La Avenida me lleva de regreso, en brazos de nostalgia irremediable, a un pasado lejano de recuerdos, que todavía vivo entre la bruma de la dulce y atroz melancolía, de fantasías y esos dulces sueños, cobijados por árboles añosos, que nacieron de ilusión sin destino, por aquella muchacha imaginaria, con quién iba tomado de la mano a sentarme en alguno de sus bancos, que siempre fueron tan acogedores cómplices de perdidas ilusiones, tejidas por la suave luz de luna, en el cielo de un amor imposible...
La Avenida me lleva de regreso, en brazos de nostalgia irremediable, a un pasado lejano de recuerdos, que todavía vivo entre la bruma de la dulce y atroz melancolía, de fantasías y esos dulces sueños, cobijados por árboles añosos, que nacieron de ilusión sin destino, por aquella muchacha imaginaria, con quién iba tomado de la mano a sentarme en alguno de sus bancos, que siempre fueron tan acogedores cómplices de perdidas ilusiones, tejidas por la suave luz de luna, en el cielo de un amor imposible...
Jen-O
Jeno, precioso poema; no veo "tan perdidas las ilusiones". Están en tu memoria, en el libro de tu vida que seguro hojeas- y ojeas- algunos días.
Me gusta el fondo y la forma; tienes bellas expresiones, como "...dulces sueños que nacieron de ilusión sin destino por aquella muchacha imaginaria"...
Es verdad, Sinrima, en realidad más que perdidas podrían ser lejanas, inalcanzables, puesto que desde el momento que siguen en el recuerdo no están perdidas, existen, son reales.
Amparo, ¡no puedo creerlo!, ¿nunca te enamoraste de un actor de cine, de un profesor, de un vecino, de una fotografía en una revista, de un personaje de novela...?
—La amo—dijo Burmín—, la quiero con pasión... —María Gavrílovna enrojeció y dejó caer aún más la cabeza—. He sido un imprudente al entregarme a una dulce costumbre, al hábito de verla y escucharla cada día... —. Ahora ya es tarde para luchar contra mi destino; el recuerdo de usted, su imagen querida e incomparable será a partir de ahora un tormento y una dicha para mi existencia; pero aún me queda un duro deber, descubrirle un horrible secreto y levantar así entre nosotros un insalvable abismo...
jajajajaj, ahora que lo nombras, puede que si, claro, pero es que en tu avenida, el sentarme en las bancas del parque, nunca lo hice para pensar en amores imposibles, parece raro, pero las veces que lo hice, ha sido en buena compañia:):p:D
Comentarios
más fuertes y durables,
los imposibles.
No sé de amores imposibles:):p;)
Jeno, precioso poema; no veo "tan perdidas las ilusiones". Están en tu memoria, en el libro de tu vida que seguro hojeas- y ojeas- algunos días.
Me gusta el fondo y la forma; tienes bellas expresiones, como "...dulces sueños que nacieron de ilusión sin destino por aquella muchacha imaginaria"...
Espero el próximo poema.
Un afectuoso saludo.
Sinrima
Amparo, ¡no puedo creerlo!, ¿nunca te enamoraste de un actor de cine, de un profesor, de un vecino, de una fotografía en una revista, de un personaje de novela...?
—La amo—dijo Burmín—, la quiero con pasión... —María Gavrílovna enrojeció y dejó caer aún más la cabeza—. He sido un imprudente al entregarme a una dulce costumbre, al hábito de verla y escucharla cada día... —. Ahora ya es tarde para luchar contra mi destino; el recuerdo de usted, su imagen querida e incomparable será a partir de ahora un tormento y una dicha para mi existencia; pero aún me queda un duro deber, descubrirle un horrible secreto y levantar así entre nosotros un insalvable abismo...
Aleksandr Pushkin, La tempestad de nieve.