el nerviosismo y gritó con mucha desesperación:

    –¡Princesa Zena!... ¡Nos han alcanzado y ya nos tienen rodeados! ¡No es posible, Dios mío! ¡Estamos perdidos!

    Ella dijo, en un estado de tremenda angustia, pues sentía que el corazón le palpitaba violentamente:

    –¡Trata de huir, Axel! ¡Haz lo posible, por favor! ¡No dejaremos que ellos se apoderen del Tesoro, el cual es mi gran responsabilidad ante mi padre y ante todo mi pueblo!                               

    Eran nueve contra una. El piloto respiró profundamente ya que estaba ante un reto que era mucho más grande que sus fuerzas, por lo que tenía qué ser muy rápido y preciso. Él les gritó decididamente:        

    –¡Sujétense como puedan! ¡Trataré de burlar a las naves enemigas!

    La Princesa y dos de sus tripulantes (X-1 y X-2) que la resguardaban, apretaron sus cinturones de seguridad y con fuerza se aferraron a los brazos de sus asientos.

    La escurridiza nave hizo un giro de tornillo tan rápido y tan arriesgado, que por poco y choca de frente con un pesado y pequeño asteroide de hierro librando por pocos centímetros la inminente colisión.

    ¡Pero su feroz atacante que la perseguía muy de cerca, no tuvo la misma suerte, ya que chocó con el objeto estelar y ambos estallaron con un fuerte estruendo!

    El Espacio se iluminó con el macabro resplandor y la Princesa Zena cerró los ojos llena de pavor. Todos estaban bañados de sudor por la tensión que estaban viviendo.

    Al presenciar esto, el Almirante Marduk se sorprendió. Apretó los puños y vociferó con mucho coraje:

    –¡No puede ser! ¡Ya perdimos a una de nuestras naves! ¡Empiecen a cerrar la pinza sobre ellos!... ¡Rápido!

    Las naves enemigas ya tenían al alcance a la MM-427, por lo que empezaron a girar alrededor de ella y poco a poco fueron cerrando el círculo más y más, con mucha precisión y firmeza. No había escapatoria…

    Zena, al ver esto, les ordenó a X-1 y a X-2:                        

    –¡Comuníquense con nuestra base de Ciudad Imperial para que nos manden refuerzos! ¡Rápido!

    X-2, quien era el que llevaba el mando de los controles de transmisión de la nave, exclamó:

    –¡Sí, Princesa!... ¡X-1, ayúdame a enviar la señal!

    Pero Marduk era un viejo zorro del Espacio y adivinó de manera astuta las intenciones de la Princesa Zena y de los tripulantes de la MM-427, por lo que ordenó de inmediato a una de sus naves:

    –¡Nave S-5, dispara tu rayo hacia el Dispositivo DDCI (Dispositivo de Comunicación Interestelar) de la MM-427, para que no les sea posible pedir ayuda a la Ciudad Imperial y hazlo volar en pedazos! ¡Ahora!...

    Pero el tripulante no obedeció. Marduk gritó:

    –¡Nave S-5, te he dado una orden! ¡Dispara!...

    Tampoco lo hizo… Esto hizo enfurecer al Almirante quien de un tiro certero él mismo hizo pedazos el DDCI que sobresalía de la parte trasera de la nave.

    A bordo de la MM-427 la cual se cimbró con el impacto el piloto gritó desesperado:

    –¡No puede ser! ¡Nos acaban de destruir el Dispositivo de Comunicación! ¿Ahora qué vamos a hacer?... ¡Estamos totalmente aislados e indefensos ante ellos!

    Saludos interesante propuesta... tiene formato de Comic más que de novela, ya que es más rápida y versatil, fácil de leer... te recomiendo que busques los pogramas en linea para dibujar con inteligencia artificial y le agregues ilustraciones que lo hagan más atractivo.
  • Me descubriste, amigo @Raul_dela_Cruz. Durante muchos años fui argumentista de historietas.
    En la Editorial Ejea hice guiones para revistas ilustradas de vaqueros, policíaca, terror, espionaje, en fin.
    Y en la Editorial Vid, con el director de revistas que estuvo en Editorial Novaro, llamado Paco Jiménez, hice argumentos para los Picapiedra, Bugs Bunny, Tom y Jerry, Archie, La Pequeña Lulú, El Pájaro Loco y otras más.
    En mis libros y novelas a veces dejo traslucir de manera que a veces no me doy cuenta, mi formación de argumentista. Siento que esto le da más agilidad a mis escritos.
  • editado 28 de enero
    Para el lunes en la tarde, o a más tardar el martes, espero subir el capítulo cinco de la novela.
    Quienes no me conozcan, les dejo aquí mi Testimonio como Escritor:
    https://www.forodeliteratura.com/f/discussion/39888/mi-testimonio-como-escritor#latest
  • Capítulo Cinco.- Desenlace Imprevisto. Zena y su tripulación logran escapar

     La nave XL-846 estalló en mil pedazos, cimbrando el Cosmos. Sus compañeros de Anthar estaban conmocionados y el terror los invadió… ¡Pero en el último segundo, ocurrió algo que nadie ni siquiera se imaginó!

