De entre todas las ganancias que se disponía a que dejaran de rodearle, acabando así hasta con la espera de la solución azarosa que algunos llaman milagro, dos de ellas tenían nombre propio.
Agotado el tiempo de salvar situaciones, habiendo hecho un esfuerzo que ahora se le antoja mínimo en vista de los resultados, ni buenos ni malos, sino inexistentes, se preparaba primero mentalmente. Una semana de reflexiones tras la cual pasaría de la asimilación a la ejecución.
El orden a seguir en la toma de decisiones debería ser lo bastante coherente como para que las pérdidas siguieran una secuencia irremediable, y así se permitiera quizás defender el poco sentimiento que le quedaba de no culpabilidad.
La única ayuda que recibía le parecía inmoral. Primer paso: prescindir de ella. Sabía que si explicaba el motivo por el que no podía ya aceptar esta ayuda, sería tan comprensible para todos, que nadie (sobre todo los dos nombres propios a los que tutelaba con absoluto amor y a veces con cuidados inexplicablemente malogrados), le reprocharía el haber actuado así y no de otra forma.
Ocurrida esta primera e ingrata, pero ineludible puesta en marcha, todo lo demás caería en imparable efecto dominó. Podía imaginar depresivamente hipnotizado cada ficha cayendo hacia abajo, empujada por la anterior, para dejar a la vista la parte negra de una no demasiado larga, pero sí importante fila de partes de la vida que mucho le había costado construir. O mejor dicho, mantener.
Lo segundo en ocurrir invalidaría cualquier deseo de que los desastres, por obra de algún suceso inesperado, pudieran no llegar a darse. El motivo: que era lo que más…no, era lo único que le importaba. Y es que una vez cedida la vida en común con sus tutelados para ponerlos en manos de una opción mejor y solo por amor, lo demás dejaría de ser una pérdida para convertirse en triste descanso.
Y en este punto se detuvo a pensar en cuánta gracia tenía el infame juego. Resulta que si lo siguiente no llegaba a suceder, si alguna de esas fichas posteriores se mantenía en pie, lo anterior no tenía por qué haber ocurrido. Y lo coherente se le metamorfoseó en ilógico, y lo ilógico en cruel.
No, no tiene nada de gracia. Sin embargo, hizo la llamada detonadora. Valiente cobardía.
Comentarios
Yo quiero ser ganadora de ganancias y con verte aqui, ya estoy ganando algo:p
Os leo, espero.
Besos.
Buena metáfora, un gusto leerte!
La jugadora de Scrabble : )
En cuanto al relato, supongo que he entendido de que va la historia y por ello prefiero no entrar en el fondo. Las formas son geniales.
Es verdad que "lo coherente se nos puede volver ilógico y lo ilógico en cruel", aunque esto también pueda tener su lado positivo y nos ponga a prueba.
Espero volver a leerte pronto.
Un afectuoso saludo.
Muchos los días sin leernos. Mis formas y yo estamos encantadas de encontrarte de nuevo, ya lo sabes. Un abrazo, guapérrimo.
Hola, Sinrima!, gracias y voy a ponerme al día enseguida. Tengo mucho que leer. Un abrazo, nos leemos pronto!