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Piel de pantera

avedonavedon Pedro Abad s.XII
editado diciembre 2014 en Negra
Me mira de una manera y me habla de otra. Su contradicción la delata, sé que está cerca de perder el control, lo noto. Lo huelo. Es mía.

- Tienes razón, tienes razón, pero habla mi corazón, no mi cabeza-, le digo entornando los ojos. Espero a ver su reacción, sus ojos brillan. Tomo su mano con suavidad- Te quiero, te quiero-, insisto. Sonrío y sigo esperando. Sé que va a venir. Tiene que hacerlo, estoy harto de esperar. Llevo demasiado tiempo invertido en ella, pero merece la pena, es tan inocente como hermosa. La más guapa que he tenido nunca, con diferencia.

- …. -, murmura, atormentada por algo que sólo ella conoce. Dudas y más dudas. Me pone a mil cuando llegan a ese punto. Saboreo mi victoria, veo la línea de meta en el horizonte. Relájate -pienso-, que no se note, que no sepa que tienes el control.

- Pero Raúl…yo-, dice ella, amortiguando su voz hasta quedar silenciada. Llora cabrón, saca esa lágrima, quiebra la voz, haz que las manos tiemblen, que se vea lo sensible que eres.

- Ojalá pudiera guardar este momento en una cajita, y recordarlo cuando esté triste o me sienta solo- sí, esa lágrima que cae sobre mi mejilla. Oh dios, la tengo. Acércate, busca esos labios trémulos, y mójalos con tus lágrimas saladas. Pero sólo un beso rápido, labio con labio. No vayas a apresurarte, contrólate. Que sea ella la que venga a buscarte. Elena, noto el fuego en tu mirada, tu respiración, tus dedos inquietos que no saben que hacer, como te agarras tensa la blusa. Tu cuerpo siente la misma gravedad que el mío. No puedes evitarlo. Eres mía. Tu rostro angelical, tus labios perfectos, la curva de tus pechos sobre el jersey, la suavidad de tu piel más escondida. Todo, lo quiero todo.

- Raul… te quiero tanto-, dice la pobre, casi asustada de pronunciar esa palabra que para ella es mágica.

- Ssssht. No hables. Sólo bésame-, susurro, poniendo mi dedo sobre sus labios. Me mira, su mirada es cada vez mas profunda, sus pupilas enormes, líquidas. Su beso es húmedo, cálido. Sostengo su cabeza con las manos y acaricio su cuello con los dedos. Sabe a triunfo, pero debo esperar. No es suficiente. La aparto con suavidad. El tacto de su piel sobre las yemas de mis dedos es irresistible, tengo que controlarme y respiro hondo. Ella lo nota, su perfume me nubla la vista, y siento escalofríos que me llegan hasta la planta de los pies. Es una criatura compleja, tan inocente, y guardando ese demonio en su interior sin que ella sea consciente.

- ¿Como no podría amarte hasta el hombre más frío del planeta?. Elena, Elena. Elena. Podría morirme aquí mismo, ya soy feliz. Ya no necesito más. Hay tanto amor en uno de tus besos, que ya me siento lleno- Ríe. Es la inocencia personificada, me excito al pensar que es sólo mía, y siempre lo será.

- Eres un tonto-, me dice, sin parar de reír como una niña pequeña. Sin embargo, detrás de esa mirada casi infantil, aparece otra, mucho mas oscura y rabiosa, como una pantera al acecho. Esa es la que busco. Oh dios, me hace sentir pequeño y débil. Tengo que sacar a esa fiera que lleva dentro.

- Soy un tonto, pero no me cansaré hasta que entiendas que voy en serio. No soy como otros chicos. No hago el idiota, no son palabras. Si te digo que te quiero, es que voy en serio-, digo atravesándola con mi mirada, buscando esa pantera. Ella me entenderá cuando digo que voy en serio.

- Lo sé. En el fondo lo sé, pero tengo miedo-, me dice. Es ella, la niña, la que habla.

- Claro. Yo también, lo que siento es tan hondo, tan profundo, que me duele.

