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Matando moscas con el rabo

JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
editado enero 2015 en Narrativa
Matando moscas con el rabo

12:10 PM. El olor a queroseno se masticaba en el ambiente, mientras, como un reloj de arena, los aviones iban uno a uno enfilados tomando tierra. El ruido se clavaba como alfileres en los oídos y cuando este sucumbía hasta el siguiente avión, el sonido del tráfico de la autopista era un alivio por un instante. En su rutina, el día hacía ya horas que había tomado forma con un cotidiano cielo azul de duro verano. El sol golpeando soberbio, escupía un calor que hacía vaporoso el horizonte calando de sudor la ropa y la luz, como un yugo acosando la firmeza de toda mirada, bañaba a plomo el desolado paisaje.

Sentado sobre la hierba seca, estaba tras la empalizada que delimita el perímetro del aeropuerto, en un alto del terreno, donde los aviones pasan más cerca de tu cabeza que los coches que montan rápidos el asfalto de la autopista fronteriza. Y así, cercado por el ruido y crucificado en silencio, en esos momentos de desamparo y a pesar de la nervuda barba carcelera de gesto alguno, su rostro confesaba sin pudor el peso del más afilado tormento. Tras las gafas de sol ni un atisbo de esperanza en forma de brillo en sus ojos, fijos, clavados en el trasiego aéreo y sus pensamientos con los guantes puestos, soltaban directos que hacían tambalear su espíritu.

Pasaron unos minutos y sin advertirlo, un coche salió bruscamente de la autopista. Al abandonar los neumáticos el asfalto llameante, forjaron una cola de cometa con el polvo que arrancaban de la tierra seca, elevándose en un tono marrón claro hasta que lentamente se disipaba en el aire cálido. Al percibir el polvo en su respiración queda, retornó de nuevo a este mundo, giró la cabeza, se quitó las gafas de vidrio eclipsado y pudo observar como el coche paraba al lado del suyo. Tras unos instantes, el polvo se había disuelto por completo en el aire dejando ver las huellas de los neumáticos como dos cortes en la tierra; hasta que lentamente, se abrió la puerta del conductor. Se apeó un hombre. Vestía un mono del cual no se podía adivinar el color original por el castigo del tiempo, las manchas de grasa que enterraban la tela, abarcaban todas las tonalidades posibles de negros y grises. Llevaba una especie de garrote en la mano derecha con partes metálicas que destellaban al pelear con los rayos del sol. Rodeó el coche por su parte delantera con andar sosegado, paró y observó quieto a su alrededor; abrió la otra puerta del coche y tras hacer una señal con la cabeza, descendió con gesto árido un perro de negro y brillante pelo.

La leve brisa cambió de humor en rachas de aire recio, mientras, el tipo del grasiento mono alcanzaba el camino que se extendía a lo largo del cercado, pasaba por debajo de la loma donde se hallaba sentado y terminaba a unos treinta metros al pie de un roble. El perro escoltaba sus pasos y siguiendo un ritual bajaba la cabeza, olfateaba y miraba los alrededores con curiosidad. Sentado en la colina observando todo con expectativa pudo verles desfilar a pocos metros. Apreció que los destellos que salpicaban del garrote, eran efecto de puntas metálicas plateadas en forma de pirámide. El hombre lo sostenía con firmeza y, mientras pasaba a su lado con indiferencia y como si él no estuviera presente sentado sobre el suelo, mantenía un rostro sólido, con los músculos de la cara en tensión y los ojos remachando que hay un propósito a cumplir a cada paso dado. Sin embargo el perro paró un instante, levantó la cabeza y ató sus ojos a los suyos. Poseía el animal una mirada inquietante, capaz de atravesar el más opaco de los pensamientos y helarte la sangre. La vida le había condecorado con numerosas cicatrices por todo el cuerpo, divulgando que esta no se lo había puesto fácil, pero irradiaba un porte de saber encajar y seguir haciendo frente a la vida más perra. Sin duda pero sin saber precisar que, había algo que le gustó en la mirada de aquel animal, que como el aliento de un fuelle azuzó la llama de su instinto.

El alivio del sonido de los cláxones y de los coches impulsados con prisa por la autopista, volvió a ser engullido por el estrépito de un Boeing-747 reduciendo motores, que a modo de hábiles manos deshizo el nudo de las miradas. Con recelo, el perro echó un vistazo al avión antes de volver en una corta carrera a situarse tras los pasos del hombre y el garrote engastado. Llegaron hasta el final del camino, junto al roble, que se alzaba orgulloso como un Aqueo en Troya tras la victoria. Consumado como el único superviviente de un ejército enfrentado a las pisadas del insaciable progreso, era una solitaria mancha verde en el horizonte como memoria de un pasado a extinguir. Ese árbol detentaba carácter, una vida que contar, manteniendo el tiempo atrapado entre sus ramas segundo a segundo. Tenía dos de ellas, las primeras que brotaban de su poderoso tronco, extendidas en ángulo recto como brazos abiertos desafiando al enemigo, otorgándole la dignidad del guerrero sabedor del trágico destino que no se deja intimidar, dispuesto a sucumbir siendo uno mismo.