    Cuando el príncipe se vio atacado y herido, por instinto de supervivencia activó el asiento eyectable. La ventanilla de la nave se abrió y él se vio arrojado hacia el exterior… ¡Justo cuando la XL-846 explotó!

    Uno de sus compañeros alcanzó a rescatarlo. Otra de las naves también se hizo pedazos y su tripulante logró salir tal y como lo hizo Anthar. Igualmente fue rescatado a tiempo, pero el peligro no se había acabado...

    Las naves enemigas los rodearon de manera que ya no tenían ninguna escapatoria. Ellos prepararon sus rayos para desintegrarlos y Anthar exclamó, estando herido y sangrante:

    –¡Perdónenme, amigos…! ¡Todo esto ha sido por mi culpa! ¡No debí de haberlos metido en esta trampa mortal!                        

    De pronto, un rayo que surgió del fondo del Cosmos, destruyó a una nave enemiga. Otro más hizo lo mismo con una que ya iba a disparar… Todos estaban perplejos.

    El rey Bicerofonte y su escuadrón, usando el elemento sorpresa, comenzaron a diezmar las naves del Kaos. La lucha se volvió encarnizada y no hubo tregua para nadie durante varios minutos. Con miedo, los jóvenes se replegaron.

    El monarca y su ejército demostraron su puntería y las naves enemigas empezaron a ser diezmadas. Después de una  breve batalla, al final no quedó ni una sin ser destruida.

    Finalmente, las naves regresaron a la Ciudad Imperial y los jóvenes iban silenciosos y cabizbajos. Habían dos heridos y eran Anthar y uno de sus compañeros…

     

    Este caso ameritó que todos fueran ante el Tribunal del Rey. Ahí, Bicerofonte dijo que sentía mucha vergüenza por estos jóvenes testarudos y que iba a tomar medidas drásticas.

    Los degradó de su ejército, de tal manera que perdieron sus derechos para portar armas y servir en la Ciudad Imperial en la milicia. En otras palabras, volvieron a la población civil por lo que tenían qué buscar trabajo para ganarse la vida.

    Pero también fueron encerrados un mes en unas celdas como escarmiento. Iban a dormir en catres y comerían dos veces al día. Solamente Cyrus se salvó de todo esto y siguió en el ejército del rey por haber dado el aviso a tiempo.

    Si no hubiera sido por la nota que Cyrus dejó sobre el escritorio del rey, en estos momentos Anthar y sus jóvenes estarían muertos, víctimas de los rayos del enemigo.

    Anthar y el muchacho que también había sido herido, fueron llevados al hospital donde curaron sus heridas. Como no eran de peligro para su vida, al anochecer fueron dados de alta y Bicerofonte volvió a encerrar al príncipe en la torre.

    El monarca se aproximó a Anthar, quien temblaba de miedo, y le dijo:

    –¡Me has decepcionado completamente, Anthar! ¡Has expuesto tontamente tu vida y por tu constante rebeldía y tu terquedad, me veo obligado a prohibirte que sigas con mi hija y mucho menos que contraigas matrimonio con ella!

    Anthar no podía creer lo que estaba escuchando. El rey prosiguió. Estaba muy enojado:

    –¡El Rey de Reyes hará que Zena regrese a casa y se va a enterar de todas las imprudencias que has cometido! ¡Se va a dar cuenta que no tienes el juicio y el raciocinio para ser su esposo y mucho menos que llegues a ser un buen monarca!

    –¡Perdóneme por favor, su alteza! ¡Le prometo con todo mi corazón y por el Rey de Reyes que de aquí en adelante ya no volveré a desobedecerlo, y…!

    Bicerofonte lo interrumpió furioso y lo señaló:

    –¡No tomes el nombre del Rey en vano! ¡Una vez que todo se haya aclarado ante mi hija, te vas a ir de la Ciudad Imperial y ya no regresarás! ¡Estarás encerrado hasta que todo se aclare y entonces te irás para siempre! ¿Entendiste?

    El rey salió y Anthar se quedó en la torre. La reina Yarah estaba bastante mortificada por lo sucedido. Pensó que no le diría nada de esto a su hija hasta que el Rey de Reyes la trajera de nuevo sana y salva a su hogar.

