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Kronos y Los Escuadrones del Mal

Hoy, en un rato que tuve en el trabajo hice un capítulo cero de una novela de ciencia ficción que se me ocurrió desde que estaba desayunando en la mañana.
Se los pongo aquí y me gustaría que me dijeran cómo ven este inicio...

CAPÍTULO CERO.- La Comisión Abominable: ¡Destruir el Cofre de las Gemas Preciosas!

 

       Aquel siniestro lugar en el Inframundo era capaz de provocar un inmenso terror y un espanto indescriptible. Era el lugar más temido por todas las almas del Universo…

Unas macabras y dantescas siluetas negras, siervos de las oscuras huestes de Asmodeo, se escurrían cual serpientes y las grandes lenguas de fuego se levantaban envolviéndolo todo, exhalando un humo negro muy espeso y asfixiante.

La escena rodeaba a un hombre y a un ser demoníaco…

Ante todo aquello, Kronos, haciendo muchos esfuerzos trataba de vencer el pánico que lo dominaba. ¡Estaba frente a frente y a muy pocos metros de la imponente presencia de Samael, el temible y poderoso rey de la oscuridad!

Su desmedida ambición por conquistar el Universo, fue mucho más grande que su temeraria idea de presentarse ante aquel nefasto personaje que lo observaba fijamente y con un brillo espectral en los ojos.

Samael se le acercó lentamente, estudiando con calma sus humanas reacciones y poniendo su grotesca mano cual garra de chacal sobre su hombro, a la vez que le dijo con su voz hueca, potente y cavernosa:

—¿Entonces qué has decidido, Kronos? ¡Tengo grandes cosas qué ofrecerte! ¡Pide lo que quieras y yo te lo daré! ¡No hay nada que sea imposible para mí!

El aludido estaba muy inseguro. Samael sonrió y movió su mano para disipar un poco las tinieblas, el espeso humo y todas las llamas de fuego.

Se hizo un espacio despejado en el que Kronos vio al Universo en toda su magnitud, muchas riquezas, oro, plata, piedras preciosas y todos los reinos de la Tierra.

El rey de la oscuridad, al ver que había despertado su codicia, a pesar de su miedo, exclamó:

—¡Todo esto te lo daré si postrado me adorares y si me entregas lo que te he pedido! ¡No será nada difícil que lo obtengas y lo traigas ante mi presencia! ¡Te recompensaré abundantemente, ya verás!

Kronos estaba estupefacto. Comenzó a balbucear:

—¿Todos los reinos del Universo serán míos? ¿Las riquezas también? ¿Seré todopoderoso entre las naciones?

—Solo te pido una cosa muy sencilla. Envía a tu ejército a que te traigan el Cofre de las Gemas Preciosas y ven ante mí y entrégamelo. ¡En ese momento tú serás el hombre más rico y poderoso de todo el Universo!

Samael le mostró en visión grandes riquezas, mujeres muy hermosas, banquetes y muchas cosas más. Le señaló un punto oscuro del Universo y sentenció:

—Como una muestra de lo que te estoy prometiendo, tú serás el rey de la Ciudad del Kaos y va a estar a tu mando… ¡Quiero el Cofre en mi poder y mucho más será tuyo!

Al verlo muy emocionado ante todo esto, y habiendo aceptado la Comisión Abominable, Samael sonrió y le dijo:

—¡Para asegurarme que vas a cumplir con mi cometido, en este momento envío a siete espíritus de la oscuridad para que vivan en tu cuerpo y te ayuden a conseguir el objetivo! ¡Ellos serán mis contactos entre tú y yo!

—¡Pe…! ¡Pero yo no necesito influencias malignas que quieran gobernarme para conseguir el Cofre! ¡No…! ¡Por favor, no quiero! ¡Te prometo que lo traeré! ¡Yo…! ¡Yo…!

Siete espíritus inmundos se fueron posesionando de Kronos quien cayó al suelo convulsionándose y echando espuma por la boca. Aquello fue un espectáculo espantoso y Samael rió ante todo ello, a la vez que exclamó:

—¡Con el Cofre de las Gemas Preciosas en mis manos, voy a vencer a mi odiado enemigo el Rey de Reyes, ya que al destruir el Cofre, acabaré con la Sabiduría que le da luz al mundo y sumergiré al Universo en las más densas tinieblas!

Kronos miró al rey de la oscuridad a la vez que sintió una gran fuerza maligna en su interior. Su estado mental y espiritual fue siete veces peor ahora que los siete espectros moraban en su interior. Samael sentenció:

—¡No te permito que fracases, ya que si no me traes el Cofre, mis siete siervos que viven dentro de ti, llevarán a tu alma hasta lo más profundo del Inframundo, donde serás atormentado día y noche y no podrás salir jamás!

Kronos gruñó como si fuera una fiera salvaje y sus ojos se iluminaron. El mal estaba en toda su intensidad en su ser y se irguió muy altivo y prepotente, a la vez que exclamó con una voz profunda y macabra:

—¡No fallaré, amo! ¡Te traeré ese Cofre para que puedas derrotar al Rey de Reyes de una vez y para siempre!...

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Comentarios

  • Hola Charly. Gracias por compartir este abre bocas. Duda: se basa en la mitología griega? Kronos, padre de Zeus. 
  • Mi amigo Ohm, Tiene mezclada mitología griega, romana, celta y otras cosas más.
    Fue una mescolanza que soñé el fin de semana pasado y que he dado forma entre el lunes y martes. 
    Subo el primer capítulo a ver qué te parece.
  • CAPÍTULO UNO.- La Persecución y Captura de la Princesa Zena 

           –¡Allá va!... ¡Todos hagan un círculo y acorrálenla!

    La pequeña nave MM-427 atravesó el Espacio como un rayo. Detrás de ella nueve naves enemigas la seguían muy de cerca… La persecución era intensa.

    El Almirante Marduk crujió los dientes y alzando su puño en señal de victoria, esbozó una siniestra sonrisa al ver desde su escotilla a la MM-427 que se alejaba.

    Satisfecho, él ordenó de inmediato:

    –¡La Princesa Zena no tiene escapatoria! ¡Rodéenla y no le hagan daño a su nave, ya que necesito entregarla viva!

    La MM-427 efectuó una parábola entre la oscuridad del Espacio, tratando de esquivar los cercanos disparos de varias naves que, con intensos rayos rojos y amarillos trataban solo de amedrentar a sus tripulantes.

    A bordo de la pequeña y escurridiza nave sus tripulantes se encontraban en un estado de máxima alerta. El piloto Axel estaba bañado en sudor por el nerviosismo y gritó con mucha desesperación:

    –¡Princesa Zena!... ¡Nos han alcanzado y ya nos tienen rodeados! ¡No es posible, Dios mío! ¡Estamos perdidos!

    Ella dijo, en un estado de tremenda angustia, pues sentía que el corazón le palpitaba violentamente:

    –¡Trata de huir, Axel! ¡Haz lo posible, por favor! ¡No dejaremos que ellos se apoderen del Tesoro, el cual es mi gran responsabilidad ante mi padre y ante todo mi pueblo!                               

    Eran nueve contra una. El piloto respiró profundamente ya que estaba ante un reto que era mucho más grande que sus fuerzas, por lo que tenía qué ser muy rápido y preciso. Él les gritó decididamente:        

    –¡Sujétense como puedan! ¡Trataré de burlar a las naves enemigas!

    La Princesa y dos de sus tripulantes (X-1 y X-2) que la resguardaban, apretaron sus cinturones de seguridad y con fuerza se aferraron a los brazos de sus asientos.

    La escurridiza nave hizo un giro de tornillo tan rápido y tan arriesgado, que por poco y choca de frente con un pesado y pequeño asteroide de hierro librando por pocos centímetros la inminente colisión.

    ¡Pero su feroz atacante que la perseguía muy de cerca, no tuvo la misma suerte, ya que chocó con el objeto estelar y ambos estallaron con un fuerte estruendo!

    El Espacio se iluminó con el macabro resplandor y la Princesa Zena cerró los ojos llena de pavor. Todos estaban bañados de sudor por la tensión que estaban viviendo.

    Al presenciar esto, el Almirante Marduk se sorprendió. Apretó los puños y vociferó con mucho coraje:

    –¡No puede ser! ¡Ya perdimos a una de nuestras naves! ¡Empiecen a cerrar la pinza sobre ellos!... ¡Rápido!

    Las naves enemigas ya tenían al alcance a la MM-427, por lo que empezaron a girar alrededor de ella y poco a poco fueron cerrando el círculo más y más, con mucha precisión y firmeza. No había escapatoria…

    Zena, al ver esto, les ordenó a X-1 y a X-2:                        

    –¡Comuníquense con nuestra base de Ciudad Imperial para que nos manden refuerzos! ¡Rápido!

    X-2, quien era el que llevaba el mando de los controles de transmisión de la nave, exclamó:

    –¡Sí, Princesa!... ¡X-1, ayúdame a enviar la señal!

    Pero Marduk era un viejo zorro del Espacio y adivinó de manera astuta las intenciones de la Princesa Zena y de los tripulantes de la MM-427, por lo que ordenó de inmediato a una de sus naves:

    –¡Nave S-5, dispara tu rayo hacia el Dispositivo DDCI (Dispositivo de Comunicación Interestelar) de la MM-427, para que no les sea posible pedir ayuda a la Ciudad Imperial y hazlo volar en pedazos! ¡Ahora!...

    Pero el tripulante no obedeció. Marduk gritó:

    –¡Nave S-5, te he dado una orden! ¡Dispara!...

    Tampoco lo hizo… Esto hizo enfurecer al Almirante quien de un tiro certero él mismo hizo pedazos el DDCI que sobresalía de la parte trasera de la nave.

    A bordo de la MM-427 la cual se cimbró con el impacto el piloto gritó desesperado:

    –¡No puede ser! ¡Nos acaban de destruir el Dispositivo de Comunicación! ¿Ahora qué vamos a hacer?... ¡Estamos totalmente aislados e indefensos ante ellos!

  • Axel, con la gran determinación que otorga el instinto de supervivencia en los momentos críticos, exclamó:

    –¡Sujétense porque ahora voy a hacer una maniobra que nos puede costar la vida, pero es lo único que me queda por hacer para que así podamos escapar!

    Zena, agachando la cabeza y envuelta en el caos de su mente, susurró:

    –¡Que el Rey de Reyes nos ayude! ¡Adelante, Axel, pon en marcha lo que tengas qué hacer!­­...

    Él era un piloto muy hábil, ya que efectuó un drástico y arriesgadísimo Vuelo en Barrena, que consiste en dejarse caer en picada, girando como disco para luego emprender el vuelo hacia arriba en una maniobra rápida y sorpresiva.

    Esta estrategia sorprendió a todos, pues dos de las naves enemigas perdieron la concentración y chocaron de frente, sacudiendo el Cosmos con un pavoroso estruendo.

