Pues resulta que fuimos al pueblo en verano pero no sabíamos que estaba ya deshabitado por completo. Nos instalamos y bajamos al bar pero estaba cerrado. Se oyó un grito en una casa pero como no vimos a nadie pensamos que era de un animal. No vimos a nadie el primer día y nos extrañó. La Concha no estaba, Aurelio no estaba. ¿Dónde habían ido? Hizo un calor muy intenso al día siguiente así que bajamos las persianas y nos echamos la siesta. Hacía mucho fresquito en esa casa tan antigua de paredes de piedra. Mientras dormía, oí el grito del día antes y me desperté. Un lobo había entrado y estaba en el comedor.