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El viaje de mi vida

LawlietLawliet Gonzalo de Berceo s.XIII
editado junio 2013 en Romántica
-EL VIAJE DE MI VIDA-

Ella me trajo hasta aquí, hasta este lugar cálido y lleno de luz. Ella me había llevado hasta este momento de claridez donde decido mirar hacia atrás, para verme tal y como soy, y es en ese acto de contemplación cuando renazco. En mi vida quería muchas cosas, pero en ese instante, más que a nada, la quería a ella.

La oscuridad se cernía sobre mi ciudad natal sin apenas haber disfrutado siquiera unas pocas horas de luz solar, dando la impresión de vivir en un permanente turno de cementerio. Las calles eran sombrías y grises, de un tono cenizo. El cielo encapotado me hacía pensar que estaba atrapado en una especie de cúpula, un lugar del que no podía escapar. Desde que tengo memoria deseaba huir de aquí, conocer mundo, ciudades, culturas, personas. Aquí estaba aburrido, siempre estabas un paso atrás respecto al resto. Quería sentir girar esta geoide.

Aunque reconozco que aquí había algo que quería de verdad, como un resquicio de luz a través de una grieta que iluminaba una habitación oscura. Se llamaba Libertad, y juro que, a pesar de no creer en el destino, creo que los planetas se alinearon el día que la conocí, tenía que ser ella, esa personalidad, esos pensamientos, ese nombre... Un día, yendo hacia el trabajo entre la lluvia a las 6 de la mañana, cuando ni el cielo había despertado, vi como una mujer, que caminaba frente a mí, resbaló tras una ráfaga de aire. Me acerque rápidamente y le ayude a levantarse y recoger su maletín. Me dio las gracias mil veces y se marchó. En ese momento sonó mi teléfono, del trabajo, y sin moverme del lugar descolgué. Mientras hablaba pude apreciar en el suelo una pequeña agenda. La agenda de contactos de aquella chica. Mire hacia delante, pero para entonces ya se había ido. Al acabar la jornada fui a la dirección del domicilio que señalaba la libreta. Llamé a la puerta. Abrió una chica envuelta en una toalla azul claro de algodón. A simple vista no parecía la misma mujer, ahora era tan natural, tan real… Le conté lo de su agenda y se la devolví, pero al intentar despedirme me agarró del brazo. Entonces pensé ¿Qué demonios? ¿Querrá invitarme a un café? ¿Cómo va a hacer eso si no sabemos nada el uno del otro? ¿Entonces por qué me ha parado en seco agarrándome el brazo? ¿Habrá visto algo en mí? No, ese último pensamiento me resultaba hasta cómico ¿Qué iba a ver en un hombre de piel pálida, ojos marrones, pelo oscuro y un cuerpo delgado? A decir verdad no tenía nada destacable en mi físico. Me di la vuelta, me miró fijamente a los ojos y yo le devolví la mirada y entonces me dijo

-¿Cómo te llamas? - Suspire sutilmente y respondí

-Cronos, si, mis padres eran algo peculiares.-Si, muy gracioso. Pensé.

-Bueno, siento haber venido tan tarde.

-Gracias, Cronos.-Dijo desde lejos

Me marché con una estúpida sonrisa. Realmente estúpida, porque ella no sabía nada acerca de mis pensamientos. Mejor.

A la mañana siguiente era sábado, y podía disfrutar de un buen día, en casa, porque afuera la lluvia desafinaba las calles de gentío y claxons. Calles congestionadas. Entonces recibí una llamada de un número desconocido.

-¿Diga?

-Hola, soy la chica de ayer, la que olvidó la agenda.

-¿La que se tropezó?- Pero seré Idiota… ¿Quién si no?

-si-

-Ejem, y…dime ¿ocurre algo?- Que eres idiota, eso pasa

-No, en absoluto.

-¿Cómo tienes mi numero?

-No hay muchos Cronos en esta ciudad.

Si, imbécil, definitivamente.

-Cierto, bien, pues… dime.

-Si… oye, ¿te apetecería tomar un café?

-Pues…

¿Pero qué dudas? ¿Esto es real? ¿Dónde está la cámara oculta?

-Sí, claro, ¿por qué no?

-Lo siento si yo… Es que no nos conocemos y quizás sea algo…

-No, no, me parece una gran idea.

-¿Conoces la cafetería Sekai?

-Si

-¿Te parece a las 7?

-Claro

-Muy bien, pues… Hasta luego entonces

-Si… Hasta luego

¿Qué demonios acababa de pasar? ¿En serio? Hasta las siete iban a ser las horas más largas de mi vida. Esto era algo nuevo para mí. Si apenas la conozco. Habrá tenido que armarse de valor para llamarme ¿Yo hubiera podido? No. Lo dudo mucho.

Quedaban 10 minutos para las 7, pero yo ya estaba en la cafetería. Entonces llegó y me dio como un breve mareo. Un segundo en el que no sabía dónde estaba. En ese segundo había perdido la visión. Como un shock. Se sentó y empezamos a charlar. No era mi intención tener hijos, pero de tenerlos, tendrían su apellido. Lo tenia claro. Era preciosa, ella me buscó a mi, ella me estaba diciendo su planes, su deseo de conocer mundo, viajar. Cuando le dije exactamente lo mismo ambos temblábamos. Sentíamos lo que sentía el otro, porque teníamos esa necesidad de escapar de aquí.

Los meses siguientes fueron increíbles. Los mejores que he vivido en esa ciudad. Hasta que organizamos bien todo y decidimos marcharnos, primer destino, California y después ya veríamos. No teníamos prisa.

Cuando pisé aquella tierra desconocida para mí, a miles de kilómetros de donde yo había estado toda mi vida, mirando la puesta de sol desde un parque de atracciones del muelle de Santa Monica, agarrando la mano de la mujer que hace apenas un año cambio me vida. Ella. Ella me trajo hasta aquí, hasta este lugar cálido y lleno de luz. Ella me había llevado hasta este momento de claridez donde decido mirar hacia atrás, para verme tal y como soy, y es en ese acto de contemplación cuando renazco. En mi vida quería muchas cosas, pero en ese instante, más que a nada, la quería a ella. Porque fue ella la que hizo mi sueño realidad, ella cortó los hilos que me ataban.

No sabes el valor de algo hasta que careces de ello, pero ese sentimiento no era nada en comparación a la emoción de estar aquí, a el amor que sentía por Libertad. El mundo se había abierto para mí, para nosotros, y aunque no crea en el destino, creo que los planetas se alinearon aquel día. El día que comenzó el viaje de mi vida.

Comentarios

  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado junio 2013
    Que bonito, me gusto eso de que los planetas conspiraron para estar juntos:)
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