Aun no lo sé
Paulo C. Tuya R.
Antes de leer
[OCULTAR]
- Planeo que esto sea un libro, por lo que estaré actualizando constantemente este post con nuevos capítulos.
- El texto está plagado de referencias a distintos autores, además de jergas y peruanismos: Si no entienden alguna parte de lo escrito, coméntenlo y trataré de hacer un "Diccionario" para una mejor comprensión.
- Estoy a favor de todo tipo de críticas siempre y cuando sean constructivas, sería estúpido creer que mi técnica es inmejorable. Incluso críticas de marginados sociales o de elitistas sin remedio serán bienvenidas, siempre y cuando tengan un buen punto.
- Prácticamente ninguna de las opiniones de los personajes son compartidas por mí. Por ende, si hay alguna inconsistencia mayúscula en la forma de actuar de los personajes, agradecería que la subrayen.
- Sin más que decir, les invito a disfrutar de este escrito que poco a poco iré expandiendo.
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Capítulo I
[OCULTAR]Cuando se volteó, no vio nada. Simplemente vio la negrura de la noche, juntándose, arremolinándose sobre sí misma y luego esparciéndose otra vez. En un cuarto sin iluminación natural como el que ocupaba, habían varias horas de la noche en las que no podía ver absolutamente nada, por más que esforzase su vista. Era en ese momento en el que prefería abrir los ojos, alimentándose de la noche, de la oscuridad. Disfrutaba de un ligero morbo al hacerlo, ya sea por la extraña sensación de hormigueo en sus ojos o por la seguridad de saber que se encontraba perfectamente desprotegida ante lo que sea que se encontrase un metro más allá, unos pasos más allá. Era esa sensación la que hacía que su respiración se acelere, lo que a menudo despertaba su libido. Y muchas veces no sabía qué hacer en sus noches de insomnio, viendo un punto predefinido en la pared de su habitación: Había creado mentalmente locaciones en las que fijar su vista, como si esperase que en esos espacios la luz venciese a la oscuridad.
Luz. Oscuridad. Dos términos con los que había crecido. Sus padres solían hablarle de un Dios que la protegía, que la hacía sentirse segura, que traería la Luz por sobre la Oscuridad. Un Dios bondadoso pero severo. Contradictorio a veces, tuvieron que admitir sus padres, pero Dios al fin y al cabo. Tenía que ser verdad, Él tenía que habernos creado ¿Qué, si no?
- ¿Qué, si no? –le dijo a la habitación a oscuras.
- ¿Qué, si no? –le respondió el vacío.
Se acordaba de Él y de su divinidad a veces. Otras veces, simplemente era un pensamiento más en el cúmulo de ideas que solían flotar anárquicamente en su cabeza. Pensaba en todo lo que veía, en todo lo que escuchaba. Pensaba en su patria, en su ciudad, en los pobres, en los ricos. Tenía sueños que de a pocos iba dejando atrás, abrumada por la realidad de la vida. Pensaba en el Cielo y en el Infierno con frecuencia. Con tanta frecuencia como su madre le aseveraba que la vida en la Tierra no valía nada comparada con la del Paraíso, a la cual se llegaría de acuerdo a lo bien que uno se portaba en esta vida. Pero de todo eso se olvidaba cuando, como jugando, empezaba a tocarse.
Lo hacía con cierta regularidad desde que, hacía dos años, había descubierto lo bien que se sentía hacerlo mientras se duchaba. Desde entonces, esperaba la noche para, en su cuarto, con los ojos abiertos pero sin ver nada, jugar con esa zona prohibida que anidaba entre sus piernas. La suave fricción de sus dedos le provocaba un estado de éxtasis en el cual su mente volaba y se atrevía a decir las peores blasfemias, siempre en voz baja y entre jadeos. Todas las incoherencias y los pensamientos que tenía en esas sesiones, sin embargo, eran reemplazadas después por una sensación de culpabilidad por lo que había hecho. Era tan solo una pecadora más ¿Quién, si no, podría actuar de esa manera? ¿Quién, si no, podría insultar de tal manera sus creencias, tan solo por unos minutos de placer?
- ¿Quién, si no? –le preguntó a la espesa negrura que la acompañaba, mientras frotaba frenéticamente sus genitales.