    Marduk se quedó muy sorprendido y gritando fuera de sí, exclamó, mientras que sus venas se tensaban en su cuello:

    –¡No, no es posible que una sola nave sea mucho más astuta que todo mi ejército! ¡Vayan tras ella!...

     

    Esos momentos de confusión fueron aprovechados por la Princesa Zena, quien rápidamente tomó un pequeño Cofre de oro puro, cubierto de piedras preciosas y fulgurantes y lo metió en una Cápsula Espacial.

    Se abrió una compuerta en la parte trasera de la nave MM-427 y la Cápsula fue enviada al Espacio Exterior, con el preciado Cofre bien resguardado en su interior.

    Los enemigos seguían confundidos por lo sucedido, por lo que no vieron su salida de la nave MM-427, la cual pasó totalmente desapercibida.

    La pequeña Cápsula estaba mimetizada con un color gris terroso, apagado, sin brillo. Se alejó lentamente como si fuera un minúsculo y simple trozo de asteroide.

    Ya estando a una considerable distancia encendió dos cohetes y se perdió rápidamente rumbo al horizonte… Zena respiró aliviada al ver que la Cápsula se alejaba de manera muy discreta de la zona de peligro.

    El enemigo no se dio cuenta de la astuta maniobra, ya que se quedaron bastante sorprendidos con la explosión de las dos naves, y el codiciado Cofre de las Gemas Preciosas estaba momentáneamente a salvo.

    Ella se quedó muy seria y agachó la cabeza pensando tristemente y con aire apesadumbrado:

    –Si no hubiera desobedecido a mi padre…

    La voz de X-1 la sacó súbitamente de sus pensamientos:

    –¡Princesa! ¡Ahí vienen de nuevo!...

    El piloto vio con horror que otra vez las naves enemigas iban persiguiéndolos y cada vez estaban más y más cerca por lo que tenía qué hacer algo rápidamente.

    Usando toda su habilidad, efectuó todo tipo de giros, de rizos y de piruetas, pero ya no pudo tomar distancia de ellos. La captura era inminente…

    Zena tenía un Micro Comando escondido en la parte interior de su corona y comenzó a usarlo, ya que estaban a punto de ser alcanzados.

    Con ese artefacto controló la Cápsula para poder alejar el Cofre a un lugar seguro. Esa tecnología fue creada por el padre de la Princesa, el Rey Bicerofonte.

    Hecho esto, la Princesa suspiró. ¡Ya no había nada más qué hacer, pues las naves enemigas les dieron alcance!      

    El piloto intentó todo lo que pudo, desde un imprevisto giro de tonel, otro tornillo suicida y hasta un arriesgadísimo movimiento de barril, pero los adversarios estaban muy listos y dispuestos a no dejar escapar a la MM-427.

    Zena ordenó presurosa a Axel, su piloto:

    –¡Pronto! ¡Dirígete a la Zona de Asteroides! ¡Quizás ahí podamos escapar, mientras que yo envío a la Cápsula a un lugar seguro, donde los enemigos no la puedan encontrar!

     

    Mientras que la MM-427 pasaba entre grandes trozos de metal, esquivando hábilmente el enorme peligro, la Princesa aprovechó el momento para usar la avanzada tecnología que le dio su padre, tomó el control absoluto de la Cápsula.

    Usando códigos secretos y desplegando en el aire todo un mapa luminoso de coordenadas en tercera dimensión, ella puso una serie de algoritmos que le permitirán a la Cápsula llegar hasta el Planeta XP.

    En realidad es un planetoide donde vive una aldea que es gobernada por muchas mujeres sabias y muy prudentes, las cuales son conocidas como las Andrómedas.

    Ellas hicieron un Imperio justo y equilibrado a pesar de sus carencias y sus imperfecciones como seres humanos. Querían darles un mundo mejor y más feliz a sus hijos.

  • Esas mujeres escaparon junto con sus hijas e hijos muy pequeños a ese lugar a causa de la maldad de los hombres y especialmente por el acoso del rey Kronos y de su Almirante Marduk, quienes querían esclavizarlas para pedirles tributos.

    La Princesa Zena sabía que el Cofre iba a estar bien custodiado por ellas, principalmente por su reina Amaltea, una mujer provista de sensatez, discernimiento y sabiduría que dirigía su reino con gran amor y misericordia.

    Dadas las indicaciones a la Cápsula, la Princesa Zena se colocó de nuevo la corona en su cabeza. Sus pensamientos se interrumpieron en forma abrupta cuando la nave se cimbró de manera violenta. Ella gritó muy asustada:

    –¡Aayyy…! ¿Qué está pasando, Axel?

    X-1 y X-2, quienes estaban sentados a ambos lados de ella, la sujetaron de los brazos para evitar que se lastimara, ya que el piloto tuvo qué frenar en forma intempestiva.

    El Almirante Marduk le adivinó la hábil maniobra y le cerró el paso, impidiendo que pudiera avanzar más adelante. La persecución había terminado...

    Marduk se comunicó de inmediato con la nave y dijo, esbozando una sonrisa triunfal:

    –¡No traten de escapar! ¡Princesa Zena, el rey Kronos te espera, ya que desde este momento eres su prisionera! ¡No se resistan, ya que tenemos órdenes de destruirlos si pretenden huir o hacer algo imprudente!

    Axel vio que no había espacio alguno, ni por arriba, ni por abajo, ni a los lados donde pudieran escabullirse. Las armas de los enemigos apuntaban a la nave MM-427… ¡Ya nada se podía hacer!...

    Pronto, se vieron fuertemente rodeados y no les quedó más que rendirse y sin poder comunicarse con la base militar de la Ciudad Imperial y con el rey Bicerofonte.              

    Zena es una muchacha muy fuerte y con un valor a toda prueba, pero ante todo esto no pudo evitar que las lágrimas recorrieran sus mejillas. Sabía que todo esto era su culpa y ahora tenía qué pagar las consecuencias.

    Con un movimiento de cabeza les indicó a su piloto y a sus ayudantes que no lucharan, pues era inútil hacerlo, y que siguieran a Marduk. Cuando menos había alejado el Cofre de las manos de sus enemigos, el cual ya estaba a salvo.

    Ella balbuceó:

    ­–Axel, X-1 y X-2. Todo esto nos ha sucedido a causa de mi tremenda irresponsabilidad. Les suplico que me perdonen por mi enorme imprudencia. Sé que no merezco su perdón ya que ahora estamos en peligro de muerte.

    Axel la miró triste pero comprensivo, y exclamó:

    –Tranquila, nosotros tres sabíamos que lo que íbamos a emprender contigo era algo bastante arriesgado pero de todos modos decidimos ir para cuidarte y para traer el Cofre de las Gemas Preciosas a la Ciudad Imperial.

    –¡Pero es que nada de esto habría sucedido si yo no los hubiera obligado a emprender ésta estúpida aventura!…

    X-1 la tomó delicadamente de una mano y le contestó:

    –No te preocupes, Princesa. No nos obligaste a nada. Tú no tienes culpa de todo esto. De alguna manera vamos a salir adelante, ya verás. Tengamos fe y esperanza en el gran Rey de Reyes, quien nos librará de ésta situación.

    Ya sin resistencia, la nave fue conducida hasta Ciudad del Kaos. Ella comprendió lo gravísimo del problema en que se había metido junto con sus tripulantes de la nave.

     

    Mientras tanto, la Cápsula, siguiendo las coordenadas que Zena le había programado, recorrió todo lo largo del Abismo Estelar hasta que llegó a la Galaxia Andrómeda, donde las habitantes del Planeta XP toman su nombre.

    De pronto, algunas mujeres que estaban todavía en el campo, regresando a sus casas después de sus labores, vieron asombradas cómo un bólido luminoso y cuan largo cometa, entraba a la atmósfera y surcaba el cielo estrellado.

    Fue un fenómeno espectacular. Vieron un resplandor en el horizonte, como un hermoso relámpago cuando éste chocó en el suelo. Fue algo muy pocas veces observado, cuando un objeto del Espacio invade la atmósfera del Planeta XP.

    La Cápsula se dirigió hacia una zona desértica y cayó dentro de una cañada, donde se hundió entre la tierra.

    Algunas mujeres se presentaron ante la reina Amaltea y le comentaron acerca de lo que vieron en el cielo. Ella dijo:

    –Probablemente ha sido un meteorito, un asteroide o un bólido. Mañana con la luz del día investigaremos toda la zona desértica. También pudo haber sido un cometa fugaz.

    En el lugar de la caída, la cápsula estaba semienterrada en la arena emitiendo una débil lucecilla verde y un ‘bip-bip’ en un tono tan bajo que apenas se escuchaba cerca de ella.

  • El rey Bicerofonte había ideado esta señal para que la pudieran detectar y así poder rescatar la Cápsula espacial. En caso de haber un peligro, enviarían el Cofre de las Gemas Preciosas a algún lugar seguro para rescatarlo después.

     

    En breve, las naves llegaron a la Ciudad del Kaos junto con sus prisioneros. El Almirante Marduk vio primero salir de la nave MM-427 a Axel, el piloto, quien fue desarmado y de inmediato lo custodiaron.

    A continuación salió la Princesa Zena. Marduk le dio la mano para ayudarla a salir, pero no por caballerosidad, sino como una forma de humillarla, mientras que esbozaba una enorme sonrisa irónica de triunfo.

    Ella salió muy seria, con la cabeza erguida demostrando su dignidad y no aceptó que la ayudara.

    Al ver todo esto, X-2 quien venía atrás de ella creyó que el Almirante quería aprovecharse de Zena para agredirla o para tocarla, e inmediatamente desenfundó su pistola de Energía Dirigida Alfa para defenderla.      

    Uno de los hombres de Marduk, reaccionó rápidamente y de una certera patada le tumbó el arma de las manos, a la vez que le apuntó con la suya y le dijo:

    –¡Tranquilo y no pretendas hacerte el héroe! ¡Solo nos interesa la Princesa y ustedes tres no, por lo que si quisiera, podría volarte la cabeza en éste mismo instante!

    Zena gritó muy asustada:

    –¡Déjalo!... ¡No le hagas daño!

    De inmediato, los demás hombres sacaron sus pistolas y también desarmaron a X-1. Marduk sonrió y miró fijamente a la Princesa, a la vez que susurró:

    –¡Tienes tu carácter, niña rebelde! ¡Pero con unos días en el calabozo vas a quedar tan mansita como un cordero, y hasta bajarás la mirada, humillada ante mi presencia!

    Esposaron a los tres hombres y junto con la Princesa los escoltaron en silencio ante el rey Kronos. Estaban dispuestos a guardar silencio y a toda costa no revelarían el paradero del Cofre de las Gemas Preciosas.

    Marduk vio cómo sus hombres se los llevaban a todos hasta el Palacio de Kronos. Antes de seguirlos, se dirigió a Zarak, el piloto de la nave S-5 y le dijo con coraje y rencor:

    ­–No me he olvidado de ti. El haber desobedecido mis órdenes no se quedará sin castigo.

     Mandó a sus hombres que lo llevaran a las mazmorras, ya que tenía un escarmiento muy ejemplar para él.

