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La dama del desamor. Capítulo 3

jcarlosvalverdejcarlosvalverde Anónimo s.XI
editado abril 2013 en Romántica
Corrió de nuevo con todas sus fuerzas, hasta que la falta de oxígeno era un lastre para sus piernas. Se detuvo contra su voluntad al llegar al final de la vía. Ojeó su reloj y limpió el sudor de su frente. -“Las ocho y cuarenta.”- Pensó al ver la hora.
Demasiadas coincidencias para asumirlas en tan poco tiempo. India estaba en un mar de dudas. ¿Hablar con mamá? ¿Ocultar el secreto? ¿Entrar en el juego de la correspondencia? ¿Asistir al “Baile de las Hadas”? -¡Dios mío, estoy tan cerca y tan lejos a la vez…!- Dijo suspirando.
Siguió caminando lentamente para recuperar el aliento. Cruzó la avenida y continuó dejando atrás el Estadio de Fútbol. –Parece otra calle.- Musitó al comprobar el trabajo de limpieza realizado.
Al llegar a la puerta de casa se detuvo nuevamente. Comprobó sus bolsillos y sacó el folleto del evento. Seguidamente abrió el sobre verde e introdujo la invitación junto con la carta. Suspiró nerviosa e introdujo la llave en la cerradura.
-¡Buenos días Petite! ¿Dónde estabas? Empezaba a preocuparme.- Dijo Teresa desde el sofá al verla.
-Hola Mamá… Mmm paseando, ah… Me he despertado muy temprano, y he de… Desayunado por… Por el centro.- Dijo titubeando.
-¡Apuesto a que no!- Comentó sonriendo. –Cuando dudas y tartamudeas es que estás mintiendo ¡traviesa!
India afirmó ruborizada. –Solo he paseado, quería tomar un poco de aire fresco.-
-Siéntate, te prepararé una taza de té.-
-Está bien, y cruasán con mermelada… S'il tous plaît
-¡Vaya cómo utilizas la lengua materna cuando te conviene…!- Bromeó Teresa. –Y no se dice Cruasán, sino croissant.- Dijo sonriendo.
India tomó asiento y encendió el televisor, la relación volvía a la normalidad tras la discusión. No era la primera vez que sucedía, pero en los últimos meses se había hecho más insoportable y constante. Teresa siempre optaba por el silencio, era una persona con mucho tesón y paciencia. Pero el miedo a reservar su pasado solo conseguía posponer los enfados de su hija.
Hoy era diferente, Suri´te significaba mucho más que calma, paz… Era un punto de partida y la posibilidad de enlazar con su pasado. India era feliz, un abanico de nuevas posibilidades se había abierto en la palma de su mano. Deseaba contestar esa carta, ansiaba volver al Starmorning Cofee y conocer el rostro de aquel misterioso personaje,
-“¿Será papá?”- Pensó mientras saboreaba la taza de té. Conocer a las Hadas, dejarse envolver por su magia. –“Será increíble, maravilloso...”- Imaginó.
-Petite, con respecto a lo de anoche… ¿Sigues pensando volver a Toulouse?
-No mamá, no fue más que un arrebato, sabes lo que pienso de toda esta historia, tengo que acostumbrarme a vivir de este modo. Entiendo que sea difícil para ti, solo espero que me dejes conocer mi pasado, a mi manera, ya sabes…- Contestó algo nerviosa, mirando hacia el suelo.
-¿Y cual es esa misteriosa manera India?
-¿India? Solo me llamas así cuando las cosas no funcionan bien… No debes preocuparte, confía en mí. ¿Qué te apetece hacer hoy?
-Está bien… ¿Sábado de relax con pelis y palomitas?- Preguntó Teresa ilusionada
-¡Hecho!-
India prefirió ocultar su secreto, quería llegar hasta el final a su manera. Tras pasar toda la mañana y gran parte de la tarde en el sofá y pendiente del televisor, subió a su habitación. Ella también poseía una “caja de recuerdos.” Sacó la llave del bolsillo y la abrió para depositar el sobre.
Tras cerrar la caja, encendió el ordenador y abrió el procesador de textos. El momento para contestar la carta había llegado…
“Hola ¿Papá? ¿Estás ahí? Aún me cuesta creer que seas tú quien se esconde detrás de toda esta historia. No recuerdo cuántos borradores he eliminado hasta que por fin me he atrevido a escribirte.
Demasiadas preguntas se fugan de mi cabeza para acordonar estas palabras. Trato de ordenar de forma coherente todas las inquietudes a cerca de tu persona. Mamá nunca cuenta nada sobre ti. ¿Qué pasó? ¿Por qué os rodea tanto misterio? ¿Por qué apareces ahora? Ni siquiera sé tu segundo apellido… Yo también quiero saber todo de ti, ayúdame a descubrirte… Quiero saber dónde os conocisteis, cómo, ¡incluso qué truco esconden tus hadas! Es algo maravilloso, ¡yo también creo en la magia!
En cuanto a mí, es sorprendente todo lo que sabes de mi vida… Curso segundo de Bachiller y aunque odio el instituto, mis notas son muy positivas, sobre todo a raíz de mi fracaso en ESO (Repetí cuarto curso y mamá aún no me lo ha perdonado…) Sin embargo me costó mucho integrarme al nuevo grupo. Es un lastre que arrastro desde hace dos años. ¿Sabes? mamá es directora del centro y aunque no me ha hecho
merecedora de ninguna amistad por ello, es algo de lo que estoy tremendamente orgullosa.