El silencio de la noche fue su única respuesta.[/OCULTAR]
Capítulo II
[OCULTAR]El muchacho caminó sin rumbo aparente por unos minutos. Estaba perdido en la inmensidad de Barranco, barrio bohemio, barrio intelectual, barrio poeta. Barrio huachafo, barrio maltarrajeado, barrio chichero, 50 años después. Aunque los focos de resistencia intelectual permanecían, aquí y allá, incluso mezclándose con las nuevas corrientes de pensamiento, y aunque siga siendo habitado en su mayoría por la clase media y media alta, la idea general de Barranco había cambiado: De ser un sitio donde se podían escribir los versos más tristes en una noche, había sido transformado en un sitio donde la ricotona ya empezaba a pegar. Sin embargo, el joven seguía agradeciendo poder vivir en Barranco: Poder contemplar la playa y el ocaso, poder llevar a la enamorada al Puente de los Suspiros, poder acudir a los cada vez menos clubes donde aun se podía disfrutar de un buen rato.
Absorto en sus pensamientos, se sentó a esperarla en una banca de la plaza. A su izquierda, el camino al Puente de los Suspiros, donde había prometido tantas veces que las oscuras golondrinas volverían, una y otra vez, con el nombre de la chica de turno grabado en su memoria. Detrás suyo, la Biblioteca, institución demasiado subestimada tanto por los jóvenes como por los viejos. No importaba tanto en qué momento se jodió el Perú como cuándo dejaría de estar jodido: En esa institución estaba la respuesta. Delante de él, majestuosa como ella sola, colosal y materialista, la iglesia de la Santísima Cruz, tan solo uno de los miles de ejes desde los que la Iglesia continuaba con su tradicional opresión sobre el pueblo peruano, la cual databa de hacía ya 500 años. Ensimismado y desparramado sobre el asiento como solo él sabía desparramarse fue como ella lo encontró.
- Hola –le dijo con una sonrisa en los labios.
- Hola –respondió él, fingiendo que su llegada le había alegrado la mañana.
- Te extrañé –dijo ella, corriendo los brazos a través de su cuello- ¿Me extrañaste?
Él la agarro de la cintura.
- ¿Acaso lo dudas? –
No, mierda, cómo quieres que te extrañe si me mandas mensajes cada diez minutos. Pero se calló y buscó sus labios. Ella no se resistió.
Mientras jugueteaba con su lengua, se decía a sí mismo que no tenía idea de cómo había terminado así. Era mentira. Había aceptado enamorarla como un intercambio de favores con Ariadna:
“¿No ves que se muere por ti? Dale siquiera una oportunidad, pobrecita” Hacía dos meses que le había dado esa oportunidad y no veía el momento de que se termine. Cuando sus bocas se separaron, aprovechó la oportunidad para examinarla por completo: No, no era fea en absoluto, simplemente no era su tipo. Era demasiado dependiente de él y de lo que él piense y él prefería chicas más independientes, más testarudas, más tercas. Meneó la cabeza y empezaron a caminar por la avenida Grau: Querían llegar a Larcomar.
- Amor, por cierto ¿Has hablado con Gerardo?
- ¿Huh? –lo habían sacado de sus propios pensamientos y no tenía ni idea de qué había sido lo que había escuchado.
- Que si has hablado con Gerardo.
- No ¿Se suponía que debía hacerlo?
- ¿No has visto cómo está?
- ¿Eh?
- Ay, tú nunca te fijas de nada –un ciclista pasó entre los dos, refrenando una sonrisa.
- ¿De qué me debería fijar? ¿Y qué haces fijándote en otros chicos? –Ambos rieron. Por ratos esa rutina no era tan mala, pero luego podía volverse imposible.
- No sé, es que está como… no sé, ido… Todo tristón. Y tú eres su amigo pues ¿No deberías hablarle?
Él suspiró.
Háblame de Marx, de Lenin. Háblame de por qué mierda Stalin y no Trotski terminó tomando el control del partido. Háblame de proletariado, de conciencia revolucionaria, de plusvalía. No tenía la más mínima idea de qué le pasaba a Gerardo. Eran amigos, cierto, pero ninguno había mostrado especial preocupación por el otro. “Hacerse el emo es de
attention whores” habían afirmado hacía un tiempo. Hasta el momento ambos habían aplicado eso en su amistad ¿Sería momento de cambiarlo?
- No… lo sé. Quizás hable con él más tarde.
- Ya –ella lo miró por un momento- No quería preocuparte.
- No, no me preocupa. Gerardo es autosuficiente –bostezó: Había dormido cinco horas la última noche, y la anterior, y la anterior a la anterior- lo que sea que le pase lo solucionará.
- ¿Tienes sueño? –Ella lo abrazó.
- Algo. No he estado durmiendo lo suficiente en los últimos días.
- ¿Pensando en mí?
