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Capítulo I “El Inicio”

ElegantElegant Anónimo s.XI
editado julio 2009 en Otros
Nadie recuerda cuando nace, cual fue el primer motivo de su llanto, cuando da el primer paso, cuando dices tú primera palabra, en fin; nadie recuerda el inicio de sus días y solo confiamos en lo que cuentan de cómo fueron. Si nos damos cuenta, la luz inicia en la mayoría de los casos para iluminar las noches, quienes a su vez son reflejo de que un día está por finalizar.
De niños soñamos, creemos, queremos crecer más rápido que la velocidad del sonido, aprendemos rápido, entendemos poco al mundo y no nos importa; comemos mas por obligación que por hambre, normalmente detestamos lo que para nuestros padres es prioridad y hasta nos despertamos temprano los fines de semana solo para ver caricaturas. Nuestra felicidad se encontraba en las golosinas, los juguetes, la televisión y que un día no nos dijeran que te fueras a acostar temprano; las fechas más importantes de nuestras vidas eran la de nuestros cumpleaños y los 25 de diciembre. Cuando aprendimos a leer queríamos hacerlo a cada momento y los letreros en las calles eran los ideales, las vocales eran nuestras letras favoritas y las consonantes servían para completar las palabras.
Deberes y derechos se nos imponían desde temprano, entre ellos lavarnos los dientes y las manos hasta para cuando no estabas haciendo nada, ir a clases y hacer tus tareas, llevarnos a hacer algo de deporte o sino clases de música; nos mantenían ocupados de lunes a viernes y hoy creo que lo hacían para que el sábado dejáramos dormir mas a quienes te acompañaban en casa.
Inmediatamente después de aprender a leer, nos imponían la religión de su preferencia y debíamos aprendernos un libro que a pesar de pequeño no era nada corto para leer; así nos aseguraban un puesto en la Iglesia los domingos, que realmente no pedimos, pero; tu voz no era voto, solo la utilizábamos para manipular cuando decíamos algo tierno y conseguíamos lo que pedíamos (no en todos los casos).
Los logros empezaron a hacerse realidad cuando te sentaste por primera vez en la parte delantera del carro como copiloto, cuando alcanzaste encender la luz y a abrir la nevera, cuando te pidieron ayuda para que sostuvieras algo, el día que tu escogiste el cereal que comerías, cuando montaste solo en bicicleta y en un carrito chocón sin que vieras a tu papá como lo manejaba. De la mano de los logros claro esta vinieron los fracasos, que no eran más que los golpes que para esos tiempos solo eran físicos, si bien por querer correr y saltar más que los demás, cuando creíste que no necesitabas ayuda para servirte solo el agua y el vaso de vidrio paraba en el suelo, pero siempre estuvieron las palabras de apoyo como por ejemplo: -“Te lo dije”.
Así inicia este recorrido, de aprender, soñar, tropezar, levantarse, querer, entre todas las cosas que a medida que se avanza nos sirven para robarnos una gran sonrisa.
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