Cuando vi a Emily sentí como la emoción llenaba mi cuerpo. Era tan pequeñita... Esos pies, esas manitas... Sentí tanta alegría y orgullo por Ángela que tuve ganas de darle un abrazo inmenso, pero, como ya dije antes, no soy apta a expresar mis sentimientos...
Transcurrió un mes más en el que me dediqué a observar cómo Ángela cuidaba a su hija, imaginado cómo sería cuando me tocara a mi hacer lo mismo con la mía.
Como había estado pensando varias semanas atrás, llamé a Yulia y le conté lo que tenía previsto hacer. Iba a viajar a su ciudad cuanto antes, pues mi embarazo estaba ya avanzado y no podía esperar más tiempo. Me pidió que cuando llegara me dirigiese primero a la casa de ella y así iríamos las dos juntas a buscar a Braian. Pero me negué, a pesar de su insistencia, porque eso era algo que quería hacer yo sola.
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