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Otra historia de amor más.

Rude87Rude87 Juan Boscán s.XVI
editado junio 2010 en Romántica
Hoy, el día de mi cuarenta cumpleaños, me ha dado por pensar, repasar mi vida, analizar los pasos que he ido dando todos estos años y, con tu permiso, serás confidente de mis recuerdos y pensamientos más íntimos:

Todo comenzó tal día como hoy, en Perdiguera, en la mañana de un frío cinco de enero, día de San Sebastián. Me bautizaron con el nombre de Fernando, y fui el primer y último hijo de los Ibáñez.
Mis padres por aquel entonces eran muy jóvenes, no llegaban a los veinte, y se las apañaron como pudieron para sacar la familia adelante, él como ebanista y ella, sufrida trabajadora, alternando el oficio de costurera con las tareas del hogar. Nunca faltó un solo plato de comida en casa.
En el colegio, entre guerras con bolas de papel, garabatos en los libros de estudio e infinidad de partidos de fútbol, pasaron los años sin pena ni gloria; he de decir que jamás me gustó estudiar y en cuanto pude comencé a trabajar.
Realicé numerosos trabajos, a cada cuál peor, trabajos que me duraban menos que un suspiro; un tiempo con la bicicleta repartiendo el periódico local, unas semanas de camarero, unos mesecicos en la construcción,...hasta que llegó la mili, experiencia que preferiría olvidar, un año horroroso en el que lo único provechoso fue sacarme el carnet de conducir y alguna que otra amistad como la de Fermín, un asturiano muy peculiar.
En fin, tan pronto hube terminado aquella porquería de año, a mis casi veinte años, marché a la capital en busca de otros aires. Me instalé en un piso de alquiler, el cuál pagaba honradamente cada mes con lo que ganaba de peón en una obra, algo que ganaba en las partidas de póker que tanto me entusiasmaban y la inestimable ayuda económica de mis santos padres.
No solía salir mucho de fiesta. Todavía se podían sentir en el ambiente de las noches de Madrid las últimas coletadas de la llamada "movida madrileña" y yo era más de escuchar a los Black Sabbath y Led Zeppelin. De todas formas alguna juerga ya me corrí, como aquella vez que vinieron a tocar los Ángeles del Infierno.
En cuanto a mi vida sentimental no hubo nada destacable. Como apuesto joven que era algo de mambo hubo, claro, pero nada serio.
Como ves, mi vida no era nada del otro mundo. Pero la cosa cambió.

Yo ya tenía veintisiete, era fijo en una empresa de chapa y pintura y practicaba el kick boxing con asiduidad. Un día de verano cuatro amigos del gimnasio (Pipo, Helena, Jorge y Laura) y yo decidimos coger un avión y marcharnos una semana de vacaciones al sur, a Granada, al cortijo de un primo del Jorge, una edificación muy hermosa con su piscinica y todo.
Allí coincidimos con Rafa, el primo de Jorge y propietario de aquella choza, que junto a Cris (su mujer) y Sawa compartiría aquella semana con nosotros.
Sawa era la cosa más bonita que habían visto mis ojos en toda mi vida. Su rostro era angelical, y su atlético cuerpo, tan bien definido, me hacía la boca agua. Fue lo que llaman "un flechazo".
Recuerdo que los dos primeros días no le dirigí la palabra. Tenía miedo, miedo de no ser escuchado, miedo incluso de perder una hipotética futura amistad.
Al tercer día fuimos los ocho a la playa de Motril, a disfrutar de aquel caluroso día de verano. Allí conversamos todos de nuestras cosas, de cómo nos iba la vida y demás historias vanales. Sawa contó que tenía cursada la carrera de arquitectura y que actualmente trabajaba en diversos proyectos ejecutivos, algunos de ellos muy importantes, en lugares tan dispares como Toulouse o una ciudad Asiática cuyo nombre no me viene a la cabeza.
Aquel día charlamos largo y tendido, y al anochecer, para entonces ya en el cortijo, todos marcharon a sus respectivos dormitorios, todos excepto Sawa y yo, que quedamos hablando en el patio, sentados a la luz de la luna cada uno con un vaso de Jack Daniel's en la mano. Y confesé: "He querido conocerte desde el primer momento en que te vi. Me gustas mucho."
Medio segundo después de mi confesión me sentí absolutamente avergonzado y arrepentido de aquellas palabras.
...
Nadie dijo nada.
Tensión...
Sawa se levantó de su asiento, me besó en la frente mientras acariciaba mi mejilla con su suave mano y se fue al dormitorio, dejándome allí, con la única triste compañía del whiskey.

