No veo nada, no te veo a ti,
no veo el espejo que cuando lo miro
no encuentro mi imagen: es un pozo negro,
una cuenca vacía, que conduce al fondo,
donde parece que hay un infierno.
Me dices que la nieve cae desde el tejado
de nuestra casa y que emblanquece nuestra habitación.
Nuestro tejado era de cristal y lo rompió un disparo.
Siento el frio de la nieve que se acumula
a mi alrededor; pero no la veo.
Escucho tus palabras cada vez más lejanas
pero ya nunca te veré: no veo nada.
29 de octubre de 2010.