Desde aquí os recomiendo encarecidamente que leais a este autor chileno. Por desgracia aun no he leído sus libros de relatos pero con estas dos novelas: "Los detectives salvajes" y "2666" se ha ganado el cielo. Eso sí, os gustará si como lectores buscais nuevas formas de narrar y ver el mundo, más allá de misterios medievales o sectas desaparecidas.
Comentarios
Me declaro total fan de Bolaño .
Ahora estoy leyendo "El gaucho insufrible" y sigo disfrutando de su escritura. Ya tengo anotado en la agenda "Los detectives salvajes", le tengo muchas ganas. :rolleyes:
ese tipo era un genio.
Lo que me llama la atención de éste escritor, es que no siendo mexicano, escribiera de una forma en que si no sabes que es de Chile, jurarías que sí es mexicano. Sus viajes marcaron su vida desde la niñez y es muy notoria su facilidad de adaptarse a nuevos lugares, con sus constumbres y todo. Definitivamente muy muy bueno.
A mñi lo que me gusta es que juega conmigo como quiere, me hace leer sus libros con avidez y puedo llegar hasta la página 500, 600 y más...sin saber bien de qué va el libro. Y encima me divierto.
Solo eso tiene ya mucho mérito.
Salud y libros
Antonio
http://www.rtve.es/television/20101022/roberto-bolano-ultimo-maldito/363488.shtml
Muy interesante. EN el caso de este autor vida y obra están muy interrrelacionados.
Salud y libros
http://locusliterario.com/forodos/index.php?topic=887.0
Obviamente los cuatro que estamos mencionados son todos excelentes escritores, a talla mundial y latinoaméricana; pero también tienen maneras de escribir muy distintas, trabajo en el criterio de mi opinion personal y las características de escritura de cada uno -incluyo criterios como variedad, economía de la palabra y su uso creativo para juzgar una solidez técnica; es mi criterio y es arbitrario-. Yo simplemente espero que el tiempo le dé a Bolaño la fama que tanto parece merecer.
Bolaño me parece genial, estraordinario, un grande de la literatura y desde luego sobre gustos no hay nada escrito, así que puede gustarte más que Borges y Cortázar.
Sin embargo, el establecer juicios comparativos absolutos sobre cosas imposibles de medir me parece algo arriesgado, más aún cuando son cosas prácticamente imposibles de comparar. Las obras de Bolaño, Borges y Cortázar están llenas de asèctos intangibles, inefables y que se escapan...por eso son tan buenos.
Por eso creo que es aventurado decir cosas tan extremas y, desde luego puede estropearle la lectura a alguien que no conozca a Bolaño y que abra un libro suyo con una expectativa demasiado alta. Bolaño es de los autores que crece con el tiempo (especialmente después de haber acabado de leerlo) y al principio cuesta un poco apreciarle.
Salud y libros
Yo creo que tampoco está prohibido ni vedado tener una opinion concreta, la gente debe tomar con un granito de sal los comentarios sean categóricos o no. Porque tan fácil como es concebir gente que prefiera a Cortazar y a García Marquez sobre Borges -me arriesgo a decir incluso que es una masa enorme de lectores, tal vez la mayoría-, lo mismo se aplica a Bolaño -¿en menor grado también? No sé, hay gente a quien por razones que ignoro Borges les parece difícil-. Eso no se pone en cuestión. Como hay gente que puede preferir leer a Dan Brown que a James Joyce -toda proporción guardada-.
Antetodo, si uno cree con sinceridad que un autor novel supera la obra de sus predecesores "consagrados", es su deber decirlo, con todo el énfasis y convicción que pueda mostrar. Si la gente se emociona de más seguro también le pasaría con los favores y flores sin fin que autores famosos reciben -Cortazar o García Marquez-, comparándose con autores "menores" pero del mismo calibre.
En mi opinión, Bolaño no es claramente superior a Borges, Cortázar o García Márquez. Para mí, juegan todos en Primera División.
Salud y libros, Arrowni
Mi primera impresión fue muy grata: los detectives es una novela ambiciosa, una promesa para jugar, como citan arriba, en primera. Sin embargo falta un tanto, algo asçí como cuando juega bien la seleción de Chile: gusta, pero no campeonea. Juzgué, falta experiencia. 2666 es aún más ambiciosa. Pero repetía motivos. Y aún más informe, desigual. Ahora, Bolaño no la terminó, me dije, apuró el trabajo, etc.
Pasó un tiempo y me enconté con Nocturno de Chile. Me pareció perfecta. Como chileno es fácil notar que el texto está lleno de alusiones al medio local, guiños que oscilan entre lo terrible y lo cómico. Eso sí, es una obra universal, no regionalista (Bolaño es cualquier cosa menos regionalista. Es más bien lo opuesto).