Al siguiente día me levanté, apenado y resacoso. Ese día me quedé en la finca. Los demás no estarían, comerían en la ciudad.
Al mediodía me preparé unos spaguettis con queso y me dispuse a jamar. De repente entró alguien. Era Sawa. Recuerdo que me dijo algo así como que no se encontraba muy bien, que la ciudad la tenía muy vista y que prefería comer conmigo. Yo, que no sabía dónde meterme, comía ruborizado, con la mirada puesta en aquel plato y sin soltar palabra alguna. Me preguntó si lo de la noche anterior fue sincero, a lo que yo asentí lentamente, como un niño cuando confiesa una trastada. Entonces se acercó a mí y besó mis labios con dulzura.
Paseamos por el terreno mientras hablábamos de aquello y de lo otro, de lo grande que era aquel cortijo, del calor que hacía en Granada,...
Durante ese paseo nuestras manos se entrelazaron repentinamente. Nos quedamos mirando a los ojos y paramos en seco. Recuerdo que nos tumbamos en la hierba, y reinó el silencio; mirábamos aquel cielo azul, veíamos a los pájaros volar, un avión que pasaba dejando tras de sí una estela de humo, y aquel sol radiante que calentaba nuestros rostros. Yo arrancaba la hierba del suelo. Sawa se encendía un cigarro.
"¿Qué será de nosotros ahora?" me dijo con la preocupación dibujada en su mirada.

Los siguientes días no fueron nada fáciles, no. Cada minuto que pasaba era un minuto menos que quedaba para despedirme de mi nuevo amor.

Y llegó el último día: el día del adiós.
Todos parecían felices, todos lo pasaron genial. Yo en cambio estaba angustiado.
Rafa, Cris y Sawa, como buenos anfitriones, nos acompañaron al aeropuerto Federico García Lorca y esperaron con nosotros la hora de nuestro vuelo.
"Próximo vuelo con destino Madrid va a efectuar su...". Su puta madre.
El avión despegó, y en él mis cuatro compañeros de gimnasio. Pero yo no.

Hoy, trece años después, resido con Sawa en una casita preciosa a las afueras de Málaga, tenemos un canijo etíope de siete añitos, un perro monísimo y una felicidad encima que no podemos con ella.
Siempre estaré junto a mi queridísimo Sawa, el hombre que me hizo feliz.

Comentarios

  • ValkyriaValkyria Gonzalo de Berceo s.XIII
    editado marzo 2010
    ¡Coño! Bonito final, me ha pillado por sorpresa. :D
    Muy bueno.
  • ChumoskiChumoski Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita s.XIV
    editado marzo 2010
    Jejeje.

    A mí no me ha pillado de sorpresa.
    (no es coña)

    Valiente decisión.
    Hay que decir que en este caso hubo consenso por parte de ambos con la misma intensidad. Cuando no se da de este modo, siempre hay alguien que sufre bastante...
  • Caotica AnaCaotica Ana Pedro Abad s.XII
    editado marzo 2010
    Me ha gustado mucho tu relato. Sobre todo cómo caracterizas al protagonista, un hombre con aficiones y actitudes socialmente establecidas como masculinas (mal estudiante, aficionado al fútbol, kick boxing...) y sin embargo, homosexual. Rompiendo estereotipos :)
  • marta gmarta g Fernando de Rojas s.XV
    editado marzo 2010
    sorprendido me has...jajajja...es genial.
    felicidades,un beso.
  • Rude87Rude87 Juan Boscán s.XVI
    editado marzo 2010
    Muchas gracias a todos por comentar. A servidor los comentarios lo animan mucho, y más teniendo en cuenta que escribir escribo poco.

    Quería darle al protagonista cualidades tradicionalmente consideradas masculinas para "normalizar" de alguna manera la imagen del individuo homosexual. Esto lo decidí escribir a raíz de ciertos debates que surgieron en el foro; debates en los que más de uno aseguraba que los homosexuales son todos una panda de pederastas afeminados, promiscuos, viciosos y tal.

    Chumoski, qué razón tienes.
  • MenziesMenzies San juan de la Cruz XVI
    editado junio 2010
    Honestamente... no sé qué decir que no se haya dicho... Excepto que parezco no encontrar tiempo para leeros a todos, pero Rude, cada vez que te leo, una nueva sorpresa... El último apunte, y su tono como picajoso me encanta.
  • Rude87Rude87 Juan Boscán s.XVI
    editado junio 2010
    Muchas gracias, Menzies.
    Da gusto recibir comentarios, y más tratándose en este caso de ti, que últimamente no te veía por aquí. Ya sabes, entre que cada vez me meto menos y que cuando lo hago no coincidimos...
    Creo que te sigo ganando en los juegos, así que ya sabes, como diría Joaquin Prat: "¡A jugar!"
    Jeje
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