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Ahi, ¿En donde?

manuelchocanomanuelchocano Anónimo s.XI
editado agosto 2008 en Erótica
Todo empieza siempre igual, hablando de cosas trascendentemente sin trascendencia hay una luz que pega en mi rostro, la luz no es muy poderosa, trato de hablar lentamente con ese tono que tanto te gusta. Eres hermosa mi flaca, tu silueta es bellísima. Esa bata…El inicio, te toco con los ojos, te hago el amor con la mirada. Tengo que empezar solo admirándote, esa cabellera larga, suave, tersa, en tu piel el agua corre con libertad. Tu piel es lisa es casi, casi como terciopelo de color trigo. Voy a tomarme mi tiempo, sonreiré de una forma aún desconocida para ti, una sonrisa que te dice “me gustas, no sabes lo que te espera.” Te pediré que te levantes de la cama, tu obedecerás creyendo poder anticipar mi próximo movimiento, pero no hay tal anticipación. Llego hasta ti, y te beso, mientras te voy besando, y mordiendo los labios, te arrincono a la pared más próxima. Claro, mis manos te recorren, los brazos, el pelo. Mis dedos se pierden en tu pelo suave, y te beso el cuello. Voy pasando lentamente mi lengua por tu cuello, terminando en tus orejas, y tu me besas el cuello también nuestro pulso está acelerado. No, no me meto aún con tus puntos claves, no, eso sería un pecado. Tu estás disfrutando sonriendo con cara de deseo, y mientras te paso la lengua por el medio de tus pechos, oigo que me dices: “Te amo mi amor.” Yo te miro solo sonriendo, llegando a tu ombligo y yendo al sur de tu ombligo, y cuando crees que al final llegare a desahogarte solo llegare a tu pelvis, a centímetros de tu gloria. Tus muslos, besare con mucho cuidado tu rodilla izquierda, donde esta la cicatriz del sueño profético.

Ahí en esa instancia mi geniecilla, separo tus piernas, rendido a ti hincado. Me aguanto las ganas besándote la parte interior de los muslos, tú gimes y sujetas mi cabeza. Esperas que te arranquen tus bragas. Pero no, sigo con la tortura recorriendo el mismo camino de regreso a tu boca. Tus besos en ese momento son casi con coraje me muerdes duro el labio inferior, tu lengua y la mía luchan, yo te sujeto las nalgas, la parte interior, en un punto donde el sentir del “agarre” el efecto, puedes sentirlo mas al medio. Tu intentas bajar la mano, no te lo permito. Tú te pegas a mi, tu pelvis contra mi pelvis, casi como si al juntarlas se fueran a convertir en una sola. “-Tengo que ganar está caída.-” Me siento un general en batalla, no debes anticipar que es lo que haré. Permito que me desabroches el pantalón, que me quites la camiseta, que pases tus uñas por mi pecho. Pero con fuerza vuelvo a presionarte contra la pared, ¡Yo mando aquí! Al menos esta vez. Te doy la media vuelta para que quedes de espalda a la cama. Te arrojo a ella casi con desprecio como si fueras un trapo, tu cara es una mezcla de miedo, placer, y pudor (Te ves tan linda) tu pelo despeinado cae en la cama más despeinado aún, parece una tela de terciopelo oscuro

Ahora si, desgarro tus bragas, te quito la bata, beso tus senos, con calma, como si mi boca te los fueran reconstruyendo. Llego a tus pezones, que están levantados, e intento respingarlos un poco más con chupones, y pequeños mordiscos. Es un anticipo a lo que haré mas abajo. Te levanto un poco para quitarte la bata, vuelvo a besarte tu estomago plano, hago una pausa para que nuestras miradas se encuentren, y te digo que te amo, lo digo en un susurro. Ahora si, llego el momento, aproximo una almohada y levanto tu cintura para que la almohada quede debajo de tus gloriosas nalgas. Te quito las bragas en un movimiento, (me siento un maestro de ajedrez) Siento las bragas en mis manos están húmedas, empiezo besándote en el lugar donde debería estar el vello pubico, pero no llego aún, tú dices: “No sabes como me has puesto cabroncito”. Entonces junto mis labios a Tú sexo, y muevo la cabeza para que sientas mis labios aún inmóviles ahí. Yo uso mis dedos, formando una v con ellos separo la carne para que tu clítoris quede total y completamente expuesto, con mi barbilla sobre la almohada empiezo sacando levemente la lengua hacia fuera, para que haga contacto con tu pistilo lo hago despacio, levemente, no sabes si realmente es mi lengua o la estas imaginando por el deseo. Entonces hago círculos, abarcando más de ti, mi saliva se confunde con tu humedad, goteas por el deseo que te hago sentir, afortunadamente tengo una lengua bastante flexible, y empiezo a moverla más rápido.

Maldices, palabras no usadas en estos lares: Coño, bellaca, puñeta, cojones… estrujas mis sabanas, y siento como si tus movimientos fuesen a sacar mi cara de tu pelvis. Dices mi nombre con todo y mi apellido, eso me excitó: -te haré pagar.- con la mano Que tengo libre, te penetro con un dedo primero, luego más adelante con dos. Sigo lamiéndote, como los niños lamen los helados que quisieran no acabarse nunca. Tu gimes de placer, eso me insita aún más. Te volteo quedas de espaldas a mi, y empiezo a mordisquearte las nalgas y a lamerte en el medio de tu culo. “Que culito majestuoso”, esto solo dura unos minutos, vuelvo a voltearte y succiono tu clítoris, tú gimes, gimes, contraes tu cuerpo y vuelves a gemir. Siento como si tu pelvis cobrara vida propia, dejo nada más tu boca y con la mano con la que estaba penetrándote, acaricio tú estomago. Siento la vibración, las contracciones. Todo termina en un gemido, en palabras ahogadas que terminan con un: -Manuel, cabroncito te amo.- Yo me siento Leonidas en las Termopilas, y cuando sientes el fin aún en viaje, abro tus piernas, me quito el boxer, y me pongo de rodillas frente a ti, que mides todo en pies y pulgadas, ¿Recuerdas cuantas pulgadas son 17 centímetros? Te penetro, tú no sales del descanso, del orgasmo, cuando ya te penetre, y lanzaste un gemido. Mis movimientos son suaves mientras te miro, y te susurro lo mucho que te amo, que te necesito, que te admiro, Me inspiras ternura y al mismo tiempo lujuria. Mientras me muevo, tu dices cosas que no recuerdo, yo recuerdo las tantricas letras estiro lo mas posible el cuello y presiono la lengua contra el cielo de la boca, esto según el tantra retrasa la eyaculación, presionando un chacra, y funciona.

De pronto la luz tenue que daba hacia mi cara ya no existe más, “-Maldita sea.”- Apago el monitor, me quito los audífonos con micrófono incorporado, me levanto de la silla y me voy a dormir.
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