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Jinetes de hierro. Mi novela por entregas en mi blog

Hola a todos. Quería presentaros un proyecto en el que estoy trabajando y al que estoy dedicando mucho cariño (y el tiempo que puedo que no es todo el que me gustaría). 

Allá por 2018 comencé a escribir una novela, y en año y medio tan solo escribí 3 capítulos. Así que pensé que una buena forma de tomármelo en serio sería crear un blog para ir subiendo capítulo tras capítulo y publicitarlo un poco por redes sociales. Así, con el feedback y el apoyo de algunos lectores, quizá me animaría de verdad a sentarme a escribir en serio.

Y la verdad es que funcionó, sobre todo durante el confinamiento, donde tuve muchas visitas. Eso me animó mucho y ya voy por el capítulo 14, de los 23 que tengo previstos. Os dejo más abajo la entrada del blog por si queréis echar un vistazo.

Dejadme que os cuente un poco. Jinetes de hierro es un western de ciencia ficción que tiene lugar unos 700 años en el futuro y en donde conocemos a Sully, veterano de una guerra apocalíptica y un desertor de la misma, que trata de cruzar el desierto en el que se ha convertido buena parte del planeta junto con su yegua Morgan, huyendo de un pasado sangriento y de una recompensa sobre su cabeza. 

Durante su viaje, se enfrentará a situaciones desesperadas, en las que el instinto de supervivencia de un hombre criado en un mundo de violencia entrará en disputa con una moralidad y una conciencia que años de guerra han enterrado muy hondo. 

Es un historia cruda, violenta y descarnada. Una historia de un anti-héroe cínico y visceral que deberá enfrentarse a un destino del que no puede escapar y que descubrirá que, en las arenas ardientes del desierto, puede haber un lugar para la redención antes de que el sol se ponga en el horizonte.

http://cuentosdesdeelhiperespacio.blogspot.com/2020/03/jinetes-de-hierro-i.html?view=magazine

Comentarios

  • Además, quería subir también un fragmento (concretamente del capítulo 3) con bastante acción, que considero bastante divertido, ya que un capítulo entero me parecía demasiado (todos tienen alrededor de 8 páginas)

    En este fragmento, Sully decide ayudar a una caravana de viajeros que está siendo atacada, si bien su decisión no esta motivada por el deseo de ayudar al prójimo:


    Mientras tanto, en el claro se había desatado el caos. Los mercaderes o lo que quiera que fueran habían conseguido arrancar uno de los camiones, pero los bandidos, girando en círculo con sus agujas los habían tiroteado y obligado a bajar. El hombre joven y la anciana estaban de rodillas, temblando con las manos sobre la nuca mientras que el otro hombre se arrastraba lastimosamente por el suelo con la cara ensangrentada tratando de llegar hasta la mujer, que estaba siendo golpeada por uno de los bandidos.  Le habían desgarrado la ropa y sus pechos botaban con frenesí mientras ella se resistía a su agresor casi desde el suelo. Este la tenía sujeta del suelo, y la abofeteaba divertido. Otro de los bandidos disfrutaba de la escena mientras apuntaba a los demás.

                 
              La clave estaba en parapetarse detrás del primer camión sin ser visto. Si lo conseguía, sería pan comido. Si no…bueno, entonces la cosa se pondría más interesante. Estaba a punto de conseguirlo, los dos bandidos a su derecha estaban entretenidos jugando con sus víctimas mientras que el tercero luchaba para subirse al camión por la escalerilla lateral, mientras que la chica, fútilmente parapetada arriba, le lanzaba toda clase de objetos. Uno impactó de lleno en la frente del bandido, haciéndole proferir una variada sarta de maldiciones. Al principio Sully pensó que se trataba de una muñeca, pero al acercarse un poco más vio que lo que la chica usaba como munición eran marionetas de madera.  La chica tenía agallas, pero necesitaría algo más que eso, pues los bandidos llevaban armas toscas, pero de buen calibre. Sully se movió sigilosamente un poquito más hacia la izquierda, ya estaba casi fuera del alcance de los dos tipos a la derecha,  a unos pocos metros de situarse tras el camión, fuera de la vista de todos. Pero entonces, la chica dejó por un momento de lanzar su munición contra el bandido. Le había visto, y no apartaba la vista de él. «Sigue tirando marionetas, idiota», pensó Sully. El tipo, a mitad de la escalerilla, se había dado cuenta y miró en dirección a donde la chica tenía fija su mirada. Entonces bajó al suelo de un salto y echó mano a su arma.

