¿Quien puede tener conocimiento cierto de los acontecimientos venideros? ¿De las coincidencias que depara la sucesión de los días? ¿De la causalidades que conducen a ellas? o ¿Si acaso destino y casualidad caminan profundamente unidos en un abrazo encantador y perverso al mismo tiempo? Sabía del momento que vivía y a veces ni eso… Pero como todos, a esa conciencia de estar en el momento preciso en que pensaba que estaba la llamaba presente. Luego ya se sabe que éste se difumina a cada instante e invita a la reflexión cuando ya se ha disipado, cuando se ha transformado en pasado, cuando ya quedó atrás…
"Por motivos personalísimos y literarios he tomado la decisión eliminar mis textos, agradeciendo su interés a todos mis lectores, en especial a aquellos que dejaron sus comentarios, siempre gratos: Juancho, Jeno, Sinrima, Shaianti, Ariel, Dragón, Tigre, Fabrizzio, Amparo, Necrocrymi, Nefertiti y todos los demás... Gracias por alumbrar mis textos. Mis más cordiales saludos a todos."
Claudine
Comentarios
Pasa muy a menuda y dificil de dilucidar, pues no se puede devolver el tiempo, me gustó;):)
Muchas gracias Amparo, eres muy amable.
Saludos cordiales.
Me gustó tu relato. Delicado y sentido.
Un abrazo y enhorabuena.
Muchísimas gracias por tus palabras y tu hermosa reflexión.
¡Mis más cordiales saludos!
Saludos.
Nadie nos da las respuestas a nuestras propias dudas, cada uno debe convencerse por sí mismo.
La vida es una permanente prueba de nuestra Fe. Si no creemos en nosotros mismos no creemos en nada.
Tu texto me provoco esta reflexión.
Saludos
Hola Juancho, gracias por leer mi texto y apuntar tu reflexión. Muy buena como guía de vida, me encantó, pero yo no puedo evitar zozobrar...
Me encantó La insoportable levedad del ser, llamó mucho mi atención, pensé mucho leyendolo, fue hace más de quince años y me replanteo volverlo a leer.
Un cordial saludo.
un placer lleerte
javier
El placer es mío.
Gracias por tu comentario Javier.
Es muy duro el aguijón del amor perdido, y aún peor el de ese amor sentido y nunca declarado, pero lo verdaderamente malo es que ese aguijón se haga eterno. Creo que la cuestión estriba en perdonarse y admitir que, en ese momento, no podíamos reaccionar de ninguna manera más que de la que reaccionamos.
Gran relato, lleno de reflexiones.
Saludos.
Muchas gracias, muy bella tu reflexión pues, efectívamente la tranquilidad del espíritu solo llega cuando se admite que no se podía reaccionar de otra manera. Lo que me recuerda una de mis máximas: "mil veces que viviera mi vida, mil veces reaccionaría como lo hice en todos y cada uno de los momentos vividos".
Pero luego, por esos desvelos incontrolables del alma y del corazón, pienso que realmente nos engañamos unos a otros mucho más de lo que pensamos y queremos; así pues una expresión, una mirada, un gesto del otro, nos provoca cierta impresión y viceversa, y esa impresión provoca asímismo una determinada reacción en el otro, en nosotros, que de nuevo será interpretada..., pero estamos en el campo de la subjetividad, donde lo que parece real en absoluto lo es... y en ese juego tan frecuente en el ámbito amoroso, podemos perder o ganar. Nuestro destino está íntimamente unido a ello. Por ello ¿Y si...?
De nuevo agradezco que hayas participado del texto con tu hermosa reflexión.
Un cordial saludo.