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Página en blanco

Página en blanco. No sé que hora es. Un universo de posibilidades inunda mi visión. El vacío inmenso esconde potencial de ser cualquier cosa. Las palabras no existen sin el papel. La tinta es inspiración, es pasión.

¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Por qué soy?

Preguntas cuyo problema no es la falta de respuesta, sino la pregunta en si misma. El silencio habla, las palabras confunden.

Hoy la tinta es sangre y mis dedos corazón. En la noche desvelada del zafiro un ángel solitario me llama, me acompaña. Ya no está solo.

Ambrosia es espíritu, la conexión del alma con ese algo que no es algo y no es nada. Imaginación, creatividad, inspiración, sentimiento.

Vacío.

Ser.

Un cielo soleado de grises acompaña a un hombre que va camino a una estación de tren. Algunas gotas se asoman y caen en el duro pavimento de la ciudad. Contados edificios rompen con el horizonte en un despliegue de colores apagados. El hombre camina lentamente, despreocupado. Al llegar a la estación lo saludan sombras y manchas de pavor. Cuidadosamente sube al anden con el fin de comenzar su tan ansiado viaje. Encuentra su asiento, baja la ventanilla y observa con atención. El trasbordador entra en movimiento y las campanas a lo lejos dan señal de que este es el principio del fin.

El hombre observa prados de vividos verdes y amarillos que parecen saludarlo con cortesía. El firmamento ha despertado y la calidez del dulce naranja pintado de estelas moradas esconde con gentileza una sonrisa. Perplejo, no se deja estremecer por el asombro y conserva una atención inmaculada. Pasan las horas, los minutos, los segundos. Los colores del paisaje ya no son solo colores. Las puertas del ocaso se transfiguran y evocan sensaciones celestiales en la mente del espectador. Cae la noche, estrellas doradas bailan al son del cielo azabache. Y la luna llena encantada inspira los movimientos de los creadores. El hombre cierra los ojos. La vigilia tan esperada se acerca. Un abanico fragmentado de posibles realidades recorren su mente.

Verde, azul, morado. El ocaso esmeralda reflejase en las gotas de rocío entre las hierbas. Atardecer infinito en un espacio alternativo, puente entre dos mundos.

Fantasía y realidad se entretejen, bailan. Sensaciones sinestésicas inundan el ser. Ha comenzado el ritual. ¿Qué te gustaría preguntar?

-¿Dónde?

-¿Quién?

-¿Por qué?

El hombre despierta en un bosque.

La luz del sol palpa su piel.

Esta vivo.

Es uno, otra vez.

Comentarios

  • Marcelo_ChorenMarcelo_Choren Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    Me gusta el aire entre nostálgico y dulce que evoca.
    Como sugerencia te recomiendo adjetivar menos, hacer que el lector "trabaje" para ti.
    Repito; es sólo una sugerencia.

    Saludos cordiales,
    Marcelo
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