Estrella distante también es un texto muy bien trabajado, pero tras las otras, los motivos (en busca del autor perdido, relación entre arte y sociedad, etc.) ya suenan un tanto repetidos.
Recomiendo las dos cortas, sin dudar. Luego, las más largas, ambiciosas e imperfectas.
Imposible superar a la familia Buendía.
Cien años de soledad es la novela total!!
19 de mayo de 2010
Hoy no hice gran cosa porque me pasé el día entero leyendo el dichoso libro este del friki de los juegos de rol. No lo soporto. No entiendo la fama de Bolaño. No entiendo el sentido de leer novelas tan largas en las que no pasa nada. Maldito calvo, como te odio.
Anthony Coyle, calle Comercio, México DF, junio de 2053. Ay, pinche Bolaño, qué bueno era. La primera vez que supe de Robertito…órale deje de apantallarme usted con esa mirada tan gacha, no crea que le llamo Robertito así a la ligera, pues no sabe usted el puritito respeto que yo le tengo al más grande de los escritores chilenos habidos y por haber. Si le llamo así es porque le he leído tanto a lo largo de mi vida que para mí ese buey es y será para siempre como uno más de mis pinches hermanos. La primera vez, decía, que tuve la chance de leer al bueno de Robertito yo estaba en la universidad. Yo no tendría más de 20 años, si la memoria no me falla era 2010, y el pobre Robertito llevaba ya siete años muerto…ándele, no me sea trompudo y borre ahorita mismo esa mirada de ganso mi cuate. Usted me ha dicho que está escribiendo un artículo con motivo del 50 aniversario de la muerte del más grande de entre los grandes, usted me ha dicho que está entrevistando a todos los críticos literarios, blogueros y simples plumíferos que alguna vez escribieron algo sobre Robertito (menuda pinche guacarada, por cierto…) para así poder decir algo que no haya sido dicho ya sobre Robertito (¡ajuaa, buena suerte le deseo!), y que me quería entrevistar porque leyó aquella entrada de Pollito Libros de 2014. Y yo le digo: no crea que me ando burlando de su empresa, buey, pero tiene que entender que si vamos a hacerlo, vamos a hacerlo a mi manera. Haga de cuenta que tarde o temprano esta plática mía tendrá un pinche sentido. Me lo esperaba un poco más lambiscón a usted, pinche reportero. Al menos tenga la decencia de escuchar con respeto y silencio las palabras de un anciano. Como le decía, la primerita vez que leí un libro de Bolaño yo aún no me había mudado al D.F., sino que vivía en la olvidable Fuenlabrada, situada en la periferia de la periferia de la hermosa Madrid que tanto extraño. Fue gracias a un pendejo profesor de crítica literaria (todos lo son), uno a quién no hacía más que mentarle la madre y cuyo nombre por suerte olvidé, que me tuve que comprar un lanzamiento editorial para leerlo y entregarle una pinche reseña al hijo de la chingada calvo aquél. Jorge Herralde, quién sino, acababa de editar El tercer Reich (pinche Bolaño, se la pasó años y años publicando libros incluso después de fallecido) y entre que el título me pareció bien chido y que ya había leído críticas lindas y elogiosas sobre el autor, solté la lana y me compré el pinche libro. Ah, jijo, me pareció sublime, al tiro. Ese día me lo pasé entero leyendo sin descanso en mi habitación y mis compañeros de chamizo ya se pensaban que cascabeleaba, pero no…yo quería ser escritor, sabía apreciar la buena poesía y aquello que tenía entre mis manos era la nueva Biblia, como una revelación que confirmó mi… ¿cómo? ¿Ya se va usted? ¡Pero si no he hecho más que empezar conchasumadre!
7 de marzo de 2014
Hoy he colgado una reseña de Los Detectives Salvajes del bueno de Roberto Bolaño. Como todas, la copio aquí por seguridad. Sigo en el paro y no creo que los de la empresa de hosting tarden mucho en cerrarme el blog:
Los detectives salvajes, Roberto Bolaño
Lo más llamativo de la novela que catapultó a Roberto Bolaño a la posteridad es su estructura formal. No se me ocurre modo más claro de explicarla que el que sigue:
1º Parte: Diario personal de García Madero (Diciembre de 1975)
2º Parte: Testimonios en primera persona de 52 individuos diferentes (1976-1996) Grueso de la novela
3º Parte: Diario personal de García Madero (Enero de 1976)
El título del libro hace referencia a los poetas Arturo Belano (alter ego de Roberto Bolaño) y Ulises Lima (su amigo Mario Santiago en la vida real) y a su detectivesca búsqueda del paradero de la misteriosa poetisa Cesárea Tinajero. Porque el espacio físico del papel es finito, y también porque esto va de vender libros, este escueto resumen es la sinopsis que uno se encuentra en la contracubierta del libro y también en tantas tiendas online y tantas de esas webs uniparrafales presuntamente literarias. Una sinopsis que, si bien no falta a la verdad, equivale en su parquedad a decir que, por ejemplo, que la Biblia va sobre un barbas al que ejecutaron unos cuantos romanos.