    Su grave error fue haberse insubordinado al no haber obedecido las órdenes de disparar contra el Dispositivo de Comunicación Interestelar (DDCI) de la nave MM-427.

    Zarak alegó haberse puesto muy nervioso, por lo que no obedeció las órdenes. Tuvo miedo de destruir la nave en vez de acabar con el Dispositivo.

    Lo pusieron en una celda provisional, oscura, bajo llave y sin pan ni agua… Marduk pensó en darle una lección tan fuerte, que les sirviera de ejemplo a todo su ejército para que jamás osaran desobedecer sus órdenes y sublevarse ante él.

     

    Ya en ese lugar, Zarak cayó en un profundo abatimiento y reflexionó entre las sombras en su verdadera intención al no haber disparado en contra de la nave MM-427.                         

    Él no quiso destruir el DDCI para que la Princesa Zena pudiera comunicarse con los suyos y pedir auxilio, pero el astuto y artero Almirante Murdok acabó con el Dispositivo de un solo disparo.

    Recordó que el padre de la Princesa, el Rey Bicerofonte ayudó a su pueblo hace unos años al darles alimentos y agua durante una hambruna. Esto evitó que murieran de inanición.

    Por causas de la vida, en una cruenta batalla estelar que su pueblo perdió, él fue apresado, llevado hasta la Ciudad del Kaos y obligado a servir militarmente en el ejército del rey Kronos, pero nunca olvidó ese favor.

    Zarak fue puesto por Kronos en el escuadrón especial de Marduk. Como quería seguir con vida para después tratar de escapar en un posible descuido, muy pronto se convirtió en uno de sus hombres de confianza del Almirante.

    Aner, otro habitante de su pueblo que se encontraba con él cuando fue hecho preso, también se lo llevaron a la fuerza y fue obligado a trabajar como cheff en la cocina real.

    En su oscura y fría celda, Zarak temblaba de miedo, ya que conocía la perversidad del Almirante y sabía que de él solo se podía esperar lo peor… ¡Era una bestia, un chacal!

    Marduk también estaba influenciado por el poder de las tinieblas y su objetivo era convertirse en su brazo derecho de Kronos, de manera que muy pronto llegara a ser el segundo en el mando, en el Reino del Kaos.

  •  

    Mientras tanto, en una amplísima sala, bien iluminada y donde estaba un trono negro de mármol, marfil y obsidiana, un sujeto corpulento, muy alto, de gran barba negra y espesa, miraba altanero a la Princesa Zena que estaba ante él.

    Kronos era la representación del mal y de las tinieblas...

    Solo se escuchaba el ruido de los pasos de Kronos, que lentamente resonaban en el pulido mármol jaspeado del piso al irse acercando a la prisionera. Todos estaban muy callados y Marduk sonreía satisfecho al contemplar esta escena.

    Zena mostraba una gallardía real, con la cabeza en alto, sin doblegarse ante él y guardando silencio. Kronos la miró fríamente y con voz de trueno, vociferó:

    –¿Dónde está el Cofre de las Piedras Preciosas?

    Zena permaneció callada, inmutable, y con la mirada levantada. Estaba dispuesta a no dejarse humillar por aquel tirano, quien volvió a preguntar:

    –¡Sé que tú tienes escondido el Cofre de la Sabiduría! ¡Ya revisamos tu nave y no hay nada! ¿Dónde está? ¡Si me lo entregas, les perdonaré la vida, a ti y a tu tripulación!

    El silencio era absoluto. Marduk se encendió de ira al ver los desplantes de Zena en contra de su rey, por lo que reaccionó violentamente y bruscamente le puso una afilada daga en el cuello a Axel, el piloto, y gritó:             

    –¡Respóndele a nuestro rey inmediatamente o le corto la cabeza! ¡Habla…!

    Kronos extendió su mano y astutamente le dijo en tono conciliador:

    –Espera Marduk, no hay necesidad de derramar sangre por ahora. Unos tres o cuatro días en el calabozo sin pan ni agua doblegarán a ésta insolente jovencita…

    Pero Zena no se dejó amilanar ante lo que oyó. Kronos señaló a los cuatro y sentenció:

    –¡Enciérrenla aparte y que esté completamente sola, ya que tendrá tiempo para reconsiderar su actitud y verán que nos va a decir dónde tiene el Cofre! ¡A los otros denles unos latigazos y pónganlos en otra apartada celda!

    Kronos miró a los ojos a Zena quien retadora le sostuvo la mirada, y dijo en voz baja:

    –Pero quizás esta niña quiera hablar ahora y evitarse un enorme sufrimiento… Te repito, si me entregas el Cofre de las Piedras Preciosas perdonaré tu vida y la de tu tripulación. Te dejaré ir con tu padre…

    Zena lo calló tajantemente:

    –¡Jamás! ¡Prefiero morir a que el Cofre llegue a caer en tus manos! ¡Estoy dispuesta a pagar las consecuencias de mis actos, cueste lo que cueste!

    El rey Kronos le dijo a Marduk:

    –¡Perfecto!... ¡Así lo ha decidido nuestra Princesita! Ve y condúcela a sus ‘aposentos reales’, hasta lo más oscuro y helado de mi calabozo. La quiero ante mi presencia dentro de tres días. ¡Y nada de comida, bebida, ni frazadas!

     

    Marduk condujo a Zena por un largo pasillo hacia el área de los calabozos. Ella seguía silenciosa.

    El Almirante no podía dejar de ver la actitud digna y altiva de la Princesa a pesar de que estaba siendo llevada al cautiverio. Esto hacía que su hermosura resaltara de una manera bastante majestuosa.

    Marduk la miró con aire retador. Con gran soberbia se le acercó y le dijo:

    –Después de tres días de encierro vas a decir todo lo que Kronos te pregunte. De mi cuenta corre que suplicarás de rodillas a mis pies que te de un bocado de pan y de agua.

    Zena no se dejó intimidar y usando todas sus fuerzas le dio una violenta bofetada que lo descontroló totalmente.

    Ella estuvo a punto de propinarle otra, pero Marduk le sujetó la mano de manera que la hizo gritar de dolor. Hecho una furia vociferó:

    –¡Maldita!... ¡Esto lo pagarás muy caro!

    Atraídos por los gritos, en ese momento entraron por el pasillo y en forma apresurada varios guardias, que estaban muy alertas. Uno de ellos, exclamó:

    –¿Sucede algo, Almirante?...

    Marduk arrojó a Zena en forma violenta al suelo y les ordenó tajantemente:

    –¡Enciérrenla en el calabozo más frío y húmedo! ¡No le den comida ni bebida alguna y quítenle las botas, para que el frío helado del suelo de la celda le atormente los pies y la domestique! ¡Ya verá que de mí nadie se burla…!

    Con lujo de violencia, los guardias la llevaron a rastras al fondo, hasta donde estaba la celda más oscura y tenebrosa.

    Zena, al pasar al lado de la Celda de Castigo, sintió que su corazón se le desgarraba ante los gemidos de dolor que su tripulación exclamaba al sentir el duro y cruel rigor de todos los fuertes latigazos que herían y flagelaban sus espaldas.

  • Una salvaje voz resonó en el ambiente:

    –¡Confiesa o te despellejo! ¿Dónde puso la Princesa el Cofre de las Piedras Preciosas?

    Baldo, el Verdugo oficial de Marduk, era una bestia despiadada, que gozaba con el sufrimiento de los prisioneros que tenían la desgracia de caer entre sus manos. Su delirio era la sangre y se extasiaba ante lo rojo de la carne.

    Usaba el látigo de manera cruel para disfrutar de los lamentos de los desdichados y como lobo que come primero, dejaba los restos para la manada. Así, después de la orgía de sangre, dejaba a sus ayudantes que siguieran con el festín.

    Solamente los chasquidos del látigo en la piel rompían en forma escalofriante el silencio. Los cuatro desdichados se quejaban en desesperados gemidos, pero ninguno abrió su boca ni dijo nada.

    Ella dejó que las lágrimas le corrieran abundantes al recordar que nada de esto habría sucedido si ella no hubiera convencido a la tripulación para que la acompañara a llevar el Cofre de las Gemas Preciosas sin que su padre lo supiera.

    Los guardias le arrebataron las botas y así descalza, la arrojaron al interior de la celda. Acto seguido le pusieron cerrojo y la dejaron sola.

    Pronto, la Princesa Zena estaba en el oscuro y húmedo calabozo. Se sentó en un montón de paja y subiendo sus pies desnudos para alejarlos de la humedad y el frío del suelo y ya no pudo más. Se puso a llorar amargamente…

     

    Cerca de ahí, Marduk interrogaba salvajemente a Zarak, el piloto de la nave S-5 que había desobedecido sus órdenes. El pobre hombre estaba lleno de pavor.

    –¿Por qué te has insubordinado, Zarak?... ¡Ya te habías ganado el honor de ser uno de mis hombres de confianza por tu lealtad y tus méritos! ¡Esperaba una traición de cualquier otra persona, pero no de ti! ¿Cómo es posible?

    El aludido estaba muy confundido, sin saber qué decir y qué hacer. Solamente miraba al piso sin atreverse a verlo a los ojos, pues sabía lo que ahora le esperaba. Marduk, hecho una furia, continuó gritándole:

    –¿Por qué no me obedeciste cuando muy claramente te ordené que dispararas un certero rayo contra el Dispositivo de Comunicación Interestelar (DDCI) de la nave MM-427?

    Balbuceante, Zarak volvió a repetir que se había puesto muy nervioso, por lo que no obedeció sus órdenes. Dijo que le venció el pánico y tuvo mucho miedo de destruir la nave en vez de acabar con el Dispositivo.

    Los ojos de Marduk prácticamente despedían fuego. En una repugnante mezcla de sadismo y crueldad, dijo:

    –¡Ha llegado el momento que aprendas que las órdenes son dadas para cumplirse y no para desobedecerse!

    Zarak trató de escapar pero los custodios lo agarraron y lo sometieron violentamente. Suplicó clemencia, pero nada hizo que Marduk se apiadara en lo más mínimo.

    Baldo, el verdugo, sonrió siniestramente y exclamó:

    –Es el momento de la diversión. Déjenlo en mis manos, ya que le voy a enseñar a obedecer siempre las órdenes.       

    Marduk se le acercó y respondió:

    –Espera, Baldo. Ahora a mí me toca divertirme. Tengo algo preparado para él, ya verás…

    Los demás hombres que habían asestado los latigazos al piloto y a sus dos acompañantes, sujetaron fuertemente al desesperado Zarak y pusieron su brazo izquierdo sobre la superficie de una mesa maciza de piedra.

    Marduk extrajo de su vaina su espada de dos filos, la cual brilló de manera siniestra. Zarak exclamó con los ojos sobresaltados y balbuceó al adivinar las intenciones del cruel y despiadado almirante del mal:

    –¡No, no por favor!... ¡N-no lo hagas!... ¡No volveré a desobedecerte, te lo prometo, te lo juro, y…! ¡Esperen…! ¡No…! ¡Nooooo…!

