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Estación final

PedritoPedrito Pedro Abad s.XII
editado septiembre 2009 en Narrativa
Estación final


I


A las tres de la tarde querían venir, su hija y su hijo, para hablar con él algo importante, como le habían comunicado por teléfono.
Estaba en su pieza leyendo, toda su vida había leído.
Uno tendría que arreglar el jardín de la casa, llevar las oleandras al sótano para protegerlas del frío, pensó. Nadie lo haría.
A las cinco llegó su hijo solo, la hija tenía que ir a una reunión importante.

- Cómo te sientes, papá?
- Más o menos, hijo.
- Por qué “mas o menos”?
- Cuándo me van a sacar de aquí? Me prometiste que solamente un tiempo corto tendría que vivir aquí, después me llevarías a tu casa.
- Pero aquí no te falta nada, todo lujoso, buena comida, buena atención, gente con la que puedes hablar, televisión para entretenerte, además una biblioteca.

Miró a su hijo como a un extraño. Este cabro había educado él! Había vivido sin ninguna preocupación en su casa, había estado en los mejores colegios, estudiado en la universidad, había recibido siempre todo lo necesario y mucho más.

- Yo creo que no sabes de qué estás hablando. Estoy viviendo tres meses aquí, todo lujoso, verdad, todo arreglado, verdad. Está fijo el tiempo para comer y para dormir. A las nueve de la tarde se apaga la luz. Tú sabes que siempre me gustaba leer en la noche! Está fija la hora para levantarse, para lavarse, para ir al baño. Hay gente con pañales, así se ahorra tiempo, no tienen que llevarlos al baño. Yo ví un viejo, sentado en una silla en el pasillo, sus dientes postizos en la mano, pantalones abajo, mojado completamente.
Tengo buena entretención, puedo conversar y divertirme con gente. El almuerzo está puntualmente a las doce del día.
En la mesa hay gente, no tengo que comer solo. Enfrente está sentada la señora Wotleb, puede comer sola, risas convulsivas desfiguran su rostro, de vez en cuando, grita.
A mi lado la señora Gutman, no puede comer sola, alguien del personal la atiende, siempre diciendo, que coma más rapido. De vez en cuando escupe la comida.
Al otro lado de la mesa el señor Stobinski habla sin parar, nadie puede entenderle, olvida comer de vez en cuando.
Un poco al lado de la mesa está una señora en una silla de ruedas, mira siempre por la ventana. Parece que busca algo, que espera alguien. No come, no se deja ayudar, cada día más delgada.
Todo de lujo aquí, pero nadie tiene tiempo.
Aquí llegó gente, hombres y mujeres que podían caminar, muy lento, pero capaz de moverse solos. Después de una semana tenían que quedarse en la cama. Faltaba el tiempo para vestirlos, para llevarles al baño. Hoy tienen prendas y son incontinentes, se los alimenta artificialmente. Todo para no « perder » tiempo !

Pero parece que todo eso no te interesa tanto. Por qué vienes?

- Para visitarte y ……
- Para visitarme ? Increíble! En tres meses llegaste tú sólo tres veces, te quedaste cada vez menos tiempo, diciéndome, que tenías muy poco tiempo. Tu hermana me visitó dos veces!
- Pero papá, en este momento tengo realmente poco tiempo, reuniones importantes en la empresa, todo va a cambiar allá! Mi hermana tiene bastante dificultades con su marido, además es cesante y busca trabajo.
- Por supuesto, todo difícil. Qué quieres de mí y cuándo vas a sacarme de aquí ?

Su hijo sacó de su maletín una carpeta, la abrió, mirando inseguro, nervioso.

- Aquí me falta tu firma.
- De qué se trata?
- Mira, hemos pensado que sería mejor vender la casa. Puros gastos inecesarios. Este lugar de ancianos es bastante caro. Además vas a vivir después en mi casa. Claro, todavía tendrás que quedarte un tiempo más aquí.
Tú sabes que mi mujer trabaja mucho en la oficina y yo estoy muchas veces de viaje. En este momento tendríamos poco tiempo para cuidarte.

No podía creer lo que había escuchado recién. Le llegó una tristeza tremenda, pero también una rabia. Arrancó el documento de las manos de su hijo y lo rompió en pedazos.
- Entiendo que ustedes tienen mucho trabajo y poco tiempo para mí. Soy viejo pero no un idiota! Lárgate de aquí y no pierdas más tiempo con visitas.

Se levantó sin despedirse y dejó su hijo solo.

II
Lento y agachado caminó por el pasillo. Un olor a productos químicos para la limpieza y orina, gente en sillas de ruedas mirando la pared. Televisión apagada. Gritos desesperados, agresiones contra cosas, gente ensuciando los paredes con excrementos para llamar solamente un poco la atención, para salir por lo menos un momento corto de su soledad.
Escuchó gritar y llorar a una mujer vieja en una silla de ruedas:
- Enfermera, ayúdame, yo quiero morir!

Tendría que empezar de nuevo, pero empezar se puede solamente desde el punto donde uno se encuentra, pensó.
Empezar de nuevo sería seguir.
III
Le costó llegar a su pieza. Se desvistió y se acostó.
Había llegado el tiempo para irse.
Su vecino en la cama al lado dormía, ya dormía casi siempre, también en el día. No podía molestar más al personal, habían desconectado su timbre de emergencia.

Por la ventana vio la luna.

Se levantó y salió de la cama sosteniéndose en la mesa de noche.
Pasos chicos al armario.
Sacó ropa interior, una camisa blanca y un terno oscuro.
Volvió lento a la cama y se vistió.
Necesitaba mucho tiempo, tuvo que descansar varias veces, pero tenía tiempo.
Calzoncillos no necesitaba, no era capaz ponérselos.
Los zapatos estaban delante de la cama, no podría amarrar los cordones.

Llovió, las gotas corrieron por la ventana abajo como lágrimas.
El pájaro negro no estaba, no le miraba, nadie le miró, estaba solo.

Logró subir una rodilla a la silla junto a la ventana.
Después de una pausa, también la otra.
Sudando, con un vértigo se levantó de la silla apoyándose en el respaldo.

Con un último esfuerzo abrió la ventana, la lluvia mojó su cara.
Abajo vio pasar los autos.

De repente todo era muy fácil…………..

Comentarios

  • oriafontanoriafontan Pedro Abad s.XII
    editado septiembre 2009
    Un relato triste y real a la vez que bonito. :)
  • PedritoPedrito Pedro Abad s.XII
    editado septiembre 2009
    Sí, muy triste, muy real por lo menos en Alemania.
  • oriafontanoriafontan Pedro Abad s.XII
    editado septiembre 2009
    Pedrito escribió : »
    Sí, muy triste, muy real por lo menos en Alemania.

    Y en España y en todos los paises capitalistas mucho me temo. :mad:
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