El hombre ahora parado bajo el roble, soltó el garrote que chocó con dureza en el suelo. Buscó y sacó de un bolsillo un cordel devanado en un reducido círculo, lo fue desmadejando lentamente hasta quedarse en sus manos con un extremo, el cual lanzó por encima del brazo izquierdo del Aqueo árbol cayendo por el lado contrario de la robusta rama. En la punta del cordel que volvió a trabar con sus manos, pareció enlazar un nudo. Retomó la búsqueda en los bolsillos sacando un paquete de tabaco, encendió un cigarrillo y empezó a fumar bajo la oscura sombra sembrada por la espesa copa del árbol. Soltando calmo el humo, representaba estar escuchando la historia que susurraba el roble con el aire enmarañado en sus hojas. El perro sentado a sus pies, ejercía de centinela observando sin perder detalle de la jugada.


Volvieron a clavarse alfileres en los oídos y mientras seguía sentado en la loma, alzó la vista hacía el avión que se disponía a tomar tierra. Cuando sus ojos regresaron a la escena que acontecía bajo el árbol, contempló al hombre arrodillado, mirando fijamente al perro mientras introducía la cabeza en el lazo del cordel. El animal se mantenía estático, como un pilar de dura piedra labrada para sostener la ironía del destino. El hombre de rostro sólido se puso en pie, cogió el otro extremo del cordel y se enroscó varías vueltas de la cuerda en su mano derecha. En la tregua entre avión y avión se engendró un episódico silencio y en esa mácula calma, el hombre dio una honda calada al agónico cigarro que se perpetuaba en sus labios y tras arrojarlo al suelo y soltar con furia el humo por la boca, tiró de la cuerda con todas sus fuerzas.

El lazo hizo presa en el cuello con violencia e impulsó al animal hacia los brazos abiertos del roble.

Las siluetas del acto en sombra que podía ver bajo el roble recortando el horizonte, dilataron sus pupilas y excitaron su alma. El perro no dejaba de patalear en el aire y a cada movimiento la opresión del lazo aumentaba en su garganta. Aumentó hasta empezar a arrancar a mechones el pelo del cuello. Otra sacudida del animal y la cuerda como un arado en la tierra cavó un surco en la piel, asfixiando los alaridos del animal y volviéndolos cada vez más tenues. La lengua se afanaba en encontrar el aire consumido en los pulmones, bañada en infecta espuma se hinchaba mientras su color pasaba de cereza a cárdeno. Como un loco en su delirio no paraba de moverse compulsivamente buscando una colérica huida, pero sólo conseguía agravar el castigo. Revolviéndose en el espacio sus ojos intentaban encontrar el suelo firme, mojado por la orina que manaba cálida de sus entrañas. La agonía parecía eterna, agonía que en el balanceo de la cuerda tensada por su cuerpo, ahorcaba al animal para resarcir una venganza jurada, meciendo la ulterior muerte para invocar su presencia y cobrarse la deuda.

En un último esfuerzo, el perro pareció adivinar cuál era la salvación y con cada impulso, intentaba alcanzar con su boca el cordel en vano y en cada convulsión, el ahogo de la cuerda en la garganta se inyectaba en los capilares de sus ojos, rojos de calvario. Perdido el combate amañado de antemano ahora el animal aparentó rendirse en la lucha, más por el cansancio y la falta de oxígeno en sus músculos rígidos marcados bajo la piel bautizada en sudor, que por aceptar el óbito destino.


[FONT=&quot] [/FONT]Mantenía al fin el animal en su inmovilidad un temblor constante, acompasado se acentuaba en su pata posterior izquierda con pequeñas sacudidas que acompañaba con leves gemidos. Con los ojos cerrados exudados por la asfixia, se concentraba en conseguir rebañar el hilo de aire que lo amparaba anudado a la vida.

(Sigue...)

Comentarios

  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    En su particular éxtasis, el hombre se había limitado a mantener firme la cuerda agarrada con sus manos. Cautivo del sufrimiento que colgaba de la cuerda sacudiendo los pecados del instinto, su cara no parecía afectada y seguía sin revelar emociones. Ahora esa mano, mantenida cerrada con rigidez para soportar cada embate del animal afianzando el cordel, manaba grana sangre. La presión había hecho que este cortara la piel y la carne hasta llegar al hueso. La sangre corría desde el tajo por el brazo hasta llegar al codo, saltando al vacío en forma de rojo granizo salpicaba el suelo. Sintió el corte con agudos pinchazos que le arrancaron del trance y al ver la herida y la sangre, el acto reflejo hizo soltar la cuerda enrollada en la mano y esta empezó con un movimiento acelerado a girar por el corte, desliarse de la mano y saltar la rama del árbol. Ahora fue el perro el que chocó con dureza en el suelo.

    En su desconcierto, pasó el hombre un instante sujetando su mano y mirando la herida. Pero al momento y en un arranque de furia, recogió el garrote a sus pies. Los golpes empezaron a caer secos sobre la piel del perro.

    En la tragedia griega acaecida sobre el escenario sentado en primera fila contenía la respiración, incrédulo y cariacontecido con la indigesta escena, mantuvo el pulso hasta que un rayo imparable nacido en lo más profundo de su estómago descarnado, encogido por la visión nítida del sufrimiento que ahora yacía en el suelo linchada a palos con ira, le hizo ponerse en pie de un salto y correr colina abajo.

    Despertó y la luz del sol quemó sus ojos. Estaba tirado en el suelo y al intentar incorporarse, su cabeza contenía una manada de potros coceando desbocados su sien. Ya sentado, notó como descendía por el lateral de su cara algo fluido; era la sangre que manaba de una brecha situada en la parte izquierda de la cabeza. Aturdido y perdido en el tiempo empezaba a recordar; levantó la mirada hacia el horizonte y pudo reconocer su coche solitario a lo lejos, giró un poco la vista hacia su izquierda y divisó un avión dispuesto a tomar tierra; el sonido de las turbinas retumbaba en la herida y se agudizaba el dolor que sentía a medida que el avión se aproximaba oscilante en el espacio. Cerró con fuerza los ojos y con gesto de suplicio esperó quieto hasta que pasó el mal trago. Pasó y al abrirlos de nuevo volvió lentamente la mirada hacia el roble que se encontraba a su espalda.