- Pensando en todo, supongo. –
Carajos, a veces puedes ser tan empalagosa- Yo también he tenido cosas de las cuales estar pendiente.
- Ah. Descuida, todo pasará –Le sorprendió levemente que ella no se haya interesado más, pero lo dejó estar.
Siguieron hablando de nimiedades e insignificancias pero, cuando llegaron a Larcomar, él se dio cuenta de que la quería un poco más.[/OCULTAR]
Comentarios
Me gustó lo que he leido de los dos capitulos, esperaré la continucación( no doy criticas literarias, ya lo haran los compañeros);):):p
Este comienzo es bien entretenido.
Como Amparo, tampoco doy críticas literarias, pero continuaré leyendo.
Saludos
Si quieres puedo leerlo más atentamente y lanzar alguna humildísima crítica.
Saludos.
Leeré hasta el final para dar mi opinión.
Saludos
Y agradecería bastante que me des una crítica, por más humilde que sea tu opinión siempre será bienvenida.
Gracias por interesarte. Viendo que eres compatriota mío y viviendo en Lima, quizás tenga que recordarte que no comparto algunas de las ideas de mis personajes, son simplemente libres. Por eso afirmaciones como estas:
Con una intolerancia media hacia la cultura chicha de la ciudad, no tienen nada que ver conmigo, no quisiera que se confundieran las cosas.
Saludos a todos y gracias por los comentarios positivos.
No te preocupes por ello.
Escribe, es lo importante y si lo haces con el alma es mejor.
La cultura sea chicha o no es cultura.
Saludos
Capítulo III
[OCULTAR]Lentamente empezaba a recuperar la conciencia: Primero fue Falsalarma sonando a través de los audífonos. Luego llegó hasta su mente el peso de la mochila sobre sus piernas. Después, el olor de un ambiente pesado, típico de espacios cerrados en días caniculares. Finalmente fue la luz, colándose a través de las rendijas a las que abrían paso sus párpados. Lo último en llegar, bien lo sabía, sería el sentido de la ubicación. La idea de ¿Dónde carajos estoy? le duró aproximadamente cinco segundos, hasta que ubicó todo en su lugar: Estaba en un bus de la línea 73-A, que lo tenía que llevar hasta la bajada de Balta, donde se encontraba “el Británico”, institución donde debía estudiar inglés. Miró por la ventana, tratando de medir cuánto tiempo podría seguir descansando o cuántas cuadras extra tendría que caminar.
Iba bien: Aun faltaban dos cuadras para la Calle Porta, donde bajaría. Mientras el bus avanzaba, trataba de desperezarse lo más posible. Miró el reloj: También iba bien de tiempo.
MC’s ya tienen disco y groupies que quedaron en la sombra como el Laserdisc o el disco reggae de Ruud Gullit
Llegó a Porta y, tras acercarse a una puerta que decía Subida, dijo “Bajo paradero” de una forma muerta y axiomática, apelando al código de comunicación con los transportistas que cada peruano tenía dentro suyo antes incluso de saber qué era una combi.
- Pie derecho, primo, pie derecho –Le dijo el cobrador, un joven mestizo de unos 20 años, mientras se disponía a bajar del vehículo.
Gerardo murmuró un “Gracias” que se perdió en el rugido del viejo motor al arrancar, mientras se encaminaba al malecón Balta. Tener al Terrazas al frente y a la playa a dos cuadras e ir a estudiar inglés le parecía, como mínimo, una reverenda cojudez.
Pídele cuentas al rey si es que él puede hablarte, pasa hambre, un estado senil según mi tesis
Cambió de reproducción apretando el botón de delante de su celular un par de veces, hasta que llegó a Rasel. Bye, bye, fuck you era exactamente lo que explicaba su estado de ánimo. Se volvió a colocar los audífonos y avanzó pesadamente hacia el malecón. El instrumental era de pésima calidad, había tenido que admitir, pero eso no quitaba la extraña sensación de vacío debajo del pulmón izquierdo que tanto apreciaba y que esa canción le proporcionaba. La apreciaba porque se juntaba con sus malestares previos y predefinía los futuros. La apreciaba porque sabía que, más allá de sus amigos y amores, más allá de sus maestros, más allá de la gente, podía liberarse con la poesía. Y el rap era poesía, no dejaba de repetirlo. Empezó a poner una furia creciente en cada paso, mientras la voz de Rasel fluía sobre el instrumental con una cadencia imprecisa.