La vida sin ti no puedo decir que sea fastidiosa, pero es difícil y me cuesta continuar sin saber donde está mi punto de partida. Quiero encontrarme con mi pasado, saber mis raíces. ¡Conocer mis genes! Saber cómo eres… Alto, ¿con barbas? Es inquietante papá… ¿Papá? Suena bien…
Puedes estar tranquilo, guardaré nuestro secreto, solo espero que las hadas sepan encontrar el camino a casa, esta noche dejaré la carta dentro del buzón, con la esperanza de que llegue a ti cuanto antes…
Sin más, se despide esperando impaciente tu contestación… India Contreras Aubelle.”
Tras imprimir la carta volvió a leerla… -No estoy convencida. Debería hablar del “Baile de las hadas” Confesar que estaré en la ceremonia…- Susurró. –Pero y si se marcha, o no aparece…-
Las dudas eran su día a día, el espejismo de una moral sobrehumana se había evaporado, los temores habían vuelto de nuevo en cuestión de horas. –Estoy demasiado cerca como para cometer alguna estupidez.- Trató de convencerse.
Finalmente y tras casi una hora decidió dejarla tal como estaba. Abrió el cajón de su mesita de noche y sacó dos folios en blanco, tijeras y pegamento. Coqueta en su cota más extrema, elaboró tras varios trazos y recortes un hermoso sobre con corazones rojos dibujados. Introdujo la carta impresa y cerró el sobre.
-Suri´te.- Dijo mientras rotulaba la palabra con letra de imprenta en la cubierta.
Dobló por la mitad el sobre y buscó una zona segura…-No hay mejor lugar que llevarlo conmigo.- Murmuró mientras guardaba la carta en el bolsillo trasero de su pantalón.
Tras la cena, el sueño no se hizo esperar. El reloj entonaba las diez en punto de la noche e India hizo un esfuerzo para no cerrar sus párpados y retiró los platos de la mesa. Depositó las sobras en la basura e hizo un nudo en la punta de la bolsa.
-Voy a sacar la basura mamá.- Dijo mientras recogía las llaves de casa del clavero de la entrada.
Salió a toda prisa y cerró con llave la puerta, el contendor estaba a escasos metros de casa, algo que siempre había detestado por el olor y el ruido de mantenimiento que provocaba. Al volver se detuvo en la puerta unos segundos.
-Es la ocasión.- Confesó mirando el buzón de la puerta.
Tras revisar rápidamente toda la calle y comprobar que estaba desierta, deslizó por la ranura la carta. –Suri´te… Llega a buen puerto.- Apuntó suspirando.
Al entrar en casa contempló la silueta de Teresa esparcida por el sofá. El cansancio se había apoderado de ella.
-Vamos mamá, esta noche toca dormir en la cama.- Comentó mientras trataba de despertarla.
-Mmmm Hola Petite. ¿Qué hora es? ¿Cuánto tiempo llevo dormida?
-Son las diez y veinte, toca lectura y cama. Vamos al cuarto… Te ayudaré.- Dijo India mientras agarraba a su madre por la cintura.
Arropó en la cama a Teresa, la besó en la frente, apagó la luz y encajó la puerta de su habitación. La seguridad era total, su secreto estaba a salvo. Tras entrar en su dormitorio levantó la persiana con la intención de vigilar la puerta de casa, acercó la mesa a la ventana para apoyarse sobre ella y alcanzó de la estantería su relato favorito. “Árboles” del gran Benedetti.
Había perdido la cuenta de las veces que había leído y releído aquella encantadora novela. Pero la situación bien lo merecía. La admiración por el autor, la complicidad con Suri´te… -Es la noche perfecta.- Murmuró.
Pasaron las horas así como avanzaban las hojas, ningún ruido, ni tan siquiera la curiosidad sonora de un gato husmeando en la basura… Nadie. India no podía aguantar más su desgaste, el reloj del salón anunciaba las cuatro de la mañana, y hacía muchos minutos que las páginas habían dejado de existir. Finalmente cayó rendida…
-¡Petite! ¡Petite! ¡Buenos días! ¿Qué haces encima de la mesa dormida? ¡Aquí ha habido un terremoto de desorden! ¿Sabes qué hora es?
-¡Dios mío! Qué…- Gritó India sobresaltada.
-Soy yo mamá, tranquila yo también me he dormido…- Comentó sonriendo mientras acariciaba la frente de India con suavidad. –Son las doce y diez del medio día, se nos han pegado las sábanas.-
Trató de disimular sus ansias por visitar el buzón, y durante unos segundos rebuscó inútilmente en los confines de su imaginación la excusa más sutil para exponer a su madre.
-¿Ha llovido esta noche? Me ha parecido escuchar tormenta…- Dijo casi tartamudeando. –“Demonios que excusa tan absurda…”- Pensó mientras miraba la expresión incrédula de su madre.
Sin esperar contestación bajó la escalera a toda prisa y cogió la llave del buzón del clavero de la entrada, seguidamente abrió con firmeza la puerta y volvió a ejercer de centinela por unos
segundos. Miró de reojo a su espalda. –Mamá aún sigue arriba.- Destapó con intriga la trampilla del buzón y… -Vacío, está vacío.-

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