    Anthar lloró como nunca. Pensó que el rey era injusto…

    En vez de enfrentar y reconocer su culpa, él se hizo el mártir y culpó a todo mundo: De la aparente pasividad de los reyes para ir a rescatar a Zena, hasta que él fue impedido a ir a luchar por ella… ¡Y criticó los tiempos del Rey de Reyes!

    Dispuesto a hacer algo para congraciarse con el rey, y para demostrarle que no era ningún necio e imprudente, se puso a elaborar un plan para rescatar a la Princesa…

     

    Esa misma noche, Aner le llevó su cena a la princesa Zena, a Zarak, a Axel y a X-1 y X-2. Estando con ella, le dijo, a la vez que le servía un tazón de sopa caliente:

    –He estado clamando al Rey de Reyes y leyendo su Palabra, y ÉL me ha puesto la confianza y seguridad en mi alma y en mi corazón de que algo va a suceder en estos días y vas a ser libre junto con tu tripulación.

    –Así lo siento yo también… Estamos esperando que se cumpla su voluntad y respetando sus tiempos. Gracias por la comida, especialmente por la sopa caliente, ya que la celda, ahora que vertieron el agua helada, está más fría que antes.

    Los dos no se dieron cuenta de que unos malévolos ojos los habían observado y esa silueta se alejó sigilosamente…

    Rato después, Aner estaba sirviendo su cena al verdugo Baldo y a sus dos ayudantes de la celda de castigo. Lo oyó decir, a la vez que se burlaba:

    ­–¡Sé que esa princesita en estos días va a morir! ¡Pero antes de que eso suceda, va a ser mía! ¡No voy a descansar hasta que la tenga en mis brazos, y…!

  • editado 30 de enero

    Aner se quedó desconcertado al escuchar esto. Puso la carne y el pan en la mesa, tratando de no revelar su asombro, el asco y la repulsión que sentía al escuchar esas palabras… ¡De pronto, él oyó algo que le pareció abominable!:

    –¡Mañana temprano entraré a su celda y nada la va a poder salvar! ¡Esa princesita será mi mujer y ya después de eso, ya nada me importará, y me da igual si soy yo mismo el que al final le arrebate la vida!

    Fingiendo que iba a la bodega por más vino, se alejó y entró a su aposento, donde tomó un frasco con un potente somnífero. Ese frasco lo había sustraído hace tiempo del laboratorio del Palacio por si lo llegara a necesitar.

    Regresó con los tres hombres y sin que Baldo se diera cuenta, vertió algo del polvo en su copa. Luego la llenó con el vino y lo puso en la mesa. Ellos siguieron cenando, a la vez que se reían soezmente por lo que el verdugo iba a hacer.

    Aner salió del aposento y se fue pensando:

    –No voy a permitir que le haga nada a la Princesa. Lo voy a dormir y lo amarraré fuertemente para dejarlo en el rincón más oscuro y apartado del Palacio. Espero que ahí se muera solo y que encuentren su cuerpo lleno de gusanos.

    Rato después, Aner encontró a Baldo que estaba tirado en un pasillo completamente inconsciente. Lo arrastró y lo llevó a su propia habitación, donde lo amarró y amordazó, de manera que no pudiera moverse ni hablar cuando despertara.

    De pronto, escuchó ruidos afuera de su cuarto y acostó al verdugo en su cama y lo cubrió totalmente con las cobijas. Acto seguido salió por una ventana lateral hacia otro pasillo. Los guardias estaban haciendo su rondín nocturno.

    Pero quisieron las circunstancias que ellos se quedaran el resto de la noche cerca de la puerta de Aner, por lo que el Cheff tuvo que ir a otra habitación lejana para que no lo descubrieran y ya no pudo sacar arrastrando al verdugo…

     

    Amaneció y Anthar tenía todo planeado. Por medio de una cuerda muy larga se descolgó de la ventana más alta de la torre para librar la entrada, ya que abajo estaban un par de guardias que estaban encargados de que no saliera de ahí.

    –Un poco más… Con cuidado. Ya, ya estoy abajo…

     Sigilosamente se dirigió escurriéndose entre todos los setos y matorrales de los jardines hasta que llegó al hangar de las naves. Aprovechó el cambio de guardia para entrar y de inmediato fue hasta el fondo y sin ser visto por nadie.

    Decidió alejarse pilotando la nave Imperator I, la cual llevaba una poderosa bomba, con una carga explosiva que detonaba una energía expansiva y letal, capaz de matar a todo ser vivo con ondas ultrasonoras.