    Se balanceaba con un movimiento lento colgado de la rama del árbol. El perro ya sin vida, mantenía un gesto de cólera en su cara, con la feroz boca abierta dejaba ver sus blancos colmillos; a un lado se extendía la lengua y mantenía los ojos fijamente perdidos en un espacio que ya no le pertenecía. Exhibía copiosas heridas recientes que se extendían por todo el cuerpo y se mezclaban entre las cicatrices engastadas a su bronco pasado. El cóctel de su expresión y del sudor, orina y sangre en su pelaje le otorgaba un aspecto infame.

    Volvió a echar un vistazo al rededor, buscando encontrar al hombre que le había dejado mal herido tirado en el suelo. Todo dictaba que había abandonado su trofeo colgado en la rama del roble y se había largado. Distinguió sus gafas con los cristales rotos sobre el suelo a sus pies. Lentamente volvió a tumbarse con las manos asegurando su cabeza y la intención de digerir lo ocurrido envuelto en el ruido descortés del aeropuerto.

    El sol deambuló un rato por el cielo hasta que se escucharon unas palabras que le sacaron de sus pensamientos.
    —¿Se encuentra bien señor?.
    Al incorporarse pudo ver quien le estaba hablando. Era un viejo de aspecto hosco, bajito, con ropa sucia, una gorra roída y lúcida mirada que al no encontrar respuesta a sus palabras volvió a insistir:
    —¿Se encuentra bien señor?, esa herida en la cabeza no tiene buen aspecto.—comentó mientras se quitaba la gorra de la cabeza y pasaba su antebrazo por la frente para despejarla de sudor.
    —He tenido días mejores.—contestó mientras intentaba disimular la cara de sorpresa.
    —Veo que el chatarrero se ha desquitado.—dijo el viejo mientras con la gorra en la mano señaló hacia el cuerpo inerte del perro ahorcado.

    El ruido de un nuevo avión forzó una pausa en la difusa conversación que estaban manteniendo. Los dos hombres se resignaron estáticos hasta que cesó el estrépito de los motores. Entonces, con una mano sobre la herida y con gesto de ignorancia preguntó:
    —¿El chatarrero?.
    El viejo escupió al suelo, se colocó la gorra en la cabeza y con cara de resignación tomó aire y empezó a hablar.
    —Si, lo llaman así porque recoge chatarra, tiene un barracón en la otra punta del aeropuerto lleno de porquería.—El viejo volvió a mirar al perro que seguía oscilando bajo el árbol —Y es ahí, en un apartado entre la chatarra donde guarda a sus animales.— y concluyó mientras hacía un gesto de reproche con su cabeza. —Este era su mejor perro ¿sabe?; le haría pelear más de treinta veces y ganó todos y cada uno de los combates y eso es mucho dinero, si señor, mucho dinero.—

    Otro avión forzó otra pausa. Cuando concluyó, con tono irónico el hombre todavía aturdido y señalando a su espalda con el dedo gordo de su mano cerrada en un puño preguntó:
    —¿Y esta es la manera de agradecérselo?.
    —No señor, a este perro aún le quedaban unas cuantas peleas en su vida y con un poco de suerte, llegaría a semental — Dijo el viejo con tono serio.
    —Y con un poco menos de suerte a mí me cuesta casi la vida intentar salvar la suya. — Comentó sin poder disimular un tono que desprendía arrepentimiento por su acto. —Ese loco me ha abierto la cabeza con una barra al tratar de socorrer al animal.
    —Bueno señor, al parecer ha tenido usted un buen gesto al procurar mediar en la disputa, pero el destino ya estaba escrito. —hizo un paréntesis, se santiguó y prosiguió el viejo con visible resquemor. —Mire, lo cierto es que ayer ese perro sentenció su surte. Su arte era también su riesgo y en un descuido del chatarrero hizo presa de su hija; una niña de seis años. La enterraron al despuntar la mañana y ha tenido usted la mala suerte de meterse en medio de una venganza.

    Otro avión, otra pausa.
    —Es curiosa la vida y en que situaciones te pone en ciertos momentos.— Dijo más para si mismo que para el viejo mientras pensaba en todo lo ocurrido y trataba de encontrar algún sentido.
    —No señor. —Dijo el viejo riendo. —Sólo que ya lo dice el dicho: Cuando el diablo está aburrido, mata moscas con el rabo. —Siguió riendo y concluyó entre carcajadas. — Ha tenido usted suerte de no terminar siendo la tercera mosca de esta historia.

    Miró hacia atrás.

    El roble se alzaba orgulloso.


