Rebeldia

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REBELDIA
¿Donde perdieron su condición de rebeldía?
Señores y señoras si la obra del esperpento creíamos menguada por momentos, aparece UGT y reclama nuestra atención un momento.
Me siento un ciudadano huérfano, desamparado y humillado por todo el Sistema creado con las lágrimas y sufrimientos de los que con sus almas pusieron los primeros cimientos.
Somos una sociedad en caída libre, que no libre.
Estamos desamparados a la deriva de un Sistema corrupto en todos sus ámbitos.
El pueblo clama un cambio radical en las reglas de juego. El daño moral al que se está sometiendo a esta sociedad es insoportable. Somos prisioneros de las reglas del juego, moldeadas al antojo para que se amolden a políticos, sindicalistas, empresarios, justicia, medios de incomunicación etc. Se han convencido a ellos mismos que actúan para una sociedad en su mayoría encandilada bajo la tenue melodía de la ignorancia.
La justicia se ha convertido en mera comparsa del poder, los políticos perdieron por el camino sus ideales o los canjearon por favores y avales. Hace tiempo que por mi parte dejaron de encandilarme bajo colores y direcciones prometiendo siempre buenas intenciones, y una vez ganadas las elecciones sucumben a las tentaciones.
Los sindicalistas hace décadas que perdieron la pista, solo les preocupa salir en las listas. Como pueden erigirse como la voz del pueblo si compiten a la misma altura en despropósitos que él poder al cual en las noches de intimidad se implican con total complicidad.
Los empresarios ven en estos tiempos el terreno ideal para sembrar esta tierra de esclavos. Bajo la pancarta de la crisis se empeñan en hacernos más difícil subsistir en nuestra verdadera crisis.
Los medios de incomunicación bailan al son del amo. Estos son los verdaderos perros flautas. Para hacer lo que hacen no haría falta estudiar una carrera, pues bastaría saber estar siempre detrás de la barrera.
Durante años nos han ido robando hasta la rebeldía, aquella que en su día no entendía de miedos, intereses o complejos.
Escribo esto desde el sentimiento de la derrota, del que siente sus piernas rotas.
Atenazado bajo la sombra de la prudencia vivimos con paciencia.
Temo dormirme y dejar morirme
Sin plantar cara antes de irme.

PD: Que triste es saber que sin luchar entregaste todo lo que perdiste.

Antonio José Mascaró Pérez