- ¿A ti también?-, dice.

- Sí, me duele verte, me gustaría abrazarte, tan fuerte, tan fuerte, que fuéramos como uno-, no baja la mirada. A veces parece que quiere, pero algo la retiene pegada a mí. Noto su aliento sobre el mío, casi lo saboreo. Sus labios entreabiertos, húmedos y rojos, sus pestañas como los pétalos de una flor exótica. Sabe lo que quiere, pero no se atreve a expresarlo con palabras. ¡Maldita!. Juego con su pendiente. Se lo regalé hace dos semanas, poco después de conocerla. Acaricio sin prisa el lóbulo de su oreja. Debería besarle la oreja. Pero no, es demasiado pronto. Si fallo ahora, tendré que volver a empezar. Suspiro de nuevo.

- ¿Que piensas?-, dice.

- Lo hermosa que eres. La suerte que tienen los espejos, todos los días a las nueve de la mañana, para poder ver verte todos los días.

- Jajaja-, ríe, como un pajarillo. Sólo de imaginarme aquella vocecita gimiendo de placer, sudo de excitación. Quiero poseerla, hacer que me recuerde el resto de su vida.

- ¿Me querrás igual cuando sea vieja y fea?-, pregunta. Claro que la querré, en mis recuerdos.

- Siempre-, la cojo de las manos y escruto su rostro. Cada vez es más de noche. Estamos solos en el parque. Es ahora o nunca, nunca pensé que fuera tan fácil llevarla a un parque solitario como este.

-¿Lo dices en serio?-, tiembla.

- Claro.

Tiembla. Lágrimas en sus ojos. Mira al suelo. Algo pasa.

- Raúl. Lo siento, pero debía habértelo dicho antes. Pero…. Soy virgen-, el silencio de sus labios y su humedad, me llevan al cielo. Respiro mientras pienso que debería sentir. Mi pausa involuntaria la pone nerviosa. Perfecto.

- ¿Raúl?-, me interroga con la mirada. Sufre.

- Me parece maravilloso. No tengas miedo, puedo esperar el tiempo que necesites-, miento. El dulce olor de su sexo me llega a las fosas nasales desde hace rato. Noto como cada célula de su ser está deseando sacar a la pantera que lleva dentro.

-¡Oh Raul!-, me abraza fuerte. Fuerte. ¡Oh dios!, noto sus pechos contra mí. El olor de su piel me aturde. Me lloran los ojos justo en el momento adecuado, imaginando cómo voy a gozar de su cuerpo. Mis dedos se deslizan sobre su piel, traspasando fronteras antes prohibidas, sintiendo sus gemidos incluso antes de que salgan por su garganta. La pantera asoma.

Dos días mas tarde, el forense levantó acta del cadáver de Raúl Blanco del Río . 21 años, estudiante de medicina, un chico joven y guapo, de buena familia, un líder natural según sus compañeros de curso. La última vez que lo vieron fue en compañía de una mujer joven, de aspecto dulce y muy hermosa. Por las descripciones, encajaba con Marina. Esta era ya su cuarta víctima y encajaba en el patrón: atractivo, joven, alto, moreno extrovertido y de buena familia. El modus operandi era el mismo: un parque solitario, de madrugada. El pene y la arteria femoral de la víctima habían sido seccionados por el mismo tipo de cuchillo, fino, largo y muy afilado: como los colmillos de una pantera.

Comentarios

  • SalviaSalvia Anónimo s.XI
    editado diciembre 2014
    Excitante; la carga erótica ha logrado excitarme por momentos. Sorprendente; el giro final me ha gustado especialmente por lo inesperado.
    Por poner algún pero, la forma excesivamente teatral de los diálogos no me convence.
  • avedonavedon Pedro Abad s.XII
    editado diciembre 2014
    ¡Gracias por los comentarios Salvia!, interesante tu comentarios sobre la teatralidad de los diálogos. Tienes toda la razón, una de las razones por las que el cuento no acaba de convencerme.
  • FedraFedra Pedro Abad s.XII
    editado diciembre 2014
    Excelente. He visto todas la imágenes del relato tan claramente, que me he sentido espectadora en vez de lectora.