Apriétalo y escucha el pétalo. Ya has tenido tiempo para pensarlo, jodidos fines. Mírate las manos porque siguen temblando. Tienes el sudor por el cuello y el .44 apuntando
No se dio cuenta de ella, o no quiso darse cuenta, o darse cuenta hubiese sido inútil. Ella caminaba todo el opuesto a él: Tímida, tranquila, midiendo cada paso y sobresaltándose ante cualquier estruendo. Considerando la cantidad de buses pasando por la avenida 28 de Julio, no podía dar más de siete pasos sin detenerse.
Se cruzó con él, ambos con sus mochilas. Él ni siquiera se fijó en ella, estudiando cuidadosamente la punta de sus Airwalk mientras caminaba. Ella lo vio y la extraña sensación la recorrió. Era Gerardo. Pensó saludarlo, pensó en decirle “¿Qué te pasa?”, como en tiempos pasados él le había dicho tantas veces. Cuando, hace dos años, todo era tan sencillo. Ella vivía enamorada del amor, ilusionándose y desilusionándose a velocidades propias de su inmadurez. Él era el chico donde reposaban todas las emociones que, como claveles, quisieron florecer para enseñarle su belleza y marchitas fenecer. Él era el consejo siempre seguro, el altruista, el siempre presente, el BFF. De pronto, todo había cambiado. Ella no sabía si había sido Ernesto el causante de todo, o si había sido el detonante, o sí había sido tan solo un impávido espectador de la transmutación samsiana de Gerardo.
Lenta, aunque inevitablemente, Gerardo empezó a alejarse de todo. Y de todos. En el colegio era solo una estatua distante que solía mascullar expresiones ininteligibles a modo de conversación. Al salir se olvidaba del “Hasta mañana” o del “Más tarde bajo a tu casa”. Ella no sabía lo que le pasaba y él no parecía interesado en contárselo. Se resignó a perderlo, a verlo alejarse. Sus conversaciones se habían vuelto rutina. Los abrazos, los “¿Qué fue, Ariadna?”, los “te quiero”. Todo se había hecho mierda.
Tus últimas palabras te las tragas. Que le follen, ya estoy despierto.
Lo que él consideraba su alma volvía a tornarse difusa mientras la canción acababa y él ingresaba a la vieja casona.
“Ya estoy despierto” decidió.
Cuadras más allá, Ariadna no veía la hora de despertar.[/OCULTAR]
Sigo esperando las opiniones de juancho y MoniqueCortazar y, en general, de cualquiera que quisiera criticar mis textos.
Saludos.
EDIT: ¿Hay algún tipo de deadline en cuanto al tiempo disponible para editar un mensaje? Puedo editar este que acabo de publicar, mas no los anteriores
He leído, prefiero comentar al final.
En general no soy un crítico experto, aquí hay personas que hacen eso con mayor conocimiento.
Lo de la edición, no es posible cambiarla luego de quince minutos.
Saludos
nos presentas a tres personajes, relacionados entre sí. Intuyo, -si es que he entendido bien-, que Ernesto (?) y Ariadna están juntos y Gerardo es ahora ex de ella. Gerardo está pasando por una etapa de transformación (muy bien conseguida la alusión kafkiana), aunque no quedan claras las razones.
No veo relación entre el cap. I y el resto del relato, parece una escena aislada, escrita desde la perspectiva femenina.
De nuevo transmites muy bien la sensación de incomunicación, el aislamiento existencial, sobre todo en los personajes masculinos.
Supongo, que tras esta presentación nos dirás qué sucede o qué ha sucedido: parece que falta el plot, la trama, algún acaecer.
Me gusta ese sabor ácido que dejas en la boca al lector, propio de las inquietudes y desasosiegos de la adolescencia, sabores que para los más mayorcitos como yo, nos devuelven el recuerdo de amores juveniles...
Gracias por la opinión, voy explicando más o menos cómo va la historia:
1. Aun faltan al menos 2 o 3 capítulos introductorios, la base ya está y, a menos que se me ocurra alguna brillante idea de último momento, no hay más personajes principales que los ya descritos.
2. Ariadna no está con Ernesto (Que es el chico del Capítulo II) ni tampoco estuvo con Gerardo. Te cito un poco del texto para que se te clarifique la cuestión: Ernesto aceptó estar con la chica anónima por intercambiar favores con Ariadna -> Ariadna no puede ser la chica. Estas características son más de un "mejor amigo", ese al que las chicas ven como un "hermano" y le cuentan todas sus penurias y tristezas y lo mal que son tratadas por sus chicos.
3. Aun faltan algunos capítulos "introductorios" y luego los "de trama", o quizás algunos de trama y luego los introductorios faltantes, o quizás etc.
Saludos y estaré escribiendo más si me da el tiempo.