¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

Carta de Angelo Poliziano

sespirsespir Anónimo s.XI
editado abril 2014 en Epistolar
Angelo Poliziano saluda a su maestro Marsilio Ficino.

Te pido disculpas por haberte tenido tanto tiempo sin noticias mías. Estoy atravesando una etapa de mi vida en la que ya sólo me satisfacen los paseos por el campo y la vida contemplativa, lo que me ha supuesto abandonar en buena medida la relación con mis semejantes, pero créeme que mi afecto por ti continúa siendo tan grande como siempre ha sido. He tomado recientemente una decisión que quería que conocieras. Como te comenté en cierta ocasión, hace ya unos años empecé un largo poema, en lengua toscana, que había de glorificar la victoria de Juliano en la Justa celebrada con motivo de la alianza de nuestra amada Florencia con Milán y Venecia. Ése era el motivo aparente de la obra, pero el motivo real era ensalzar los amores de Juliano, del hermano de nuestro magnífico Lorenzo, con la dama de su corazón, con aquella por quien compitió en tan renombrada Justa, con aquella cuyo bellísimo rostro lució en su estandarte, con la sin par Simonetta Cattaneo. La noticia que quería darte es que voy a dejarla composición inacabada. Cada vez estoy más convencido de que sólo las obras escritas en latín pueden alcanzar fama duradera. Pero ése no es el motivo principal de mi abandono. Ya debía haberlo hecho antes, cuando murió de tisis la pobre Simnonetta. En aquella ocasión, continué el poema de la mejor manera que pude, utilizando para ello todos mis recursos literarios. Hice que Juliano tuviera un sueño premonitorio en el que se le anunciaba tanto su próxima victoria en la Justa como la temprana muerte de Simonetta, pero, a continuación, para que el ánimo no decayera, hice que su amada reapareciera bajo la apariencia de la diosa Fortuna, de cuya mano lograría la fama eterna. No te creas que me quedé muy satisfecho con esta solución, pero, por más vueltas que le di al asunto, no encontré ninguna mejor. Aunque, ahora que vuelvo sobre ello, creo que es una solución un tanto extraña: no parece muy lógico que Simonetta se transforme precisamente en la diosa que simboliza el destino, siendo, como fue, el destino, el maldito destino, el causante de su prematura muerte, cuando se hallaba en lo más granado de su juventud. Estas elucubraciones no dejan de ser, en todo caso, eso, elucubraciones, ya que mi decisión de no continuar el poema es firme. ¿Cómo podría hacerlo después del trágico asesinato de nuestro añorado Juliano? ¿Qué me invento ahora? ¿A qué dios de la mitología griega o romana recurro? ¿Hago que Juliano se transforme en Servio Tulio, en el rey romano que, según la leyenda, tuvo amores con Fortuna? Esto ya no hay quien lo arregle. La realidad ha impuesto sus normas. Todo el poema ha quedado cubierto por un manto infinito de tristeza que nadie puede levantar. Ni tú mismo con toda tu filosofía, ni el mismísimo Platón, aunque resucitara para ello, podríais hacerlo. Consolémonos, pues, recordando al bello Juliano ya la bella Simonetta cuando aun vivían y gozaban de su amor. Quizá, como tú crees, podrán reconstruir su truncado amor más allá de la muerte, donde gozarán juntos de la visión eterna del Creador, pero el amor que se tuvieron en este mundo, ese amor que es al mismo tiempo sensual y sagrado, ese amor que lleva a la unión de los cuerpos y de las almas, ese amor me temo que se fue y se fue para siempre. Trato de recordarles en sus días felices, sí, cuando la vida les sonreía y nos sonreía a todos nosotros, pero, si he de ser sincero, te diré que, por más que lo intento, no logro quitarme de la cabeza la imagen de Juliano tirado en el suelo de la catedral, de Juliano cubierto de sangre y cosido a puñaladas por los traidores, como un nuevo Cesar. Adiós.

En mi finca de Fiésole, el 18 de abril de 1484
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com