Era un día de lluvia, como hoy. Las compuertas del cielo abiertas, si me permiten el tópico, como si el mar hubiese visitado los cielos y quisiera volver a sus moldes. Y truenos, con el espanto de lo grande, hermosos en su poder. Maltrataban los ojos con espadas de luz y, tras un instante -contado en voz baja para calcular distancias-, un martillo golpeaba tímpanos.
Y allí estaba yo entre cortinas de líquido, como mi impermeable amarillo y mis botas altas, cansado de romper los charcos, mirando. A los ocho años no se ve lo mismo que a los treinta y tres, y el mundo entero tiene otras texturas y contrastes, como si fuera más limpio y menos cansado. Hay belleza en el tacto de una margarita, en la sonrisa de una madre, en el beso húmedo de la lluvia sobre el plástico de la capucha. La hay, incluso, en la carne caída y azul, muerta entre céspedes, confundida con algo dormido. Princesa hambrienta de labios.
No entendí la estampa estudiada, como si la imagen desbordara mis sentidos de párvulo, y sólo pudiera enfocar algunos trazos. Los de la cara, salpicada de agua y de cabello, joven y niña, sin color de vida. La curva de la espalda, marcada a golpes, descubierta entre fragmentos de camisa, Desnuda también la parte inferior del cuerpo, sobre la que no quise curiosear, porque era feo, decía mi madre, meter los ojos en lo íntimo a edades tan tempranas.
¿Dormía la muchacha sobre esa salsa de hierba, como el caracol dado a la lluvia, que yo veía a decenas reptando sobre los abetos? ¿Por qué no la despertaba el frío pellizco del otoño?
Las preguntas eran abismos que invitaran al vértigo, y hacían daño al corazón. No había mujer alguna a mis pies, sólo una carcasa de piel y hueso, tan muerta como la gallina trinchada por el carnicero. El horror me venció entonces, como un rayo sin voz ni llama, puñal de una inocencia que caería para no moverse jamás.
Era un día de lluvia, yo conocí a la muerte. Y el temor de su compañía aún no me ha abandonado.
Comentarios
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¡Muchísimas gracias! Tienes razón. En esa parte del texto me "pasé de original" y lo único que he conseguido es crear un bache
Pocas veces caemos en la cuenta, que lo más sencillo y directo, suele ser lo más eficaz