    JLFrías
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    Tomando el primer cafecito de la mañana del domingo, te leo, y desde luego me dejas asombrada.
    Normalmente prefiero los relatos cortos (que no micros) por este formato visual. Me tiene que gustar mucho un texto para leerlo entero, si es largo. Este es un buen trabajo de entrada …y de salida. Tengo la impresión de que aceptas las críticas de buen grado, así que con tu permiso te daré mi opinión teniendo en cuenta que lo hago siempre con el ánimo de ayudar, si puedo, y desde mi humilde criterio y punto de vista, que por supuesto, no tiene por qué ser acertado. Así que tú dirás, JL, si me dejas “destripar” tu estupendo relato.:confused::confused:
  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Suina escribió : »
    Tomando el primer cafecito de la mañana del domingo, te leo, y desde luego me dejas asombrada.
    Normalmente prefiero los relatos cortos (que no micros) por este formato visual. Me tiene que gustar mucho un texto para leerlo entero, si es largo. Este es un buen trabajo de entrada …y de salida. Tengo la impresión de que aceptas las críticas de buen grado, así que con tu permiso te daré mi opinión teniendo en cuenta que lo hago siempre con el ánimo de ayudar, si puedo, y desde mi humilde criterio y punto de vista, que por supuesto, no tiene por qué ser acertado. Así que tú dirás, JL, si me dejas “destripar” tu estupendo relato.:confused::confused:

    Dispara!
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    vale, me voy al mercadillo de mi pueblo a comprar verduras, frutas, queso y esas cosas...y esta tarde ya te digo.
  • BLADERUNNERBLADERUNNER Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado enero 2015
    Muy bien escrito, muy descriptivo desde el inicio, siguiendo sin distracciones una ruta hacia la tensión y las emociones que vas desgranando con tanta habilidad. No es fácil mantener al lector clavado a las páginas, pero tú lo has logrado con ese método descriptivo tan visual. Saludos
  • Bar ImperioBar Imperio Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2015
    He leido el anterior trabajo tuyo de las bragas y me ha parecido magnífico. Aquí, sin embargo, me desconciertas por completo. Narrar en la tercera persona del singular suele aburrir un poco. Eso puede pasarse por alto, es un tema menor. Sin embargo la elección estética por la que has optado es claramente equivocada. Desde mi punto de vista, por supuesto. ¿Cual era la necesidad de semejante fárrago de palabras? Es abrumador para lector y , en mi opinión, no conduce a nada. ¿Era necesario decir: "El animal se mantenía estático, como un pilar de dura piedra labrada para sostener la ironía del destino."? En mi opinión no, por supuesto. Bastaba con decir que el perro estaba quieto. De todos modos tu puedes argumentar que es una elección estética de tu parte y que a ti te gusta ponerlo así. Y bueno, sí. Nada se puede opinar respecto a eso. Si a ti te gusta, bueno hazlo. A mi no me ha gustado para nada, y aquí estoy con mi sinceridad para decirtelo.
  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    BLADERUNNER escribió : »
    Muy bien escrito, muy descriptivo desde el inicio, siguiendo sin distracciones una ruta hacia la tensión y las emociones que vas desgranando con tanta habilidad. No es fácil mantener al lector clavado a las páginas, pero tú lo has logrado con ese método descriptivo tan visual. Saludos

    Gracias. Si, esa era la idea.

    Saludos!
  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Bar Imperio escribió : »
    He leido el anterior trabajo tuyo de las bragas y me ha parecido magnífico. Aquí, sin embargo, me desconciertas por completo. Narrar en la tercera persona del singular suele aburrir un poco. Eso puede pasarse por alto, es un tema menor. Sin embargo la elección estética por la que has optado es claramente equivocada. Desde mi punto de vista, por supuesto. ¿Cual era la necesidad de semejante fárrago de palabras? Es abrumador para lector y , en mi opinión, no conduce a nada. ¿Era necesario decir: "El animal se mantenía estático, como un pilar de dura piedra labrada para sostener la ironía del destino."? En mi opinión no, por supuesto. Bastaba con decir que el perro estaba quieto. De todos modos tu puedes argumentar que es una elección estética de tu parte y que a ti te gusta ponerlo así. Y bueno, sí. Nada se puede opinar respecto a eso. Si a ti te gusta, bueno hazlo. A mi no me ha gustado para nada, y aquí estoy con mi sinceridad para decirtelo.
    Muchas gracias, claro que se aceptan las críticas, sino no colgaría en un foro mis relatos. Yo lo único que puedo hacer es explicar mi punto de vista. Personalmente no puedo escribir de igual forma cuando relato en primera que en tercera persona. Por lo que dependiendo de la historia que quiero contar, elijo. En primera cuanto de dentro afuera y en tercera de fuera adentro. Y esto incluye las metáforas o recursos literarios, como se ve y se puede percibir desde fuera, en este caso, con el ejemplo que comentas. Puede que lleves razón y en tercera sobren. Pero desde mi punto de vista entonces corro el riesgo de no escribir un relato, sino un manual de instrucciones o una receta.

    Saludos!
  • Bar ImperioBar Imperio Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado enero 2015
    Escribe como te venga en ganas Frías. Estás en todo tu derecho. Ya te aclaré lo de la elección estética. Eso es algo propio y tuyo y al que le gusta lo lee y al que no le gusta no. Así de simples son las cosas. Es una crítica de buena fe de mi parte. Yo he abrevado en otras escuelas literarias y tengo otro concepto de la literatura. Nada mas que eso. Y en cuanto a las metáforas, vamos, que en este texto te has coronado de verdad como un Rey de la Metáfora!
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    Ya me gustaría trabajar las frases largas con la laboriosidad que tú lo haces JL,empiezo por ahí, por el trabajo que hay en “matando moscas con el rabo”…y no sé cómo te las has arreglado, porque normalmente, las frases cortas (de las que abuso), son cruciales para las escenas de acción, manejas muy bien las comas, y ahí está la clave, nos dejas respirar en cada frase con ellas, a pesar de su longitud. La escritura fluye gracias a ellas.