    Tienes un relato descriptivo poderoso, al que sabes sacar provecho. El final, impredecible.

    De acuerdo con lo que te dicen de los diálogos (nunca me gustó la exclamación ¡Oh!) pero son gustos.

    Saludos.
  • avedonavedon Pedro Abad s.XII
    editado diciembre 2014
    Muchas gracias Fedra por las alabanzas, alimentan ese pequeño monstruo de mi interior llamado Ego (en mayúscula) :-). Lo de los finales, es curioso, me dijo una persona hace poco que leyo el relato que se veía venir el final. Lo malo de los relatos es que a veces todas las combinaciones ya se han probado, pero me encanta que me digas que es impredecible. Y sí, los Ohs son horribles, te doy toda la razón.
  • FedraFedra Pedro Abad s.XII
    editado diciembre 2014
    avedon escribió : »
    Muchas gracias Fedra por las alabanzas, alimentan ese pequeño monstruo de mi interior llamado Ego (en mayúscula) :-). Lo de los finales, es curioso, me dijo una persona hace poco que leyo el relato que se veía venir el final. Lo malo de los relatos es que a veces todas las combinaciones ya se han probado, pero me encanta que me digas que es impredecible. Y sí, los Ohs son horribles, te doy toda la razón.





    Oiga, no es que no se vea venir, capaz no me expresé bien, en realidad yo soy una convencida de que en estas situaciones, las mujeres tenemos el control. Pocas inocentes quedan ya :) y cuando usted dice: "se ríe como una niña pequeña", o que le hace esas preguntas tan cursis como :" ¿me querrás igual cuando sea vieja y fea?", yo pensaba, ja! pero que genial sería un hombre que no cayera en estas artimañas de niñatas histéricas y en vez de buscar como responder estas idioteces se le echara encima... en fin. Pero, el desarrollo del personaje masculino, te va envolviendo, haciéndote sentir dueño de ese control, tan seguro se lo nota, tan convencido, que luego el vuelco, inesperado, rompe con la inercia del relato.




    Seguiré sus relatos. Saludos.
  • SalviaSalvia Anónimo s.XI
    editado diciembre 2014
    El final del relato a mí sí me parece inesperado; las pistas las das en el título y, creo que es por eso que hay quien se lo espera. Yo elegiría un título menos gráfico; algo así como: "encuentro inesperado", por poner un ejemplo. Es tan difícil encontrar el título perfecto, como escribir un buen relato.
  • avedonavedon Pedro Abad s.XII
    editado diciembre 2014
    Como hombre, escribir un buen personaje femenino es muy complicado. Yo tengo uno que creo que me quedó bien, voy a ponerlo a ver que te parece. Pero está claro que es muy complicado, sobre todo en relatos breves, donde solo ves un retazo, y generalmente es bastante superficial.

    En este relato, el de la pantera, inicialmente el tio se la llevaba a la cama, sin mas, ella era inocente. Luego lo transformé en la víctima, con bastantes ajustes en los diálogos y el planteamiento, pero lo cierto es que el personaje desarrollado es él, no ella, era es casi un accesorio en la mayor parte del texto, eso lo has captado bien.
    Fedra escribió : »
    Oiga, no es que no se vea venir, capaz no me expresé bien, en realidad yo soy una convencida de que en estas situaciones, las mujeres tenemos el control. Pocas inocentes quedan ya :) y cuando usted dice: "se ríe como una niña pequeña", o que le hace esas preguntas tan cursis como :" ¿me querrás igual cuando sea vieja y fea?", yo pensaba, ja! pero que genial sería un hombre que no cayera en estas artimañas de niñatas histéricas y en vez de buscar como responder estas idioteces se le echara encima... en fin. Pero, el desarrollo del personaje masculino, te va envolviendo, haciéndote sentir dueño de ese control, tan seguro se lo nota, tan convencido, que luego el vuelco, inesperado, rompe con la inercia del relato.




    Seguiré sus relatos. Saludos.
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