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Monos en la cara

AljamodAljamod Fernando de Rojas s.XV
editado marzo 2010 en Narrativa
Esta mañana me desperté sintiéndome bien y de buen humor. Al acercarse el mediodía comprobé que me encontraba aun mejor que por la mañana, lo cual me hizo poner más contento.
A primeras horas de la tarde mi dicha era tal que casi podría asegurar que la felicidad había decidido hacerme una visita, totalmente inesperada por cierto.
Luego de salir del trabajo, y mientras caminaba hacia la casa de mi novia, noté que la gente se fijaba en mí más de lo acostumbrado. Eso me dejó tan confuso que hasta me llegó a provocar una leve molestia.
Pero no quería que mi buen humor y esa increíble sensación que sentía se esfumaran como por arte de negra magia.
Siempre he sido un tipo de perfil bajo. Nunca me ha gustado llamar la atención de ningún modo. Modulo mi voz a un volumen suficiente para que sea escuchada por quien quiero ser oído. No me visto en forma llamativa. Mi aspecto físico es bastante común, tanto en mis formas como en dimensiones. Soy sólo un fulano de tal más, mezclado entre otros mil. Mi nombre y mi apellido son tan comunes que ni siquiera me importa mencionarlos. Me llamo José Rodríguez, pero casi todos me dicen Pepe.
Otras personas, aquellas que me conocen bien y con las cuales tengo una relación más cercana, me llaman Pepe botellas. Y no es que sea un alcohólico, claro que no. Me he agarrado una buena curda como muchos, pero nunca al extremo de convertirme en un adicto a la bebida. Bueno, en realidad ese apodo se lo debo a mi hermano menor, quien habiendo sido un adolescente bastante extrovertido y del tipo de muchachos bufonescos a los cuales les importa un comino hacer el ridículo, tenía por costumbre llevar al colegio un sombrero bicorne al estilo de Napoleón Bonaparte.
Creo que eso es lo más cerca que he estado de llamar la atención, y ocurrió hace veinte años.
Así que no entendía el motivo por el cual la gente se fijaba en mí de esa manera.
Al llegar al cruce de las calles Treinta y Tres y Artigas cambié de acera solo para mirarme en un espejo que lucía un comercio en uno de sus escaparates.
Todo normal pensé cuando me vi. No llevo monos en la cara. No me ha salido un grano de esos que se ponen bien amarillos y amenazan con estallar en cualquier momento.
¿Por qué me miran así? La pregunta daba vueltas una y otra vez en mi cabeza, pero a esas alturas mi molestia se había esfumado. Hasta me divertía el hecho de intentar comprender él o los motivos que hacían que muchos transeúntes se fijaran en mí tan insistentemente.
Recordé que una vez, mientras estaba de vacaciones y me aprestaba a jugar un picadito de fútbol en la arena de la playa, uno de los muchachos dijo sonriendo... ¡Miren! ¡Es igualito a Nicolas Cage!
No, es imposible. Sólo fue en esa oportunidad que escuché ese comentario, y además ni yo mismo me veía entonces mucho parecido con el actor. Apenas si viéndome de lejos, bien de lejitos, mis ojos, nariz y sonrisa podrían llegar a tener una vaga semejanza con los suyos. Además ahora llevo el cabello bastante largo y no el corte que llevaba en aquella oportunidad y que de alguna manera podría haber contribuido a semejante comentario.
¡Qué jodida debe ser la vida de una persona famosa! No poder siquiera caminar por la vereda, ir de compras a una tienda o cenar en un restaurante sin que la gente esté todo el tiempo viéndote y acercándose a pedir autógrafos o posar para una foto.
Sí, no debe ser nada lindo. Amo ser un don nadie que va de aquí para allá sin ser molestado más de lo que cualquier persona pueda sentirse molestada cuando camina por ahí. Si me había llegado a sentir molesto cuando sentí las miradas de la gente, a veces discretas otras un tanto evidentes... ¿cómo me sentiría si fuera yo alguien famoso?
No, decididamente detestaría ser un personaje conocido, ya sea en el ambiente de la farándula, en el artístico, en el político o en el de la televisión.
Bastante tenía ya con ir por la calle devanándome los sesos en busca del motivo que me llevaba a ser tan mirado.
Casi media hora de caminata en dirección a la casa de mi novia no me fueron suficientes para encontrarle explicación al asunto.
Estaba llegando ya a casa de Pilar. Tenía muchas ganas de verla. Al llegar le cantaría, como muchas veces, esa canción de los Toreros Muertos que tanto le hacía reír.
De pronto apareció ante mí saliendo de su escondite detrás de un arbusto, y echándome las manos al cuello me saludó estampándome un beso en la boca.