    La hoja de la espada refulgió como un rayo poderoso, se levantó a todo lo alto y rápidamente bajó. En un momento el acero se tiñó de rojo, y fue acompañado de un escalofriante chasquido, seco y contundente.

    Un alarido resonó en la sección de calabozos y llegó hasta donde estaba Zena, quien sobresaltada sintió que su corazón le daba un vuelco.

    ­–¡¡¡AAARRGGHHHHH…!!!

  • Si les ha gustado y desean que suba el capítulo dos, coméntenlo, ya que estoy dispuesto a subir la novela completa aquí.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Y se te ocurrio en el desayuno y ya tienes montado toda una novela? pues que imaginaciòn tan fertil tienes, me la empezarè a leer, espero que no me dejes empezada :)
  • editado 18 de enero
    Lo hice desde el viernes y fin de semana hasta ayer. Pero solo el capítulo uno.
    Estoy haciendo ahora el capítulo dos, pero ya tengo toda la historia en mi escaleta y en mi mente.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
     Bien, esperando la continuaciòn,..  si me gusta  te seguirè hasta el final. :)
  • editado 18 de enero
    Me avisas. Si acabo el segundo capítulo hoy, lo subo, o si no, mañana de seguro.
    Dime si subo los siguientes capítulos en este hilo o abro hilos para cada uno de los siguientes capítulos.
  • OhmOhm
    editado 18 de enero
    ¡Charly, te has marcado un home run!

    Charly, tu narrativa nos transporta a un mundo oscuro y misterioso del Inframundo. Las descripciones detalladas pintan imágenes de las macabras siluetas, las llamas, y la imponente presencia de Samael, creando una atmósfera densa. La intensidad emocional entre Kronos y Samael es palpable, y los diálogos están magistralmente escritos.

    Me gusta que el conflicto central sea alrededor de la ambición de Kronos y las consecuencias de sus decisiones añade un elemento moral intrigante a la trama.

    Además, los siete espíritus de la oscuridad, agrega una capa adicional de complejidad y misterio. El desarrollo del personaje de Kronos a lo largo de lo que he leído es notable, mostrando cómo su elección afecta su estado mental y espiritual.

    Esta es una lectura fascinante que recomendaría a cualquier amante de la fantasía oscura.
  • Mejor, si no hay problema, diría que lo subas aquí. Para no andar buscando las partes de la historia en todos lados que después se nos pierden. 
  • editado 18 de enero
    Gracias, mi amigo. Aquí subiré los capítulos. Esta novela de ciencia ficción unirá dos elementos aparentemente irreconciliables que son el misticismo tirando a religioso y la ciencia ficción, además de una historia de amor.
    Mi idea es procurar hacer una mescolanza que probablemente no se ha hecho en una novela, o quizá se ha hecho muy poco. A ver si les gusta y espero que todo salga bien.
    Agradezco tus palabras que me animan a seguir adelante. Amparo también está dispuesta a leerme y les prometo que no les fallaré.
  • CAPÍTULO 2.- La Princesa Zena es Encarcelada y Logra Comunicarse con su Padre

     Marduk, con mirada diabólica, se regocijó por lo que había hecho. La espada chorreaba sangre y sobre la mesa de piedra estaba la mano izquierda de Zarak, con los dedos crispados como una garra.

    Ante la brutal amputación, Zarak perdió el sentido. El bestial Almirante Marduk ordenó a sus hombres:

    ­–¡Cicatrícenle el muñón para que no muera desangrado! ¡Así jamás volverá a desobedecerme, y esto quedará como una advertencia para todos! ¡Aquí las órdenes se cumplen o se cumplen, no hay de otra!

    Con la punta de su espada traspasó la mano y la arrojó a los pies de los guardias. Entonces les dijo:

    –Una vez que le hayan curado el muñón, enciérrenlo en una celda y éste despojo arrójenlo a los perros hambrientos.

    Los dos guardias arrastraron a Zarak, dejando un rastro de sangre en el piso. Uno de ellos arrojó con desdén la mano hacia el jardín donde estaban unos perros negros que eran los que custodiaban los aposentos de Kronos, el rey del mal.

    Los canes olfatearon el despojo sangrante. Una sombra furtiva y sigilosa se aproximó y la recogió. Los animales no ladraron, ya que conocían bien a ese extraño personaje…

     

    En el oscuro y lúgubre calabozo, Zena lloraba ante todo lo que había ocurrido. En su mente sus pensamientos giraban como un remolino. Ella y su tripulación estaban viviendo la más terrible de sus pesadillas.

    Todo esto estaba sucediendo por su culpa. Ella no podía excusarse de ninguna manera, por lo que sufría doblemente por su tripulación que estaba pagando las consecuencias de sus grandes errores.

    Además de haber sido capturados, sus hombres fueron sometidos a fuertes y crueles latigazos. Desconocía de quien había sido el desgarrador alarido que escuchó al último y que hizo que la sangre se le helara en las venas.

    La Princesa Zena seguía sentada en el hato de paja, con  los pies descalzos y levantados para alejarlos de la humedad, ya que sus dedos se le acalambraron y le dolían bastante.

    En breve, cerca de ahí, Axel, X-1 y X-2 estaban en otra oscura celda, tirados bocabajo en el piso y doliéndose de los surcos abiertos y sangrantes que cruzaban sus espaldas por los crueles latigazos. Ellos se aguantaron y no dijeron nada.

    Algunas alimañas que pululaban en el húmedo suelo, se acercaron para alimentarse de la sangre que escurría de los cuerpos de estos desdichados. Marduk estaba dispuesto a dejarlos morir en aquel lóbrego y siniestro calabozo.

    A causa de los latigazos y de la pérdida de sangre, ellos podrían morir en unos días al no recibir atención médica, por lo insalubre del lugar y al no proveerles de pan ni agua.             

    Pronto, los tres cayeron en una piadosa inconsciencia. Sus captores los dejaron a su suerte y todo quedó en el más absoluto silencio…

     

    Y en esos precisos momentos había mucho ajetreo en la Ciudad Imperial. Varias decenas de naves partían presurosas hacia diversos puntos del Universo.

    La gran búsqueda de la Princesa Zena, de su tripulación y de la nave MM-427 se había iniciado. El rey Bicerofonte daba órdenes a sus súbditos para que todos sus escuadrones buscaran a la nave por todas las Galaxias cercanas.

    Él, dando órdenes rápidas y precisas, exclamó:

    –¡Escuadrón Centella, busquen en el Cinto de Orión hasta las Perseidas y escudriñen la Osa Mayor y la Menor! ¡El Comando Neutrino que recorra la Vía Láctea, sin olvidar la Estrella Polar!

    Al lado del rey Bicerofonte se encontraba un muchacho que estaba tremendamente nervioso. Era un joven inmaduro e imprudente, que hacía las cosas antes de pensarlas bien y sin fijarse primero en las consecuencias.

    Este era el Príncipe Anthar, el prometido de la Princesa Zena. Un chico bueno y de nobles sentimientos, pero su gran defecto era su impulsividad. Le hacía falta Sabiduría del Rey de Reyes para ver y analizar las cosas en su justa dimensión.

    Anthar observaba al rey con profunda preocupación y él no dejaba de decir:

    ­–¡Tenemos qué hacer algo! ¡Mi futura esposa está en gran peligro! ¡Saldré en éste mismo instante y recorreré en mi nave todas las galaxias y las constelaciones! ¡Cueste lo que cueste, yo voy a…!

    El rey Bicerofonte lo detuvo en seco y exclamó:

    –¡Espera, Anthar! ¡Siempre eres tan impulsivo! ¡Piensa antes de actuar! ¡Tenemos qué planear nuestras estrategias con mucha sangre fría! ¡Todos mis súbditos están buscando a mi hija, a los tripulantes y a la nave MM-427!

    El Príncipe lo miró muy angustiado y balbuceó:

    –¡Pe… Pero no nos podemos quedar nosotros dos con los brazos cruzados! ¡Hay qué hacer algo, y…!

    El rey lo miró fijamente, y después de emitir un suspiro que mostraba cierta lejana nostalgia, sentenció:

    –¡Vamos a buscar la dirección del Rey más poderoso de la Galaxia y de todo el Universo para poner nuestra causa en sus manos! ¡Humanamente estamos haciendo todo lo posible para encontrarlos, pero para ÉL nada es imposible!

  • –¿Usted está hablando de…?

    –¡Sí, ÉL es el Rey de Reyes y Señor de Señores! Vamos a nuestro Aposento Privado y pidamos con todo el corazón el abrigo del Altísimo y que cubra la sombra del Omnipotente a Zena y a sus tres acompañantes.

    El Príncipe Anthar guardó silencio… Sabía que si ellos recurrían al Rey de Reyes las cosas se iban a solucionar.

    Al rey Bicerofonte le dolía que por culpa del malvado rey Kronos y la Ciudad del Kaos, se hubieran perdido todos los 66 Libros de la Gran Sabiduría Cósmica del Universo, a excepción del Cofre de Piedras Preciosas.

    Las naves siguieron saliendo de la Ciudad Imperial… Iban a escudriñar todos los rincones posibles hasta dar con una pista que condujera a la nave MM-427 y sus tripulantes.

    Anthar se quedó pensativo. Su imprudencia, inmadurez e impulsividad no lo dejaban ver con toda claridad que lo que el rey Bicerofonte estaba haciendo, era lo más sensato y que se regía según la Sabiduría del Rey de Reyes.

    Él pensaba que su suegro estaba actuando con lentitud, con mucha negligencia y como si no sintiera nada por su hija y sus acompañantes, pero se quedó totalmente callado…

    Sabía perfectamente que no podía contradecirlo. No se percataba que su falta de juicio y de razonamiento maduro le impedían ver las cosas como el rey las tenía contempladas.

    Inconforme e impotente, se puso a observar a las naves que se elevaban al cielo, sin poder hacer nada para participar en el rescate.

     

    Volviendo con la Princesa Zena, lo helado del ambiente le puso la carne de gallina. Aguantando el frío en las plantas de los pies al pisar el húmedo suelo, hizo una ‘cama’ de paja que la pudiera aislar y que le diera un poco de calor.

    Sentada, juntando sus piernas a su cuerpo, ahí se quedó quieta e inmóvil, frotándose los dedos de los pies para darles calor. Se refugió en el recuerdo de su padre Bicerofonte, de su madre Yarah y de su prometido Anthar.

    Sus pensamientos vagaban y giraban como un remolino, a la vez que se lamentaba y lloraba por ser tan insensata e imprudente. Todos estaban sufriendo por su culpa. ¡Cómo le hacía mucha falta la Sabiduría del Rey de Reyes!

    La oscuridad y el calabozo desaparecieron para ella, ya que su mente vagó en el pasado, reviviendo con todo lujo de detalles, cuando su reino era feliz, hasta los amargos hechos que posteriormente habían ocurrido.

