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Newton se come la manzana

PopePope Gonzalo de Berceo s.XIII
editado agosto 2014 en Humorística
Dejo aquí un breve relato inspirado en parte en algunos de los temas en los que he venido participando por el foro. Como tengo la sensación de que la criatura no es solo mía (sea esta más bonita o más fea), pues lo dejo por aquí a ver si aparece el padre :rolleyes:

NEWTON SE COME LA MANZANA

En Terry la ciencia ejercía una atípica atracción, por el contrario la ficción en absoluto le interesaba, cosa extraña siendo él editor…
Lo normal, al menos con los noveles, era comenzar sin retrasos. Mal dispuesto Terry abrió la habitual revista para los casos de emergencia. El titular rápidamente lo sedujo <<La Royal Society desempolva la manzana más célebre de la historia>>. Leyó la noticia: se habían hecho públicos documentos del siglo XVII al XIX; como señuelo se recogía la popular anécdota de Newton y su manzana. John Smith, calado hasta los huesos, entró alzando las sandalias, saludó al personal, y con unas risotadas quitó toda importancia a la espera – Excelente noche ¿No cree, Sr. Terry? – Vaya chiflado, pensó Terry. Seguidamente John le retiró la revista de su lado, la ojeó, a lo que Terry, suspicaz, introdujo el asunto pertinente recurriendo a la noticia: Eh, Sr. Smith ¿Se considera usted un genio? Hoy forzosamente hay que serlo para sobresalir entre tanto publicado – John no respondía – Dígame ¿En qué se inspira? ¿Cómo lo hace? – Insistía Terry, a lo que John impelido replicó – Verá usted, Sr. Terry, imagino que a Newton se le antoja la manzana antes de que caiga.
El aire atónito de Terry evidenciaba su escasa imaginación. Por lo que John rápidamente comprendió que así cayera una manzana o un cubo colmado de ellas sobre la cabeza del editor, sería imposible que este llegara a la idea. Muy a su pesar, viendo la cara afligida de Terry, John completó la escena – No habiendo dejado ejercer Newton la fuerza gravitatoria, eliminó el factor sorpresa, la casualidad… – Pero el rostro de Terry era lamentable, seguía sin dar la menor muestra de entendimiento – ¡La arranca y se la come, por Dios! – Sin embargo, John notaba el enorme esfuerzo que Terry realizaba por seguirlo, cada vez más constreñido – Aunque lo más beneficioso para usted, Sr. Terry, quizá sea el hecho de que esta conversación, muy probablemente, jamás haya existido – Un trueno ensordecedor irrumpió de repente en el bar. <<Vaya chaparrón de aúpa>> piensa Terry al instante,mientras abandona toda voluntad para mirar por la ventana.

Comentarios

  • odmaldiodmaldi Fray Luis de León XVI
    editado julio 2014
    O en este caso, la madre.:rolleyes::D

    Terry, amigo, te comprendo. Te comprendo.:(-(

    ¡Gracias por compartir!
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado julio 2014
    Pues yo también me estoy comiendo una manzana, justo en este momento...y no me las pico:)
  • PopePope Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado julio 2014
    odmaldi escribió : »
    O en este caso, la madre.:rolleyes::D

    Terry, amigo, te comprendo. Te comprendo.:(-(

    ¡Gracias por compartir!

    Dije padre, porque es el que suele darse a la fuga :D No ha sido su caso, jaja...
    Gracias por sus continuas aportaciones, y por leer a los demás
  • PopePope Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado julio 2014
    amparo bonilla escribió : »
    Pues yo también me estoy comiendo una manzana, justo en este momento...y no me las pico:)

    Por su puesto, mejor al natural. Así, sin pelar ni nada:o
    Muchas gracias, Amparo. Un saludo
  • barrikadabarrikada Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado agosto 2014
    Bueno, creo haber, más o menos, entendido la historia. He de decir que con un poco más de tacto en la parte formal, habría quedado redondo. Aun así, no puedo evitar sentirme algo identificado con Terry, sé como es esa sensación tan fría... Buena historia, Pope, gracias por iluminarnos con estos relatos.
  • PopePope Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado agosto 2014
    barrikada escribió : »
    Bueno, creo haber, más o menos, entendido la historia. He de decir que con un poco más de tacto en la parte formal, habría quedado redondo. Aun así, no puedo evitar sentirme algo identificado con Terry, sé como es esa sensación tan fría... Buena historia, Pope, gracias por iluminarnos con estos relatos.

    Tiene toda la razón, barrikada. Tratar más los aspectos formales no le hubiera venido mal al texto. Y ahora, si usted me lo permite, déjeme que le cuente una anécdota… Este fin de semana asistí a un concurso de pintura rápida. Los participantes podían escoger entre los muchos encantos del pueblecito que visitaba. Tengo que decir que algo de pintura sé, y allí pude reconocer a varios pintores profesionales (no sólo fijándome en la técnica y estilo, también en la elevada suma del premio). Generalmente estos pintan delicadamente, sin prisas, sin pausas, jugando con las pinceladas. Sin embargo en mi paseo me topé con un joven que pintaba rápido, con pasión, no violentamente, digamos de forma espontánea. Visto desde atrás del caballete, parecía que estuviera dirigiéndose a una orquesta. Cuando llegué a ver el lienzo pensé“¡Voila!” al superar con creces todas mis expectativas. Sin lugar a dudas la obra embellecía el lugar escogido. Y aunque sabía que el cuadro estaba inacabado, le dije al joven “Es perfecto”, porque así lo creía. Por el áspero “gracias” que recibí, supe que le había distraído. Se paró, me miró, y me dijo “Sabe que aún faltan más de 4 horas para que acabe el concurso ¿Por qué me dice que es perfecto?” “Porque así lo creo” respondí. Acto seguido paró de pintar y se fue al bar de al lado. Yo por mi parte continué con el paseo. Después de comer volví a recorrer los lugares por donde se habían situado los pintores. Incluido el del joven. Al pasar por allí, caballete, lienzo, pinturas y demás aperos seguían estando solos. La obra seguía intacta, tal cual la dejé, y el concurso a punto de finalizar. ¿Si ganó?... no lo sé. Aunque me sirvió para reafirmarme en la idea de que no es siempre fácil saber cuándo una obra está terminada. No es el caso del pequeño relato de “Newton se come la manzana”, ya que me marqué un tiempo máximo para darle forma (una tarde para ser exactos, la misma en que lo publiqué), convencido de que si no era así, posiblemente no lo acabara, o si lo acababa, no lo publicaría. Las razones, podría dar muchas, pero todas se resumen en la imperativa falta de tiempo.
    Te agradezco, mucho, mucho tu aportación, barricada.

    Un saludo y nos seguimos leyendo
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