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Desafío en marte

La delgada atmósfera de Marte, con su extraña tonalidad roja, se extiende sobre las mon￾tañas de rocas y arena que parecen eternas. Han pasado muchos años desde que los últimos sobrevivientes de la Tierra viajaron hasta este inhóspito planeta para perpetuar su especie. Entre ellos se encuentran Carlos, Natalia y Sofía, valientes exploradores que se enfrentan a cada día con determinación. Carlos, con sus canas blancas y su pelo largo que
cae sobre los hombros, tiene unos ojos grandes que parecen penetrar el paisaje rocoso.
Su cuerpo delgado, pero definido, se enfunda en un traje protector diseñado con los más
avanzados materiales tecnológicos: Kevlar, Gore-tex, Dacron y Nomex. Estos materiales
no solo protegen del frío y del calor extremos, sino también del polvo excesivo que se levanta cuando hay viento. Además, cada uno de ellos lleva una bombona de oxígeno en la
espalda, imprescindible para sobrevivir en este entorno hostil.
Natalia, la esposa de Carlos, era una mujer de mirada penetrante y cabello corto y rizado.
Junto a su esposo, habían engendrado a su hija Sofía, una niña de ojos curiosos y viva￾ces. La pequeña se encontraba sentada en el suelo, repasando los números en su mente
mientras contaba los dedos de su mano con concentración.
Después, la niña palpó la pared de la habitación, cuyos paneles estaban hechos de aluminio en el interior y reforzados con plástico resistente y metal en el exterior para soportar la
radiación atmosférica. El vidrio también era de alta resistencia para proteger a los habitan￾tes de la colonia de Marte de las inclemencias del clima.
De repente, Sofía interrumpió el silencio con un grito emocionado:
—¡Papá, papá! —exclamó con ímpetu—. No me acuerdo.
Carlos, el padre de Sofía, levantó la vista para mirar a su hija, sorprendido por su pregun￾ta. Tragó saliva y le preguntó con delicadeza:
—¿No te acuerdas de qué, Sofía? Dime.
La niña bajó la cabeza y frunció el ceño antes de responder con tristeza:
—De cómo era vivir en la Tierra.
El silencio se apoderó de la habitación de golpe, y Carlos se sintió abrumado por una ola
de nostalgia. Sus ojos, llenos de lágrimas, reflejaban el dolor de recordar todo lo que habían dejado atrás en la Tierra.
—Sé que puede ser difícil de entender, Sofía. Pero han pasado muchos años desde que
dejamos la Tierra y nuestras vidas cambiaron por completo —respondió Carlos, tratando
de calmar a su hija con una voz suave—. Sin embargo, aquí en Marte, juntos seguimos
construyendo un futuro mejor para nosotros y para las futuras generaciones.
La noche era silenciosa en el planeta rojo, salpicado de rocas y polvo. Sofia, en un intento
de conciliar el sueño, se revolcaba inquieta entre las mantas de su cama en la pequeña
habitación de la base marciana. Natalia, desesperada por calmar a su hija, decidió cantar￾le una dulce nana que hablaba del vasto universo y las estrellas que lo poblaban. Al final,
envuelta en los brazos amorosos de su madre, Sofia finalmente se quedó dormida. La ma-
ñana siguiente, el cielo de Marte se iluminaba lentamente con un naranja pálido, señalando la llegada del nuevo día.

Carlos junto a su hija y su esposa salieron a contemplar el cielo. Era un momento mágico,
el silencio era absoluto pero, algo sucedió. Una fuerte tormenta de arena se desató sin
previo aviso, arrasando todo a su paso. La arena se levantaba con violencia y el viento soplaba con fuerza, haciendo imposible ver a más de unos pocos metros de distancia. En
medio del caos, la pequeña Sofia fue arrastrada por la tormenta, provocando los gritos
desesperados de sus padres. Carlos y Natalia intentaban encontrar a su hija, pero el polvo
y la arena les impedían ver claramente. La bombona de oxígeno de Carlos se estaba agotando, y su esposa le instó a regresar a la colonia antes de que fuera demasiado tarde.
Sin embargo, Carlos se negaba a abandonar a su hija y gritaba "¡No sin mi hija!". Final￾mente, entre los llantos de su esposa, Carlos desapareció en el horizonte, en busca de su
amada hija. Pasaron meses y no hubo rastro de ellos. Natalia tuvo que hacer nuevas
amistades en la colonia e incluso llegó a formar una familia con uno de ellos. Un año después, una nave espacial aterrizó en Marte y unos hombres aseguraron que la Tierra volvía
a ser habitable. Todos decidieron regresar a su hogar, pero antes de partir, Natalia miró
hacia atrás con nostalgia, recordando todo lo que había vivido en el planeta rojo

Comentarios

  • Un tema interesante...el desarrollo lucha por mantenerse a flote...el final le da una pigmento de nostalgia, que trata de conmover al lector.

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