    Su mente recordó que hace décadas la Ciudad Imperial era un Paraíso donde el Rey de Reyes había dejado al pueblo y al rey Bicerofonte su Palabra escrita en los 66 Libros de la Gran Sabiduría Cósmica del Universo.

    Con la Sabiduría todos se regían en un luminoso camino de equidad y de rectitud. Desde todos los confines de todo el Universo venían las naciones a aprender y a vivir la Palabra del Rey de Reyes.

    La luz de sus enseñanzas eran el Faro del Cosmos…

    Ella en ese tiempo todavía no había nacido pero recordó lo que su padre le contó en varias ocasiones. Bicerofonte iba a su Aposento Privado y estudiaba la poderosa Palabra para luego enseñarla a todo su pueblo. Él les decía, por ejemplo:

    –¡Solo el Temor del Señor es la base del verdadero conocimiento!...

    Sus vasallos no se cansaban de comentar:

    –Nuestro rey es muy sabio… Gracias al Rey de Reyes y al Libro de la Sabiduría él ha sabido gobernar a su pueblo.

    En el reino no había malicia. Todos se conducían con mucho amor y respeto los unos a los otros. Cabe decir que eran prósperos y muy bendecidos por el Rey de Reyes pues andaban en sus sabios caminos.

    Nunca se imaginaron que un grave peligro estaba sobre ellos. El rey Kronos, gobernante de la Ciudad del Kaos era todo lo opuesto al rey Bicerofonte y la Ciudad Imperial.

    La Ciudad Imperial es conocida como la Ciudad de la Luz, y la Ciudad del Kaos es la Ciudad de las Tinieblas.

    El rey Bicerofonte es gobernado por el Espíritu del Rey de Reyes, el cual es Santo. En cambio, el rey Kronos estaba siendo manipulado por siete espíritus inmundos.

    Cuando la Ciudad Imperial gozaba de mucha paz, de forma sorpresiva y traicionera llegó el rey Kronos e hizo la guerra con el rey Bicerofonte quien en ese tiempo era un joven inexperto en las batallas y lo venció.

    Kronos, al tener a su enemigo en sus manos, exclamó:

    –¡Ríndete, Bicerofonte! ¡Reconóceme de rodillas como tu amo y tu señor!

    –¡Jamás! ¡Prefiero morir antes de doblegarme a un ser tan asqueroso como tú!

    Una bofetada cruzó la mejilla del rey Bicerofonte, y la sangre brotó de su nariz y de su boca, pero le contestó:

    –¡Mátame si quieres! ¡Ni yo y mi pueblo nos vamos a humillar ante ti! ¡Vamos! ¡Toma ese puñal que tienes en el cinto y mejor quítame la vida! ¡Nunca me verás derrotado!

  • Bicerofonte fue encarcelado y la Ciudad Imperial fue puesta en esclavitud durante más de una década, por lo que sus habitantes tuvieron qué pagar grandes tributos al tirano.

    Kronos, por medio del tirano Marduk, mandó recoger todo Libro de la Gran Sabiduría Cósmica del Rey de Reyes en todo el reino, e hizo una inmensa hoguera ardiente donde los quemó. Esto fue una verdadera desgracia…

    Todos los Aposentos Privados tanto del rey como los del pueblo fueron cerrados, pero todos siguieron levantando sus clamores al Rey de Reyes en lo más profundo de sus almas y de sus corazones.

    Marduk prohibió dirigir las peticiones al Rey de Reyes e incluso hasta mencionar su nombre, pero el pueblo no le hizo caso e invocaban al Omnipotente, quien les prometió que nunca los iba a dejar.

    Prefirieron morir de pie que vivir de rodillas, a pesar de que el verdugo Baldo, Marduk y sus carniceros hicieron una matanza entre las tropas del monarca de la Ciudad Imperial.

    Solo se salvó la Sabiduría que el rey Bicerofonte logró guardar en un Cofre de Piedras Preciosas, y antes de que Kronos se apoderara de él, lo envió muy lejos, por medio de un anónimo y fiel viajero que salió en una pequeña nave.

    –¡Ghiorzo! ¡Escapa lejos, hasta el Planetoide Y-24, y quédate ahí a vivir! ¡Custódialo con tu vida y espera hasta que vengamos por él! ¡Pronto el Rey de Reyes libertará a la Ciudad Imperial!

    El viajero partió en una pequeña nave circular hacia ese lugar, aprovechando el fragor de la cruel batalla, pues nadie se percató de su salida. Así, en unos cuantos días llegó.

    Ya estando en el Planetoide Y-24, Ghiorzo habitó como un mercader de telas entre los Helenitas. Ahí quedó el Cofre resguardado hasta el día que la Princesa Zena fue por él.

    En esa década de esclavitud, el pueblo fue sujeto a todo tipo de vejaciones, las cuales soportaron con valentía. El rey Bicerofonte sufrió mucho en el calabozo pero Kronos jamás pudo doblegarlo ni hacer que se humillara ante él.

    En esos diez años, al no tener el alimento espiritual de la Palabra y la Sabiduría del Rey de Reyes al ser quemados todos los Libros de la Gran Sabiduría Cósmica, el pueblo enflaqueció en sus convicciones y en su fe.

    Espiritualmente se hicieron inmaduros y vulnerables… Después de ese tiempo, el rey Bicerofonte fue liberado y él volvió al reinado de la Ciudad Imperial, encontrándose con un pueblo debilitado espiritualmente.

    Bicerofonte fue liberado y el yugo hacia su pueblo fue suavizado debido a que el afán expansionista del Imperio del Mal, por parte de Kronos, Marduk, y de la Ciudad del Kaos, no permitía seguir ocupándose de ellos.

    Kronos y Marduk tenían muchas galaxias y pueblos qué conquistar y ya no querían seguir perdiendo el tiempo con la Ciudad Imperial.

    Pero la condición que le puso Kronos para tener cierta libertad, fue ser tributario eternamente, por lo que les impuso el pesado yugo de unos elevados impuestos y tributos.

    Pero ya nada volvió a ser igual. Bicerofonte enseñaba la Palabra del Rey de Reyes que había aprendido en su corazón pero la falta de los Libros de la Gran Sabiduría Cósmica hizo mucha mella en la preparación espiritual de su pueblo…

     

    El rey Bicerofonte se casó con la Princesa del Norte, Yarah, y pronto nació Zena, su única hija.

    –Ella será la legítima heredera de mi trono…

    Ella muy pronto dejó de ser una niña para pasar a ser una adolescente, con toda la inmadurez y la insensatez que es típica de su edad. Era muy impulsiva y obstinada, pero era una buena chica, excelente hija y tenía nobles sentimientos.

    Era la más hermosa de toda la Ciudad Imperial…

    Ella se hizo novia del Príncipe Anthar, el heredero del reino de la Galaxia Alejandrina, el cual era del completo agrado del rey Bicerofonte por ser bueno, leal, y porque tenía un corazón puro.

    Ese muchacho era tan inmaduro e inconstante como su hija, pero el rey pensaba que con el paso de los años los dos iban a madurar para poder gobernar con sabiduría y mucha dedicación a la Ciudad Imperial.

    Con éste matrimonio, tanto la Ciudad Imperial como el reino de la Galaxia Alejandrina iban a salir beneficiados por el intercambio cultural, económico, social, militar, civil, y sobre todo, espiritual, por el amor del Rey de Reyes…

  • El rey pensaba dejar pasar unos pocos años hasta que la pareja adquiriera la madurez y sensatez necesaria para darles un papel preponderante en el reino y, cuando él y su esposa llegaran a faltar, asumirían el trono de la Ciudad Imperial…

     

    Todos esos pensamientos se desvanecieron de pronto y la oscuridad del calabozo sacó de su estupor a la Princesa Zena cuando escuchó ruidos en la celda de al lado. Se puso alerta y trató de observar lo que estaba pasando.

    Ella vio cómo dejaban adentro a Zarak, que llevaba el muñón vendado y todavía estaba inconsciente. Cerraron la puerta y los guardias se alejaron por el largo pasillo. Solo sus fuertes pasos resonaron en las heladas baldosas del piso.

    Desde donde la Princesa estaba, no podía ver el interior de las celdas aledañas, por lo que se quedó inmersa en una gran confusión al no saber quien era el hombre que llevaba la venda de su muñón empapada de sangre.

    Lo que sí estaba ella muy segura es que no se trataba de Axel su piloto ni de sus acompañantes X-1 y X-2, ya que pudo ver brevemente su rostro por unos segundos bajo la luz de una antorcha cuando lo metieron a la celda y se fueron.

    Solo se escuchaba el silencio absoluto de los calabozos, que era interrumpido de vez en cuando por la caída de unas gotas de agua muy cerca de ahí.

    Después de varios minutos de gran tensión que fueron interminables para la chica, ella regresó a sus recuerdos.

    Su mente volvió a retroceder en el tiempo… Recordó cuando Anthar y ella hablaron con su padre y su madre. El rey Bicerofonte le dijo:

    –De modo que tú y este jovencito ya quieren casarse. Tu madre Yarah y yo estamos de acuerdo con ello, pero primero queremos buscar la voluntad del Rey de Reyes.

    A lo que Anthar le respondió:

    –Estoy de acuerdo, Su Majestad, pero por mientras queremos ir haciendo los preparativos necesarios, y…

    El rey, sonriendo, lo interrumpió:

    –Espera, Anthar. Los dos son unos jóvenes impulsivos. La boda se efectuará dentro de poco, pero primero tengamos un tiempo prudente de unos meses en nuestros Aposentos Privados para buscar la bendición del Rey de Reyes.

    Los rostros de Zena y de Anthar reflejaron confusión y un poco de desencanto, ya que querían hacer las cosas al tiempo y a la manera que ellos deseaban. El rey continuó:

    –Dejemos que el Rey de Reyes disponga todo en su tiempo y así ustedes muy pronto van a tener un matrimonio sólido, fructífero y muy bendecido.

    La Princesa Zena, balbuceó:

    ­–¡Pe-pero, pero…!

    La reina Yarah acarició la cabeza de su hija, y exclamó:

    –¡Tu padre no ha dicho que no, hija! ¡Al contrario! ¡Si dejamos que el Rey de Reyes se haga cargo de éste asunto, ustedes van a ser muy felices y gobernarán bien el reino!

    Bicerofonte los miró fijamente y les explicó:

    –De acuerdo a las enseñanzas del Rey de Reyes, su casa que ustedes van a formar en el futuro debe de cimentarse y descansar sobre la Roca, que es Él mismo y su Palabra.

    Los dos guardaron silencio. El rey prosiguió:

    –En los Libros de la Gran Sabiduría Cósmica, el Rey de Reyes dijo que si ustedes oyen sus Palabras y las atesoran en su corazón, poniéndolas en obra, los comparará a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. 

    Zena, al escucharlo, preguntó:

    –¿Entonces si nosotros obedecemos en todo al Rey de Reyes, nuestro hogar será sólido, porque Él como la Roca será el cimiento y la fortaleza?