             —Eh, tú. ¿Quién coño eres? —«Por poco. Maldita niña,», pensó Sully, al que no le quedó más remedio que poner en marcha el plan B. Ya no podía esconderse, así que se plantó en mitad de ambos camiones a la vista de todos. Los demás, tanto viajeros como bandidos también le miraban fijamente. Sully levantó entonces el sombrero y la mirada, revelando a todos su rostro. Sabía muy bien que aspecto ofrecía. El aspecto de alguien que llevaba mucho tiempo padeciendo la dureza del desierto. El aspecto de un vagabundo en las últimas a quien los duros días  de marcha le habían robado la cordura. Mejor que pensaran eso. Quizá hasta tuvieran parte de razón.

                —Buenos días, caballeros —dijo. Su voz sonaba rota. Hacía mucho tiempo que no hablaba con nadie que no tuviera 4 patas. —Estaba paseando esta mañana por este hermoso desierto y no he podido evitar darme cuenta de que están ustedes molestando a estos simpáticos viajeros. —La cara de todos era un poema. Los bandidos apretaban los dientes y le miraban con extrañeza, excepto uno de ellos, el que abofeteaba a la mujer, que parecía a punto de estallar en carcajadas.

                —¿Que les estamos molestando, dices? —el tipo al lado del camión le miró con fiereza. —Yo no diría tanto. Estos camiones parecen muy llenos y nosotros vamos a aligerarles la carga, para que el camino por este “hermoso desierto” se les haga más ligero.  —El tipo que apresaba a la mujer no pudo evitar romper a reír. Su risa sonó a la vez perversa y ridícula, como la de una hiena.

                —¡Eso es! Y luego nos los follaremos, para que tengan un buen recuerdo de nosotros. —Volvió a reír a mandíbula batiente. Entonces miró a la anciana que estaba arrodillada de espaldas a él. —Bueno, puede que nos dejemos a la vieja, eso lo decidiremos sobre la marcha, ¿verdad, Jix? — A su lado, su compañero, que no dejaba de mirar a  Sully con una mezcla de extrañeza y precaución, apenas sí asintió con la cabeza. Apuntaba al tipo herido del suelo y parecía ser el que más atento estaba a la situación.

                —Ya. —dijo Sully. —Que queréis que os diga, a mi no me parece forma de tratar a estas buenas gentes. ¿Acaso os han molestado ellos? —lanzó el cigarro al suelo y continuó hablando. —Este desierto es un lugar peligroso. No es fácil atravesarlo y muchos mueren en el intento. Así que cuando uno se encuentra con viajeros, lo habitual es ayudarse mutuamente. Es la ley del desierto.

                —La ley del desierto —repitió lentamente el tipo junto al camión. —Yo prefiero otra ley. La que dice que, quien tiene las armas, hace la ley. —El tipo miró a Sully de pies a cabeza. Sin duda pensaba que presentaba un aspecto extraño, pero no muy amenazador. —Pero no te preocupes, dejaremos que te unas a esta “buena gente”. Cuando hayamos saqueado estos camiones, os llegará el turno a vosotros, robar a uno más no es problema. ¡Vosotros, no quitéis ojo a este! Yo voy a agarrar a esa maldita cría.

                Las cosas comenzaban a estar claras, pensó Sully. El tipo junto al camión sin duda era el jefe. Estaba claro que no pensaba que Sully representase una amenaza y parecía muy seguro de sí mismo. En cuanto a los otros, el de la risa ridícula, al que Sully rebautizó como Estúpido no parecía tener luces suficientes como para suponer que Sully era un problema y además parecía que se estaba divirtiendo realmente con la situación y actuaba relajadamente. El problema era el otro, Precavido. No había apartado la vista de Sully desde que había llegado y era obvio que le había molestado su intromisión. Apuntaba sucesivamente a Sully y al tipo en el suelo con el brazo en tensión. Sin duda, ellos debían ser  la primera amenaza a eliminar, mientras el otro tipo estaba distraído tratando de agarrar a la niña. Lo único malo era que estos dos estaban demasiado lejos de Jefe, a más de 6 metros, y los objetivos distantes nunca eran buena cosa. Necesitaría una distracción. Y ser rápido, claro.

       
  •          —Tranquilo, Robert, lo tenemos controlado —dijo Estúpido. Entonces dirigió a Sully su mirada y su risa bobalicona. —¡Y tú, no hagas nada raro o lo lamentarás! Pero tranquilo, si te portas bien, a ti también te daré por el culo. —El tipo volvió a estallar en carcajadas y Sully le dedicó una sonrisa irónica y dura.

                —No serías el primero que intenta darme por el culo. Me alegra saber que con los años no he perdido atractivo. Pero si quieres follarte a alguien, yo pensaría en tu compañero —Sully señalo a Precavido con la mandíbula. —No te imaginas la cara de celos que ha puesto cuando has dicho que era mi culo el que querías.