    Esa nave la tenía el rey Bicerofonte para ser usada en caso de extrema urgencia y porque a él ya no le quedara otra alternativa. El monarca deseaba no utilizar la bomba nunca.

    Anthar pensaba llegar a lo más alto del cielo, justo en donde estaba el trono de Kronos y el aposento del Almirante Marduk para dejarla caer. Este artefacto podía destruir todo en un radio mayor a los cien metros.

    El impacto no afectaría los calabozos, ya que estos se encontraban más alejados. Hecho esto, y aprovechando toda la confusión, bajaría para rescatar a la Princesa Zena y a su tripulación. Según sus planes, nada podía fallar. 

    –Mi plan es completamente arriesgado, pero efectivo. No creo que el rey hubiera aprobado una maniobra así, ya que es una misión altamente suicida…                 

    Con todo esto en la mente, se dirigió presuroso hasta la Ciudad del Kaos.

    Mientras tanto, a la Princesa Zena le extrañó mucho ver que Anes no había llegado a los calabozos a saludarla como todas las mañanas. Deseaba verlo para reconfortarse con su agradable presencia, más que la comida que él le llevaba.

    Vio que en el muro, el tabique se movió y Zarak le habló discretamente:

    –Princesa, soy yo. No te preocupes de Aner. Los tiranos lo han de haber distraído de sus ocupaciones. A veces piden un banquete y él tiene qué prepararlo todo para servirlos.

    –Gracias por darme ánimos, Zarak… La verdad es que me preocupa lo que le pudiera pasar. Tú y él son mis amigos y los quiero mucho. Sí me inquietó al no verlo por aquí.

    Zarak le dijo algo en forma apresurada:

    –Creo que alguien viene y no es Aner. Mira, te voy a arrojar en el hueco del tabique unas llaves. Son la de tu celda y la de tus compañeros. Tómalas rápidamente y guárdalas.

    Zena vio las llaves entrar por el hueco. Estaba de pie al lado de la pared y con los dedos de su pie derecho tomó el arillo metálico que tenía las dos llaves y puso el pie detrás de su otra pierna como si estuviera recargada, para esconderlas.

    El tabique fue puesto en su lugar en la pared y en ese momento se asomaron dos guardias como buscando algo, o probablemente a álguien que no aparecía por ningún lado.

  • Ella siguió con los dedos de su pie sosteniendo las llaves y ocultándolas. Al no ver nada raro, ellos se alejaron. Ni siquiera hicieron el intento de preguntarle nada.

    La Princesa se guardó las llaves en su corpiño. Cerca de ahí, el guardia que había visto en la noche a Aner llevándole alimentos a Zena, había ido a hablar con Marduk, quien muy enojado fue a la habitación del Cheff. Estaba maldiciendo:

    –¿Cómo es posible que Aner se haya atrevido a darle comida y bebida a Zena y a sus tripulantes? ¡Esto lo tiene qué pagar muy caro! ¡No es posible que Baldo, mi verdugo, no esté aquí cuando más lo necesito!

    Entró al aposento del Cheff y vio el bulto acostado y cubierto hasta la cabeza. Sonrió siniestramente, porque creyó que estaba profundamente dormido. Pensó con sorna:

    –En vez de levantarse y estar preparando el desayuno para todos nosotros, ha preferido descansar un rato más… ¡Yo lo ayudaré a que descanse, pero para siempre!

    De inmediato sacó su puñal y asestó varias cuchilladas sobre el cuerpo. Lo hizo con tanta ira que la sangre salpicó y el pobre miserable gemía de dolor. Con furia de chacal, él hundió la hoja de su acero una y otra vez en el desdichado.

    Así le arrebató sangrientamente la vida. Satisfecho de su carnicería, exclamó:

    –¡Nadie se burla de mí ni desobedece mis órdenes! ¡Yo le dije a Aner que Zena y su gente se iban a quedar sin pan ni agua y no me hizo caso! ¡Pues ya se lo llevó el infierno!

    ¡Al quitarle la cobija de encima para contemplar mejor su asquerosa obra, se percató horrorizado que había matado a su fiel verdugo!                                       

    Baldo estaba inmóvil, con una mordaza y bien atado. La sangre empapaba todo su cuerpo. El tirano no podía creer que Aner fuera tan listo y astuto para engañarlo así.

    En ese momento, avisado por los guardias acerca de la traición del Cheff, llegó Kronos rápidamente a ese lugar y se quedó pasmado al mirar aquel cuadro… Ordenó a toda su gente que rastrearan por todos los rincones a Aner:

    –¡Busquen a ese traidor hasta en el último rincón del Palacio! ¡Vida por vida, piel por piel! ¡Hoy va a morir por haber provocado el deceso de nuestro más fiel verdugo!