    En tu historia hay dos corrientes de narración: lo que ocurre fuera ( el paisaje, el entorno), y lo que ocurre dentro, en los pensamientos íntimos del sujeto de la historia. En este sentido lo has sabido conllevar, un buen binomio narrativo.

    Lo que me araña la lectura es el exceso de gerundios, y no me voy a poner de “maestra ciruela” sobre el uso y abuso de los gerundios porque seguro que te lo sabes. Mogollón de gerundios.

    El escenario lo has bordado, no solo cromáticamente sino auditivamente ( perdón por los mentes),q uiero decir, no solo he visto elescenario, sino que lo he escuchado, y hasta olfateado, el olor aqueroseno tiene la culpa.

    Hay frase que no me cuadran, en esta de: y a pesar de la nervuda barba carcelera de gesto alguno, su rostro confesaba sin pudor el peso del más afilado tormento. ¿Qué quiere decir gesto alguno? ¿inexpresivo? no entiendo.

    Esta otra frase también es extraña: Tras las gafas de sol ni un atisbo de esperanza en forma de brillo en sus ojos, fijos, clavados en el trasiego aéreo y sus pensamientos con los guantes puestos, soltaban directos que hacían tambalear su espíritu.

    Y en general, en tu historia, me cuesta identificarme con el personaje, no lo haces cercano, creo que es debido a las frases tan rebuscadas, excesos de adjetivos y falta de naturalidad, en ocasiones , para identificarse con el personaje hay que rebajar algo el estilo, dejar que saque la cabecita el prota por encima del lucimiento del discurso narrativo. Demasiadas frases artificiosas, y evidentes como por ponerte un ejemplo ( y hay muchos más): Grana sangre, rojo granizo , tragedia griega acaecida…

    Un despiste alrededor va junto

    Hay muchas cosas que me gustan, entre ellas como has utilizado el“personaje” del perro para introducirnos en la trama, ¡Me ha encantado!. Me ha gustado que no usaras ninguna exclamación a pesar de lo trágico del relato. (auqnue sobra claramente la mención de la tragedia griega, tus lectores podemos entenderte sin que nos mastiques el texto) Me ha gustado que siendo una tragedia ( lo es), no he hayas dado tintes dramáticos, incluido el genial título que despista. Me ha gustado el buen uso de los diálogos ( eso ya te lo dije).

    La escena del perro es GRANDE, vale la pena que lo rebajes de frases artificiosas, y le des un toque más natural ( he visto como lo haces en otros relatos, sabes hacerlo), a mi me ha pasado ( disculpa que personalices), que en cuentos, relatos, textos que resultaban artificiosos los he trabajado en el sentido de la naturalidad y han ganado, a veces menos es más.

    Y me gusta sobre todo, ya lo he dicho varias veces, la segunda parte, los diálogos los has bordado JL
  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Suina escribió : »
    ...............

    Muchas muchas gracias por este tu destripamiento Suina, un placer ser destripado a tu manera y que te tomes el tiempo y la molestia. Como requiere calma, cuando tenga un momento para sentarme a escribir te doy la réplica.
  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    Suina escribió : »
    .....


    Me surgió la idea de este relato hace mucho tiempo leyendo en Crimen y Castigo, el pasaje donde matan al caballo a golpes. La idea era transmitir el desasosiego que yo sentí cuando lo leía. Luego uno lo puede o no conseguir, yo no soy Dostoievski. Pasado el tiempo, cuando se me ocurrió el ahorcamiento del perro lo tuve claro. La cuestión era llevar a esa angustia por la descripción de un hecho concreto.

    Se suele desear lo que no se tiene y no dar valor a lo que se posee. Mi forma natural de escribir es a lo William Faulkner, con frases interminables. No es cuestión de trabajo, más bien de contención, porque no me gusta y lo que realmente me cuesta es concretar, que es un talento que ni siquiera me roza.

    Dicho cual era la intención, incluso el personaje principal es secundario y por eso no es cercano, doy pincelas todas vistas desde fuera, no entro ni me sitúo dentro del personaje pues me resultaba intrascendente para tal fin. Los gerundios demuestran acción y la acción crea tensión y expectativa al leer, creo que esto tiene más relación o se suma a no dejar respirar junto a lo de las comas que comentas. Solo narro una sucesión de acciones que decoro con mayor o menor acierto. Me gusta el lenguaje pugilístico, pero para describir una lucha interna, los guantes puestos soltando directos equivalen a la conciencia. Y lo de "gesto alguno", licencia personal para darle fluidez (ritmo) a la frase pero si, se refiere a lo que comentas.

    Creo que todo aquel que lleva algún tiempo escribiendo, consciente o inconscientemente a la hora de narrar lo primero que hace es montar un andamio en su cabeza donde va construyendo la historia, luego hay que retirar el andamio para que no se vea y se note. Por ejemplo, para mi el mejor andamio de la literatura por complejidad, ingenio e invisibilidad es el de Cien años de soledad. La entrada del perro entra dentro de ese andamio, el roble y hasta el título. Y principalmente el aeropuerto y los aviones que me permiten romper el ritmo, pausar y saltar de escenas.

    No era cuestión de ponerse dramático y si de describir. Por ello lo que me costó más escribir fue el ahorcamiento en si, puede que por ello se note como tu dices artificial. Pero no soy de los que reescribe mil veces el mismo relato, una vez terminado, con lo bueno y lo malo, así se queda y paso a otra cosa. Tus consejos serán atendidos en lo sucesivo.


    Creo que los diálogos son uno de mis fuerte, por eso no quiero abusar de ellos, no me gusta ponérmelo fácil. Se puede deber a que me desteté con Galdós y por ello los llevo en el ADN. Aunque siempre ronda por mi cabeza escribir un relato que sea únicamnte un diálogo, tengo hasta los personajes, Dios y el Demonio.