Los detectives salvajes es un cosmos. Junto con Rayuela, de Julio Cortázar, el libro más potencialmente revisitable que recuerdo porque, ante todo, estamos ante un rompecabezas donde el propio lector es el detective. Múltiples lecturas, descubrimientos en cada una de ellas.
Al contrario de lo que pudiera parecer, el protagonista no es el joven estudiante García Madero y, ni mucho menos, la poetisa Tinajero. Belano y Ulises, los personajes misteriosos de los que prácticamente sólo llegamos a saber a través de los testimonios de las personas que se cruzaron en su vida a lo largo de dos décadas, son los auténticos pulmones que hacen que el lector recorra, sin aire, sin darse cuenta, las pinches 609 páginas de este artefacto literario sin igual.
Tinajero es el McGuffin, lo que empuja la trama, el objetivo último, lo que mueve a los dos melenudos bohemios. Ella fue la primera poeta del movimiento real visceralista (otro MacGuffin) del que poco o nada se nos cuenta. Sabemos que odian a Octavio Paz, que profesan una vida crápula y etílica (no así lectora, sin bastante ignorantes de la técnica literaria a pesar de que llegan a producir poesía de calidad) y poco más se nos cuenta. Y poco o nada nos importa. En la primera entrada del diario de García Madero (un personaje también misterioso del que nada volvemos a saber) el joven de 17 años escribe que ha sido “cordialmente invitado a formar parte del realismo visceral”. Con ese punto de partida, el lector avanza por las páginas (no sin cierta impotencia) con el deseo de saber más acerca de dicha vertiente poética. A partir de un momento indeterminado (diferente para cada lector), se produce la dulce constatación de que esa averiguación es irrelevante. De que Tinajera es irrelevante. De que esto va de Belano y Lima, dos letraheridos con el convencimiento, como Lou Reed, de que la vida del poeta o es salvaje o no es.
Lo mismo pensaba Bolaño. Los paralelismos de la trama con la vida del escritor chileno son múltiples, siendo el principal aquel que da título al libro: oda al salvajismo, oda a la vida bohemia, al humo en los bares, al amor en los lupanares. (¡Ésta y no otra debería ser la sinopsis!). Roberto Bolaño fue un amante confeso de “la vida de los poetas”. Durante sus años jóvenes en el D.F. fundó revistas culturales y el club de los infrarrealistas, un grupo de “autores punk, muy rebeldes, muy radicales, que iban a actos culturales a reventarlos”, en palabras de Juan Villoro, quien asegura haber asistido a una conferencia de Octavio Paz en la que ellos, “pasados de copas, empezaron a gritar Octavio Paz es un idiota” hasta que fueron expulsados del recinto. Ah, la juventud.
Al final de la primera parte, una serie de acontecimientos que no hay por qué desvelar desembocan en un exilio forzoso para la pareja de poetas, comenzando así un periplo por varios países, cruce del Atlántico incluido, en el que llevarán a cabo su particular modo de entender la vida hasta las máximas consecuencias. Es entonces cuando empieza la ronda de testimonios de las personas que compartieron horas, días o semanas con alguno de los poetas. Es entonces cuando comienza la grandeza de la novela, la gesta de hacer avanzar la trama sólo a base de recuerdos.
Excelente polifonía (inolvidables y variados personajes) y también pesada polifonía, pues en multitud de ocasiones los narradores se van por las ramas y las historias se bifurcan, exponiendo al lector a páginas y más páginas de background hasta que por fin se produce el recuerdo sobre el encuentro con Belano o Lima. Abundan los detalles completamente irrelevantes que nada aportan al escrutinio de los poetas, y cuyo cometido se ajusta más al de darle credibilidad tanto al mundo que nos pinta Bolaño como a las vidas de la orquesta de secundarios que lo integra. Como si, por ejemplo, dentro de cuarenta años viniese un periodista a mi casa a preguntarme por Bolaño, y este dejase testimonio escrito de cómo me puse a rajar sobre mi vida universitaria y, con todo, a pesar de la chochez de intrascendencias, al final quedase un sedimento, un aroma. No sé pero, si algún día me preguntan, probablemente termine diciendo lo mismo que digo ahora: Pinche Bolaño, qué bueno era.