    Todos los guardias se movilizaron. El Rey de Reyes mantuvo a Aner en un sitio donde pasó inadvertido, fuera de la vista y de la ira de los que pretendían asesinarlo.

    Escondido en un pasillo poco frecuentado del calabozo, Aner pensó en huir del Castillo, ya que su vida estaba en peligro, pero tenía qué esperar a que anocheciera para tratar de salir de la Ciudad del Kaos lo más sigilosamente posible.

    –Lo que más lamento es que la Princesa y su tripulación no van a recibir su comida. Todos me buscan como perros rabiosos, por lo que tengo qué permanecer silencioso…

     

    Entre tanto, Anthar había llegado a zona enemiga. Los rayos del Imperator I eran tan potentes que se disparaban como ametralladora. Así, pudo despachar a una flotilla de seis naves que se le aproximaron. Él exclamó:

    –¡Ésta arma es formidable! ¡Convierte en polvo a las naves en segundos y sin dejar rastro! ¡Si la hubiera tenido cuando salí la vez pasada con mis amigos, el triunfo sería nuestro! ¡No dudo de que con ésta nave tendré la victoria!          

    Siguió su camino y le salieron más de veinte naves. Se defendió como león y pudo destruir nueve. Se alejó de las demás aprovechando que el Imperator era el doble de veloz que las otras. Así, se fue acercando a la Ciudad del Kaos.

    La mayoría de las naves que se le cruzaron en el camino fueron diezmadas por sus eficaces y mortíferos disparos. Se dirigió rápidamente a su destino ya que nada lo iba a detener. Muy satisfecho, pensó:

    –Estoy dispuesto a morir en el rescate si es necesario… Conforme llegue a mi objetivo, tomaré más y más altura para luego dejar caer la bomba sobre el Palacio.

    A las naves que iban tras de él, se sumaron muchas más.

    Pronto, eran más de setenta naves que lo perseguían. A lo lejos divisó la Ciudad del Kaos. Empezó a tomar altura, pero en ese momento se llevó una terrible sorpresa…

    En lo alto estaban más de cincuenta naves enemigas que lo estaban esperando. Sabía que aunque el Imperator I era más poderoso no iba a poder destruir a todas, por lo que tuvo qué tomar una difícil y drástica decisión. El pensó:

    –Rey de Reyes, perdóname por ser tan insensato y por no haberte hecho caso. Apiádate de mi alma ya que me voy a sacrificar por mi prometida, por los reyes, por tu pueblo. No me queda otra alternativa. En tus manos toma mi espíritu…

    Dicho esto, se dejó caer en picada contra el Palacio, justo donde sabía que estaban Marduk y Kronos, pero lo que ignoraba es que ellos estaban alejados de ese punto y cerca de los calabozos, buscando afanosamente a Aner. 

    Las naves que estaban arriba y las que lo seguían, se fueron tras él. Anthar cerró los ojos y evocó por última vez el rostro dulce y hermoso de Zena. Se puso a llorar y en su corazón, exclamó:

    –Te amo… ¡Perdóname, pero todo esto lo hago por ti…

    ¡El Imperator I se impactó de manera violenta contra el Palacio y la bomba estalló, haciéndolo cimbrar hasta sus cimientos! Más de la mitad del inmueble quedó destruido. En su interior, en las zonas no afectadas, imperaba el caos.

  • Al escuchar el fortísimo estallido y al sentir que el piso cimbraba como si estuviera ocurriendo un terremoto, Zena se angustió, y sin pensarlo dos veces, usó las llaves y salió de la celda. Lo siguió Zarak quien tenía su llave. Ella exclamó:

    –¡No sé lo que está sucediendo, pero vámonos de aquí antes de que ocurra otra explosión!

    –¡Vamos a los otros calabozos a sacar a tu tripulación!

    Los dos liberaron a Axel, a X-1 y X-2. Zena vio sus botas cerca de una pared, se las puso rápidamente, y dijo:

    –¡Ya no aguantaba éste piso helado en los dedos y en las plantas de mis pies! ¡Esto ha sido todo un sufrimiento!

    Con ésta confusión, Anes salió de su escondite y Zena lo vio. De inmediato le gritó:

    –¡Anes! ¡Anes! ¡Aquí estamos! ¡Vámonos de aquí!

    Él, sin siquiera pensarlo dos veces, a la vez que sintió una enorme alegría al verlos, se unió a ellos y corrieron al hangar donde estaba la nave MM-427 y salieron de ahí.