    –Así es, hija. Entonces podrá descender lluvia, y venir ríos, y soplar vientos, y aunque golpeen contra su casa no va a caer, porque estará fundada sobre la Roca. Esta es la clave para que su matrimonio sea fructífero y muy bendecido.

    Anthar comentó también muy sorprendido:

    –Ya entiendo… Una casa sobre la Roca tiene cimientos tan sólidos que ningún desastre o terremoto la podrá tirar.

    –Él también dijo que si no escuchan su Palabra, los va a comparar a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena. La lluvia, los ríos y los vientos golpearon ese hogar, al grado que se derrumbó y fue grande su ruina…

     

    De pronto, Zena se sobresaltó en su celda al ver que una sombra misteriosa se acercaba poco a poco hacia la puerta. Todos sus pensamientos huyeron y su cuerpo se puso tenso. La sombra susurró:

    –¡Princesa Zena, no tengas miedo! ¡Soy Aner, amigo de Zarak, el hombre de la celda de al lado, al que le acaban de amputar la mano izquierda!

  • La chica se quedó horrorizada al escuchar aquello. Aner se acercó a la luz para que ella lo viera, y prosiguió:

    –Soy el cheff de éste reino y te traje algo de comer. No tengas miedo ni desconfianza de mí… Mírame, yo no soy como los que los apresaron y sinceramente quiero ayudarte. No quiero que padezcas hambre, ni tú ni tus amigos.

    Aner era como dos años mayor que ella. Metió entre los barrotes de la celda la comida y le dijo con voz muy baja:

    –Te traje un tazón de sopa caliente, un trozo de carne con verduras, una hogaza de pan y un cántaro de vino. Anda, tómalos y come. Al rato vengo a recoger los utensilios.

    La Princesa le preguntó:

    –¿Por qué me quieres ayudar? ¿Cómo sé que esto no es una trampa y Marduk me quiere envenenar?

    Aner sonrió dulcemente y le relató cómo su padre, el rey Bicerofonte había ayudado con alimentos a su pueblo cuando padecían una gran hambruna.

    También que al paso del tiempo por azares de la vida él y Zarak fueron capturados en una cruenta guerra y puestos al servicio del rey Kronos y del Almirante Marduk.

    Zena estuvo observando y escudriñando a Aner y se dio cuenta que él era muy sincero de mirada limpia y atractivo. Decidió confiar en él y recibió gustosa los alimentos.

    Lo hizo porque ya sentía muchísima hambre y porque ante toda la situación que estaba viviendo, al final de esto, no tenía más remedio que darle su voto de confianza.

    Aner le susurró mientras que ella se llevaba a la boca la primera cucharada de sopa caliente:

    –Procuraré traerte dos veces al día tus alimentos pero lo haremos con toda la discreción posible. Con respecto a tus compañeros que recibieron los latigazos también los voy a alimentar e igualmente a mi amigo Zarak. No te preocupes.

    –¡Gracias, Aner, muchas gracias! ¡Que el Rey de Reyes te lo pague y te bendiga!

    El caldo caliente fue calentando su cuerpo. Las lágrimas se escurrieron de los ojos de la agradecida chica quien siguió comiendo mientras que su ángel protector se alejaba de ahí, ya que se dirigió a la celda de Zarak.

    Entonces comprendió que la protección y misericordia del Rey de Reyes estaba con ella y con sus tres amigos, por lo que tenía qué confiar plenamente en ÉL, pues de alguna manera pronto iba a salir libre y regresar a su reino.

    Con la deliciosa comida, la sopa caliente y el agradable hormigueo que el vino produjo en su cuerpo, el frío se le desvaneció en gran parte y el dolor en los dedos de sus pies, de sus manos y de sus coyunturas se fue calmando… 

                

    Anes se acercó a la celda de Zarak, quien había vuelto en sí y se dolía muchísimo por la salvaje amputación. Ambos lloraron por la pérdida irremediable de su mano y porque ahora se iba a quedar manco para el resto de su vida.

    Anes, sobreponiendose, le dijo:

    –Yo tengo guardada tu mano... Marduk ya se la había arrojado a los perros pero la rescaté. Lamento mucho que ya no va a ser posible que te la vuelvan a colocar en su lugar. 

    Zarak, tristemente le contestó:

    –¡No la entierres ni la quemes! ¡Disécala y guárdamela! ¡Esto no se va a quedar así. Juro por mi vida y por mi familia que me voy a vengar de Marduk, así sea lo último que haga!

    Anes le contó que había hablado con la Princesa Zena y que le había llevado de comer. Acto seguido le pasó también sus alimentos a su amigo, y susurró:

    –Te traje lo mismo que ella: Sopa caliente, carne, pan y vino. Come. Al rato vengo por los utensilios. Voy a llevarles algo de comer a sus amigos de la Princesa.

    Y el cheff se alejó a cumplir lo dicho, y después de esto, se perdió silenciosamente y envuelto entre las sombras…

     

    En breve, Zena había acabado de comer. Discretamente Anes regresó más tarde por los utensilios, le trajo una manta para que se cubriera al dormir y al amanecer la escondiera entre la paja para que no investigaran quien se la había dado.

      Hecho esto, le pasó un pocillo con té caliente, el cual ella bebió y platicaron en forma breve. Él le dijo:

    –Lamento que hayan sido capturados, pero no te culpes, ya que aunque fue una imprudencia, el Rey de Reyes te ama y no te ha abandonado… ¡Eso nunca lo dudes, por favor!

    Le entregó a la Princesa un pequeño papel doblado y con algo escrito, y continuó:

    –El rey Bicerofonte nos enseñó a amar al Rey de Reyes y yo anoté algunos de los dichos del Cofre de la Sabiduría que él nos leyó y éste te va a servir y a reconfortar ahora. No lo vayas a perder, ya que ésta Palabra será tu fortaleza.

    Zena tomó el papel y leyó:

    ‘Hijo mío, no rechaces la disciplina del Rey de Reyes ni te enojes cuando te corrige.

    ‘Pues el Rey de Reyes corrige a los que ama, tal como un padre corrige al hijo que tanto quiere’…

    La Princesa, visiblemente emocionada, exclamó:

    –¡A pesar de mi error y de mi gran imprudencia, el Rey de Reyes me ama! ¡Entonces después de ésta corrección ÉL nos va a librar de las manos de nuestros enemigos!

  • Anes asintió y esbozó una sonrisa, a la vez que recogió todos los utensilios y se alejó de ahí, pero antes le dijo:

    ­–Exacto. Confía plenamente en ÉL. Espero que esto te de muchos ánimos. Vengo en unas horas, en la tarde, para traerte más alimentos. Cúbrete con la manta y descansa.

    Conmovida, ella acarició tiernamente su mejilla del joven y le respondió:

    ­–Anes, te agradezco con todo el corazón lo que estás haciendo por mí y por mis compañeros. Eres muy bueno…

    Muy reconfortada, Zena volvió a su cama de paja y tapándose con la frazada, volvió a leer todo el fragmento del Libro de la Sabiduría Cósmica. Así, levantando la mirada al cielo, exclamó:

    –¡Gracias Rey de Reyes por perdonarme! ¡Ahora sé que no nos has dejado y que vas a procurar nuestra libertad de alguna manera!

    Su corazón se animó. Su cuerpo estaba fortalecido por los alimentos ingeridos y prosiguió con sus recuerdos.

    Su mente regresó hasta días después de que Anthar y ella habían hablado con sus padres.

    Zena estaba paseando por los jardines reales cuando de pronto se le acercó un mensajero que bajó de su nave:

    –¡Ando buscando al rey Bicerofonte! ¿Por favor tú me podrías indicar cómo llegar ante él?

    Zena lo miró intrigada, y le preguntó:

    –¿Quién eres? ¿Por qué lo andas buscando?

    –Soy Half, un mensajero amigo de Ghiorzo, el hombre al que el rey Bicerofonte le había dejado una custodia muy importante. El mensaje se lo debo de dar a él en persona.

    La Princesa recordó a Ghiorzo, el siervo más fiel de su padre, y al que le había dejado en custodia el Cofre de las Gemas Preciosas para que no cayera en las manos del rey Kronos y del despiadado Marduk.

    La muchacha le respondió:

    –Yo soy la Princesa Zena, la hija del rey Bicerofonte. Él y mi madre salieron a atender unos asuntos reales y yo estoy al mando de la Ciudad Imperial. ¿Cuál es el mensaje?

    Half dudó un poco, pero al ver el aspecto honesto de la chica, y sabiendo por boca de Ghiorzo que ella era su hija se decidió a darle su recado:

    –¡Mi amigo Ghiorzo ya está muy viejo y está al borde de la muerte. Quiere entregar en manos del rey Bicerofonte el Cofre de las Gemas Preciosas antes de partir al Más Allá.

    De forma muy imprudente e irreflexiva, Zena le dijo en ese momento y sin pensar bien en sus palabras:

    –Yo iré en representación de mi padre, pero no iré sola sino con varios custodios para traer el Cofre de regreso a la Ciudad Imperial.

    –¿Pero no le vas a avisar que vas a ir tú misma por el Cofre? ¡No te lo podremos entregar si el rey Bicerofonte no sabe que vas a ir en su lugar a recogerlo! ¡Aunque seas su hija necesitamos que él lo sepa y que nos dé su aprobación!

    –Lo haré. Espérame, ya que le voy a avisar por medio del Cable Interestelar. Una vez que le haya dicho, yo voy a preparar una nave especial con mi tripulación y te iremos siguiendo…

     

    Zena regresó a la realidad. Una sombra turbó todos sus pensamientos. Se trataba de uno de los guardias que estaba haciendo una ronda. Ella escondió la manta tras sus espaldas. Al ver que todo estaba bien, el custodio se alejó.

    Ella sintió que una lágrima escurría por su mejilla al recordar que en realidad nunca le avisó a su padre, por lo que le dijo una mentira a Half, quien no quedó muy convencido de su respuesta que digamos.

    Pero el mensajero de Ghiorzo, sabiendo que a él solo le quedaba un poco de vida, accedió a conducirla hasta donde estaba. Zena sonrió satisfecha y pensó que no necesitaba del rey Bicerofonte para traer el Cofre.

    Volvió a sus recuerdos. Pronto llamó a Axel, a X-1 y a X-2 para que fueran su tripulación. Axel preguntó:

    –¿Tu padre ya sabe acerca de la misión que vamos a emprender y está de acuerdo?

    –¡Sí, claro! ¡Solo es ir y traer el Cofre! ¡En unas horas estamos de regreso a la Ciudad Imperial!

    Al recordar sus propias palabras, sintió que su rostro le ardía de vergüenza…

    Pronto, la nave MM-427 siguió de cerca la nave de Half y en poco tiempo arribaron al Planetoide Y-24, donde yacía en una cama el fiel Ghiorzo.

  • El anciano se extrañó al no ver al rey Bicerofonte:

    –¿Dónde está Su majestad, niña?

