¡Bienvenido/a!

Pareces nuevo por aquí. Si quieres participar, ¡pulsa uno de estos botones!

El sol es Dios

DamapaDamapa Fernando de Rojas s.XV
editado abril 2012 en Narrativa
La puerta se abrió y una niña se me enroscó alrededor de las piernas dándome un abrazo.

-¡Tío Gabriel!

-Pero bueno, si es Sofía, mi chica favorita –dije sonriendo mientras la cogía por debajo de los brazos y la levantaba dándole una vuelta-. ¡Cuánto has crecido! ¿Qué edad tienes ya, siete?

-Cumplo nueve la semana que viene –me dijo haciéndose la ofendida-. Así que ya puedes ir preparando un buen regalo.

La dejé en el suelo sin dejar de pensar cuánto tardaría en perder aquella inocencia y darse cuenta que el mundo es algo cruel, y que parte de su futuro estaba dentro del sobre que llevaba en el bolsillo de la cazadora.

-Bueno –contesté-, ¿qué te parece una tarde de cine y hamburguesas? Siempre que a alguno de tus muchos novios les parezca bien y no se pongan celosos.

Sofía al escuchar la palabra novios se le subieron los colores.

-Eres tonto –dijo sacando la lengua.

-Sofía, ve a tu cuarto a jugar y a terminar los deberes, el tío Gabriel y yo tenemos que hablar.

Era la voz de Melisa desde el fondo del pasillo. Estaba de pie, imponente como una estatua de mármol de carrara, con su media melena negra sobre los hombros, como la blusa de seda que llevaba puesta y una falda larga estampada. Los dos últimos años que llevaba sin verla habían esculpido en su rostro pequeños surcos alrededor de su boca y en su frente, que la hacían más atractiva. Tenía los labios ligeramente secos y cortados por el frío de aquellos últimos días de finales de noviembre, y contrastaban con la humedad de unos ojos enrojecidos de haber pasado demasiadas horas llorando en silencio.

La seguí hasta su estudio en el que realizaba sus proyectos y sus planos. Me la presentó Paul, cuando yo estaba en mi último año de Criminología y ella comenzaba en la facultad de arquitectura, en una fiesta universitaria organizada por la gente de enfermería para recaudar fondos para el viaje de fin de carrera. Por aquel entonces ya llevaban saliendo juntos un tiempo, después de haberse conocido en la escuela de tenis donde recibían clases. Era el ejemplo de una vida resuelta mucho antes de nacer: gracias a la gran cantidad de pisos y locales en alquiler que había heredado de sus padres ni ella ni sus siguientes generaciones necesitarían seguir trabajando el resto de sus días.

Se sentó en una silla giratoria, con la mirada perdida en los jardines blancos. Por un momento la sentí como una rama de uno de esos almendros, soportando todo el peso de la nieve, a punto de romperse.

-Sofía ha cambiado mucho desde la última vez –dije para romper el hielo.

Se hizo un largo silencio, tan prolongado que me pareció que mis palabras se habían detenido en el aire antes de que las llegase a escuchar.

-Todos hemos cambiado, Gabriel. Sofía, yo, Paul…

Aquello iba a ser mucho más difícil de lo que había imaginado.

-Supongo que sí.

Miré el sobre que tenía entre las manos y lo dejé encima de la mesa, deslizándolo sin hacer ruido hasta el extremo donde estaba sentada. Ni siquiera lo miró, creo que con la confirmación de que sus peores temores eran ciertos tenía más que suficiente.

-Ahí están las fotos que me pediste.

Ella jugaba con su alianza entre los dedos, y con cada giro del anillo la culpa se iba apretando más en mi cuello, como un alambre de espino.

-¿Has intentado hablar con Paul? –dije disparando aquel último cartucho a la desesperada-. Quizás aún podéis arreglar algo, tenéis una niña preciosa por la que luchar.