    No comprendían lo que había pasado pero su anhelo era alejarse de ese lugar lo más pronto posible. Les extrañó ver todo el camino despejado, ya que no se veía ninguna nave enemiga cerca de ellos.

    En la explosión, la ola de energía destruyó a la mayoría de naves enemigas que estaban volando cerca y las demás huyeron de ahí.

    Entre la confusión, los escuadrones de la Ciudad del Kaos no se percataron de su silenciosa y rápida partida…

     

    A bordo, todos se abrazaron. Lloraron de felicidad y le dieron gracias al Rey de Reyes porque habían salido de ahí. La nave MM-427 viajó por el Espacio y horas después llegó a la Ciudad Imperial.

    El rey Bicerofonte miró al cielo y llamando presuroso a la reina Yarah, exclamó totalmente confundido:

    –¿Acaso esa nave que viene a lo lejos es la MM-427?

    –¡Sí es! ¡No entiendo qué es lo que está pasando aquí!

    Cuando la MM-427 aterrizó y bajaron la Princesa Zena, Axel, X-1, X-2, Aner y Zarak, los dos se quedaron pasmados y se quedaron como si hubieran visto descender a un grupo de fantasmas. Zena, al verlos, corrió emocionada a ellos:

    –¡Mamacita! ¡Papito! ¡Soy yo! ¡Ya regresé!...

    El rey Bicerofonte y la reina Yarah la abrazaron súper emocionados, lloraron y la besaron. Estaban maravillados al ver a su hija viva, sana y salva, así como a la tripulación. El rey cayó de rodillas al piso y adoró al Todopoderoso:

    –¡Hija mía, el Rey de Reyes te trajo de nuevo a nuestro lado! ¡Alabado sea el Altísimo! ¡Bendito sea su nombre!

    –¡Y traje conmigo a mis amados amigos Aner y Zarak! ¡Ellos me cuidaron muchísimo e hicieron menos penoso mi encarcelamiento! 

    Todo el reino de la Ciudad Imperial se alegró por este hecho. Los reyes abrazaron a Axel, a X-1 y a X-2. Luego agradecieron a Aner y a Zarak por haber cuidado a su niña.

    De pronto, Zena volteó para todos lados y exclamó:

    –¿Y mi prometido? ¿Dónde está? ¡No lo veo!...

    El rey mandó sacar de la torre a Anthar y que lo trajeran a su presencia. Cuando los criados llegaron, vieron la cuerda que pendía de la ventana más alta y se dieron cuenta que el príncipe se había escapado. 

    Esto llenó de confusión al monarca y a su esposa. Zena los miraba interrogante, sin poder comprender qué es lo que estaba pasando en estos momentos.            

    Al rey no le quedó otra alternativa que sincerarse con su hija y le contó absolutamente todo lo que él había hecho, y los problemas que provocó por su culpa. Ella se quedó muy abatida y sin poder creer lo que estaba escuchando.

    Bicerofonte señaló a la lejana torre y expresó:

    –Por sus constantes desobediencias, no me quedó mas que encerrarlo en la torre, en espera que el Rey de Reyes te trajera para hablar seriamente contigo. Él no es apto para casarse contigo ni para gobernar el reino en el futuro.

    Muy triste y desconcertada, Zena susurró:

    –¿Entonces ya no le van a dar otra oportunidad?

    La reina le contestó muy compungida:

    –Entiéndelo, hija. Puso en peligro varias veces el reino y expuso su vida y la de su escuadrón. Además se negó a obedecer varias veces al rey, tu padre y puso en duda y en entredicho la bendita Palabra del Rey de Reyes.

    Zena entendió que su prometido había cometido una serie de faltas imperdonables. Como lo quería, pensó en esperar que las cosas se calmaran para abogar por él. Lo importante ahora era saber dónde se había ido.

    Ella se aferró a la esperanza de que, cuando apareciera, entre los dos iban a rogar y a suplicar a sus padres para que le dieran una segunda oportunidad y ella se iba a encargar a la fuerza que él se comportara con más sensatez y cordura.

  • En eso, Cyrus llegó corriendo muy asustado ante el rey Bicerofonte y exclamó:

    –¡Su majestad! ¡En el hangar ya no se encuentra la nave Imperator I, la que lleva consigo la poderosa bomba con una carga explosiva que es capaz de matar a todo ser vivo con un estallido en un radio mayor a los cien metros!

    Esta noticia les cayó como un balde de agua helada, ya que eso significaba que Anthar había escapado de la torre y se había ido en el Imperator I hasta la Ciudad del Kaos para dejar caer la bomba sobre el Palacio. El rey exclamó:

    –¿Acaso ese muchacho fue tan imprudente para ir él solo a tratar de rescatar a Zena y a su tripulación, y a la vez arrojar esa bomba sobre nuestros enemigos? ¡No es posible que esté pasando todo esto! ¡Esa es una operación suicida!