    Zena le respondió:

    ­–Soy la Princesa Zena y ésta es la tripulación que me custodia. Mi padre no pudo asistir por estar en otra parte del Universo atendiendo asuntos reales. Yo soy su hija y él me envió para recoger el Cofre.

    Ghiorzo suspiró. Se notaba que estaba a disgusto, ya que esperaba ver al rey y no a esa muchachita:

    –¡Hubiera querido haber visto a tu padre antes de morir! No me queda más tiempo… En la cabecera de madera de mi cama hay una doble tapa. Ábrela y saca el Cofre.

    La Princesa lo extrajo. Después de platicar brevemente con el anciano, éste le dijo:

    –¡Tómalo y vete ya, para que pueda morir en paz!...

    Zena y su tripulación salieron con el valioso Cofre y subieron a la nave MM-427. Así dejaron atrás el Planetoide Y-24. Ella iba muy contenta, ya que de esta manera le iba a demostrar a su padre que podía hacer las cosas por sí misma.

     

    En esos momentos, Kronos estaba muy inquieto en su trono, ya que los espíritus inmundos se agitaban en su ser. De pronto escuchó una voz que provenía dentro de su mente y era la voz de Samael, el rey de la oscuridad, quien le dijo:

    –Kronos, tu hora ha llegado. Mis siervos detectaron que la Princesa Zena va en la nave MM-427 con tres custodios y ellos llevan consigo el Cofre de Gemas Preciosas. ¡Por fin lo encontraron y ha llegado el momento de que me lo traigas!

    Kronos, en trance, le contestó muy emocionado:

    –Descuida, amo. Enviaré a mi Almirante Marduk y a una flotilla de nueve naves para que capturen a la Princesa y que traigan el Cofre. Pronto lo tendrás en tus manos.

    Ante ello, Samael le recordó:

    –Una vez que tenga el Cofre en mis manos, yo te voy a recompensar abundantemente. Tendrás todo lo que yo te he prometido, y sobre todo serás el hombre más poderoso de todo el Universo…

    Sin saber lo que estaba pasando, Zena y sus custodios se dirigieron hacia la Ciudad Imperial y cuando ya llevaban casi la mitad del camino, de pronto vieron que varias naves comenzaron a seguirlos…

    ¡Eran el Almirante Marduk y las nueve naves que lo acompañaban! ¡No podía creer que habían sido descubiertos! ¿Pero quién los había delatado…?

    La Princesa volvió a la realidad de la celda y comenzó a llorar. No se explicaba cómo es que el rey Kronos se había enterado que ellos llevaban el Cofre si nadie había hablado de esto al respecto.

    Y así fue como empezó la despiadada persecución que llevó a la captura de la nave MM-427 y de sus tripulantes, hasta ahora que estaban presos en los calabozos. Una y mil veces Zena se arrepintió de haberlos metido en el problema.

     

    Sus caóticos pensamientos fueron interrumpidos por unos ruidos secos. Ella, al escucharlos, exclamó:

    –¿Q-quién es? ¿Quién está golpeando la pared?

    Una voz se escuchó del otro lado:

    –Princesa, no temas, yo soy Zarak, el piloto de la nave S-5. El Almirante Marduk me ordenó que disparara a la antena de tu nave pero no lo hice. Él fue el que la destruyó.

    Zena se quedó impávida y le contestó:

    –Sí, sé quien eres, Zarak. Tu amigo Aner me lo contó todo. Lamento con todo mi corazón lo de tu mano.

    Zarak continuó:

    –Quiero ayudarte. No tengas miedo. Voy a remover un ladrillo de la fila que está entre la pared y el suelo. Te vas a agachar porque te voy a dar algo.

    Los dos se tendieron en el frío suelo y pudieron verse cara a cara. Platicaron brevemente y ella le contó el motivo por el cual andaban solos en el Espacio hasta que Marduk los empezó a perseguir. La Princesa exclamó:

    –No entiendo por qué él supo que llevábamos a bordo el Cofre de Gemas Preciosas.

    Zarak se quedó pensativo unos breves momentos y le contestó:

    –Mientras que Ghiorzo estaba bien de salud su vitalidad impedía que los hechiceros del mal y los espíritus inmundos que estaban bajo las órdenes del rey Kronos, pudieran ver dónde estaba el Cofre.

    La chica se asombró muchísimo y balbuceó:

    –¿O… O sea, que las Fuerzas de las Tinieblas trataban de saber su paradero?

    –Así es. Como Ghiorzo vio menguadas sus fuerzas por la proximidad de su muerte se pudo abrir una grieta cósmica espiritual por la cual los demonios de Kronos pudieron al fin enterarse dónde estaba el Tesoro.

  • Zena sintió un escalofrío al percatarse del alcance de las Fuerzas del Mal. Entonces comprendió:

    –¡Ya entiendo! Entonces Kronos los envió a Marduk y a ustedes a capturarnos!

    –Al principio el plan del Almirante era ir al Planetoide Y-24 para obligar a Ghiorzo a decir dónde estaba el Cofre, y una vez que lo tuviera en su poder, iba a asesinarlo.

    La Princesa se puso roja de coraje, y exclamó:

    –¡Desgraciado! ¡Es capaz de matar a quien sea con tal de lograr sus arteros planes!

    –Ya estábamos en camino hacia el Planetoide Y-24 y los espíritus inmundos le avisaron a Marduk que ustedes habían ido por el Cofre y que venían de regreso con él. Lo demás ya lo sabes…

    Zarak le pasó un radio transmisor del tamaño de una pequeña nuez, le explicó su funcionamiento y le dijo:

    –Úsalo para comunicarte con tu padre… Se les olvidó quitármelo cuando me encarcelaron aquí. Procura que no te lo vean, por favor.

    Zena guardó el radio transmisor en su corpiño y Zarak, volvió a poner el ladrillo en su lugar.

    La Princesa regresó a su cama de paja, y cuidándose de que los celadores no estuvieran cerca, empezó a transmitir un corto mensaje hacia la Ciudad Imperial.

    Una vez que acabó de enviar el corto mensaje, volvió a guardar el radio transmisor. Sacó el papel que le había dado Aner y se reconfortó con el mensaje del Rey de Reyes que estaba escrito ahí.

    Agradeció al Rey de Reyes con todo su corazón de que ese ángel estuviera apoyándola en esos momentos tan duros y tan difíciles…

     

    En el reino del rey Bicerofonte todo era un caos, ya que el mensaje decía: ‘Padre, soy Zena, te desobedecí y puse en peligro a mi tripulación. Somos prisioneros del rey Kronos y estamos en la Ciudad del Kaos’.

    El rey Bicerofonte estaba totalmente aturdido. Su hija era prisionera de su peor enemigo, e irse a meter a la Ciudad de las Tinieblas era algo tan imprudente, arriesgado y loco, que solamente encontrarían la muerte segura.

    Gritó, a la vez que levantaba las manos desesperado:

    –¡Tenemos qué hacer algo para rescatarlos! ¡Rey de Reyes, por favor, dame sabiduría para saber qué hacer!

    De pronto, se aproximó corriendo uno de sus guerreros y le dijo nerviosamente:

    –¡Rey Bicerofonte! ¡Acaba de suceder algo imprevisto y no lo pudimos evitar! ¡Mire allá…!

    El monarca abrió desorbitadamente los ojos y exclamó con todas las fuerzas de su ser:

    –¡Espera…! ¿Qué es lo que vas a…? ¡No, no lo hagas! ¡¡¡NOOOOO…!!!

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    Quedó en buena parte, esperando... :)
  • editado 22 de enero
    Estoy ya con el capítulo tres. Espero que te hayan gustado el uno y el dos.
    Lo subo en estos días cuando lo acabe.
  • En la tarde del miércoles 24, (hoy, en España), subo el capítulo tres completo.
  • Este es el tercer cap`ítulo. Espero que les guste:

    CAPÍTULO 3.- La Reina Amaltea Encuentra el Cofre de Gemas Preciosas

     El rey Bicerofonte vio cómo su yerno Anthar salía a pelear contra los feroces escuadrones del rey Kronos hasta sus dominios y se llevó una flota de seis naves para poder rescatar a la Princesa Zena.

    Las naves se alejaron rumbo al horizonte y el rey no pudo hacer nada para detenerlas… Ese muchacho se dejó llevar por su impulsividad que podría provocarle la muerte. El monarca exclamó desesperado:

    ­–¿Qué estás haciendo, Anthar? ¡Kronos te va a matar junto con tus hombres y luego vendrá a tomar venganza de todos nosotros!

    Cayó de rodillas y comenzó a llorar amargamente, y a su lado la reina Yarah también derramaba lágrimas amargas.

    –¡Rey de Reyes, ayúdanos! ¡Ya nada podemos hacer y todo está en tus manos!...

    Anthar se fue pilotando la nave XL-846 y estaba muy decidido a hacerse el héroe y rescatar a su prometida. Le iba a demostrar que no era el imprudente que todos pensaban.

    Con ello, él pensó que se iba a ganar la admiración y el respeto del rey Bicerofonte y de toda la Ciudad Imperial.

    Las otras seis naves que lo acompañaron eran tripuladas por su pequeño escuadrón, con dos hombres en cada una. No pensaba regresar hasta ver cumplido su objetivo…

     

    En estos momentos, Kronos estaba sentado en su trono en la Ciudad del Kaos, envuelto en un profundo trance que fue provocado por sus siete demonios y hablaba con Samael, quien molesto le dijo:

    –¿No encontraste en el interior de la nave MM-427 el Cofre de Gemas Preciosas? ¿Y la Princesa Zena se niega a revelar su paradero? ¡Oblíguenla a confesar, así tengas qué acabar con la Ciudad Imperial y con el rey Bicerofonte!

    –¡La metimos en la mazmorra más oscura y fría por tres días y sin comer ni beber! ¡Esto es suficiente para doblegarla y cuando la lleven ante mi presencia me va a confesar quien lo tiene o dónde está el Cofre!

    Samael señaló a Kronos y sentenció:

    –¡Pasado mañana quiero ver resultados! ¡Quiero este Cofre lo más pronto posible! ¡Con respecto a la Princesa Zena y a su tripulación, después harás con ellos como mejor te parezca, ya que sus vidas te las regalo!

    –Así lo haré, amo! ¡Cuenta con ello!...

    La sesión por medio de los espíritus inmundos había terminado y Kronos volvió a caer al suelo en un ataque y echando espuma por la boca. En el Inframundo, Samael sonreía siniestramente y pensaba:

    –¡Por fin!... ¡El Cofre de Gemas Preciosas, junto con la Sabiduría del Rey de Reyes que tiene en su interior, van a ser míos!  ¡Los destruiré y así sumergiré a todo el Universo en las más oscuras y densas tinieblas!

    El rey de la oscuridad se paseaba entre las piedras de fuego ardiente del espantoso lugar donde se encontraba, y siguió sumido en sus profundas cavilaciones:

    –Yo era el querubín más perfecto del Monte Santo, por lo que merecía poner mi estrado al norte, junto al trono del Altísimo… ¡Pero el Rey de Reyes me arrojó a la Tierra y me vio caer del cielo como un rayo!