                Ambos tipos se miraron el uno al otro. Precavido esgrimía una mirada defensiva, que le exculpara de las palabras de Sully, mientras que Estúpido amplió su sonrisa aún más si cabe.

                —¡Ey Jix, este tío  te está llamando maric…!
    La cabeza de Estúpido voló sin que pudiera terminar la frase, y mucho antes de que Precavido fuese capaz de reaccionar cayó al suelo con una bala en el costado. Sully se giró entonces hacia Jefe con la agilidad de un depredador y disparó, pero no antes de que Jefe hiciera lo mismo. Su bala atravesó cuero, tela y buena parte de la piel del hombro, mientras que la del bandido golpeó a Sully en pleno pecho. Le invadió un dolor agudo y penetrante a la vez que sus pulmones se vaciaron repentinamente de aire. Por un segundo levitó con ambos pies en el aire, para acabar cayendo de espaldas al suelo cuan largo era. Su arma cayó a un lado. Una enorme polvareda roja se levantó entonces sobre el cuerpo de Sully, y Jefe profirió un grito mezcla de dolor y de victoria.

    —¡Toma, cabrón! —se agarró el hombro. Sangraba profusamente pero era una herida superficial. Entonces miró a sus compañeros abatidos y al grupo de viajeros. Apenas se habían movido. La mujer rubia se había lanzado al suelo tras la muerte de Precavido y había reptado hasta el hombre herido, los demás seguían de rodillas con las manos en la nuca. Les apuntó con su arma. —¡Vosotros no os mováis o acabareis como él! —se acercó lentamente hacia el cuerpo tendido de Sully.

                La polvareda no había hecho más que aumentar en torno a Sully. Jefe apuntó con su arma, pero costaba saber donde estaba tendido. El denso polvo se le metía en los ojos y casi no le dejaba respirar.

                —¿Has visto, gilipollas? Eso te pasa por hacerte el valiente. Cof, cof. —Intentaba apartar el polvo frente a su cara, pero apenas podía ver. —Voy a meterte otro tiro por si a…    —De improviso, Sully se inclinó hacia delante como un resorte de entre la espesa polvareda. Con su mano izquierda, la de 4 dedos, agarro la muñeca de Jefe para desviar la trayectoria de su arma, y con la derecha hundió la hoja de su cuchillo en el bajo vientre del bandido. Este se encorvó de dolor con un grito agudo. Su arma se disparo hasta que el cargador se vació, pero Sully tenía prendida su muñeca con fuerza y las balas no hicieron otra cosa que levantar más polvo. Finalmente, Jefe cayó de rodillas ante Sully, abriendo todavía más su herida. El bandido pudo ver entonces la cara de su asesino a través de la espesa capa de arena y polvo. Tenía los ojos entrecerrados, pero sonreía, con los dientes muy apretados, en una mueca que era a la vez de malicia y júbilo. Entonces, con un movimiento rápido, sacó el cuchillo de las entrañas de Jefe y asestó un corte limpio en su cuello. El bandido emitió un gorgoteo aterrador y la sangré manó a chorros de él, impregnando la cara de Sully y mezclándose con el polvo.

                Se levantó a la vez que Jefe caía de lado. Recogió su revólver y limpió su cuchillo entre sus ropas e intentó limpiarse la cara, aunque solo consiguió extender la sangre y el polvo. Gruñó, maldiciéndose a sí mismo por fallar ese último disparo, que casi le cuesta la vida. No era un disparo fácil y aún así le había acertado en el hombro después de derribar otros dos objetivos, pero de todas formas no era algo que él soliera fallar. «Demasiado tiempo alimentándome de lagartijas en este puto desierto», pensó, para excusarse. Se dirigió hacia donde se encontraban los otros dos bandidos.  Estaba claro que Estúpido ya no sería un problema. Tenía la cabeza abierta y sus sesos ya se secaban al sol. Al otro, en cambio, le había acertado en  el costado derecho, y eso no siempre era mortal. Así que decidió administrar a Precavido otro disparo en la cabeza, por precaución. No quería terminar como Jefe.

                Los viajeros se pusieron en pie, ayudándose unos a otros. La chica joven, sin embargo, permaneció en el camión. Ninguno parecía estar herido. El hombre de mayor edad tenía una herida en la cabeza que no parecía grave y a la mujer rubia le habían desgarrado las ropas, así que lo único herido sería su orgullo. El hombre joven todavía temblaba y Sully comprobó con desagrado que se había orinado en los pantalones.

                —Muchas gracias, seas quien seas —dijo el hombre herido. Parecía ser el líder del grupo. —Esos tipos nos habrían matado si no hubieras aparecido. Aunque creo que todos pensamos que tú mismo habías muerto. ¿Cómo es posible...?

                —Voy bien protegido —contestó Sully palmeando su pecho sin dar más detalles, aunque lo cierto era que le dolía horrores — ¿Sois comerciantes?

