Accediendo
a la sugerencia de un gran amigo, Alex el pintor, como lo apodamos,
estoy sentado frente al cuadro, por él recomendado, “La luz”, de
autor anónimo.
El
lienzo expuesto, de destacable tamaño, unos dos metros de ancho, por
unos tres de alto, a primavera vista impresiona.
Nos
muestra un predio en el cual la naturaleza predomina, un inmenso
pastizal trata de respirar entre infinidad de arbustos silvestres,
árboles inmensos, y toda clase de pequeñas plantas que parecieran
jugar a su antojo, en medio de este regalo de la madre natura.
Lo
que no entiendo el porqué de la insistencia de mi amigo, pues no
se apreciar algo que me llame la atención en especial.
Al
cabo de unos escasos minutos, recordé un detalle casi olvidado, me
recomendó acercarme al cuadro y observalo nuevamente.
Me
percaté que a un costado del recinto había un pequeña silla, con
seguridad para uso de uno de los guardianes del museo, que en dicho
momento no se encontraba presente.
Sin dudarlo, tomé la silla y la
coloqué a pocos metros del cuadro.
Me senté y al levantar la vista,
me pareció estar en el medio del terreno.
Confieso
que todo cambió ante mis ojos...me sentí partícipe de aquel
escenario...todo era de mayor tamaño, al punto tal que mi cercanía
me permitía, de así desearlo, tocar algunas hojas de las plantas
allí esparcidas.
Lo
que sí algo inesperado atrajo mi interés... un poco más lejos,
allí en medio de un pequeño bosquecito, pareciera vislumbrase una
luz.
Ya
entusiasmado por el descubrimiento, opté por correr la silla,
sentarme y enfocar mi vista desde otro ángulo, de acuerdo a las
indicaciones de Alex, guardadas en mi memoria.
Ahora
pude, inclusive, creer ver una casa...aquello era imposible, yo
estaba frente a un cuadro sin vida, no estaba soñando, sin embargo
mis ojos no mentían…
-Ahhh...buen
hombre, por lo que veo, usted también cayo preso de la magia del
artista, no lo puede negar, su cara de asombro lo delata…
-Perdón,
¿quién es usted...nos conocemos?
-No,
no nos conocemos, simplemente trabajo aquí, y no es la primera vez
que un visitante se deja atrapar por este maravillo y fantástico
cuadro.
-Una
pregunta, ¿todos reaccionan como yo?
-No,
en absoluto, solo algunos “privilegiados”, como los llamamos
entre el personal del museo. Yo, lo observé detenidamente y en
varias ocasiones, pero nunca nada fuera de lo común logré
distinguir, me refiero a la casita con la luz...¿me entiende,
verdad?
Salí
del museo un poco trastornado.
Quería llegar a la brevedad a la casa
de mi amigo, para llegar a entender, de ser posible, aquella
increíble vivencia.
Comentarios
Un abrazo,
Marcelo
GRACIAS POR LLEGARTE
Shalom amigazo