    Comenzaron a atar cabos. De alguna manera, Anthar pudo burlar a las naves enemigas y llegó hasta la Ciudad del Kaos provocando la destrucción masiva. Esto lo aprovechó la Princesa para escapar de ahí con sus acompañantes.

    El rey ordenó a Cyrus que tratara de contactar a la nave Imperator I por medio de la radio y el radar. Varias veces lo intentó, pero no fue posible. Él exclamó:

    –No puedo hacer contacto. Aunque tuviera la radio y el radar apagado, el sistema de la nave puede mandar un GPS para su localización y en la computadora no aparece nada.

    La reina pidió que siguiera insistiendo, y preguntó:

    –¿Entonces no es posible localizar al Imperator I?

    Zarak intervino, y las palabras que expresó, fueron un golpe duro y demoledor, sobre todo para la Princesa Zena:

    –Siento hablar de esta manera, pero es mejor decir las cosas con toda franqueza, tal como son y sin engañarlos, ya que la verdad se va a saber tarde o temprano…

    Aner lo interrumpió y exclamó muy preocupado:

    –¡Déjate de rodeos, Zarak! ¿Qué es lo que pretendes decirnos a todos?

    –Una nave de las características del Imperator I deja de enviar señales solamente cuando ésta ya no exista. Me cuesta trabajo decirlo, pero quizás la onda explosiva la alcanzó, y…

    La dura realidad se hizo evidente. Zena se puso a llorar y todos estaban muy desconcertados. Lo más seguro era que Anthar realizó una operación suicida, tipo Kamikaze y se entregó a la muerte con tal de salvar a su amada Princesa.

     

    Ya todo estaba muy claro. Por más excusas que todos quisieran proponer, la dura realidad estaba a la vista y no había motivo alguno para no reconocer las evidencias…

    Anthar se había sacrificado para tratar de destruir el Palacio de la Ciudad del Kaos, y con ello, darles muerte a Kronos, a su Almirante Marduk y a cuantos enemigos que estuvieran dentro de ese recinto.

    Algún inconveniente le impidió rescatar a la Princesa y las circunstancias lo obligaron a realizar su acto suicida.

    Zena se puso a llorar desesperadamente y sus padres la abrazaron. Todos guardaron silencio respetando su dolor. Ya no había nada qué hacer y tenían qué armarse de paciencia, hasta que el Rey de Reyes reconfortara su corazón…

    El rey Bicerofonte y la reina Yarah recibieron a Anes y a Zarah como parte de su pueblo. En muchos aspectos eran también los salvadores de su hija e iban a vivir con ellos en el Palacio. La tripulación recibió auxilio médico.

    Axel, X-1 y X-2 fueron ascendidos de rango y todo parecía adecuado para celebrar una fiesta por el regreso de Zena y su escolta, pero la Princesa pidió estar un tiempo a solas y lloró su dolor en la torre donde estuvo Anthar.

    La atendieron con todas las comodidades, pero ahí la muchacha lloró amargamente porque su prometido ya no iba a regresar, por lo que volvía a quedarse nuevamente sola.

    Ella encontró sobre la cama una breve carta, escrita con el puño y letra del príncipe. La misiva decía:

    ‘Probablemente ésta carta nunca la verá la Princesa Zena, mi prometida, mi amada, mi preciosa niña…

    ‘La escribo como un descargo de conciencia antes de partir a esta misión que es totalmente suicida. He cometido muchas imprudencias y probablemente esta sea la peor de todas. Perdónenme sus majestades y tú también, amor.

    ‘Amo al Rey de Reyes y nunca hubo en mi corazón la intención de ofenderlo, pero me desespera la pasividad para rescatar a mi Princesa… Por eso es que he hecho tantas tonterías y ahora voy solo a realizar lo que es imposible.

    ‘Salgo para bombardear la Ciudad del Kaos y con ello acabar con los tiranos Kronos y Marduk. Luego trataré de rescatar a mi niña, así me cueste la vida en el intento.

    ‘Cuando Zena sea rescatada, díganle que me perdone, pero todos estos actos, por muy locos que sean, los he hecho por amor, por el profundo e intenso amor que siento por ella en mi corazón’…  Anthar.