                —¿Comerciantes? Oh no, nada de eso —respondió el hombre, divertido ante la pregunta. —Somos comediantes. Vamos de localidad en localidad con nuestro número de humor y nuestro teatro de marionetas, alegrando un poco las grises vidas de la gente a cambio de unas monedas.

                Payasos. Se había jugado la vida por un puto grupo de payasos ambulantes. Los comerciantes siempre viajaban con algo de valor, pero  estos… ¿Qué podría sacar de ellos? Marionetas y pelotas de malabares. Maldijo para sus adentros.

  • He ido a tu blog y he estado leyendo el primer capítulo.

    Solo está presente la voz del narrador y no hay un solo diálogo. Eso lo hace tedioso. Se ve que el jinete ha tenido una vida interesante pero explicada de ese modo es demasiado tedioso. En el capítulo 2 tampoco hay diálogo hasta las últimas líneas. Si los personajes no hablan hasta el capítulo 3, el lector va a cerrar el libro mucho antes de llegar hasta allí, porque los monólogos del narrador resultan pesados.

    ¿Por qué no te unes a la lista? Sería bueno para mejorar tu escritura, y los comentarios que has hecho sobre mis capítulos, que siempre te agradezco mucho, demuestran que también tú nos aportarías cosas buenas a los demás.
  • Hola. Sí, es cierto que en los dos primeros capítulos no hay un solo diálogo, pero claro, es porque solo hay un personaje hasta el tercer capítulo. Estaba pensando en acortar el capítulo dos, o hacer más corto el primero...Veremos.

    Lo de la lista, me lo pensaré, claro. 

    Un saludo y gracias por leerlo!
  • Muy buenas. Yo he hecho como Iramesoj y he leído el primer capítulo en tu blog (ya que estamos, vamos a empezar por el principio).

    En mi opinión, no debería de ser un problema que únicamente haya narración. El problema viene cuando existe el riesgo de que lo que se cuenta no llame la atención. No me ha parecido que esté mal escrito, ni mucho menos, pero sí que es cierto que para ser el primer capítulo cuenta cosas que al nuevo lector quizá le parezcan poco interesantes, ya que no tiene cariño aún hacia los personajes. 

    Tu novela, tipo cowboy vagando por el desierto, me recuerda a "El pistolero" de Stephen King. Es un libro que me costó a horrores terminar. Y no porque estuviera mal escrito, sino porque me aburría y era denso de leer. Con esto no quiero decir que tu capítulo aburra (lo he leído sin mayor problema) pero ten en cuenta que lo que ocurre es poco trascendente (cuentas en detalle cómo bebe agua, caza lagartijas, pisa a una serpiente...) Entiendo que la intención es, como no puede ser de otro modo, presentar el escenario, demostrar la crudeza del paraje y la dura supervivencia, pero tal vez sería conveniente intercalarlo con un evento que llame la atención, o con más historias de su pasado (y aquí haría un apunte, creo que debes dejar más claro lo que es presente y pasado. Cuando empiezas a contar lo del desierto no me daba la sensación de que fuera el presente aún).

    El primer capítulo de la novela que tengo escrita es muy parecido al tuyo en este aspecto y me arrepiento de hacerlo taaaan descriptivo sin necesidad. Si pudiera volver atrás en el tiempo lo estructuraría de un modo completamente distinto. No lo hago por pereza, no nos vamos a engañar. No sé si a ti te pasará lo mismo jaja.

    ¡Por cierto no pongas tiempos verbales tan complejos como este!:  
    Poco después de que la enorme máquina hubo desaparecido 
  • Yo he leído de momento lo que presentas aquí, y tiene buena pinta. Realizaré una lectura más compleja capítulo a capítulo en tu blog. ¡Mucho ánimo!
  • Gracias a todos por los comentarios. En el primer capítulo mi intención, como bien habéis dicho, es presentar un entorno hostil y la vida miserable del jinete que lucha por sobrevivir contra viento y marea. Es un capítulo tranquilo, de presentación.

    Mi mayor problema es el capítulo 2. Porque del 3 en adelante todos los capítulos cumplen una función, o tienen bastante acción, o cuenta una historia autoconclusiva. Pero el 2  es el que tengo que retocar, pq no es más que una pequeña extensión del primer capítulo y una introducción del tercero.  Lo retocaré.

    La historia, si la seguís leyendo, veréis que esta plagada de flasbacks y de explicaciones de la vida pasada de los protagonistas. Lo hago para dar un contexto, para enriquecer la historia y sobre todo porque me encantan los flashbacks, jeje.

    Los que continuéis la historia podéis dejar comentarios aquí mismo o en mi blog, que los leo todos.

    Un saludo!
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