    Muchas gracias de nuevo Suina!
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    JLFRIAS escribió : »


    el personaje principal es secundario y por eso no es cercano, doy pincelas todas vistas desde fuera, no entro ni me sitúo dentro del personaje pues me resultaba intrascendente para tal fin.
    Creo que todo aquel que lleva algún tiempo escribiendo, consciente o inconscientemente a la hora de narrar lo primero que hace es montar un andamio en su cabeza donde va construyendo la historia, luego hay que retirar el andamio para que no se vea y se note.


    Creo que los diálogos son uno de mis fuerte, por eso no quiero abusar de ellos, no me gusta ponérmelo fácil. Se puede deber a que me desteté con Galdós y por ello los llevo en el ADN. Aunque siempre ronda por mi cabeza escribir un relato que sea únicamnte un diálogo, tengo hasta los personajes, Dios y el Demonio.
    !

    Hola de nuevo, hoy no trabajo, así que tengo tiempo de contrarreplicar :)

    Totalmente de acuerdo contigo en que el andamio no se debe notar, siempre lo digo, aunque con este trasiego que nos traemos de comentarnos te obligo a enseñar tus trucos del almendruco. De Galdós aprendí muchas cosas, aún sigo aprendiendo, entre otras cosas el uso de la palabra hortera y el por qué de ella ( no la explico aquí para no ponerme plasta).
    Interesante la manera en que has focalizado el personaje secundario poniéndolo como principal, en ese sentido desde luego que lo has conseguido.
    Sigo pensando que hay un abuso de gerundios, y que el relato quedaría más limpio sin ellos, pero al fín es tu trabajo y eres tú quien decides sobre él colega.
    Un gusto comentarte JL, menos mal que me pillaste en finde y tenía tiempo.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Dejando aparte el tema de la extensión del relato (yo también comencé a poner relatos demasiado extensos en el foro pero luego pensé que tanto para mí como para los que quieran leerlos era mejor trabajar textos más cortos...lo cual al final se convirtió en una pasión y para mí mismo mis relatos se convirtieron en lo que yo llamo miniaturas...es otro ejemplo de lo mucho que me ha servido el foro para ir, en mi opinión, mejorando a la hora de escribir y perfilar los textos) la prosa descriptiva me ha recordado a una mezcla entre Ballard y William Gibson (pero no me hagas mucho caso) y eso estaría muy bien si la historia me hubiera enganchado...pero no lo ha hecho. Esperaba algo más potente. Así que para mi gusto tenemos un texto muy bien escrito pero que no me ha dicho mucho al final. Solo es mi opinión y la verdad yo siento envidia cuando alguien puede trabajarse de esa manera la prosa descriptiva (yo soy muy perezoso para esas cosas). Espero que tu próximo relato me llegue más, porque los dos anteriores me gustaron mucho.;)
  • JLFRIASJLFRIAS Pedro Abad s.XII
    editado enero 2015
    CarlosSerrano escribió : »

    Gracias por el comentario y la lectura Carlos. Lo que empiezo a tener claro con tres relatos colgados aquí, es que gustan más los que escribo en primera persona. Sin embargo a mi me gusta más escribir en tercera, simplemente por el esfuerzo que me supone a la hora de escribir. A todos nos gusta que guste lo que escribimos, quien diga lo contrario miente, creo, pero ni uno puede gustar a todo el mundo, ni siempre a algunos y tengo claro que ese no es mi fin. Si tengo que acomodar lo que escribo al formato o al gusto de otros, no podría hacerlo. Yo lo cuelgo, si alguien considera que es largo, puede pasar a otro hilo, no pongo pistolas en la cabeza de nadie, pero tampoco en la mía, la longitud es la consecuencia de lo que quiero contar, no al revés. Y como he dicho antes, la intención del relato era transmitir una sensación describiendo un hecho, parece que por ahora solo lo he conseguido con BLADERUNNER que por su comentario me ha pillado a la primera, más allá de esto el relato no tiene mucho que decir. Por supuesto me quedo con tu elogio, "muy bien escrito", viniendo de alguien tan leído como tú, es todo un honor.

    A ver si la próxima vez te engancho. Saludos!
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Se ha debatido muchas veces por aqui lo de escribir en primera persona, muchas veces yo he iniciado el debate porque defiendo mucho esa forma de escribir. Podría decirte que en primera persona los textos parecen más íntimos, confesionales, que son más emocionales. Pero en realidad pra mí es que resulta más fácil. Soy muy perezoso cuando se trata de escribir bajo las reglas ortodoxas!:D Creo que la primera persona es más fácil para escribir y para leer, yo creo que ese es el secreto.

    Emerson escribió que en el futuro toda novela será autobiográfica. Ese comentario lo puso Henry Miller para abrir su obra maestra Trópico de Cáncer que fue un libro que revolucionó la novela del siglo XX. Realmente la novela no se ha convertido en un género autobiográfico pero a mí los libros que más me han llegado suelen serlo como el propio Tropico de Cáncer o El Amante de la China del Norte de Duras. Creo que lo autobiográfico tiene la fuerza de que dices cosas que realmente sientes y no tienes que inventarte falacias...:rolleyes:
  • SuinaSuina Garcilaso de la Vega XVI
    editado enero 2015
    [QUOTE= Creo que lo autobiográfico tiene la fuerza de que dices cosas que realmente sientes y no tienes que inventarte falacias...:rolleyes:[/QUOTE]

    Hay personas a las que nos cuesta exponernos publicamente, por fortuna existen los personajes literarios al que dar vida, angustias, temores, amores...lo que no hemos vivido o lo que nos da miedo vivir...no estoy de acuerdo contigo Carlitos, es estupendo inventar aunque se pongo uno en primerísima persona para hacerlo más creíble.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Suina escribió : »
    Hay personas a las que nos cuesta exponernos publicamente, por fortuna existen los personajes literarios al que dar vida, angustias, temores, amores...lo que no hemos vivido o lo que nos da miedo vivir...no estoy de acuerdo contigo Carlitos, es estupendo inventar aunque se pongo uno en primerísima persona para hacerlo más creíble.

