Roberto tiene cara de gánster de película. Los labios fruncidos en unas curvas que denotan rudeza, los ojos grandes y extraviados, la cara toda expresando brutalidad. Pero es un persona aburrida y carente de todo interés porque siempre cuenta cosas predecibles y tontas. En su modo práctico de ver la vida no se eleva en ningún momento, pregunta por las cosas más elementales e imprescindibles o insignificantes. La brutalidad de su rostro que da enseguida ocultada por la simplicidad de su mente.