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Le va a salir un cardenal –pensé- no debí ser tan brusco solo para satisfacer un deseo. Ella no pareció inmutarse ante mi bajeza, era como si estuviese acostumbrada a los maltratos, privaciones o sacrificios. Sin pronunciar queja alguna, poco a poco fue suavizando el golpe con un ligero masajeo. Así pude divisar la ínfima telita que se debatía entre sus nalgas, tratando de sostener un bikini deteriorado, reducido por el tiempo y el uso a la mitad de lo que fueran sus dimensiones originales. Aquello era el preludio a una desnudez inevitable a la cual se exponía y se resistía al mismo tiempo por alguna inexplicable razón.
- No me preguntes como lo sé –dijo de repente- pero estoy enterada de que eres escritor.
Quedó esperando que le confirmara sus palabras, pero ante mi silencio prosiguió:
- Necesito que escribas sobre mí, sobre lo que ha sido mi vida durante estos últimos años, de donde vengo y todo lo que he pasado hasta ahora.
- ¿Con qué finalidad? –Le pregunté-
- Es preciso que se conozca mi historia, pues solo eso me podrá salvar. Para muchos seré una mentira, pero me aferro a la esperanza de que haya alguien que nos crea y venga a buscarme.
- ¿Qué te hace suponer eso? –Pregunté intrigado-
- Porque presiento la existencia de ese ser y sé que en donde quiera que esté, esa persona también presiente la mía, aunque no sea plenamente consciente de ello. Si estás dispuesto a escribir te contaré una historia real, aunque difícil de creer. Una historia donde la lujuria, la hechicería, el dolor y el misterio se han mezclado para hacerme insoportable la existencia.
No di mucho crédito a aquellas palabras, pero el solo hecho de tener cerca de mí a aquella exótica mujer fue suficiente para que aceptara, olvidándome, incluso, de mi misión en aquel lugar. Acordamos vernos a la mañana siguiente en una pequeña casucha localizada en una trilla que se desprende de alguno de los tramos de la carretera que comunica a Cayena con Kourou.
- Es un lugar despoblado al que solo se puede llegar en auto. -refirió-
- ¿Por qué no podemos vernos aquí? –pregunté-
- ¡Mírame! estoy casi desnuda y en estas condiciones no puedo exponerme ante la gente. Antes quizá lo hubiera podido hacer porque estaba más cubierta.
- Pero puedes taparte –le dije ofreciéndole mi chaqueta-
- ¡Es imposible! –respondió en tono cortante- y aunque sé que estoy abusando de ti... ¿Te puedo poner una condición?
- ¿Cuál?
- No me hagas preguntas cuando nos encontremos, tus dudas se irán aclarando poco a poco y en la medida que yo te narre mi historia... Por favor –me dijo con cierta coquetería- no me mires con tanto recelo. En estos momentos eres la única persona con la que cuento.
Me reveló su nombre y con eso dio por finalizado nuestro primer encuentro. Cuando llegué al hotel la situación se tornó más confusa al encontrar una comunicación en la que se me pedía pasar por la sucursal del Banco de Francia para retirar un cheque a mi nombre por una suma de diez mil dólares. Llegué al banco y no me supieron dar información sobre mi benefactor –al parecer quería mantenerse en secreto- El cheque había sido emitido por una compañía aduanera con sede en Panamá. Tomé el dinero en medio de muchas dudas y regresé al hotel.
Ahora son las doce de la noche en Cayena, no he podido dormir y creo que mi insomnio va para rato. Hasta los momentos lo que he escrito refleja todo lo que se sobre Andora y solo espero con ansiedad que amanezca para ir de nuevo al encuentro de aquella mujer. De ella depende que esta historia siga su curso o se archive como una página más de mis relatos inconclusos.
(Continuará)
Comentarios
Los diálogos están bien contruidos. Solo que usa el guión largo en lugar del corto: (—).