-¿Qué te pasa? -preguntó.
-Creo que no me pasa nada. ¿Por qué me lo preguntas?
-No lo sé. Es que te espiaba mientras te acercabas y me pregunté a que se debería la enorme sonrisa que traías en tu rostro...

Comentarios

  • serranaserrana Juan Boscán s.XVI
    editado marzo 2010
    Me gusto mucho. Pero reconozco que no soy imparcial. La mencion a Treinta y Tres y Artigas me pudo, yo tambien amo Montevideo.
    Ademas comparto absolutamente la idea de que debe ser terrible ser famoso. No me gustaria en absoluto. Amo pasar desapercibida y me divierte que la gente que me ve en el super o en el omnibus no tenga idea de que participo en un foro de literatura y escribo alguna !poesia mistica! ja,ja,ja.
    Siempre pienso en el misterio que representamos las personas que lo que se ve de nosotros a simple vista es tan poco. A veces ni los mas cercanos conocen algunos de nuestros secretos.
    Y finalmente, me gusto el final. Vaya alegria la que estampo una enorme sonrisa en el rostro y es cierto que llamara la atencion porque nadie anda por ahi caminando con una enorme sonrisa.
    Bueno, me gusto mucho.
    Un abrazo, amigo.
  • ShaiantiShaianti Fray Luis de León XVI
    editado marzo 2010
    Me gustó el relato. Qué mundo el nuestro, donde un rostro sonriente llama la atención por la calle. Y encima, como no estamos acostumbrados, como le ocurre a tu protagonista, ésto nos provoca ¡"molestia"!
    Sea como sea, me quedo con mi mantra preferido: Cuantos más bellos son mis pensamientos, más bellas son las personas que atraigo.:)
  • AljamodAljamod Fernando de Rojas s.XV
    editado marzo 2010
    Serrana:
    Si bien Montevideo me gusta, no me agrada para vivir. Solo para ir de visita de cuando en cuando. Prefiero sitios más pequeños y tranquilos. Cuando mencioné 33 y Artigas no me refería precisamente a la capi, aunque igual vale. :)
    Existen los mismos cruces en Canelones, Tacuarembó y si mal no recuerdo, en Rivera. Estoy seguro que en alguna otra ciudad también. :)
    Un abrazo para ti también amiga.

    Shai:
    El tuyo es un buen mantra. A pesar de todo lo que sucede a nuestro alrededor, conviene a veces ponernos unos anteojos que nos hagan ver las cosas de otro color, y poder así encontrar belleza en donde pareciera no existir.
    Saludos

    Y muchas gracias a ambas por comentar.
  • serranaserrana Juan Boscán s.XVI
    editado marzo 2010
    !que vivo! no todos podemos elegir. Montevideo es lo que me toca, aunque de todos modos la amo. Pero si pudiera elegir yo tambien elegiria algun pueblito del Interior.
    La otra vez oi hablar de una localidad en Soriano, llamada Sacachispas, de 500 habitantes. Me encantaria algo asi. Pero primero deberia jubilarme porque las posibilidades de trabajo no son muchas por esos lugares y luego ver si consigo donde vivir con mi sueldo de jubilada ja,ja,ja porque en Montevideo tengo casa pero no en el Interior.
    De todos modos, es precioso todo Uruguay. Me gustaria conocerlo mas, no conozco Rivera, ni Tacuarembo (excepto San Gregorio de Polanco). Ni siquiera recuerdo haber ido a Canelones (aunque sea increible, a dos pasos).
    Bueno, me encanta poder conversar de estas cosas en el foro.
    Nos vemos.
    Tenemos que contar algo de Artigas, ahora que lo pienso. Por aca no deben tener idea de quien es ni su ideario y filosofia. Es un personaje muy interesante. Ademas del amor que nos inspira. Pero siempre falta tiempo. Ya llegara la oportunidad. Y no estaria mal hablar de los Treinta y Tres Orientales, el Exodo del Pueblo Oriental...
    Te estoy dando letra para que escribas novela historica ja,ja,ja Yo no tengo tiempo, al menos por ahora.
    Nos vemos. :)
  • AljamodAljamod Fernando de Rojas s.XV
    editado marzo 2010
    Je je. Yo conozco Canelones, Santa Lucía y casi todos los Santos del departamento canario, Florida, Colonia, San José, Paso de los Toros, Tacuarembó y Rivera, además de unas cuantas ciudades y pueblos balnearios. Y la verdad prefiriría vivir en cualquiera de ellos antes que en la capital, aunque no dejo de reconocer que está cada vez más linda.

    Está difícil eso que proponés. Sería necesario estudiar unos cuantos libros de historia y de narraciones de esa época, antes de escribir un cuento que involucre a Artigas o a los 33. Y es mucho laburo.
    Ahora estoy enfrasacado en conocer un poco más acerca de la historia de los Alquimistas para poder escribir un cuento partiendo de una idea que se me ocurrió.
    Un beso
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