  • Al terminar de leer aquella misiva, la Princesa empezó a llorar desesperadamente, de tal manera que el papel quedó húmedo con sus ardientes lágrimas…

     

    En la Ciudad del Kaos la confusión era de tal magnitud que Kronos y el Almirante Marduk iban de un lugar a otro en la parte intacta del Palacio, tratando de esclarecer qué es lo que había pasado. Kronos ordenó con voz de trueno:

    –¡Todos busquen en cada rincón a los prisioneros! ¡No es posible que se hayan escapado!

    Los dos, junto con los guardias y carceleros, estaban en la zona de calabozos. Sus pasos resonaban de un lugar a otro y Kronos exclamó con furia:

    –¡No es posible, Marduk! ¡Dime dónde se encuentran la Princesa Zena y los tres hombres de su tripulación! ¡Tengo qué entregar cuentas a Samael del Cofre que ellos tienen!

    Se hizo un silencio absoluto. El tirano continuó:

    –¡Incluso Zarak ya no está en su celda!... ¡Te exijo una explicación a todo esto! ¡Tú los tenías a los cinco encerrados y custodiados! ¡Además, tampoco Aner está en el Palacio y sospecho que también se fue con ellos!

    El Almirante volteó hacia sus hombres y vociferó:

    –¡Ya escucharon a Kronos! ¡Todos ustedes estaban custodiándolos y ahora queremos saber en este momento por qué los prisioneros no están en sus celdas! ¿Quién les abrió para que escaparan? ¡Respondan…!

    Los custodios estaban muy confundidos. Uno balbuceó:

    –N-no…! ¡Nosotros no…!

    Marduk sacó su espada y se les acercó amenazante a los custodios. Su intención era que Kronos enfocara su atención en ellos para que los viera como los principales culpables de la fuga de Zena y su gente. Otro guardia, dijo temeroso:

    –¡Nosotros hemos cumplido todas tus órdenes al pie de la letra, y…!

    El Almirante comenzó a repartir golpes con su espada y la sangre salpicó en el recinto. Los dos custodios y tres de los guardias resultaron heridos por aquel ataque bestial y no pudieron defenderse. Los demás corrieron despavoridos.

    De pronto se fue la luz y las antorchas se apagaron. Una espesa oscuridad los envolvió y llamas de fuego salidas del mismísimo infierno, iluminaron lúgubremente esa dantesca escena. Kronos se preguntaba qué es lo que estaba pasando.

    ¡En medio de los dos tiranos, se apareció el temible y siniestro Samael! ¡Se levantó imponente y un humo negro y espeso lo rodeó! ¡Parecía un animal a punto de atacar!

    ¡Instintivamente todos dieron un paso atrás, ya que la misma personificación del mal, se les había hecho presente!

    El rey de la oscuridad se acercó a Kronos y señalándolo, le dijo con una voz penetrante, fuerte y cavernosa:

    –Vengo por el Cofre de Oro de Gemas Preciosas… El tiempo se te ha terminado. ¡Entrégamelo ya!

    El aludido comenzó a temblar y trató de explicarle:  

    –No, todavía no lo tengo. De hecho, no sé dónde está. Tenía en mis calabozos a la Princesa Zena quien sabía de su paradero, pero Marduk y sus hombres la dejaron escapar.                         

    Aquel ser demoníaco lo observó con sus ojos de fuego y exclamó amenazante:

    –Tuviste una oportunidad inmejorable para obtener ese Cofre y la has desperdiciado. Con esto me has decepcionado. Yo no doy segundas oportunidades, por lo que ahora rompo el trato que hice contigo y tu tiempo se ha acabado…

    Muy aterrorizado, Kronos vio con horror que los siete espíritus inmundos se le salían de su cuerpo para tomarlo de las manos y de los pies. Se retorció de manera desesperada, tratando de zafarse de sus garras.

    –¡No…! ¡Nooooo…! ¡Suéltenme por favor! ¡Aléjense de mí! ¡Amo, ayúdame! ¡Amo…! ¡Amooo…!

    En el suelo se abrió un hoyo hacia el Inframundo y los pavorosos entes se lo llevaron ahí. Él comenzó a emitir unos fuertes alaridos que cimbraron las paredes del Palacio.

    –¡No, no…! ¡Espera, amo Samael! ¡No permitas que me lleven! ¡Te traeré ese Cofre a como dé lugar, así sea lo último que haga en la vida! ¡No…! ¡Déjenme! ¡Aaayyy…!

    Y el desdichado se fue directo al averno ardiente…

  • Comenten cómo les está pareciendo hasta donde vamos. Mañana en la tarde, si lo acabo. o el jueves, subo el siguiente capítulo.
  • Hola, ya empareje la lectura quedando con la intriga de si el cabezota del príncipe sale bien parado o deja viuda a la princesa :)
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