    Borges, mi ídolo definitivo quizá en esto de la liteatura, era muy autobiográfico en sus textos...aunque lo hacía de forma simbólica y usando metáforas para despistar. Otros han sido más directos. No tengo nada contra el puro invento (al fin y al cabo soy fan de Lovecraft y Asimov!) pero me han interesado bastante más los escritores y escritoras que han puesto mucho de su interior personal en los escritos. Cuando Marguerite Duras cuenta su primer amor cuando tenía catorce años en la novela El Amante de la China del Norte emociona más porque ese amor imposible fue real. No es que no emocionara la historia sino fuera real (¿Quién no ha llorado con Los Puentes de Madison?) sino que emociona y conmueve más cuando uno sabe que se basa en cosas reales. Y es que la realidad supera a la ficción ¿no?:D

    También es cierto que los que escriben en plan autobiográfico suelen exagerar mucho e inventarse muchas cosas, al estilo Anais Ninn. Pero es que también lo que uno inventa dice mucho de su propia personalidad...:rolleyes:
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Me parece muy interesante esta amigable discusión sobre el estilo.


    Cuando leemos un texto, nos sentimos o no identificados con él. Un texto nos gusta o no nos gusta. A veces, existen razones científicas para ello ( la Crítica literaria , para mí, es toda una ciencia). Es decir, no nos parece convincente o creíble, los personajes no están bien caracterizados, la forma no se ajusta al fondo ( o viceversa). En otras ocasiones, ese "disgusto " ( lo contrario de gusto, bromeo ) nos viene de una tendencia natural hacia un estilo u otro.


    Empezaré por el segundo aspecto que menciono. Yo prefiero a Quevedo antes que a Góngora, no me gustan el Darío de "Azul" ni Gabriel Miró, por ejemplo. Me llegan los escritores en prosa que no necesitan sobrecargarnos con epítetos , metáforas, sinestesias, epanadiplosis, prosopopeyas, retruécanos, etc para llevarnos al alma. En la poesía sí que veo más justificable el uso de tantas figuras literarias. Pero eso es gusto mío.
    No estoy de acuerdo contigo en que si no se escribe de esta manera que digo ( con ese barroquismo) , el texto parecerá una receta. Mi adorados Delibes, Azorín, Valera, Clarín, P. Bazán - ente otros- escribían con un estilo claro y , a veces, desnudo de artificio.


    Como te decía, esta opinión mía viene dada por mis preferencias personales que no son ni mejores ni peores que las tuyas, o que las de otro.


    En cuanto al primer punto del que hablaba ( el estilo tratado científicamente), ahí sí que se pude diseccionar un texto como el que desguaza un motor o descose las costuras de un vestido.
    Yo no suelo hacerlo aquí porque el producto resultante sería un aburrido comentario de texto de cuatro o cinco páginas A3.




    Siento haberme extendido . Es la primera vez que me enrollo tanto.


    Saludos
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Cuando Manuel Machado hablaba de Clarín o la Bazán decía que eran no viejos sino ya usados y desgastados.:D Hubo una tremenda polémica entre los modernistas (lo nuevo) y los clásicos (que defendían lo viejo). Machado y compañía trataban de explicar que estaban ya aburridos del clasicismo rancio, de las novelas decimonónicas, de la RAE y de la beatería y los corsés de la literatura del XIX, así que había que romper con todo, rebelarse, retorcer la literatura para hacerla gritar, desperezarse, sacarse de encima el polvo. Por supuesto luego llegó otra generación que vino a rebelarse contra los modernistas (por ejemplo cuando Alberti llamó a Juan Ramón Jiménez artrítico y pasó a llamar artríticos a los poetas que ya se habían quedado viejos...). Si repasamos la historia de la literatura veremos que igual que Machado rajaba de Clarín, Alberti lo hacía de Juan Ramón y así hasta nuestros días. No hay intocables ni estilo que haya triunfado eternamente...porque siempre es un eterno renovarse (rinovarse o morire, que dijo el muy esteticista D'Anunnzio). No recuerdo quién dijo eso de que hay que estar al día o en dos minutos te conviertes en una momia. Incluso en la literatura (que pudiera parecer tan estática y contemplativa) las cosas se han sucedido a ritmo de vértigo. Me encanta leer de polémicas literarias (algunas muy absurdas y por eso divertidísimas) y creo que por aquí una polémica de vez en cuando no vendría mal...más que nada para no acabar siendo llamados artríticos por Alberti.:D

    Yo ya lo he comentado, todo tiene su gusto: lo sencillo y lo barroco. Tan difícil es resultar natural en un estilo o en otro. Si la cosa funciona...y bueno, entiendo a quién no le guste Azul de Dario. Hay muchas cosas de Dario que no me molan (su vida personal dejaba mucho que desear, por ejemplo) pero si me gusta lo que simbolizaba: lo nuevo, la rebeldía...