-No hay nada que arreglar, le conoces casi tanto como yo y sabes que no va a cambiar.

Y era verdad, a Paul le habían gustado siempre demasiado las faldas. Me miró y pude ver en sus ojos que la decisión ya estaba tomada y no había vuelta atrás. Todo había terminado.

-¿Vendrás al juicio el día de las pruebas? –su voz se quebró como las ramas de los almendros- No sé si seré capaz de aguantar todo esto yo sola.

-La única condición que te puse cuando hice las fotos es que no aparecería por los juzgados, con las fotos será suficiente. Para mí tampoco es nada fácil esta situación vuestra y verme en medio.

-Lo sé, Gabriel… Gracias por todo.

-Ya veremos, ¿vale? –mentí mientras miraba el reloj – Se me hace tarde y he quedado. Todo saldrá bien.

Le acaricié una mejilla en un intento de consolarla, de darle a entender que no estaba sola, mientras ella cogía mis dedos apretándolos con fuerza.

Miré hacia atrás al sentir el ruido de la silla giratoria y la vi de espaldas, con la mirada perdida en el horizonte mirando por la ventana y el sobre cerrado en su regazo, con su figura negra sobre el fondo blanco, inmóvil como una estatua sentada sobre su trono: como una reina de hielo. A su lado, en la pared de su izquierda, el cuadro de La tormenta de nieve, engulléndola como al barco bajo sus olas.

Cerré la puerta del estudio recordando una de las últimas palabras de Turner en su lecho de muerte, como un augurio: “el sol es Dios”.

Aquel mes de diciembre, Dios nos había abandonado a todos.

Comentarios

  • DamapaDamapa Fernando de Rojas s.XV
    editado abril 2012
    Mierda, acabo de darme cuenta que colgué esto en narrativa... avisar que debería ir en la sección de "Negra". Se me coló. Gracias.
  • amparo bonillaamparo bonilla Bibliotecari@
    editado abril 2012
    Yo no la ví tan negra aún:)
  • SinrimaSinrima Miguel de Cervantes s.XVII
    editado abril 2012
    Damapa, me ha gustado mucho el ambiente de expectación que creas; en cada renglón avanzas lentamente y eso mantiene la tensión de la lectura.
    Sin embargo, esperaba otro final más denso.Este me parece demasiado flojo, como si no fuera final.
    ¿Acaso piensas continuar esta historia?. Si no es así, a mí me ha defraudado cómo termina, o mejor dicho, cómo no termina.

    Pero tengo que felicitarte por lo bien que escribes.

    Una abraçada.
  • DamapaDamapa Fernando de Rojas s.XV
    editado abril 2012
    Amparo, es que tú siempre ves con ojos de niña traviesa todo, vas regalando sonrisas por donde pasas, así es difícil ver cosas negras :p

    Sinrima, simplemente no es un final, es la parte de algo más grande que voy escribiendo en la sección de "Negra", un trozo más de un rompecabezas que anda por ahí dando vueltas. De momento solo yo sé cómo termina, pero para el final quedan muchas páginas, muchas horas delante del ordenador y muchas más de paciencia. Ya irán saliendo.

    Gracias por pasaros por aquí, como siempre :)

    Una abraçada.
  • SinrimaSinrima Miguel de Cervantes s.XVII
    editado abril 2012
    ¡Ah!.. entonces, a esperar.
    Como no tengo mucho tiempo, generalmente me limito a pocos subforos y, aunque la novela negra me gusta, no suelo leer lo que azquí se publica;pero si dices que tienes parte de esta historia publicada ahí, haré un hueco en mi agenda-foro, para leerte.

    Me gusta la novela negra americana, la de Donna Leon, Andrea Camilleri y John Le Carré (las primeras).

    Una abraçada.
Accede o Regístrate para comentar.


Para entrar en contacto con nosotros escríbenos a informa (arroba) forodeliteratura.com