    Samael comenzó a recordar:

    –Cuando el Rey de Reyes no quiso compartir su trono y su grandeza conmigo, envió a sus Seres de Luz a pelear contra mí, pero yo incité a los seres de la oscuridad para que pelearan a mi lado… ¡Fue una contienda llena de bravura!

    Apretó los puños al pensar en la dura manera que fue expulsado del Monte Santo:

    –Pudo más la Luz que las tinieblas y el resplandor del Rey de Reyes nos encegueció. Fuimos obligados y llenos de vergüenza a habitar todos los confines de la Tierra y hasta del Universo. El Altísimo se llevó la victoria.

    Samael sonrió, a la vez que miraba fijamente al espeso humo negro que subía reptando como serpiente:

    –Pero ha llegado la hora de mi venganza. Primero hice que Kronos y el Almirante Marduk quemaran todos los Libros de la Gran Sabiduría Cósmica, por lo que todo el Universo empezó a entrar en tinieblas.

  • El rey de la oscuridad rió macabramente y frotándose las manos, concluyó:

    Pronto habré acabado con el Cofre de Oro de Gemas Preciosas y su contenido de la Palabra de Sabiduría. El Rey de Reyes pronto será olvidado y todas las naciones estarán envueltas en la oscuridad de la maldad y de la ignorancia…

     

    En el Planeta XP, la reina Amaltea había llegado hasta el lugar donde cayó la Cápsula Espacial. Las Andrómedas la habían localizado con sus finos oídos al escuchar el apenas audible sonido que ésta emitía. Ella exclamó:

    –¡Retrocedan…! ¡Esto es un aparato de manufactura humana! ¡No sabemos si es una mina o una bomba!

    Con mucho cuidado la desenterró y se dio cuenta de que era una Cápsula que tenía el nombre de Ciudad Imperial. Vio el sello del rey Bicerofonte y la levantó. ¿Pero qué hacía esto en tierras tan lejanas como la suya?

    Se la llevó en sus brazos. Volvió con sus acompañantes a sus aposentos reales. A sus Andrómedas les dijo que ésta Cápsula no representaba ningún peligro para ella ni para el reino, por lo que no tenían de qué preocuparse.

    Estando sola, la reina Amaltea abrió con mucho cuidado la Cápsula y se quedó muy asombrada al ver el Cofre de Oro de las Gemas Preciosas pero no pudo abrirlo ya que faltaba la llave. No entendía qué hacía esa Cápsula en su Planeta.

    Se quedó muy extrañada ante ello y pensó:

    –¡Aquí hay algo que no está bien! ¿Por qué llegó a mi reino ésta Cápsula que le pertenece al rey Bicerofonte?

    Con sagacidad y astucia pudo adivinar en cierto modo la verdad. Su preocupación era evidente:

    –¿Acaso el rey Bicerofonte envió esta Cápsula con el Cofre a mi planeta para evitar que cayera en manos extrañas y perversas? Voy a tratar de comunicarme directamente con él. ¡Espero no encontrarme con malas o tristes noticias!

    Por medio de su Transmisor Intergaláctico pudo hacer contacto a la Ciudad Imperial. Fue Bicerofonte el que tomó la señal y dijo:

    –¡Reina Amaltea! ¡Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos reunimos en el Planeta XP! ¿Qué sucede?

    –Te hablo porque anoche cayó cerca de mi reino una Cápsula con el nombre de la Ciudad Imperial y tu sello real. Me atreví a abrirla y en su interior está un Cofre de Oro con Gemas Preciosas… ¿Ustedes la enviaron a mi planeta?

    El rey se quedó asombradísimo al escuchar eso. Le dijo:

    –¡No sé cómo pudo haber llegado ahí la Cápsula, si el Cofre lo custodiaba mi más fiel sirviente!... ¡A menos que a Ghiorzo le haya pasado algo muy grave, pero la Cápsula solamente mi hija, la Princesa Zena, era quien la tenía!

    –Entonces tu hija fue la que envió la Capsula al Planeta XP… ¿Pero entonces cómo pudo obtener el Cofre? Lo que es seguro es que ella la mandó para librarla de algún peligro.

    En ese momento la mente de Bicerofonte vio la luz y se dio cuenta que la Princesa Zena había ido a ver a Ghiorzo para que le diera el Cofre, y él por alguna poderosa razón se lo entregó en sus manos...

    Él exclamó interrogante, tratando de entenderlo todo:

    –¿Pero quién llevó a mi niña hasta donde se encontraba mi siervo, si solamente él sabía en qué lugar del Universo estaba escondido?

     Empezó a atar cabos y comprendió que de alguna manera Kronos y el Almirante Marduk, supieron que su hija llevaba a bordo el Cofre y que ella había logrado enviarlo al Planeta XP antes de que la atraparan con su tripulación.

    Cuando la reina Amaltea se enteró de todo lo que pasó con la Princesa Zena, se angustió de tal manera que le dijo al rey Bicerofonte:

    –¡Estamos dispuestas todas mis Andrómedas y yo para ir a pelear junto con ustedes para rescatar a tu hija y a sus acompañantes! Vengan por la Cápsula y el Cofre y todas nos uniremos a tu ejército para pelear hoy mismo si lo deseas.   

    –No, espera, Amaltea. Te lo agradezco pero no voy a exponer a todas tus aguerridas mujeres. Voy a ir con mis hombres para recoger la Cápsula y el Cofre. Ayúdanos a clamar al Rey de Reyes para que pronto liberemos a Zena.

    Charlaron de otras cosas más y al final Amaltea se propuso orar junto con sus Andrómedas para que toda esta pesadilla se acabara pronto y rescataran a la Princesa.

    Ella iba a esperar a que llegara Bicerofonte y todo su séquito de guardaespaldas para recoger su preciada carga y así podría enterarse personalmente de todo este asunto…

  • Mientras tanto, Anthar y su flotilla se aproximaron a los dominios de la Ciudad del Kaos. A simple vista, no se veía que hubiera algún peligro cerca. Él dijo en su micrófono para que lo escucharan los tripulantes de sus naves:

    –Aparentemente no hay nadie, pero estén preparados por si de la nada llega a aparecer el enemigo… No vuelen todos juntos y sepárense teniendo una distancia entre si.

    –Entendido, Anthar… Realizaremos la Maniobra de Abanico para no presentar un blanco fácil al enemigo.

    Ellos habían decidido abrirse camino hasta ese lugar, emboscando las naves enemigas de una en una, procurando pasar totalmente desapercibidos para que no los detectaran a simple vista y los pudieran atacar.

    Se abrieron como abanico, de manera que tenían una buena distancia entre ellos y volaron a diferentes alturas. De esta manera, en caso de algún ataque, los demás estaban en posición de defensa y podían atacar fácilmente.

    Pronto, observaron una nave enemiga que se acercaba y Anthar, quien estaba casi escondido detrás de un asteroide, le apuntó, y de un limpio y certero disparo, la destruyó.

    –¡Formidable! ¡Esto es más fácil de lo que esperaba!...

    Esto lo envalentonó y le dio una falsa confianza, ya que pensó que todo iba a resultar tan sencillo y que muy pronto iban a poder liberar a la Princesa Zena y a su tripulación. ¡Ya se imaginaba el asombro de ella cuando llegara a rescatarla!

    Él y sus hombres siguieron avanzando, acercándose más y más a la Ciudad del Kaos. Su imprudencia y muy poca sensatez lo hicieron verse a sí mismo como el gran héroe de la Ciudad Imperial y hasta el rey Bicerofonte lo admiraría…

     

    Más adelante vieron dos naves enemigas que estaban viajando solas realizando un patrullaje por la zona, y Anthar de inmediato se preparó para disparar, por lo que apuntó a una, y la otra nave se las dejó a sus compañeros.

    Pero los que iban a bordo de una de ellas fueron mucho más astutos, ya que a pesar de su lejanía se percataron de su presencia e inmediatamente lo atacaron. Uno de ellos con un giro rápido le apuntó y disparó.

    El fatídico rayo pasó a menos de medio metro de la XL-846 y no alcanzaron a darle. Él hizo un viraje brusco para así esquivarlo y la otra nave enemiga se dispuso a atacarlo. Anthar se puso nervioso y les ordenó a sus acompañantes:

    –¡Disparen! ¡Ustedes los tienen en la mira! ¡Rápido!...

    Su escuadrón los despachó con certeros disparos y las naves explotaron. Su estrategia estaba funcionando y ante esto, en lugar de ser más cauto, se llenó de soberbia, ya que creyó que acabarían fácilmente con las naves de una por una.

    Siguieron avanzando de manera imprudente y no se dieron cuenta de que el enemigo los había localizado y que esperaban a que se acercaran más. Muchas veces los éxitos fáciles hacen que se pierda la verdadera perspectiva.

    De pronto, Anthar y sus hombres se horrorizaron al ver en sus radares más de treinta puntos luminosos. ¡Esas naves se fueron aproximando contra ellos amenazantes! Él gritó:

    –¡Retirada…! ¡Un ejército viene hasta acá! ¡Tenemos solamente unos minutos para tratar de escapar! ¡A la Zona de Asteroides! ¡Rápido!

    Anthar y su flotilla se escurrieron entre los asteroides, los cuales fueron pasando haciendo peligrosos giros, rizos y cabriolas. Las naves enemigas los alcanzaron a ver a lo lejos y empezaron a dispararles.

    Los disparos enemigos pegaron contra algunos de los asteroides haciéndolos explotar de tal manera que el Cosmos se cimbraba. Grandes bolas de fuego, producto de todos los estallidos, amenazaron con quemar a Anthar y sus naves.

    Fue la misericordia del Rey de Reyes que hizo que las tropas de Marduk y de Kronos no derribaran ninguna nave, las cuales se alejaron entre las grandes rocas celestes.

    Providencialmente llegaron a una zona donde había una gran nube de polvo cósmico y se metieron ahí. Cuando todas las naves enemigas lograron cruzar la Zona de Asteroides ya no los encontraron y empezaron a rastrear los alrededores.

    Mientras tanto, Anthar y sus hombres se alejaron rumbo a la Ciudad Imperial. Su intento de rescate podía calificarse con dos palabras: ROTUNDO FRACASO. Esto fue un fuerte golpe para la soberbia e inmadurez del príncipe.

    Él bajó la cabeza avergonzado, ya que ante los ojos del rey Bicerofonte y todo su reino, él había quedado en el peor de los ridículos. Sabía que le iban a echar en cara su enorme imprudencia y poca sensatez.

     

    Pronto, estaba ante el rey Bicerofonte y la reina Yarah. Muy apenado bajó la mirada ante la justa reprimenda verbal que él le estaba dando. El monarca le dijo muy molesto:

    –¿Te das cuenta de que pusiste en riesgo tu vida y la de los hombres que te llevaste? ¡El Rey de Reyes los protegió y lograron regresar a salvo, pero tu tonta imprudencia ya puso en aviso a Kronos de que queremos rescatar a la Princesa!

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