    Al final la juventud siempre tiene la última palabra, por más que nos pese pero es ley de vida. Y como dijo Bowie: no pierdas el tiempo hablando a los jóvenes...no te escucharán.:D Y tenía mucha razón, yo de joven no escuchaba a nadie, me creía muy listo. Eso, en los jóvenes, hay que comprenderlo. Para bien o para mal ellos protagonizan siempre las revoluciones...o al menos los nuevos tiempos...:rolleyes:
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Carlos, estoy de acuerdo contigo. Si sobrevolamos la Historia de la Literatura ( como La Historia Mundial), observamos que un movimiento o un etilo surgían como reacción de los jóvenes a la Literatura que agradó a sus padres.


    Tal vez, en este mundo globalizado, no es tanto así. La rebeldía ya no está tan polarizada, ni está enfocada en un aspecto tan claro como antaño. Yo, por lo menos, leo lo que me gusta, lo que me apetece y lo que da la gana.
    Me gusta leer historias que me cuenten algo, que yo pueda entender con la mente y con el corazón. Por el contrario, me "tira p'atrás" la prosa que no entiendo. No me refiero a que no sea capaz de entender las palabras una a una sin diccionario ( gracias a Dios mi vocabulario no es escaso). Hablo de textos en los que las palabras todas juntas, en su conjunto, no me cuentan nada, no me dicen nada, no me emocionan, ni me hacen enfadar, ni me molestan, ni me hacen llorar.
    No leo con agrado novelas que hacen piruetas lingüísticas que no te conducen a ninguna parte, sino que se quedan colgadas de la lámpara del techo, junto a una mosca muerta y una pelusa.
    Cuando, por el contrario, un escritor maneja bien el lenguaje adecuando la forma al fondo ( a su intención, a la historia que me cuenta), sus floreos lingüísticos no me parecen vanos y lo leo con agrado. Aunque reconozco que , después de una novela así, me curo leyéndome cuatro o cinco del estilo que me gusta.

    Pido disculpas al autor de este hilo por haberlo invadido, irrumpiendo en él para exponer mi personal visión de la Literatura.



    Besos.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Yo tardé en aceptar (éramos jóvenes y rebeldes) un sabio consejo: y ahora rara es la vez que leo sin un diccionario a mano. De hecho a mí me encanta leer textos enrevesados (soy fan de la filosofía desde adolescente) cargados de epítetos imposibles por el placer de buscarlos en el diccionario:D Recuerdo que el otro día leia un novelón de Eça de Queirós y aparecía la palabra ebúrneo. La miro en el diccionario y ea, que bonita, acabé utilizándola en uno de mis últimos relatos. Para mí eso es la magia de la literatura también! Ahora que repaso a Umbral el placer es orgásmico...sus textos están llenos de neologismos maravillosos!:rolleyes:
  • FrancescaFrancesca Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    JLFrías, disculpa mi nueva intromisión en tu hilo...


    Carlos, no voy a contarte mi vida pero aprendí a leer a los tres años. He sido incansable lectora desde entonces de todo lo que se me venía a la mano, hasta de la Enciclopedia Espassa. Por desgracia, no me va a dar tiempo a leerlo todo, a conocerlo todo y a saber todas las palabras del diccionario. ¡Ojalá! Pero conozco unas cuantas. Digo esto porque , aunque escriba con sencillez, no significa que desconozca esos epítetos, sustantivos y verbos parasintéticos, ... Creo que estamos hablando de una cuestión de elección personal. Y nada más.


    Ebúrneo/a: sí, recuerdo esa palabra en un texto tuyo, porque me alegró que la usases.
    La enseñanza tradicional de Humanidades , con Latín y con Griego en el currículo escolar, nos dotaba de de una gran acervo cultural, lingüístico y etimológico. Eburnus es marfil en latín, por lo tanto, en español disponemos de "marfileño" ( del árabe ) y ebúrneo ( del latín).
    Con estas palabras tan hermosas sucede algo: bien usadas son joyeles en los textos, pero introducidas en ellos con la intención de impresionar o apabullar al lector , resultan - a mí por lo menos- rimbombantes y superfluas. Pero es mi opinión por supuesto. Y vale poquito, seguramente, fuera de mi aula.




    Por mi parte, queda cerrado este tema del esteticismo versus la sencillez formal.


    Saludos.
  • CarlosSerranoCarlosSerrano Fernando de Rojas s.XV
    editado enero 2015
    Yo tenía mi profesora de literatura en el Instituto que siempre decía que le dábamos mucho pan y poco jamoncito.:D La recuerdo cuando nos decía lo burro que éramos y que un idioma como el español que tanto vocabulario tiene (mil veces más rico comparado, por ejemplo, con el inglés) solo sepamos decir las cosas de una forma o dos como mucho. Yo en algo de lo que dices no puedo estar de acuerdo. Estoy de acuerdo en que llenar un párrafo con mil adjetivos no sirve de nada, pero en un idioma tan rico y abundante como el nuestro sería un desperdicio no sacarle todo el jugo y explotarlo. Yo cada día intento aprender nuevas palabras, ir poco a poco e intentar enriquecer mi vocabulario sin pretender ser lo que no soy. Yo adoro el español (a mi profesora de ingles y la de francés nos solia decir cómo voy a enseñaros un idioma si no conoceis ni el español bien!):D

    Yo amo mucho las palabras y cada vez que descubro una me deleito.:rolleyes::rolleyes2: Quizá por eso me gusta tanto Dario y escritores en ese estilo....
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